SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.49 issue3Algunas tendencias del catolicismo social en Chile: reflexiones desde la historia author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

Share


Teología y vida

Print version ISSN 0049-3449On-line version ISSN 0717-6295

Teol. vida vol.49 no.3 Santiago  2008

http://dx.doi.org/10.4067/S0049-34492008000200020 

 

Teología y Vida, Vol. XLIX (2008), 515 - 544

ESTUDIOS

 

¿Reformar al individuo o reformar la sociedad? Un punto central en el desarrollo cronológico del pensamiento social de San Alberto Hurtado (1)

 

SAMUEL FERNÁNDEZ
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Católica de Chile.


RESUMEN

La preocupación social es una nota característica constante a lo largo de toda la vida de San Alberto Hurtado. Pero la lectura cronológica de los escritos revela un cambio en el modo de comprender la misión de la Iglesia en terreno social. Este cambio se verifica entre una preocupación moral más centrada en el individuo hacia una moral más específicamente social. Frente a la disyuntiva entre la reforma estructural y la reforma individual, Alberto Hurtado, en su madurez, declara la insuficiencia de ambas reformas y, por tanto, afirma la necesidad de ambas, otorgando la prioridad a la reforma del hombre, pero advirtiendo que esta prioridad no es cronológica. Finalmente, el desarrollo del artículo demuestra la necesidad de estudiar el pensamiento social del Padre Hurtado en el contexto de sus convicciones de fe.

Palabras clave: San Alberto Hurtado, catolicismo social, moral social.


ABSTRACT

Social concern is a characteristic theme throughout the entire life of St. Alberto Hurtado. Howeber, a chronological reading of his writings reveáis a change in his mode of understanding the mission of the Church in social terrain. This change is verified as moving from a moral concern principally centered on the individual, and leading towards a more specifically social morality. In the face of this contrast between structural reform and individual reform, Alberto Hurtado, in his mature years, declares the insufficiency of either reform and, thereby, affirms the need for both, giving priority to the reform of the human person, but warning that this priority is not chronological. Finally, the development of the article demonstrates the need for study of the social thought of Padre Hurtado, within the context of his faith convictions.

Key words: St. Alberto Hurtado, Social Catholicism, Social morality.


 

INTRODUCCIÓN

En los últimos años se ha avanzado mucho en el estudio de los manuscritos inéditos de San Alberto Hurtado, conservados en el Archivo de la Provincia Chilena de la Compañía de Jesús. Esta investigación ha permitido ubicar la mayoría de los manuscritos en su contexto histórico, lo que posibilita realizar, por primera vez, una lectura cronológica de los más de 1.800 manuscritos (2). No es necesario insistir en la novedad que aporta a la comprensión de los manuscritos la posibilidad de leerlos cronológicamente, e iluminados por abundantes noticias de su contexto, aportadas por datos provenientes de la prensa contemporánea (3), boletines, actas de diversas agrupaciones, cartas recibidas y otras fuentes (4). Además, ha habido avances tanto en la publicación de los textos inéditos (5), como en el estudio académico del Padre Hurtado (6).

El presente artículo pretende reconstruir cronológicamente el desarrollo de una idea central en el pensamiento social de San Alberto Hurtado. Para este propósito, en base a la lectura de las cartas, que son los documentos que aportan más datos personales, han sido identificadas cuatro etapas en el ministerio del Padre Hurtado en Chile. Estas etapas, de desigual duración, consisten en períodos con una cierta unidad que permiten comprender, de modo orgánico, el desarrollo del ministerio sacerdotal del santo.

Las etapas son las siguientes: I. Apostolado pedagógico (1936-1940); II. Asesor de la Acción Católica (1941-1944); III. Hogar de Cristo y formación social (1945-1947); y IV. Moral social y sentido de Dios (1948-1952). Una vez establecidas las etapas, fueron seleccionados los documentos de contenido social, para luego ser estudiados en su contexto. Se debió tener especial atención a otros textos representativos para ubicar el pensamiento social en el horizonte más amplio de las grandes convicciones del Padre Hurtado. Cada etapa cuenta con una breve introducción biográfica, para ubicar en el contexto de la vida y actividades de San Alberto Hurtado.

