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Revista médica de Chile

Print version ISSN 0034-9887

Rev. méd. Chile vol.142 no.11 Santiago Nov. 2014

http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872014001100002 

Artículos de Investigación

 

Asociación entre calidad de vida y cantidad de sueño en adultos mayores de la Región Metropolitana y Región de Valparaíso, Chile

Association of quality of life perception with sleeping patterns in Chilean older people

 

Samuel Durán A. PhD1,a, Pamela Mattar A.2,b, Natalia Bravo B.2,c, Carol Moreno B.2,c, Sussanne Reyes G. PhD3,a

1 Carrera de Nutrición y Dietética, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad San Sebastián.
2 Escuela de Nutrición y Dietética, Facultad de Salud, Universidad Santo Tomás, sede Viña del Mar, Chile.
3 INTA, Universidad de Chile.
a Nutricionista. PhD. MSc.
b Nutricionista USC.
c Nutricionista.

Correspondencia a:


Background: An adequate sleeping pattern recovers physical and mental wellbeing and improves mood. Aim: To determine the association between quality of life and quantity of sleep in older people living in Santiago and Viña del Mar, Chile. Material and Methods: The Spanish versions of the Health Promoting Lifestyles survey and the Pittsburgh Sleep Quality Index were answered by 975 non-disabled participants aged 70.7 ± 7.4 years (61% females). Results: Older adults who slept < 7.0 or > 8.5 hours (h) per night were at higher risk of having lower quality of life scores for all sub-domains, compared with those that slept 7.0 to 8.5 h per night. Conclusions: A normal sleep pattern in older adults is associated with a better quality of life perception.

Key words: Aged; Sleep; Quality of life.


 

En la última década, los países latinoamericanos han experimentado un acelerado proceso de transición demográfica y epidemiológica, la estrecha relación que existe entre ambos procesos, explica por qué estos países presentan un incremento en enfermedades no transmisibles (ENT), las cuales afectan en mayor medida al grupo adulto mayor (AM)1. En Chile, 11,4% de la población es AM lo que equivale a 1.171.478 habitantes2.

Las limitaciones funcionales, definidas como la restricción de las capacidades físicas o mentales para efectuar las tareas que requiere una vida independiente, son importantes predictores de mortalidad, morbilidad y discapacidad en el AM3. Según datos obtenidos de la Segunda Encuesta “Calidad de la vida en la vejez”, Chile 20104, existe un mejoramiento en la autopercepción, bienestar general y económico del AM.

El sueño es un estado de reposo uniforme de un organismo, se caracteriza por bajos niveles de actividad fisiológica (presión sanguínea y respiración) y por una respuesta menor ante estímulos externos. El sueño en cantidad y calidad adecuadas proporciona la recuperación del bienestar físico y mental, mejora el estado de ánimo, la concentración y la memoria, y reduce el riesgo de accidentes5.

Durante el proceso de envejecimiento, tanto la cantidad como la calidad del sueño se ven alteradas, estos cambios son considerados como trastornos característicos de la población AM6. Entre los problemas relacionados con el sueño en AM destacan, el mayor tiempo para quedarse dormido, dificultad en el mantenimiento ininterrumpido del sueño y la disminución de la eficiencia del sueño6,7.

En el AM, además de las modificaciones mencionadas anteriormente, la arquitectura de sueño cambia con respecto a la del adulto. Existe un aumento de las etapas superficiales del sueño (N1 y N2) y una reducción de las etapas profundas del sueño (N3). Además, se postula que los AM inician y terminan precozmente su horario de sueño, reduciéndose la cantidad de horas de sueño. Finalmente, esto produce una disminución de la eficiencia del sueño y mayor somnolencia diurna.

En base a esto, diversos estudios sostienen que la cantidad y calidad de sueño nocturno están directamente relacionadas con la calidad de vida de las personas, aumento de morbilidad física y psiquiátrica, deterioro de la función cognitiva8 y desarrollo de obesidad en adultos9. Por el contrario, existen factores relacionados con los estilos de vida que podrían afectar la calidad y cantidad de sueño en este grupo etario como lo son la insuficiente actividad física y un exceso de siestas durante el día10. En el caso de la actividad física, los AM presentan una prevalencia de sedentarismo 5% mayor que el de la población adulta, lo que podría por tanto afectar la calidad y cantidad de su sueño4.

