Introducción
El derecho a la propiedad se proyecta por sobre la oferta simple de bienes y servicios. En el neoliberalismo chileno actual, la adquisición residencial forma parte central en el relato ideológico instalado desde la dictadura militar, durante la fase de consolidación de su proyecto político1. Las políticas orientadas a la gestión de una estructura subsidiaria habitacional con aporte fiscal, se focalizaron desde la década de 1980 en la articulación entre la banca comercial, operadores inmobiliarios y el déficit de viviendas advertido en años anteriores. Estas características impactan sobre el robusto impulso modernizador, cuyas consecuencias se reflejan en una nueva etapa en las formas de producción de espacio residencial, especialmente en la ciudad de Santiago de Chile2.
Esta faceta espacial del neoliberalismo chileno, está caracterizada por una serie de rugosidades territoriales, directamente relacionadas con la emprendida modernización habitacional. El desplazamiento de asentamientos habitacionales localizados en las zonas centrales de la mencionada ciudad, como campamentos, tomas de terreno u otros conjuntos de viviendas de origen irregular; es abordado por parte del régimen castrense, con la consecuente localización de estas habitaciones y a los grupos sociales que las habitaban, hacia los márgenes periféricos del núcleo urbano del Gran Santiago3.
Este proceso, como campo objetual, ha sido descrito desde diversas disciplinas, consolidando dos ideas centrales4. La primera de ellas es la renta futura sobre suelos de alto interés inmobiliario, especialmente sobre las áreas centrales de la capital chilena; y, en segundo término, el control político sobre las poblaciones alzadas como oposición territorial al régimen militar, iniciando las protestas de 1983, empujando a la dictadura hacia el fortalecimiento de la propiedad y el consumo urbanos como dispositivos de control5.
Políticas como las descritas, no han sido una conducta exclusiva del Estado chileno. Cabe destacar que, tanto el Banco Mundial (BM) como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), han impulsado programas regionales de mejoramiento de barrios, saneamiento de títulos y regulación de villas-miseria, en el caso argentino; o la normalización de emplazamientos y propiedad residenciales en las metrópolis de Brasil, a través de programas como favela-barrio y las distintas aristas que involucra la política Minha Casa Minha Vida6. En estos casos, el interés de las iniciativas, está en incorporar a grupos sociales marginados a los circuitos urbanos del mercado, como el trabajo formal, bienes de consumo, educación y salud. El interés del BID en el último tiempo, por ejemplo, se expresa en el incentivo hacia el alquiler residencial, preocupado probablemente, por el riesgo de un colapso inmobiliario en la región7.
Volviendo al caso chileno, la presencia de complejos residenciales sociales de escala mayor en comunas como Puente Alto, Quilicura, San Bernardo, Peñalolén o La Pintana, evidencia una marcada tendencia al perfeccionamiento en la localización periférica de estas viviendas. Los casos de la población Parinacota8 y la villa Cardenal Raúl Silva Henríquez9 en Quilicura, constatan la importante presencia metropolitana de estos conjuntos. Esto también se verifica en el Gran Concepción, donde resaltan operaciones habitacionales de carácter social similares, como La Leonera, La Huasca y Centinela10. En estos, cabe destacar que la escala no solo se remite a lo espacial, sino que también a una alta densidad poblacional, que tiende a reiterarse en gran parte de los proyectos residenciales subsidiados del país11.
Lo anterior también impacta en la tipología de viviendas construidas y la forma urbana de su trazado. En la ciudad de Puerto Montt, emerge el ejemplo de Alerce, construido durante la década de 2000, como conjunto de viviendas sociales tipo “ciudad satélite”, por su proximidad -al mismo tiempo distante- respecto de Puerto Montt12. Asimismo, la localización exterior de conjuntos sociales en la comuna de Pucón, por sobre la estructura turística de la zona13, expresan el panorama de expolio y segregación espacial, entre otras tantas consecuencias enfrentadas por quienes acceden como única opción posible, a este tipo de propiedad.
El contexto reseñado enmarca la problemática central del presente documento, buscando tensionar la situación efectiva de desplazamiento hacia las periferias urbanas que opera sobre las residencias de interés social; frente a la dimensión del olvido, a partir de la ausencia del Estado como principal sostén en las correcciones del modelo mercantilizado de asignación de subsidios fiscales para la vivienda. En este sentido, el objetivo del trabajo está en describir y analizar, a través de un levantamiento de satisfacción residencial sobre el complejo residencial Bajos de Mena, las principales aristas que contraponen estas ideas nucleares, en las poblaciones de la densa periferia metropolitana de Santiago14.