I. APOSTOLADO PEDAGÓGICO (1936-1940)

1. Introducción biográfica

Durante esta primera etapa de su ministerio sacerdotal en Chile, el Padre Hurtado está fundamentalmente dedicado al apostolado pedagógico y a las vocaciones sacerdotales. Trabaja en el Colegio San Ignacio, en Santiago, es Director de la Congregación Mariana de los alumnos mayores y asesor del grupo de Acción Católica del colegio (desde 1938). Enseña Apologética en el Colegio, da clases de psicología pedagógica en la Universidad Católica y en el Seminario Pontificio de Santiago (hasta 1939). La orientación pedagógica de su apostolado se refleja en sus publicaciones. Durante los años 1936 y 1937 publica, en La Revista Católica (7) y en la revista Estudios (8), una serie de artículos sobre los temas de Psicología Pedagógica, un folleto sobre la escasez de sacerdotes en Chile: La crisis sacerdotal en Chile (1936, 29 pp.), y dos breves libros sobre pedagogía de la afectividad: La vida afectiva en la adolescencia (1937, 80 pp.) y La crisis de la pubertad y la educación de la castidad (1937, 102 pp.). Sus cartas, en especial con el Padre Raúl Montes, reflejan su gran trabajo y gran preocupación por las vocaciones. Comienza a adquirir datos estadísticos sobre la escasez de sacerdotes en Chile. Llama la atención la muy positiva valoración de las estadísticas y de las cifras, que, en sus palabras, "dicen la verdad con un lenguaje que no puede ser discutido" (9). En su pequeño libro sobre el sacerdocio, el Padre Hurtado, a propósito de la crisis de algunos países, se pregunta:

"Esta crisis de cristianismo ¿se hace sentir en Chile? Un estudio documentado sobre esta materia no se ha emprendido todavía en forma completa; apenas algunos cuantos datos han sido publicados, pero ellos son tales que no pueden menos de hacernos temblar y de arrancarnos un grito de angustia" (10).

Y, más adelante, en la misma obra, vuelve sobre el mismo tema:

"Queda con todo por emprender un estudio no menos alarmante: la disminución de la intensidad de la vida cristiana en la gran mayoría de los católicos" (11).

El Padre Hurtado comenzó muy pronto a recoger estadísticas para emprender este estudio más amplio (12). Son los antecedentes de su famosa obra ¿Es Chile un país católico?, un poco posterior, es decir, del año 1941.

Por otra parte, consigue fondos y edifica el nuevo noviciado de Marruecos (hoy, Padre Hurtado). En esta época, debió ser conocido sobre todo por su interés por las vocaciones: en una Semana sobre las encíclicas, organizada por la ANEC, le confiaron la del sacerdocio (13). En cuanto a sus actividades pastorales, da mucha importancia a los Ejercicios Espirituales, que predica frecuentemente a jóvenes de colegio y universitarios, también a caballeros, a señoras, a jesuítas (1937 y 1940), a profesores de la U.C. (1940), al clero de Santiago (1937), al de Concepción (1938), al de Temuco (1939) y a la Conferencia Episcopal (1940). Además, desde 1936, junto a otros jesuítas, trabaja pastoralmente en la población obrera Buzeta.

A fines del año 1936, el visitador de la Compañía de Jesús, el P. Crivelli, da informes negativos acerca de la orientación del Padre Hurtado como religioso jesuíta (14). En 1937, muere su madre. En septiembre de 1938 enfrenta críticas por la orientación de la enseñanza del Colegio San Ignacio, por parte de Carlos Aldunate. Y en agosto de 1938 fue nombrado miembro de la comisión del Ministerio de Educación para revisar programas secundarios (15).

2. ¿Reformar al individuo o a la sociedad?

Alberto Hurtado está convencido de que la Iglesia debe interesarse por la cuestión social. Pero, ¿de qué modo? Aquí llegamos a un elemento característico de este período, que es el tema que trata directamente en un breve documento, redactado posiblemente en 1938, llamado Contribución de la AC a la solución del problema social (16). En este documento, diversamente de lo que hará más tarde, el Padre Hurtado insiste en que el mensaje de Cristo no fue un mensaje de solución de problemas sociales y en el carácter individual del cristianismo. Vale la pena citar el texto con cierta amplitud:

"En vano se pide a la Acción Católica una solución social directa e inmediata. Su misión específica no es esa, ni el mensaje de Cristo fue un mensaje de solución de problemas sociales. La predicación de Cristo supone el orden social existente, saca de él hermosas parábolas, y ni siquiera se levanta directamente contra la esclavitud. El mensaje de Cristo es ante todo un mensaje personal dirigido al individuo, de una manera muy íntima; como decía un racionalista A. Harnack, que en esto tenía razón, 'El Evangelio no es una doctrina de mejoramiento social, sino una doctrina de redención espiritual' (17). Jesús no fue ante todo un reformador, sino un revelador. No fue un agitador con un plan, sino un Enviado con una misión que comunicarnos. Esto no quiere decir que la doctrina de Jesús no sea social. El mejoramiento social es sin duda alguna una consecuencia del cristianismo, aunque nos haya venido de una manera indirecta, como consecuencia de una mejor comprensión de lo que es el hombre, de la dignidad de su ser, de la divinización de su vida. El mensaje de Cristo se dirige al individuo, a cada uno de los hombres, y del interior de los hombres es de donde ha de venir la solución al problema social. El hombre, y no las instituciones, es quien nos puede dar la respuesta moral, a los problemas morales. [...]. El cristianismo pone su confianza en la reforma individual, el socialismo en cambio pone su fe en los sistemas industriales y mecánicos [...]. DE LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES SALE EL BIEN Y EL MAL; de los corazones formados en sentimientos de justicia surgirá el orden social justo y equitativo" (18).

Es sorprendente la insistencia en el carácter individual del Evangelio y en que el orden social justo es consecuencia de la reforma individual de los corazones. "Para que la justicia social reine -afirma- se requiere, pues, antes que nada que los individuos que forman la sociedad acepten como suprema norma la voluntad de Dios" (19), y en una anotación a mano del mismo documento, vuelve a insistir: "La justicia social no es el atributo de los convenios económicos, sino una cualidad del individuo". Por ello, la labor de la Acción Católica es la transformación del individuo.

El cambio social, entonces, es necesario. Pero este cambio se produciría como consecuencia de los cambios individuales. A este punto, no se puede hablar específicamente de una Moral Social propiamente tal, como lo entenderá más adelante, sino solo de las consecuencias sociales de la moral individual.

En síntesis, el Padre Hurtado, en su período de apostolado pedagógico, afirma que la Iglesia debe interesarse e intervenir en la cuestión social, pero el modo propio de la intervención eclesial es la transformación de los individuos, sin que aparezca aún el problema social en su dimensión específicamente social, sino más bien como la consecuencia de las acciones de los individuos.

II. ASESOR DE LA ACCIÓN CATÓLICA (1941-1944)

1. Introducción biográfica

En 1941, el Padre Hurtado fue nombrado Asesor diocesano y luego nacional, de la Juventud Masculina de la Acción Católica. En abril de 1941 publica ¿Es Chile un país católico? que, como se dijo más arriba, fue motivado por la redacción de La crisis sacerdotal en Chile. En cuanto a sus actividades pastorales, recorre Chile animando los centros de la AC, predica muchas tandas de Ejercicios Espirituales a jóvenes y sacerdotes, realiza un intenso trabajo por las vocaciones sacerdotales y es Director de la Congregación Mariana de caballeros. Continúa con sus clases en el colegio y en la Universidad Católica. Escribe mucho en El Diario Ilustrado, habla por radio, organiza la Casa de Ejercicios de Loyola y dicta conferencias referidas a la familia y al hogar. Durante 1944, muere su único hermano, Miguel.

Tal como en años anteriores, recibirá críticas de parte de padres de familia y de algunos obispos, que sostienen que el Padre Hurtado 'pesca' vocaciones y las orienta unilateralmente hacia la Compañía de Jesús, en desmedro del clero diocesano. Además, recibe críticas, sobre todo a partir de 1942, por parte de quienes consideran imprudente y pesimista la publicación de ¿Es Chile un país católico? Su cargo en la AC lo pone, además, al centro de una fuerte tensión, anterior a él (20), entre el Partido Conservador y la Falange: Alberto Hurtado no hacía distinciones políticas en el seno de la AC y ni utilizaba su influencia espiritual para inducir a los jóvenes a inscribirse en el Partido Conservador, lo que era interpretado como favoritismo a la Falange Nacional (21). Otra tensión se produce con el Director Espiritual del Seminario, en diciembre de 1942, en relación al uso de medios humanos para el apostolado y de tener mucha influencia en algunos seminaristas (en 1939 ya había dejado las clases en el Seminario); en todo caso, el rector del Seminario, Eduardo Escudero, apoya al Padre Hurtado.

En 1942, surgen tensiones con Mons. Salinas, Asesor General de la AC, a raíz de una reforma que crea la rama universitaria de la AC, separada de la rama de jóvenes (de la que el Padre Hurtado era Asesor Nacional). Alberto Hurtado no es partidario de una separación total (que dejaría en la AC de jóvenes solo con alumnos de colegio), mientras Augusto Salinas busca una separación completa, impidiendo incluso que los universitarios o casados jóvenes sean dirigentes en la AC de jóvenes. ¿A qué obedeció la creación de la rama de universitarios? La documentación no permite sino hipótesis (22). Las tensiones recrudecieron en abril de 1944 y luego en noviembre, sellando la renuncia definitiva a su cargo de Asesor Nacional (23).