Recientes estudios han mostrado una asociación entre cantidad de sueño < 7-8 h (considerado el patrón promedio de sueño) y el aumento de mortalidad por todas las causas11. Además, de acuerdo a otros autores, esta disminución de las horas de sueño podría incrementar la prevalencia de hipertensión12, diabetes13, depresión14 y obesidad15.

La asociación que existe entre la inadecuada calidad del sueño y el estado de salud de los AM, es por lo general, ignorado por los equipos de salud. Este tipo de alteraciones, por lo general, es asociado a un proceso normal del envejecimiento, sin considerar la carga de morbilidad adicional que conlleva y el incremento de los gastos médicos16.

El objetivo del estudio fue determinar la asociación existente entre la cantidad de sueño y la calidad de vida en un grupo de AM de las ciudades de Santiago y Viña del Mar, Chile.

Métodos

Es un estudio observacional de corte transversal, se entrevistó en una primera etapa a 1.070 AM voluntarios de Santiago y Viña del Mar, de 60 años o más de edad, reclutados en centros de AM y que pertenecen al mismo nivel socioeconómico y autovalentes. Se consideró autovalente a la persona que tenía un puntaje ≥ 43 puntos, para lo cual se utilizó el diagnóstico de funcionalidad del AM (EFAM-Chile)17. En una segunda etapa, de los 1.070 AM, sólo se realizó una evaluación antropométrica a 975 AM, quedando 95 AM excluidos del estudio por no tener todas las evaluaciones, o porque estaban sometidos a algún tratamiento farmacológico que pudiera alterar el sueño (benzodiacepinas, hipnóticos, antidepresivos o beta bloqueadores). El protocolo fue revisado y aprobado por el Comité de Ética de las universidades San Sebastián y Santo Tomás, cada participante firmó un consentimiento informado.

Encuestas

A los participantes se les aplicaron 2 encuestas relacionadas con la calidad de vida y los hábitos de sueño. Primero, la encuesta “Estilo de Vida y Promotor de Salud” (EVPS)18, que evalúa las dimensiones de autorrealización, responsabilidad en salud, ejercicio, nutrición, apoyo interpersonal y manejo del estrés. Ésta consiste en 48 aseveraciones sobre estilo de vida o hábitos personales, con 4 posibilidades de respuesta en escala de tipo Likert (nunca, a veces, frecuentemente y siempre). El puntaje total de esta encuesta oscilaba entre 48 y 192 puntos, a mayor puntuación mejor EVPS tiene el AM evaluado19. El segundo fue el cuestionario de calidad del sueño de Pittsburgh, que se utilizó para determinar la cantidad de sueño habitual durante la semana20.

Estadística

Los datos sobre cantidad de sueño nocturno y el puntaje en la encuesta sobre EVPS fueron categorizados, el sueño nocturno de acuerdo a la distribución en cuartiles del grupo de adultos mayores estudiados y el EVPS fue estratificado como bajo puntaje (primer cuartil) y alto puntaje (el resto de cuartiles); de acuerdo a la sumatoria del puntaje obtenido en cada una de las dimensiones de calidad de vida autoevaluadas. Las diferencias significativas en los EVPS fueron exploradas con un análisis de varianza (ANOVA) y se utilizó como prueba post hoc el test de Bonferroni para las comparaciones entre los pares comparados. Además, se llevó a cabo un análisis de regresión logística para evaluar la asociación existente entre la cantidad de sueño nocturno con cada una de las dimensiones de los EVPS ajustando por las variables: edad, sexo, índice de masa corporal (IMC), años de escolaridad, tabaquismo y actividad física. Los datos fueron analizados usando SAS 9.1.3 para Windows.

Resultados

Los AM participantes en este estudio presentaron una edad promedio de 70,7 ± 7,4 años, un IMC de 27,0 ± 4,3 kg/m2 y 61,1% eran del sexo femenino. De acuerdo a las categorías de cantidad de sueño nocturno, los grupos presentaron diferencias significativas en las variables edad y años de escolaridad. El grupo que reportó dormir ≥ 10,0 h por noche mostró mayor edad y más años de estudio que aquellos que reportaron dormir entre 7,0-8,5 h por noche (Tabla 1).