Metodología
Sobre los estudios de satisfacción residencial, se debe destacar la potencialidad que tienen en cuanto al levantamiento de la percepción del espacio habitacional, como una unidad compleja, matizada y socialmente producida. Esto se refleja en trabajos de referencia, donde las propuestas han pretendido alcanzar el diálogo entre los conceptos asociados al debate, y los datos capturados en terreno15.
Esta investigación explora los resultados de la aplicación de encuestas de satisfacción residencial, entre los meses de agosto y noviembre de 2015, a los habitantes de cuatro conjuntos de viviendas sociales emplazados en el sector Bajos de Mena, comuna de Puente Alto. Para generar el instrumento de satisfacción residencial, se consideró una agrupación cualitativa de la escala de Cantril16, constituyendo cuatro categorías indicadoras para variables involucradas en la satisfacción residencial: muy insatisfecho, insatisfecho, satisfecho y muy satisfecho. La significación de la muestra apunta a una confiabilidad de 95%, con un error estándar de 12%.
La individualización de las agrupaciones habitacionales involucradas en el estudio, el tamaño de las muestras por cada una de ellas, se expresan en la tabla 1.
La figura 1 permite apreciar la localización de Bajos de Mena, en el extremo sur-poniente del municipio mencionado y, al mismo tiempo, su separación del territorio comunal, debido a la presencia de vías interurbanas, como es el caso del Acceso Sur a Santiago.
Las dimensiones abordadas durante la consulta, estuvieron centradas en las categorías de calidad de la vivienda; accesibilidad del barrio; equipamiento del barrio y valoración del barrio. Junto a cada resultado de satisfacción residencial, se contempla una discusión acerca de las ideas de desplazamiento y olvido, proyectadas sobre la percepción de sus habitantes.
Conjunto | Universo (total) | Muestra |
---|---|---|
Villa San Miguel 4, 5 y 6 | 983 | 63 |
Villa Marta Brunet | 1256 | 64 |
Villa Sargento Menadier 3 y 4 | 588 | 60 |
Mi Barrio Mi Familia | 293 | 55 |
Fuente: elaboración propia en base a datos de la Dirección de Obras Municipales de Puente Alto, 2015.
Un conjunto de creencias espaciales
La presencia y movilidad del Estado ha sido contradictoria, en cuanto a las políticas de vivienda social en algunos países de la región. En un primer momento, emerge como planificador en la localización y edificación de conjuntos residenciales sociales; y luego como interventor en la recuperación de barrios, mejoramiento de viviendas, o hacia la demolición de casas o departamentos que, anteriormente, habían sido el vehículo hacia la inclusión social, como el caso de Bajos de Mena17. Esta última característica no se aprecia de forma común en los principales planes fiscales de Argentina y Brasil, mencionados anteriormente. En estos casos, el rol del Estado no apunta a corregir sus propias políticas, sino que está enfocado en la normalización e incorporación de estos grupos sociales vulnerables al circuito urbano. A nivel nacional y regional, la tendencia apunta generalmente a una presencia fiscal inicial, con la construcción de estos conjuntos; para luego retornar el agente público, en funciones de corrección o ajuste de la obra inicial18. Entonces ¿qué ocurre con la tensión entre desplazados y olvidados?
La compleja categoría descriptiva-analítica de los espacios marginados y excluidos
La discusión científica acerca del carácter de los espacios habitados por los grupos sociales excluidos, ha sido larga y profusa, deteniéndose tanto en características como en interrelaciones con otras espacialidades y modos de habitar. Desde el último tercio del siglo pasado, esta discusión evolucionó hacia los procesos o circunstancias que originan estas tramas urbanas; las características y condiciones de quienes son aislados; o bien el establecimiento de diferentes formas de vida que, más que compartir un área determinada, interactúan según la coyuntura socio-histórica en la cual se conformaron.
Las palabras, conceptos y definiciones, más que tener poder en sí mismas, dependen de las fuentes sociales que las enuncian; cuyo propósito es producir un tipo específico de realidad mediante explicaciones, teorías y significados19. La evolución histórica del proceso de construcción de realidades, mediante la homogeneización de los significados coincide, en alguna medida, con la cooptación del Estado hacia grupos o clases sociales. La producción de espacialidades marginales o marginadas por parte del Estado, construye una institucionalidad que regula -posibilitando o inhibiendo- el uso del espacio por parte de sujetos, clases, etnias y grupos sociales20.
