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Revista de estudios histórico-jurídicos

Print version ISSN 0716-5455

Rev. estud. hist.-juríd.  no.44 Valparaíso  2022

http://dx.doi.org/10.4067/S0716-54552022000100099 

HOMENAJE

Profesor Alejandro Guzmán Brito

«Un hombre inmenso»: don Alejandro Guzmán Brito

“An Amazing Man”: Mr. Alejandro Guzmán Brito

Massimo Miglietta1 

1Catedrático de Derecho Romano, Universidad de Trento, Italia. https://webapps.unitn.it/du/it/Persona/PER0004647/Curriculum-@mail: massimo.miglietta@unitn.it

Resumen

Recuerdos personales de las actividades académicas de Alejandro Guzmán en la Universidad de Trento, Italia, y de los homenajes recibidos en ella, y del autor en sus viajes a Chile.

Palabras clave: Alejandro Guzmán Brito; Universidad de Trento; libro homenaje

Abstract

Alejandro Guzmán Brito at the University of Trento and Italian Studies in honour (Atti della giornata di studi); the author's scientific journeys to Chile.

Key Words: Alejandro Guzmán Brito; Trento University; Studies in honour (Homenaje)

1. Para quien tenga la suerte de haber alcanzado una posición académica consolidada -tanto por la investidura del grado y jerarquía, como por la edad- el destino, que frecuentemente demuestra ser burlesco, se divierte compensando y atemperando nuestros logros; dado que, frente a nuestro sentimiento de natural orgullo, si bien, necesariamente sobrio orgullo (pues, siempre se lo debe acompañar de la conciencia de ejercer un servicio en beneficio de los demás y no ya un poder)1, se nos contrapone la amarga realidad de la progresiva desaparición de los maestros, de los que somos fuertemente deudores de sus grandes enseñanzas científicas y humanas.

Por lo demás, la disciplina del derecho romano en los últimos lustros ha visto disminuirse, sensible y dramáticamente, el número de los grandes estudiosos que le han dado notoriedad y prestigio a nivel internacional durante gran parte del siglo precedente y los primeros años del presente. Baste hacer referencia en esta sede a nombres como Bernardo Albanese, Hans Ankum, Ferdinando Bona, Alberto Burdese, Carlo Augusto Cannata, Álvaro d’Ors, Filippo Gallo, Antonio Guarino, Max Kaser, Matteo Marrone, Dieter Nörr, sir Alan Rodger, Mario Talamanca, Witold Wołodkiewicz… y el elenco, por desgracia, todavía podría continuar largamente.

2. La sensación de ser, de alguna manera, defraudados por el vacío dejado por tales grandes personalidades, se hace incluso más intensa cuando la suerte nos ha privado de su magisterio en el vértice de la madurez y de la mejor reputación, en una edad en que aún se podía esperar -en modo del todo legítimo y fundado- más contribuciones determinantes para la vitalidad de nuestros estudios.

Por esto, la noticia que nos ha llegado el 13 de agosto acerca de la repentina desaparición de Alejandro Guzmán Brito, a la edad de 76 años (había nacido el 21 de marzo de 1945) -de manera que, en atención a la vida media actual, todavía tenía frente a sí la expectativa de varios años de intensa actividad intelectual y de sorprendente productividad científica- ha sorprendido a todos aquellos que lo conocían y que habían tenido el privilegio de mantener relaciones humanas y académicas con él.

La muerte de “don Alejandro” -como era conocido, también en Europa, por medio de este apelativo que es signo de una especial y universal deferencia- debida a los efectos nefastos de la pandemia que ha puesto de rodillas al entero grupo humano, ha privado no solo al mundo de los estudios romanísticos, si no de aquellos jurídicos más en general, de quien en época moderna debe ser considerado como el más importante jurista de América Latina, y quien también dejó una profunda huella en el Viejo Continente, gracias a su autorizada personalidad y solidísima doctrina.

Sea un ejemplo, la demostración de todo lo que se acaba de decir.

Como se sabe, la amiga y colega Amelia Castresana, de la Universidad de Salamanca, en los años pasados ha organizado en su sede, junto a Patricio Carvajal, docente de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Santiago), diversas ediciones del sugerente Curso Internacional de Derecho Romano.