 

Tabla 1. Características de los adultos mayores chilenos estudiados de acuerdo
a las categorías de horas de sueño nocturno

Los AM que reportaron dormir en promedio de 7,0-8,5 h por noche presentaron mayores puntajes en las dimensiones de autorrealización y calidad de vida que aquellos que reportaron dormir menos de 7,0 h (41,5 vs 39,3, p < 0,05, 134,2 vs 127,5, p < 0,05; respectivamente), más de 8,5 h (41,5 vs 38,4, p < 0,05, 134,2 vs 125,7, p < 0,05; respectivamente) y más de 10 h (41,5 vs 38,6, p < 0,05, 134,2 vs 128,9, p < 0,05; respectivamente) por noche (Tabla 2). Además, aquellos AM que refirieron dormir entre 7,0 h-8,5 h por noche presentaron puntajes más altos en la dimensión de nutrición que aquellos que duermen más 8,5 h por noche (17,5 vs 16,6, p < 0,05), y puntajes más altos en el manejo del estrés que los que duermen menos de 7,0 h por noche (18,9 vs 17,8, p < 0,05) (Tabla 2).

 

Tabla 2. Comparación de los puntajes obtenidos en cada una de las dimensiones
de los EVPS por cuartil de la cantidad de sueño nocturno en adultos mayores chilenos
(media y desviación estándar)

Con el modelo ajustado de la regresión logística se demostró que los AM que refirieron dormir menos de 7,0 h por noche tenían mayor riesgo de presentar menor autorrealización (OR = 1,9, IC 1,2-2,9), responsabilidad en salud (OR = 1,7, IC 1,1-2,6), ejercicio (OR = 1,6, IC 1,1-2,4), apoyo interpersonal (OR = 2,0, IC 1,4-3,0), manejo del estrés (OR = 2,0, IC 1,3-2,9) y calidad de vida (OR = 2,3, IC 1,5-3,6) en comparación con aquellos que reportaron dormir entre 7,0-8,5 h por noche. Finalmente, se observa que los adultos mayores que refirieron dormir más 8,5 h por noche también tenían mayor riesgo de presentar menor autorrealización (OR = 2,1, IC 1,3-3,3) y calidad de vida (OR = 2,6, IC 1,6-4,2), al igual que los que reportaron dormir más de 10,0 h por noche (OR = 1,7, IC 1,1-2,7, OR = 1,9, IC 1,2-3,0; respectivamente) en comparación con los que reportaron dormir entre 7,0-8,5 h por noche (Tabla 3).

 

Tabla 3. Odds ratio (95% intervalo de confianza) para las categorías de calidad
de vida como variable dependiente y la cantidad de sueño nocturno como variable
independiente en adultos mayores chilenos

Discusión

El principal hallazgo de nuestro estudio es que el grupo de AM chilenos que reporta dormir entre 7,0 y 8,5 h presentan mejores puntajes de calidad de vida, autorrealización, responsabilidad en salud, ejercicio, apoyo interpersonal y manejo del estrés, el dormir menos o más de esas horas se asocia con un deterioro en la calidad de vida en la muestra de AM.

Uno de los hallazgos interesantes es que el dormir < 7,0 h afecta en forma significativa a casi todos las subdimensiones de la calidad de vida (excepto nutrición), mientras que el dormir > 8,5 h sólo afecta solamente a la autorrealización y la calidad de vida. Esto podría deberse a que los AM refieren a la dificultad para quedarse dormido o el dormir pocas horas como la principal razón para tener un sueño poco reparador, además otros refieren que los problemas para dormir son normales en el envejecimiento21,22.

Con respecto a la calidad de vida, nuestros resultados son similares a los obtenidos en un estudio realizado en Brasil por Lima et al.23, AM de sexo masculino que dormían ≤ 6 h presentaban menor puntuación en las escalas de vitalidad y salud mental comparado con aquellos que dormían entre 7 y 8 h. En el caso de los AM que dormían ≥ 10 h, todas las escalas se asociaron negativamente con funcionamiento físico, vitalidad y salud mental, resultado similar al observado por nosotros en los casos de autorrealización y calidad de vida. En el caso de las mujeres, estas fueron menores en las que dormían < 5 h y la salud mental se asoció negativamente con una cantidad ≥ 10 h de sueño.