Bajos de Mena expresa tales funciones, como un efecto del modo de producción estatal proyectado sobre la ciudad21. Al respecto, Loïc Wacquant señala que “incluso donde aparece ausente a primera vista, aunque se muestre pasivo o espasmódico, sigue siendo el Estado, por medio de su acción multiforme, el que determina la forma de los mercados de la vivienda, del trabajo y de los títulos educativos y también la distribución de bienes y servicios de base, y el que, de este modo, gobierna la conversión del espacio social en espacio físico apropiado”22. Esta dimensión de espacio, en el contexto del régimen político de postdictadura chileno, expresa la contradicción entre la producción residencial, las posibilidades de mejora y promoción social de los habitantes, en cuanto las iniciativas o soluciones habitacionales.
Esta tensión se refleja sobre la unidad de estudio, a partir de una voluntad por levantar figuras cuadradas a modo de habitaciones; o unidades susceptibles de ser contadas estadísticamente; pero no hogares que aportaran a la promoción social y al desarrollo humano. Esto se refleja en las distintas escalas y dispositivos de intervención sobre Bajos de Mena u otras poblaciones similares, con la consolidación de las redes subsidiarias de protección social, iniciadas durante el primer periodo presidencial de Michelle Bachelet (2006-2010) y robustecidas durante la posterior administración de Sebastián Piñera (2010-2014)23. Esta focalización de aportes fiscales, en favor de familias en precaria situación socio-económica, advierte la diferenciación en la aplicación de diversos programas sociales, orientados a amortizar las patologías de un espacio de injusticia producido en democracia, sin impactar como mejora sustancial de la infraestructura básica de bienes y servicios para todos los residentes, dada la presencia irregular del Estado como articulador de las necesidades de sus habitantes.
Nombre programa | Tipo de intervención | Periodo de ejecución | Cobertura |
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Programa de recuperación condominios sociales (segunda oportunidad) | Mejoramiento | 2012- vigente | MINVU |
Programa de Recuperación de Barrios | Recuperación - Mejoramiento | 2011 - vigente | MINVU |
Programa Quiero Mi Barrio | Recuperación | 2006 - 2010 | MINVU |
Fuente: elaboración propia en base a datos MINVU, 2015.
La tabla 2 identifica los principales programas de intervención estatal que forman parte de esta focalización estatal, donde resaltan las acciones de presencia y ajuste sobre estratos sociales vulnerables. Esto permite problematizar la idea de olvido esbozada al inicio: ¿cuánto hay de ello en las medidas de reparación que el Estado introduce sobre el resultado de políticas públicas fallidas?, ¿cuánto hay de nominación y homogeneización en las acciones de un Estado que pasa de autoritario a democrático, frente a la corrección de sus políticas espaciales?24 Parece ser que, desde arriba, este tipo de espacios se conciben desde una lógica biopolítica, como si fueren entidades de unidad étnica, prácticamente guetos, lo cual probablemente explica la transición en el tiempo entre distintas formas de abordaje al mismo problema de exclusión, y las diferencias en los niveles de satisfacción que declaran los encuestados, expresados en los apartados siguientes.
La mantención y perfeccionamiento de la estructura subsidiaria hacia las personas, ha consolidado en el tiempo un mercado inmobiliario para los pobres, el que había surgido con las reformas de corte neoliberal implementadas por la dictadura desde 197925, donde conjuntos habitacionales como Bajos de Mena, se caracterizan por ciertas categorías. Desde una dimensión de la producción residencial del Estado, se puede discutir la idea de anti-guetos26, dada la situación de diversidad entre los residentes de espacios como el estudiado en este trabajo. Se trata de familias provenientes de distintos sectores de la urbe, con heterogéneas trayectorias históricas; encontrándose una mixtura de niveles de pobreza y carencias, que influyen en la percepción residencial sobre el barrio que habitan; así como también sobre las relaciones entre deseos, expectativas, niveles de satisfacción con el lugar en el cual residen.