En octubre de 1944, es decir, el mes anterior a su renuncia como Asesor Nacional de la AC de jóvenes, se produce el encuentro con un mendigo, que inspira la fundación del Hogar de Cristo, y que Alberto Hurtado experimentó como un encuentro con Cristo. Este encuentro, verdaderamente, marca un antes y un después en el itinerario de la vida de San Alberto (24).

2. ¿Reformar al individuo o a la sociedad?

Es claro que el mensaje de Cristo debe influir en la sociedad: "serán necesarias reformas muy serias del orden social en que vivimos para adaptarlo a la estructura cristiana" (25), afirma en el prólogo a la 2a edición de ¿Es Chile un país católico? Pero, ¿por qué medios se debe realizar esta reforma? El Padre Hurtado aborda explícitamente esta pregunta en una charla preparada para la Catedral de Rancagua, en octubre de 1943:

"¿Cómo lograr realizar una reforma social? Muchas soluciones se han ofrecido: soluciones políticas, régimen determinado... reforma distribución de la riqueza... organización gremial; plan educacional... Todo esto necesario, pero supone previamente una reforma de los espíritus. ¿Reformar la sociedad, o reformar al hombre? Comenzar por el hombre para transformar la sociedad. Toda transformación social que no se funde en transformación del individuo, condenada al fracaso. La casa sobre arena... En cambio si la fundamos sobre el individuo, sobre una recta orientación de su vida, será la casa sobre roca" (26).

Palabras muy semejantes se encuentran en una conferencia llamada La crisis de la posguerra, pronunciada por el Padre Hurtado, el 3 de marzo de 1943, en el Teatro Fagnano de Punta Arenas (27), y en otra, también llamada La crisis de la posguerra, el 16 de julio del mismo año, en La Serena (28). En todas, la respuesta es idéntica: "transformar al hombre para transformar la sociedad". Por ello, en Punta Arenas, insiste: "lo principal, no lo olvidemos, es la reconquista moral, la interior, la más difícil de todas. La acción es la proyección de un ideal" (29). Tal como lo dice en Contribución de la AC a la solución del problema social, de 1938, citado más arriba, en un retiro a jesuitas de 1944, afirma que los socialistas y comunistas ponen su confianza en reformar las instituciones (y aún derrumbarlas), mientras que nosotros, los cristianos, seguimos el camino de "la reforma de las personas según el ideal del Evangélico" (30). En otro texto, posiblemente una predicación de Ejercicios Espirituales, muestra la misma desconfianza en las reformas institucionales y subraya el primado de la caridad:

"La señal del cristiano no es la de la espada, símbolo de la fuerza; ni de la balanza símbolo de la justicia, sino la de la cruz, símbolo del amor. Muchas comisiones designan todos los países para solucionar los problemas de la posguerra, pero no nos podemos fiar demasiado en sus resultados mientras no vuelva a florecer socialmente la semilla del amor. Todos los planes humanos, las seguridades internacionales serán vanas y estériles, harán recomenzar muy pronto una nueva guerra si no se implanta la llama del amor" (31).

Llama la atención la relación que, en este documento, establece Alberto Hurtado entre justicia y caridad, relación muy dinámica, que juega con diversos sentidos de los términos, que merecería un tratamiento aparte. Hay un claro avance en relación al período anterior. Alberto Hurtado valora más lo institucional y lo estructural, pero la sociedad sigue apareciendo como el resultado de la suma de las decisiones individuales, sin que aparezca lo específicamente social en la moral.

3. ¿Soluciones individuales a problemas sociales?

Esta insistencia en la prioridad del hombre por sobre la estructura social conduce al Padre Hurtado a proponer soluciones individuales a problemas sociales (32). En ¿Es Chile un país católico? afirma: "Los escándalos sociales no se corregirán con leyes, que son burladas tan pronto han sido dictadas, sino con una purificación de la conciencia y una elevación del hombre a la vida cristiana en sentido integral" (33). Y en otros textos exhorta a los ricos a preocuparse del pobre, mejorando su situación y su vivienda, e insiste en que los problemas sociales se resolverán en base a mayor formación (34). Asimismo, ante la situación social, cada vez más urgente a los ojos de Alberto Hurtado, critica con vehemencia el derroche, el lujo, el mal ejemplo y el egoísmo; y, por otra parte, anima la caridad, la limosna y la generosidad:

"¡Qué tragedias en tantos hogares! Los jóvenes que visitan a los pobres en las Conferencias de San Vicente tienen ocasión de constatar estas realidades... Al visitar a una familia compuesta de una madre anciana y de dos hijas tuberculosas, de las cuales una hacía años que vivía tendida en un pobre jergón..., no podía menos de pensar: ¡lo que desperdician tantos sería la vida para esta pobre madre! Con lo que gastan las mujeres en cosméticos y los hombres en licor, ¡cuántos pobres podrían vivir!" (35).