Tales preciosos encuentros -a los que han sido invitados, como conferenciantes, estudiosos de clara fama del ius romanum- han sido patrocinados, entre otros, por la Fundación Chile-España, y han tenido muchísimos asistentes, entre los cuales se cuentan numerosos docentes, jóvenes investigadores y estudiantes provenientes de la constelación de naciones de América del Sur y de Europa.

Ahora bien, no hay duda de que en cada edición salmantina -dado el cuño chileno de la organización y, además, el entorno lingüístico del encuentro-, de alguna manera constantemente flotaba la presencia científica de don Alejandro, y su estatura emergía espontáneamente de las palabras de quienes habían sido sus alumnos o con quienes él había tenido (o tenía) un diálogo cultural y una relación de discipulado constante y fecunda. Y esto no solo en las referencias directas a su persona: experimenté cómo era suficiente aludir ante el interlocutor que yo había sido invitado varias veces por don Alejandro para inspirarle una suerte de sentimiento de admiración que era capaz de hacernos entrar en inmediata sintonía. En realidad, y no pocas veces, las intervenciones en el Curso Internacional reflejaban, de manera más o menos explícita, la lección recogida de la escuela del gran académico, lo cual es signo de que su magisterio ha marcado la impronta general en la preparación de una generación entera de jóvenes y menos jóvenes cultores de la ciencia romanista que opera en Chile, en Argentina y, más ampliamente, en las naciones del continente Sudamericano.

3. A este respecto, no es difícil deducir la posición de absoluto relieve que reviste el patrimonio intelectual que don Alejandro ha dejado en herencia; conformado por los estudios realizados a lo largo de toda su existencia, como una suerte de vocación laica, enteramente dedicada a la ciencia y a la docencia universitaria.

Ya al momento de la publicación del Homenaje en su honor -inspirado también por Patricio Carvajal en su calidad de presidente de la Schola Serviana Iuris Romani, quien quiso cooptarme como coeditor científico de la colección compuesta por cuatro importantes volúmenes, con un total de ciento veinte contribuciones de todo el mundo- el número de los trabajos científicos publicados por el maestro alcanzaba, entre otros, las veintiséis monografías. De estas, cuatro dedicadas al derecho romano, una dedicada a la historia general del derecho, dos a la historia del derecho europeo, ocho concernientes al derecho de su país y dos del derecho sudamericano, cuatro sobre dogmática jurídica y otras tantas recopilaciones de artículos, más un trabajo biográfico sobre la vida y el influjo de Andrés Bello en relación con el Ordenamiento jurídico-privado nacional.

A esta impresionante producción -que por sí sola ya hace de don Alejandro, sin duda alguna, “uno de los más grandes juristas contemporáneos en torno a la historia del derecho, a la teoría del derecho y al derecho civil”2- se acompañaba, además ciento ochenta y tres de las llamadas contribuciones menores consagradas a las mismas materias, y, por tanto, en efecto, al derecho civil, al canónico, al derecho constitucional, a la teoría política, así como a la historia de la universidad; seguían más de treinta intensas recensiones, numerosos discursos académicos, presentaciones de volúmenes y ediciones de textos, que confirmaban también que Alejandro Guzmán Brito fue uno de los mejores conocedores y comentaristas del código de Bello.

En el mismo año que iniciaba la edición de su Homenaje, el 2010, don Alejandro daba a la luz todavía numerosos trabajos científicos de relieve cierto y, naturalmente, en los años sucesivos, desde el 2011 hasta los últimos, se puede censar al menos veinticinco artículos posteriores en revistas científicas, seis contribuciones en obras colectivas, al menos una decena de recensiones y otras recopilaciones de estudios, así como una imponente monografía sobre la codificación del derecho civil y la interpretación de la ley -suerte de summa de sus agudos estudios sobre el derecho privado conducidos con la gran sensibilidad del historiador del derecho3.

No sería en absoluto necesario insistir en los reconocimientos nacionales e internacionales que don Alejandro ha recibido en vida4 -así como en los estudios que ha desarrollado en su juventud en España, dentro de la escuela de Álvaro d’Ors (Universidad de Navarra 1971-1974), donde obtuvo el Doctorado en Derecho magna cum laude, y en Alemania, con Helmut Coing (MPIeR 1978)5, a través de los cuales él pudo afinar sus talentos de jurista de finísima inteligencia, gran latitud de temas y profundidad de análisis- para intuir su estatura científica, de primerísimo nivel internacional.