Una característica que provee de otros cimientos a esta construcción teórica, está en la desorganización y precariedad que caracteriza la cotidianidad de los residentes, ocasionada fundamentalmente por la ausencia de infraestructura básica de bienes y servicios; además de las distancias forzadas por la localización de las ocupaciones. Estas rugosidades, se expresan en una merma significativa a la percepción de la calidad de vida, esencialmente para quienes no obtuvieron aportes fiscales significativos; en los bajos niveles de desarrollo humano de las familias; y, también, en la imposibilidad de operación para mecanismos de ascenso y promoción social, tanto públicos como privados, propios en las ideas de anti-gueto27. Esto manifiesta el quiebre con la conceptualización del gueto que, como el mismo Wacquant expone, posibilitaría el incremento de las distintas formas de capital (por ejemplo, social, cultural, monetario); situación apreciada en otras experiencias donde el componente étnico coadyuva a la condición socio-espacial, generando oportunidades de solidaridad y gestión comunitaria.
Estas caracterizaciones materializan la oscilante trayectoria de intervención estatal que, en su dimensión social, aportan hacia el estrechamiento planificado de lo público y los fenómenos postdictatoriales de seclusión a la chilena; cuyo impacto sobre los ejércitos de reserva del capitalismo conformen una economía en fase de desindustrialización; excluyendo a los estratos vulnerables de los eventuales beneficios del modelo neoliberal. Por ello, la segregación y confinamiento territorial que enfrentan estas urbanizaciones, tensionan a otras categorías de análisis como el aislamiento, la fragmentación o el expolio urbano28; sobre las que se describen situaciones como delincuencia y criminalidad asociada al narcotráfico; confinamiento desde el interior de los conjuntos habitacionales; y la existencia de auténticos “toques de queda” promovidos por actores sociales que administran la violencia fuera del monopolio del Estado29.
Nicho grande: renta y acumulación con la venia del Estado
La perspectiva de nicho grande que se propone, apunta al conjunto de agresivas políticas de cobertura habitacional que el Estado chileno abre y articula hacia el sector inmobiliario, durante los últimos treinta años30. Este proceso tuvo sus puntos más altos durante la década de 1990, donde la apuesta por construir un millón de nuevas residencias, con el fin de paliar el déficit heredado del periodo dictatorial promueve la liberación de suelos; el perfeccionamiento en la radicación de campamentos; y la renovación urbana hacia las zonas centrales31, en favor de operadores inmobiliarios.
Esta gestión, que dinamiza los procesos de acumulación de capital en la colaboración público-privada para inversión habitacional, se visualiza en la planificación de los espacios metropolitanos, con énfasis en Santiago. El proceso se caracteriza por dos aristas centrales: una mayor división política-administrativa, a partir de la creación de nuevos municipios dentro de la región metropolitana, evidenciando el continuismo asumido por los gobiernos democráticos en la descentralización de la gestión territorial32, focalizando la maximización del inventario de suelos disponibles para conjuntos residenciales de interés social33.
Una segunda arista, está en el perfeccionamiento del sistema de subsidios habitacionales, diversificando la oferta de estos hacia la demanda y, al mismo tiempo, incentivando la participación de agentes inmobiliarios en la edificación de nuevos proyectos. No deja de ser relevante esta idea, considerando que, a partir de la nueva política de desarrollo urbano impulsada por el gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014), se aprecian conceptos de justicia espacial, derecho a la ciudad u otros de similar alcance en lo discursivo34. Sin embargo, el propósito central de este nuevo impulso, radica en la optimización de la cobertura subsidiaria más allá de los estratos sociales vulnerables como demanda focalizada, incorporando también a sectores medios de baja capacidad hipotecaria.
Las consecuencias de la acelerada y cuantiosa meta que se propone el Estado, durante la década de 1990, han sido diversas. Probablemente, la más sonada de todas, está en el caso de las denominadas casas COPEVA, localizadas principalmente en las comunas de Quilicura, Pudahuel y Puente Alto. En este último municipio, el servicio metropolitano de la vivienda demandó, en favor de los afectados, a la constructora que edificó más de 2.000 unidades residenciales, las que colapsaron en su resistencia a lluvias e impermeabilidad, en el año 199735.
Cabe destacar que el problema descrito no apunta a los agentes constructores en su rol de tales; o a los agentes públicos como proveedores en los aportes fiscales; sino que al sistema de nicho grande como organizador en la gestión inmobiliaria; donde el rol del Estado y sus agencias, ejercido a partir de la fiscalización que le corresponde hacia garantizar el bienestar social, se ocupa de la cobertura comprometida y anunciada36, sin considerar el producto final que abriera hacia la demanda, necesitada de soluciones habitacionales.