La falta de testimonio de algunos, lleva al Padre Hurtado a afirmar: "los malos cristianos son los más violentos agitadores sociales" (36). Son muchos los textos que reprochan el lujo y exhortan a la generosidad (37). Son textos, a veces, muy duros, que están centrados en los deberes individuales. Es decir, centra tanto el origen de los problemas sociales como su solución en cuestiones de moral individual, que no reflejan aún la conciencia del carácter específicamente social de los problemas sociales que adquirirá más tarde.

Este énfasis en la prioridad del hombre por sobre la estructura acompañará al Padre Hurtado durante toda su vida, pero será complementado con la insistencia en la urgencia de las reformas estructurales, tal como se verá más adelante.

En una conferencia por radio, el 15 de agosto de 1944, es decir, al final del período estudiado, marca una tendencia diversa. En ella se percibe una visión más clara de la necesidad de la transformación propiamente social. Hablando de la profunda revolución social que ha provocado la II Guerra, Alberto Hurtado afirma:

"Esto engendra en nosotros cristianos una tremenda responsabilidad, pues nosotros estamos llamados a dar a esta gran revolución ideológica y de costumbres un rumbo cristiano. Si no la damos nosotros, esa sociedad será una sociedad sin Dios, sin paz, sin alegría" (38).

No se trata, ahora, solo de reformar a los individuos, sino que, aprovechando la revolución ideológica y de costumbres que se está produciendo, hay que dar un rumbo cristiano a la sociedad misma. Más abajo, este mismo documento, insiste:

"Los más en nuestro tiempo carecen de amor verdadero: si hacen limosna no es tanto para poner remedio al mal, cuando para tapar una boca y evitarle que grite... El hombre que la AC trata de formar quiere remediar los problemas a fondo" (39).

El Padre Hurtado, esta vez, se refiere a la limosna en términos más bien negativos y declara que la AC quiere formar hombres que remedien los problemas "a fondo". Si bien el problema no está verbalizado, da la impresión que Alberto Hurtado comienza a percibir la insuficiencia de la solución individual a los problemas sociales. Al parecer, la teología del Cuerpo Místico tiene gran relevancia en este progreso. Ella había estado muy presente en la predicación del Padre Hurtado desde el inicio de su ministerio sacerdotal y había marcado el ambiente teológico de Lovaina (40), pero esta doctrina recibió un nuevo impulso, en junio de 1943, con la publicación de la encíclica Mystici Corporis Christi del Papa Pío XII.

III. HOGAR DE CRISTO Y FORMACIÓN SOCIAL (1945-1947)

1. Introducción biográfica

Los últimos meses de 1944, marcados por el encuentro con Cristo en el mendigo, que lo impulsó a fundar el Hogar de Cristo, fueron muy significativos en el desarrollo de las ideas sociales del Padre Hurtado. Los primeros meses de 1945 están marcados por su renuncia como Asesor de la AC. Permaneció en las Brisas y luego en Marruecos (al parecer, evita estar en Santiago), y comenzó a preparar conferencias y un libro sobre temas sociales. De regreso a Santiago, en marzo, continúa con sus habituales actividades del Colegio. Durante este año, predicó Ejercicios Espirituales al clero de Valparaíso, y a varios grupos de jóvenes y de mujeres de AC. Pronuncia varios ciclos de conferencias, entre ellas, uno en Puerto Montt, entre el 2 y el 14 de abril, y otro, muy significativo, en la Universidad Católica con el título de La misión del universitario, en junio. El 29 de abril se bendice el primer Hogar de Cristo, en la calle López 535.