Un estudio realizado en Japón, donde se evaluó la asociación entre calidad del sueño y calidad de vida en 563 AM, mostró en base a un modelo ajustado que una mala calidad de sueño influencia negativamente la calidad de vida (OR: 1,8; IC de 95%: 1,3-3,2)24. A pesar de evaluar la calidad del sueño y no la cantidad de horas de sueño, como se realizó en este estudio, nuestros resultados muestran un comportamiento coherente con lo reportado por ellos.

Otra investigación realizada recientemente en 97 AM, utilizando actigrafía, mostró que los sujetos que duermen menos de 7 h, o que tienen al menos 2 despertares por la noche, presentan un deterioro en el rendimiento funcional durante el día25.

El deterioro gradual de las condiciones de salud física y mental que acompañan el envejecimiento, en conjunto con el aumento de morbilidades crónicas, conducen a limitaciones funcionales y pérdida de autonomía en el AM3. Estas limitaciones funcionales dependen de muchos factores entre ellos podemos destacar el nivel socio económico. En un estudio realizado por Albala y et al.26 en AM de Santiago de Chile durante el año 2011 muestra que los AM adscritos a la salud privada (mayor nivel socioeconómico) presentan menores limitaciones funcionales que los usuarios del sistema público de salud (Fonasa). Esta variable no fue considerada en nuestro estudio, porque todos los sujetos de la muestra pertenecen al mismo nivel socioeconómico (Fonasa).

El mecanismo que explicaría la asociación entre las variables estudiadas no está bien establecido. Sin embargo, se sugiere que los posibles mecanismos que subyacerían esta relación podrían ser los efectos negativos del sueño de corta duración en el rendimiento físico durante el día, una disfunción neuroendocrina y/o una inflamación subclínica27. Con relación a esto, datos correspondientes a adultos menores de 60 años muestra que dormir < 5 h o > 9 h está asociado a riesgo de incremento de la prevalencia de diabetes28. Un reciente estudio en sujetos menores de 60 años mostró que dormir ≤ 5 h está asociado a un incremento en la prevalencia de diabetes mellitus 2 y a un test de tolerancia a la glucosa alterado (OR: 1,37; IC de 95%: 1,13-1,67)29. Además, está documentado que la reducción del sueño o el fraccionamiento del sueño producido por los despertares incrementa la actividad del sistema nervioso simpático30, lo que favorecería la insulino resistencia mediado por un incremento de la glicogenolisis y la gluconeogénesis31,32.

Por otra parte, aunque escasos, los estudios sobre la relación entre la duración del sueño y la mortalidad en AM han demostrado que el riesgo de muerte aumenta con una mayor cantidad de sueño en hombres y con una menor cantidad de sueño en mujeres33.

Entre las limitaciones del estudio se debe destacar que es un estudio transversal, por lo tanto, no podemos hablar de causalidad, además pudo haber un sesgo de selección, AM frágiles o dependientes era menos probable que participaran en este estudio, o AM que presentarán alguna patología como un síndrome de apneas/hipopneas (SAHOS) o síndrome de piernas inquietas que estaban sin diagnosticar. Finalmente, la información más fiable para determinar la cantidad y calidad de sueño es la polisomnografía. Entre las fortalezas del estudio están el gran número de sujetos estudiados y además son pocos los estudios sobre este tema en AM chilenos.

En conclusión, los AM evaluados que auto-reportan dormir entre 7,0 a 8,5 h por noche presentan mejor calidad de vida, autorrealización, responsabilidad en salud, ejercicio, nutrición, apoyo interpersonal y manejo del estrés que aquellos que refieren dormir < 7,0 h o > 8,5 h por noche. Por lo tanto, nuestros resultados sugieren que la implementación de acciones gubernamentales que promuevan estrategias para lograr una adecuada consolidación del sueño podría mejorar la calidad de vida de los AM.

 

Referencias

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Recibido el 18 de diciembre de 2013, aceptado el 7 de octubre de 2014.

Correspondencia a: Samuel Durán Agüero
Universidad San Sebastián, Lota 4265, Providencia, Chile.
sduran74@gmail.com

 

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