4. Dado que, en cualquier caso, lo que se me ha pedido es ofrecer un recuerdo personal, intentaré traer a la memoria mi experiencia personal. Tuve ocasión de conocer a don Alejandro en mi primer viaje a Chile, invitado por el amigo Patricio Carvajal, quien me trasladó una invitación personal de parte del maestro a Valparaíso, puesto que se había interesado en mis estudios sobre el proceso a Jesús, por lo que me honró solicitándome exponerlo a su clase universitaria. En ese entonces, él era el decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, y me recibió con gran afabilidad en su despacho, consultándome atentamente por mi carrera y mis investigaciones, antes de presentarme a sus estudiantes.

Recuerdo, en particular, dos elementos de aquella visita: tanto la viva atención con la que don Alejandro seguía mi conferencia -y los amigos chilenos me confidenciaron, después, que si no le hubiese gustado lo habría manifestado, ciertamente con profunda educación y estilo, pero de un modo difícilmente equívoco- y las agudas observaciones que le dedicó, subrayando en favor de los discentes los aspectos centrales de mi hipótesis interpretativa, con una precisión que dejaba profundamente admirado. Y, asimismo, que su autoridad fuese percibida de manera sensible también por sus jóvenes auditores, lo que se demostró con la absoluta atención que ellos me dedicaron, con un silencio que se podría definir como ‘religioso’, que ahora rememoro (casi) con conmoción. Era el 9 de septiembre del 2008.

A la lección se sucedió el ofrecimiento de la comida (almuerzo) en un restaurante de fina elegancia, situado en la zona de los cerros de Valparaíso, enfrentado al puerto de la ciudad (sede de la Armada chilena), y rodeado de la magnífica maraña formada por las casas de colores vivísimos que caracterizan el panorama de la ciudad. A esta comida se nos unió también el profesor Carlos Salinas Araneda, catedrático de derecho canónico y, sobre todo, gran amigo de don Alejandro.

En el curso de aquel amplio y distendido intermedio, después de haber discutido todavía más sobre algunos problemas históricos y jurídicos que emergen del proceso a Jesús, don Alejandro también manifestó con gran naturalidad el lado agudo de su carácter, con la narración de anécdotas de la vida universitaria y, más en general, profesional, a los cuales se unieron los recuerdos respectivos del profesor Salinas y los míos.

Fue desde aquel encuentro que experimenté, inmediatamente, la viva sensación de encontrarme frente a una personalidad muy similar (incluso en algunos trazos físicos) a aquella de uno de mis amados maestros, el profesor Ferdinando Bona, fallecido en 1999. Similitud por la que de inmediato -lo digo con toda sinceridad- Guzmán Brito se me hizo entrañable. Un hombre inmenso -como lo ha definido el propio Salinas6- y precisamente por eso, capaz de ejercer aquel espíritu de la convivencia más auténtica, en cuanto calurosa pero igualmente señorial, que hace sentir cómodo al interlocutor, aunque este advierta que está en presencia de una inteligencia superior y de una personalidad ciertamente no ordinaria. Podríamos incluso atrevernos a tomar la personalidad del cardenal Federico Borromeo, que Alessandro Manzoni ofrece en I promessi sposi (Los esposos comprometidos), para realizar no pocas analogías: “La presencia […] era en efecto de aquellas que anuncian una superioridad, y la hacen amar. La postura era naturalmente compuesta, y casi involuntariamente majestuosa, no encorvada ni abatida por los años; el ojo grave y vivaz, la frente serena y pensativa”7.

5. Aquella no fue la única invitación. Se sumaría el 15 de octubre del año siguiente, para hablar de la “Ley Aquilia en el derecho bizantino” a sus estudiantes, y las dos lecciones -del 2008 y del 2009- han constituido el dístico que le pude dedicar, después, en el tercer volumen del Homenaje8.