Análisis y discusión de resultados
Con anterioridad a la década de 1990, el sector Bajos de Mena correspondía a predios agrícolas separados del núcleo urbano de Puente Alto. Con el plan regulador metropolitano de Santiago de 1994 (PRMS-94), es incorporado a la normativa de organización espacial mencionada, con fines residenciales, principalmente para conjuntos habitacionales de vivienda social focalizados en el déficit ya descrito, atacando principalmente a emplazamientos centrales como tomas de terreno o campamentos; además de otras áreas de alto interés inmobiliario37. En este contexto, Bajos de Mena fue uno de los espacios que recibió un importante grupo de proyectos habitacionales, otorgándose 21 permisos de edificación residencial con carácter social, cubriendo un total de 19.405 unidades38.
Este avance, donde la cobertura apunta al volumen residencial, acusa como principal problemática una alta densidad habitacional y poblacional. La construcción en bloques de departamentos caracteriza a los conjuntos habitacionales “El Volcán”, que en sus tres etapas (1995-1997) promedia una densidad poblacional de 634 hab/ha39; “Francisco Coloane” (1996), con 595 hab/ha; y “Marta Brunet” (1997) con 458 hab/ha, entre otros40. Cabe destacar que estas viviendas no superan los 50 m2 útiles en tamaño, con una tipología de vivienda que tiende a impactar en la comodidad y confort de sus habitantes. Esto se aprecia en los conjuntos residenciales de reciente edificación, correspondiendo a casas pareadas, que pueden ser ampliadas y sobre las que sus propietarios logran generar alternativas para descomprimir el hacinamiento. Un ejemplo de ellos son los complejos habitacionales presentes en la tabla 3.
Complejo Habitacional | Año de Entrega | N° de viviendas | Tipología de viviendas | Tipo de casas |
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Mi Barrio Mi Familia 1, 2 y 3 | 2014- 2015 | 293 | Casas | Pareadas |
Jesús de Nazaret 1 y 2 | 2015 | 216 | Casas | Pareadas |
Fuente: elaboración propia en base a datos de la Dirección de Obras Municipales de Puente Alto, 2015.
Es importante destacar que el Estado, más allá de toda política o programa de mejoramiento, sigue promoviendo la edificación de viviendas sociales en la zona. La escasez de suelo urbano capaz de cubrir la demanda metropolitana habitacional aparece, sin duda, como una de las contradicciones centrales sobre la opción de desplazamiento hacia zonas periféricas, precarias en servicios y confort urbano. La idea de anti-gueto y nicho grande, aparecen como complementarias y sencillas de adjetivar sobre Bajos de Mena a simple vista. Pero ¿corresponde categorizar a estos grupos como olvidados, cuando el Estado retorna de forma cíclica?
A continuación, se presenta la sistematización de los resultados para los ámbitos consultados en el trabajo de campo descrito en la metodología. Sobre ellos emergen distintas contradicciones, que ponen en discusión lo ya expuesto en líneas anteriores.
Variables | Conjuntos Habitacionales | |||
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San Miguel 4, 5 y 6 | Marta Brunet | Sargento Menadier 3 y 4 | Mi Barrio Mi Familia | |
Equipamiento e infraestructura de mi vivienda | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Satisfecho | Muy Satisfecho |
Tamaño de mi vivienda | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Satisfecho | Muy Satisfecho |
Desarrollo de mi familia dentro de la vivienda | Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Satisfecho | Muy Satisfecho |
Calidad de construcción de mi vivienda | Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Satisfecho | Satisfecho |
Aislamiento de temperaturas extremas (heladas) | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Insatisfecho | Satisfecho |
Fuente: elaboración propia en base a resultados encuesta de satisfacción residencial.
Calidad de la vivienda
Como se puede observar en la tabla 4, los resultados de la satisfacción residencial concernientes al ámbito calidad de la vivienda, exhiben una relación directa con la política habitacional que instruyó la construcción de los respectivos complejos residenciales. Así, los jefes de hogar que llegaron como nuevos propietarios durante la década de 1990, declaran estar muy insatisfechos con respecto a la mayoría de las interrogantes propuestas en este ámbito; mientras que los residentes que llegaron a partir del año 2000 en adelante, afirman estar satisfechos o muy satisfechos.