En abril de 1945, visita Chile Mons. Edwin O'Hara, obispo de Kansas. Durante esta visita debe haber tomado contacto con el Padre Hurtado, pues un mes más tarde, Mons. O'Hara le escribe ofreciéndole una beca para realizar, durante un año, estudios sociales en la Universidad Católica de Washington. A fines de septiembre, viaja a EE.UU. pasando por Perú, Panamá, Costa Rica y México, para llegar a inicios de octubre a Kansas, donde permanece algunos días con Mons. O'Hara y conoce varias obras sociales: algunas hospederías y Rural Life Movement. A fines de octubre, llega a clases a Washington. Durante el primer semestre de estudio, se inscribe en el School of Social Work en The Catholic University of América (Washington), comienza a ordenar sistemáticamente los documentos sociales de la jerarquía católica, asiste a clases con Mons. Fulton Sheen y el P. Russell, y sostiene conversaciones con el P. Courtnay Murray, S.J. (sobre los libros de religión para los últimos años del colegio). Desde el 15 de diciembre de 1945 al 7 de enero de 1946, realiza un viaje a Canadá para estudiar el movimiento de cooperativas, las uniones crediticias, la Unión des Cultivateurs, l'École Sociale Populaire, la School of Social Sciences, la JOC y la LOC, en Quebec, Montreal y Ottawa. De regreso en Washington, continúa las clases y, al finalizar el semestre, le comunica a Mons. O'Hara que no podrá permanecer el segundo semestre en EE.UU. porque su superior lo llama a regresar antes del 20 de marzo, para iniciar las actividades del Colegio en Santiago. La últimas semanas en EE.UU. las pasa en Washington, en Baltimore (allí realiza sus propios Ejercicios Espirituales) y en Nueva York, desde donde se embarca en el buque Illapel, la tercera semana de febrero, para llegar a Chile el 26 de marzo. Durante estos meses, se mantiene vinculado, por carta, con las personas que están a cargo del Hogar de Cristo.

De regreso en Chile, continúa sus actividades en el Colegio: clases, dirección espiritual, retiros, etc. y su trabajo en el Hogar de Cristo, que crece con gran rapidez (se fundan nuevas casas, entre ellas la Granja Escuela de Colina). Publica breves artículos para El Mercurio y El Diario Ilustrado, con el fin de sensibilizar y pedir ayuda para el Hogar de Cristo, y en septiembre de 1947 publica Humanismo social (Ed. Difusión, 318 pp). Trabaja para formar círculos de estudio de Doctrina Social de la Iglesia y da los primeros pasos para la fundación de la ASICH. Se destacan sus predicaciones en la Iglesia de San Francisco, para el Mes de María. Tiene contacto con J. Cardjin (agosto de 1946) y con J. Lebret (julio de 1947), en sus respectivas visitas a Chile. El 15 septiembre es elegido Superior General de la Compañía de Jesús el P. Juan Bautista Janssens, lo que significa una situación mucho más favorable para el Padre Hurtado al interior de la Compañía (41).

En 1947 inicia un significativo viaje a Europa. Un breve recuento de los congresos, lugares, encuentros y entrevistas que tuvo el Padre Hurtado durante su viaje, permiten hacerse una idea de la densidad y profundidad de esos días, y de la orientación social de las experiencias con que tuvo contacto (42). Contando con la bendición de su superior, parte a fines de julio de 1947. Su primera actividad es la participación en la 34a Semana Social de Francia, en París. Allí, visita a los sacerdotes de la Misión de Francia y conversa con el Cardenal Suhard. Entre el 9 y el 15 de agosto, permanece en L'Action Populaire, en París (43). Entre el 17 y el 23 de agosto, participa en la Semana Internacional de los jesuítas en Versalles, donde expone: Les problémes du Chili (44). A fines de agosto, viaja a España, pasando por Lourdes, y se detiene algunos días en Madrid y Barcelona, peregrina a Fátima, y visita la leprosería de Fontilles. De regreso, permanece un par de días con los sacerdotes obreros en Marsella (45). Luego, asiste al Congreso de Pastoral Litúrgica en Lyon. El 21 y 22 de septiembre, participa de la Sesión de Asesores de la Juventud Obrera Católica (la JOC), en Versalles. Entre el 2 y 9 de octubre, en Roma, tiene tres entrevistas con el Padre Juan Bautista Janssens, General de la Compañía de Jesús, que lo anima al trabajo social y le pide ayuda para la elaboración de la famosa instrucción sobre el Apostolado Social de la Compañía. El día 18 de octubre, tiene una audiencia especial con Su Santidad el Papa Pío XII. Alberto Hurtado le presenta un memorial sobre la situación social del catolicismo en Chile y le pide la bendición para su proyecto de trabajo social de la ASICH. Al Padre Lavín le relata el encuentro: "Tuve audiencia con Su Santidad el Papa... me alentó mucho a hacer obra social. Yo quedé feliz, como Ud. puede imaginarse". Este sentimiento se ve confirmado por la carta de Mons. Domenico Tardini, Secretario de la Curia Romana, que le escribe diciéndole que el Santo Padre "quiere alentar calurosamente" su plan de trabajo social. Visita diversas obras sociales y se entrevista con múltiples personas, junto a Manuel Larraín, entre ellos, con Mons. Montini, futuro Papa Pablo VI, y con Jacques Maritain. De vuelta a Francia, permanece en Econo-mie et Humanisme del Padre Lebret, del 28 de octubre al 16 de noviembre. Después de este intensísimo itinerario permanece un tiempo en París, en la residencia jesuíta Les Études. Solo se ausenta unos días para participar en el Congreso de moralistas, cerca de Lyon, con la ponencia Eglise et Etát. El 20 de enero comienza su regreso a Chile, pasando por Irlanda, Inglaterra, Portugal y Argentina. El 8 de febrero llega a Chile, y al día siguiente parte a Calera de Tango, donde redacta, su proyecto de trabajo social, fechado el 12 de febrero.