En aquella misma ocasión, además, un domingo Patricio Carvajal y yo fuimos invitados por don Alejandro a verlo a su casa de Viña del Mar, para tener una comida (almuerzo) informal de amistad, y así tuve el placer de conocer también al señor Ítalo Merello y su adorable mujer, Bozana (Boyita): don Ítalo fue un gran amigo de don Alejandro, pero por sobre todo fue su jovensísimo profesor de historia del derecho. Gracias a don Alejandro también pude trabar una relación afectuosa con los Merello, quienes siempre han mostrado una gran atención y premura por mí y por mi familia.

A su vez, el 13 de mayo de 2011, en el marco solemne del Aula Magna de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, tuve el privilegio de intervenir en la presentación del primer volumen del Homenaje internacional en su honor. A ello siguió una recepción privada en su casa -colmada de recuerdos de familia, de obras de arte, objetos anticuarios preciosos (así como del misterioso gato Genserico, que solo su dueño podía ver []) y, sobre todo, dotada de una biblioteca personal que habría sido la envidia de la universidad más provista, que dejaba intuir que era el lugar de su predilección- y, en los días de mi regreso a Italia, un intenso intercambio de correos electrónicos, en el cual el inicio de los suyos era siempre expresado con la fórmula: Mio carissimo amico… (Mi queridísimo amigo…) y jamás terminaban sin un caldo abbraccio (caluroso abrazo), y un saluto molto affettuoso (saludo muy afectuoso) también para mi mujer, Laura, que en aquella ocasión me había acompañado a Chile.

El 3 de octubre del 2018, en su condición de director de la Escuela de Doctorado de su Universidad (en la que había recibido la distinción del emeritazgo)9, don Alejandro me propuso hablar ahora de “La jurisprudencia romana tardorepublicana y la formación de la regula iuris”.

En ambas ocasiones no faltaron los connaturales momentos de convivencia, en los que también participaron discípulos y jóvenes estudiosos, y en aquella ocasión -que fue la última en la que me pude reunir con el maestro- lo encontré en óptimas condiciones, incluso rejuvenecido. Él mismo confidenció que había abandonado el hábito de fumar -del cual, por su misma admisión, había hecho enorme uso en los años precedentes- y de haber restringido mucho la alimentación. Como decía, con una sonrisa comedida que le era propia pero que agudizaba aun más su mirada penetrante: “¡En el pasado he fumado todo lo que he querido! [Asi:] Ahora, puedo… relajarme”.

6. Fue (y todavía lo es) un gran orgullo, para la Facultad de Derecho de Trento y para mí, que don Alejandro aceptara con agrado la invitación para ser nuestro Visiting Professor di Ateneo durante todo el mes de marzo del 201110. De esta forma me fue posible corresponder -aunque sea en mínima parte- la hospitalidad que, con gran benevolencia, él siempre me había reservado.

Tomó así cuerpo un ciclo de lecciones brillantes que todavía todos en Trento (colegas, estudiantes y doctorandos), recuerdan con gran admiración y nostalgia. En particular, el 14 de marzo fue celebrada una jornada solemne en su honor11, caracterizada por la lectio magistralis, dedicada por el ilustre invitado a ‘L’introduzione del concetto di diritto-facoltà (‘Diritto soggettivo’) nella scienza giuridica e nella politica’ (La introducción del concepto de derecho-facultad (‘derecho subjectivo’) en la ciencia jurídica y en la política)12. Casi es inútil reiterar que aquella jornada y, sobre todo, aquella lectio permanecen impresas de manera indeleble en la mente y en el corazón de los presentes como un evento memorable.

7. Pero, avancemos a los acontecimientos más recientes. Creo que don Alejandro era consciente, en los últimos tiempos, gracias a su agudísima inteligencia que lo ha hecho valorar y querer tan profundamente, que el encuentro con el Señor -en quien creía firmemente- no estaba tan lejano. En la intervención en la jornada que se le dedicó el 15 de julio de 2021 por la Universidad Católica de Santiago13, el profesor -cansado y abatido a ojos de quienes estábamos habituados a verlo- dijo que a él le habría gustado vivir hasta los noventa y siete años, pero que “tal vez no sería así”. Tenía la intención de terminar una monografía sobre la historia de la jurisprudencia -que es lícito pensar que habría representado una pietra miliare (un hito) en la materia-.