Por otro lado, la principal diferencia se encuentra en equipamiento e infraestructura de mi vivienda y tamaño de mi vivienda, donde es fundamental en la apreciación la tipología residencial, sea esta casa o departamento; y los metros cuadrados útiles de esta. Nuevamente, deben considerarse los periodos de construcción, que impactan transversalmente a este conjunto de datos, incorporando la posibilidad que algunas de estas familias hubieren ampliado o remodelado sus residencias, lo que fue verificado con mayor tendencia para las construcciones más recientes.
Accesibilidad del barrio
Acerca de esta dimensión, se puede observar en la tabla 5, una tendencia negativa en las opiniones consolidadas. Si bien no es un elemento propio de la materialidad o paisaje residencial entregado por quienes edifican estos proyectos, sí impacta en la satisfacción habitacional, debido a la necesidad de integración a los circuitos laborales, escolares u otros similares demandados por sus habitantes. Bajos de Mena no solo está distante de los centros de servicios centrales dentro del área metropolitana de Santiago, sino que también lo está de los que tienen presencia en la misma comuna de Puente Alto, lo que genera que, en la mayoría de las oportunidades las personas que ejercen actividades asociadas a lo anterior, tengan que desplazarse a sus actividades cotidianas, desarrollando importantes trayectorias espaciales y temporales cotidianas.
Una de las proyecciones en este ámbito, se basa en la mejora de la conectividad frente al mismo Puente Alto. El territorio municipal es atravesado por cuatro estaciones del Metro de Santiago, lo que no se traduce en óptimos traslados para todos sus habitantes, debido principalmente al volumen de transbordos o combinaciones bus-metro o metro-bus para completar las trayectorias entre el lugar de trabajo y la residencia, lo que evidencia su impacto en las variables cercanía de barrio al lugar de trabajo y localización del barrio dentro de la comuna de Puente Alto.
Equipamiento del barrio
En relación con esta dimensión, se observa en la tabla 6, una opinión consolidada bastante diversa. En la variable equipamiento y servicio urbano del barrio se indica una importante tendencia hacia la insatisfacción. Algo similar ocurre con vigilancia policial, donde en tres de los cuatro complejos habitacionales, sus habitantes declaran encontrarse muy insatisfechos, restándose de esta opinión el complejo Mi Barrio Mi Familia, de más reciente edificación. La escasa presencia policial señalada en la muestra se debe principalmente, a la falta de equipamiento en seguridad y a la poca accesibilidad al sector mismo.
Variables | Conjuntos Habitacionales | |||
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San Miguel 4, 5 y 6 | Marta Brunet | Sargento Menadier 3 y 4 | Mi Barrio Mi Familia | |
Accesibilidad general del barrio | Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Insatisfecho |
Cercanía del barrio al lugar de trabajo | Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Insatisfecho | Insatisfecho |
Localización del barrio dentro de la comuna de Puente Alto | Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Insatisfecho | Insatisfecho |
Localización del barrio dentro de la ciudad de Santiago | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho |
Fuente: elaboración propia en base a resultados encuesta de satisfacción residencial.
Con respecto a la variable áreas verdes, existe una desigual opinión entre las personas consultadas. Con la construcción del parque Juan Pablo II, es esperable una mitigación en las apreciaciones poco satisfactorias respecto de esta característica; sin embargo, este nuevo servicio urbano, no logra impactar en la percepción de los participantes en esta muestra. Es probable que la escasa cobertura en áreas verdes que presenta la zona sería deficitaria para sus residentes, aun considerando su inclusión.
Variables | Conjuntos Habitacionales | |||
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San Miguel 4, 5 y 6 | Marta Brunet | Sargento Menadier 3 y 4 | Mi Barrio Mi Familia | |
Equipamiento y servicio urbano del barrio | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Insatisfecho | Insatisfecho |
Áreas verdes presentes en el barrio | Muy Insatisfecho | Insatisfecho | Satisfecho | Satisfecho |
Vigilancia policial en el barrio | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Satisfecho |
Fuente: elaboración propia en base a resultados encuesta de satisfacción residencial.
Valoración del barrio
En la tabla 7 se observan niveles de satisfacción correspondiente al ámbito valoración del barrio, donde las variables tranquilidad del barrio y seguridad y limpieza en el barrio, reafirman las diferencias sostenidas en ámbitos anteriores, donde los residentes de los conjuntos de construcción reciente tienden a una satisfacción más positiva; mientras que los primeros habitantes en llegar a dichas propiedades, apuntan a valoraciones de carácter negativo.