2. ¿Reformar al hombre o a la sociedad?

La misma pregunta que ya estaba presente en los años anteriores sigue inquietando al Padre Hurtado: "¿Reformar el hombre o la sociedad? -y responde- Comenzar por el hombre, si no: edificio sobre arena" (46). Si bien, en términos generales, la respuesta se mantiene, se percibe una interesante evolución en el modo de resolver este problema. Así se irá aclarando en el desarrollo del presente artículo.

En los escritos de San Alberto Hurtado, hay una clara insistencia en la prioridad de la vida interior y, a la vez, se afirma que la vida interior fundamenta y exige la preocupación social. No se debe, por lo tanto, insistir en un elemento en contra del otro, sino en uno en función del otro. De este modo, las insistencias en la prioridad de la vida interior no hay que interpretarlas como una desvalorización del compromiso social.

a. Relevancia e insuficiencia de lo individual

En muchos textos, el Padre Hurtado destaca la relevancia de las iniciativas individuales. Si bien afirma que la solución global debe realizarse por una modificación de la estructura social, pero recuerda que "mientras llega esta solución integral no podemos permanecer indolentes" (47). El Hogar de Cristo es testimonio de la importancia que Alberto Hurtado otorga a los trabajos individuales. Ya sea por medio de su predicación de retiros o por la prensa escrita, exhorta a las personas a la generosidad y a una reforma de las costumbres. Además, se queja del escándalo y de las pésimas consecuencias del mal ejemplo (48). Todo esto muestra que el Padre Hurtado valora la exhortación, valora el cambio personal, y está convencido de que el buen o mal ejemplo tiene serias repercusiones en la vida social.

Pero, por otra parte, Alberto Hurtado reconoce la insuficiencia de las soluciones individuales. Invitando a colaborar con el Hogar de Cristo, escribe: "Para remediar este dolor varias iniciativas oficiales y privadas han sido lanzadas con éxito, pero todas ellas son insuficientes, pues el mal es demasiado grande" (49). El mal es demasiado grande para ser resuelto por medio de iniciativas individuales. En una conferencia a mujeres, es explícito sobre este tema:

"Sí quiere volver a Cristo las masas del siglo XX, más que por caridades aisladas, las traerá por su colaboración en una actitud de justicia social colectiva: esto vale más hoy que los gestos particulares aislados" (50).

La conferencia distingue entre "caridades aisladas" y "justicia social colectiva" , y afirma que el problema social se resuelve por medio de la justicia. De acuerdo a este principio, "dar el tiempo para formarse [en temas sociales], que vale más que la limosna material, pues va a buscar las soluciones de más vuelo" (51). Todas estas afirmaciones se apoyan en la convicción de que hay que emprender las soluciones individuales, pues tienen un gran valor y mérito, pero el problema social no se resuelve sobre la base de iniciativas particulares, sino que hay que proyectar soluciones de más globales.

b. Insuficiencia de la moral individual y del casuismo

Esta mirada que busca soluciones "de más vuelo" requiere una renovación de la moral. San Alberto Hurtado detecta una reducción de la moral a unos cuantos puntos de corte individual. En un texto muy revelador, que proviene de una conferencia dictada en la Parroquia de Viña del Mar el 13 de septiembre de 1946:

"Es un hecho que la moral se ha restringido corrientemente a unos cuantos puntos en los que se ha insistido de preferencia, dejando de lado otros que son tan graves como aquellos. Para un católico es claro que la moral le prohibe la fornicación, el adulterio, el divorcio... que los malos pensamiento plenamente consentidos son pecado mortal. Sabe que no puede acercarse a los sacramentos después de haber cedido a sus apetitos carnales pecaminosamente, pero ¿ tiene clara conciencia de otros aspectos no menos graves que están en juego cuando no paga salarios suficientes, cuando especula en la bolsa negra, cuando acapara indebidamente los productos, cuando se opone a la construcción de un orden social más justo, dominado por el bien común?" (52).