Luego, solo un mes después, casi en silencio, según su estilo conformado por una gran sobriedad, señal de su (auténtica) grandeza, don Alejandro ha dejado este mundo (pienso, en cambio, en aquellos que, creyéndose grandes, buscan llenar de sí mismos las pantallas de la historia -frecuentemente una microhistoria, confinada a pocas escenas pertenecientes al mismo ámbito, pero ninguna en el marco de la historia del mundo-)14.

Los amigos del corazón, don Ítalo Merello y la señora Bozana, me escribían anunciándome su muerte y señalándome que estaban profundamente consternados por haber perdido con él a quien, de don Ítalo, fue primero “alumno, después, maestro y dilecto amigo”15.

Sin embargo, estamos ciertos -más allá del profundo disgusto humano por la pérdida que advertimos como irreparable- que don Alejandro ya está cosechando los frutos de su laboriosa, honestísima, impresionante, por cantidad y profundidad, obra. Podemos decir, con las palabras del Evangelio de Mateo dedicadas a la llamada “parábola de los talentos”: “Bien, siervo bondadoso y fiel […] has sido fiel en lo poco” -lo poco humano, obviamente, que de frente a Dios es por siempre tal- “te daré poder sobre mucho; toma parte en la gloria de Tu Señor”16.

En el Nuevo Testamento se encuentran dos expresiones que yo considero magníficas: después de esta vida, en que “vemos confusamente, como en un espejo”, nosotros podremos ver a Dios cara a cara, “así, tal como él es”17.

Don Alejandro seguramente ya goza de esta visión: nosotros amamos las caras que vemos, que encontramos, que se imprimen en nuestra memoria afectiva. Ver la cara de Dios es una de las revoluciones del Nuevo Testamento respecto del Antiguo18, y la fuente del gozo (inexpresable) del que trata Mateo en su Evangelio.

Don Alejandro deja su numerosa familia de América y de Europa (constituida por los discípulos, por los estudiosos que han aprendido muchísimo y que todavía podrán aprender muchísimo más de él y de su obra) una inmensa herencia, que ciertamente no se perderá.

8. Ha llegado, por tanto, el momento de un rapidísimo epílogo, con el cual quiero cerrar mi remembranza -este “adiós del corazón”-. Y lo quiero hacer usando yo mismo las palabras del evangelista Mateo y, por una vez, con aquellas con las cuales don Alejandro daba inicio a las cartas que me dirigía: Toma parte de la gloria de Tu Señor, caro Maestro -querido Maestro. Mi queridísimo Amigo- mio carissimo Amico…

Agradecimientos

Quiero agradecer, muy cordialmente, al amigo profesor doctor Patricio I. Carvajal (Pontificia Universidad Católica de Chile) por la asistencia (indispensable) en la lengua española del texto, y a la profesora Francisca Leitao Álvarez-Salamanca (Universidad Católica del Norte, Antofagasta) por el honor que me fue otorgado con la invitación a hablar en la conferencia en memoria de don Alejandro.

1Vid. Miglietta, Massimo, Ferdinando Roma (1930-1999). Uomo e Maestro a vent’anni dalla scomparsa, en Studia et Documenta Historiae et Iuris, 84 (2018), pp. 493 n. 8, 494-495 n. 15.

2Así según las palabras de Patricio Carvajal, en XXI Encuentro del Ciclo Juristas: la doctrina como fuente del Derecho, celebrado “con un homenaje a Alejandro Guzmán Brito” el 15 julio 2021: vid. http://derecho.uc.cl/es/noticias/29183-con-un-homenaje-a-alejandro-guzman-brito-se-realizo-el-xxi-encuentro-del-ciclo-juristas-la-doctrina-como-fuente-del-derecho .

3Cfr. https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=130550 , y vid. Guzmán Brito, Alejandro, Codificación del derecho civil e interpretación de las leyes. Las normas sobre interpretación de las leyes en los principales códigos civiles europeos-occidentales y americanos emitidos hasta fines del siglo XIX (Iustel, 2011).

4Cfr. Carvajal, Patricio; Miglietta, Massimo (a cura di), Estudios jurídicos en homenaje al profesor Alejandro Guzmán Brito (Alessandria, 2011), I, pp. xi-xiii.