Es así como, en la percepción sobre delincuencia, consumo de drogas y alcoholismo, se manifiestan afirmaciones insatisfactorias o muy insatisfactorias en los cuatro conjuntos de viviendas sociales que comprenden esta muestra. Esto podría relacionarse con las problemáticas ya descritas en equipamiento y accesibilidad al sector de Bajo de Mena. De todas formas, la mayor satisfacción se concentra en las nuevas construcciones, destacando los complejos de Sargento Menadier y Mi Barrio Mi Familia, altas valoraciones respecto de la satisfacción residencial. Aunque debe ser verificado con mayor información, es posible inferir que la presencia de redes de apoyo y programas de intervención focalizada, como los indicados en la tabla 2; además de otras iniciativas desde el municipio o el gobierno central, tengan un mayor impacto perceptual sobre aquellos residentes de reciente ingreso al sector, en contraposición a las situaciones que han experimentado quienes llegaron a principios de la década de 1990.
Variables | Conjuntos Habitacionales | |||
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San Miguel 4, 5 y 6 | Marta Brunet | Sargento Menadier 3 y 4 | Mi Barrio Mi Familia | |
Tranquilidad del barrio | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Satisfecho | Satisfecho |
Seguridad y limpieza en el barrio | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Satisfecho | Muy Satisfecho |
Nivel de delincuencia existente en el barrio | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Insatisfecho | Insatisfecho |
Nivel de drogadicción y alcoholismo existente en el barrio | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Insatisfecho |
Fuente: elaboración propia en base a resultados encuesta de satisfacción residencial.
Ambiente residencial
Finalmente, respecto a la relación con sus vecinos, los datos sintetizados en la tabla N°8, indican que podría existir una interesante relación entre la tipología de vivienda y la vinculación socio-espacial entre vecinos y entorno.
En el caso de los complejos habitacionales con densificación en altura, sus habitantes expresan niveles inferiores de satisfacción respecto de quienes residen en casas. Una eventual explicación, apunta al hacinamiento y alta densidad presente en los blocks de departamentos, influyendo de manera negativa en el nivel de satisfacción señalado en la muestra. Sin embargo, es imposible sostener que, al optar por la edificación preferente de casas y no departamentos, podría alterar la percepción y satisfacción habitacional positivamente.
Una mirada sistémica, considerando aspectos críticos de la seguridad de barrio o conectividad a servicios, permite visualizar algunas de las contradicciones entre la idea de anti-gueto que se sostiene sobre emplazamientos como Bajos de Mena. Cabe instalar la discusión más allá del conjunto de bienes urbanos que construyen la idea de desplazamiento espacial metropolitano, situándola en una revisión de los distintos niveles de impacto que una u otra acción pública, de carácter multisectorial, hubieran generado en la zona.
Variables | Conjuntos Habitacionales | |||
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San Miguel 4, 5 y 6 | Marta Brunet | Sargento Menadier 3 y 4 | Mi Barrio Mi Familia | |
Con respecto a mi ambiente residencial, yo me siento | Muy Insatisfecho | Muy Insatisfecho | Satisfecho | Muy Satisfecho |
Fuente: elaboración propia en base a resultados encuesta de satisfacción residencial
Consideraciones finales
La presencia oscilante del Estado, a partir de subsidios y redes de protección social, se expresa en la contradicción que emerge sobre la satisfacción residencial en Bajos de Mena. Tanto anti-gueto como nicho grande, desbordan las características relevadas en los resultados de las encuestas, especialmente en las dimensiones calidad de vida y valoración del barrio por conjunto habitacional (tablas 6 y 7). El retorno de lo público, que asigna recursos, construye e inaugura las nuevas viviendas; regresa inevitablemente sobre las rugosidades evacuadas por modelo de progresión habitacional iniciado en la década de 1980. Esto contradice al concepto de olvido discutido al inicio.
Efectivamente, es posible reconocer un quiebre perceptual entre los conjuntos de mayor antigüedad (San Miguel etapas 4, 5 y 6; Marta Brunet; y Sargento Menadier 3 y 4); frente a los de emplazamiento reciente (Mi Barrio Mi Familia). Los aportes fiscales no han cesado en los últimos cinco años, incrementando la participación del Estado en la transformación de la percepción residencial de zonas críticas, como sería el caso de Bajos de Mena42.
