El término “ameba” engloba a las especies pertenecientes a los géneros Entamoeba, Endolimax y Iodamoeba, incluidas dentro de la familia Entamoebidae. Iodamoeba bütschlii es de distribución mundial. La identificación de las amebas intestinales patógenas y no patógenas se basa en reconocer sus estadios: trofozoíto y quistes1. La especie I. bütschlii recibe su nombre por la característica masa de glucógeno presente en su forma quística. Es considerada una ameba no patógena, parásito comensal exclusivo del intestino grueso del ser humano, así como de otros primates y del cerdo1. Puede servir como un tipo de marcador de contaminación oral-fecal de agua y alimentos.
En Perú se han detectado distintas especies de parásitos intestinales en agua provenientes de pozos y acequias, así como en alimentos crudos y cocidos2. Entre los enteroparásitos no patógenos encontrados en una zona rural altoandina de Perú, la frecuencia de I. butschlii fue de 14,3%3. En países en vías de desarrollo, con deficiencias de saneamiento ambiental, la amebiosis es una enfermedad endémica. Las principales áreas de riesgo son México, la zona oeste de Sudamérica, el oeste de África, Sudáfrica y zonas del Oriente Medio e India.
Microscopía: Los trofozoítos presentes en el intestino se alimentan de otros microorganismos como bacterias y levaduras. Poseen ligera motilidad por sus pseudópodos hialinos. Se pueden observar con tinción de hematoxilina férrica y tricrómica. El tamaño de los trofozoítos varía de 6 a 25 μm. El citoplasma presenta un solo núcleo, además de inclusiones que le dan un aspecto granular.
Dada la dificultad en diferenciar morfológicamente entre las distintas especies del denominado “complejo Entamoeba” se han desarrollado métodos diagnósticos inmunológicos y moleculares1.