5Vid. Guzmán Brito, Alejandro, Ratio scripta, (Frankfurt a.M., 1981, Coll. Ius commune. Sonderhefte, Texte und Monographien, 14).

6Cfr. Homenaje a Alejandro Guzmán Brito, 15 julio 2021 (vid. supra, n. 2).

7Manzoni, Alessando, I promessi sposi, cap. 23.

8Cfr. Miglietta, Massimo, Dístico romanistico dedicado a don Alejandro: Reflexiones histórico-jurídicas sobre el proceso de Jesús-La ley Aquilia en la elaboración de la jurisprudentia bizantina, en Carvajal, Patricio I.; Miglietta, Massimo (a cura di), Estudios jurídicos en homenaje al profesor Alejandro Guzmán Brito (Alessandria, 2014), III, pp. 315 ss.

9Vid. Salinas Araneda, Carlos, Don Alejandro Guzmán Brito, profesor emérito de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, en REHJ., 38 (2016), 546 ss. [ https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-54552016000100035 ].

10Vid. Carvajal, Patricio I.; Miglietta, Massimo; Santucci, G., Presentazione, in Iid. (a cura di), Atti della giornata di studio in onore di Alejandro Guzmán Brito. Laudatio-Lectio magistralis-Tavola rotonda. Trento-Facoltà di Giurisprdenza-14 marzo 2011, (Padova, 2013), pp. viii-ix, así como Carvajal, Patricio I.; Miglietta, Massimo (a cura di), Estudios jurídicos en homenaje al profesor Alejandro Guzmán Brito, cit. (n. 4), I, p. xii.

11Vid. Carvajal, Patricio I.; Miglietta, Massimo; Santucci, G., (a cura di), Atti della giornata di studio in onore di Alejandro Guzmán Brito, cit. (n. 10); Quaglioni, D., Elogio di Alejandro Guzmán Brito, pp. 3 ss.; Masi Doria, C., In ‘Index’, Guzmán Brito: un romanista latinoamericano e una rivista europea, pp. 55 ss.; Andrés Santos, F. J., La aportación de Alejandro Guzmán Brito al estudio de la historia del derecho indiano y la formación del sistema jurídico latinoamericano, pp. 67 ss.; Sommaggio, P., Metodo e interpretazione nelle ricerche di Alejandro Guzmán Brito, pp. 105 ss.; Nicolussi, A., Fecondazione eterologa e diritto di conoscere le proprie origini. Un ‘nuovo mondo’ per il diritto soggettivo?, pp. 121 ss.; Miglietta, M., Prolusione al corso di diritto romano: ‘Regis actiones’, 163 ss.; http://www.jus.unitn.it/services/arc/2011/0314/home.html .

12Cfr. Guzmán Brito, Alejandro, La introducción del concepto de derecho-facultad (‘derecho subjectivo)’ en la ciencia jurídica y en la politica, en Carvajal, Patricio I.; Miglietta, Massimo; Santucci, G., (a cura di), Atti della giornata di studio in onore di Alejandro Guzmán Brito, cit. (n. 10), pp. 15-51; Él mismo, El derecho como facultad en la Neoescolástica española del siglo XVI (Iustel, 2009).

13Vid. supra, n. 2.

14Vid. Miglietta, Massimo, Ferdinando Roma, cit. (n. 1), pp. 494-495 n. 14-15.

15Mail 14 agosto u.s.

16Matth. 25,21.

17Cfr., 1Cor. 13,12 e 1Ioh. 3,2, Missale Romanum (III ed.), Antiphona ad Comm., XXVIII Domingo per annum y Fiesta de la Transfiguración del Señor.

18Vid. Exod. 33,19-23: El Señor le respondió: “Yo haré pasar junto a ti toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre del Señor, porque yo concedo mi favor a quien quiero concederlo y me compadezco de quien quiero ompadecerme. Pero tú no puedes ver mi rostro, añadió, porque ningún hombre puede verme y seguir viviendo”. Luego el Señor le dijo: “Aquí a mi lado tienes un lugar. Tú estarás de pie sobre la roca, y cuando pase mi gloria, yo te pondré en la hendidura de la roca y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después retiraré mi mano y tú verás mis espaldas. Pero nadie puede ver mi rostro”.

Received: June 07, 2022; Accepted: June 10, 2022

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