El olvido también se manifiesta de forma contradictoria. La presencia de los programas de mejoramiento señalados al inicio de este trabajo, indican que la presencia del Estado ha sido constante. Es posible que, dentro de la consulta, las evaluaciones positivas sean el resultado del posicionamiento de lo público como un ente interventor; que además se potencia con la participación de organizaciones no gubernamentales, como el caso de Techo43. El concepto de olvido se traduce en lo espacial, esencialmente sobre los grupos vulnerables que han participado tardíamente de los beneficios en la focalización subsidiaria, como ocurre con las unidades residenciales de primera etapa en Bajos de Mena.
Los problemas de hacinamiento, altos niveles de densificación poblacional, y precariedad en la calidad de viviendas, proponen una perspectiva llamativamente contradictoria. El nicho grande para expansión residencial abierto durante la década de 1990, empata con las evaluaciones más bajas en los conjuntos residenciales San Miguel y Marta Brunet. Que los otros dos proyectos inmobiliarios posteriores, Sargento Menadier y Mi Barrio Mi Familia ostenten una valoración positiva respecto de la satisfacción, es algo que se debe también a la capacidad del Estado en ser resiliente ante la cobertura habitacional, amparándose sobre redes de protección social que tiene una relevante impronta en el sector. Ciertamente, la idea del nicho grande fue próspera en una época deficitaria; sin embargo, no corresponde en instancias que exigen calidad, habitabilidad y conectividad, en función de romper con las convenciones del olvido, en cuanto al estigma urbano de ser una población desplazada.
Esto último traslada la discusión hacia la otra idea tensionada en el escrito. El desplazamiento genera las percepciones de satisfacción residencial más deficitarias de la muestra, agudizándose en los grupos de residentes arribados durante la década de 1990. Entre ellos y quienes llegaron en la última etapa de edificación, como el caso del sector Mi Barrio Mi Familia, hay un visible quiebre en la construcción de juicio espacial sobre la posición marginal de Bajos de Mena.
Para esta arista, cabe destacar la crítica situación de ausencia que ostentan servicios clave en las operaciones cotidianas. El elemento seguridad, asociado a una permanente presencia policial, no representa significativas alzas en indicadores de calidad de vida. Por el contrario, el impacto respecto del acceso y movilidad beneficia a un sector específico de la población, que se moviliza dentro de la misma comuna, aun cuando la marginación territorial se manifiesta con fuerza en esta escala. A nivel metropolitano, la motilidad y movilidad para las ocupaciones laborales o de otra naturaleza, golpean negativamente las variables de acceso presentes en la tabla 5.
La figura 2 pretende explicar la crítica dimensión de la localización. Motilidad y movilidad dentro de la comuna, aportan hacia un horizonte de seclusión urbana en Bajos de Mena. La densa presencia de escuelas y colegios, de financiamiento compartido y municipal, cubre una parte de las demandas de la población; sin embargo, las articulaciones de las redes de transporte público siguen en deuda frente a la oferta de servicios que poseen las zonas centrales de Puente Alto y Santiago.
Si bien el desplazamiento figura como una realidad, el olvido tiende a relativizarse. La función del Estado y su accionar frente a conjuntos de viviendas como Bajos de Mena, cuestiona el real impacto de las políticas enfocadas en corregir las consecuencias emergentes en la producción de espacio residencial de viviendas sociales. En publicaciones como la de Richards44 y Gilbert45, se cuestiona si el neoliberalismo como sistema de transformación socio-espacial, corresponde a una forma de Estado desligada de lo social. Las fuentes citadas refuerzan la idea inicialmente propuesta de faceta espacial del neoliberalismo, toda vez que se realza la perspectiva correctiva del mercado inmobiliario, desde políticas públicas que apuntan a solventar el olvido.
Un nuevo Estado neoliberal de bienestar, como el señalado por Richards46, donde el nicho grande de la renta habitacional representa una alternativa hacia el acceso a la propiedad de viviendas, constituye una nueva arista en la modernización urbana chilena, la que parece una tarea inacabada, aún en los inicios de una nueva centuria. El horizonte de percepción del hábitat residencial aquí presentado, indica que las tareas que invocaron a conjuntos habitacionales como Bajos de Mena, continúan inconclusas, más allá de la simple propiedad y la anhelada casa propia.