En el mismo documento, insiste: "las exigencias de nuestra vida interior no llegan solo a los mandamientos que miran únicamente a nuestra moral personal o familiar". Alberto Hurtado reacciona además contra otra reducción que convierte a la moral en una casuística individual que mira a los mínimos: "la moral se ha convertido para muchos no en una vida entregada en manos del Creador, sino en una casuística que les permita moverse con libertad" (53). De este modo, la moral ya no orienta la vida cristiana hacia el bien común, sino que transforma en una serie de reglamentaciones que fijan al cristiano los límites en que se puede mover con libertad sin pecar. En la casuística, el heroísmo y la preocupación por los demás perdería su lugar, y ya no sería la generosidad (el máximo), sino los límites (el mínimo) lo que marcaría el rumbo de la vida del cristiano (54).

c. Relevancia moral de la situación social

La insuficiencia de las soluciones individuales se reafirma al constatar hasta qué punto el ambiente social influye en la conducta moral de las personas. Son reflexiones que posiblemente provienen del contacto directo con los pobres y de ver y escuchar sus problemas (55). La sociedad, entonces, no es mero resultado de decisiones individuales, sino que, a la vez, de algún modo, las decisiones individuales responden al ambiente social en que se enmarcan. Por ejemplo, las condiciones habitacionales dan lugar a innumerables problemas morales (56). Aludiendo a Santo Tomás, el Padre Hurtado insiste en que sin un mínimo de bienestar material "la práctica de la virtud se hace imposible" (57). En términos más generales, afirma que "el ambiente contemporáneo constituye una permanente tentación para el cristiano" (58). El ambiente social, entonces, no es solo efecto, sino también participa entre las causas de las opciones morales de las personas.

A la luz de estas afirmaciones se comprende que el Padre Hurtado, al denunciar situaciones de vida inhumanas, muchas veces se pregunte por los verdaderos culpables. En una entrevista, al hablar de la delincuencia, del alcoholismo y de la mala constitución de los matrimonios (que son problemas morales), declara: "la culpa no es de ellos. La culpa es de la mala organización, de la deficiente forma en que funciona todo" (59). La organización social, entonces, no es moralmente neutra.

Después de hacer un recorrido por los grandes problemas sociales del país, en una conferencia dictada en la Universidad Católica, Alberto Hurtado afirma: "el orden social actual no responde al plan de la Providencia" (60). Y otra conferencia concluye con las siguientes palabras:

"La acción social merece bien la ayuda entusiasta de todos los católicos, ya que su fin último es restablecer, sin revoluciones ni trastornos, sino por la aplicación valiente y sostenida de todos los medios legítimos, la armonía del plan providencial en la sociedad que nos rodea. Una acción social así concebida tiene a Dios por aliado. El éxito final le pertenece" (61).

Hay un plan providencial para la sociedad, y es deber de los cristianos interesarse por restituirlo. De este modo, la organización social no es un hecho neutro, tiene relevancia moral. Por eso se puede afirmar que hay un "orden social cristiano". La organización social, entonces, es culpable de desgracias morales, lo que una vez más muestra la insuficiencia del monopolio de la moral individual.

d. Necesidad de la reforma social

De acuerdo a las reflexiones precedentes, se hace evidente la necesidad de reformar la sociedad. Se trata de un imperativo con un profundo fundamento religioso. Al constatar que el orden social actual no responde al plan de la Providencia, el Padre Hurtado se pregunta: "¿cómo santificarse en el ambiente actual si no se realiza una profunda reforma social?" (62). Entonces, el católico no puede simplemente declararse "defensor del orden social existente" (63), pues este tiene poco de cristiano. En una sociedad chilena de tendencia tradicionalista, Alberto Hurtado siente la necesidad de explicar que esto no significa que el católico sea partidario de las revueltas:

"El católico ha de ser como nadie amigo del orden, pero este no es la inmovilidad impuesta de fuera, sino el equilibrio interior que se realiza por el cumplimiento de la justicia y de la caridad [...]. El católico rechaza igualmente la inmovilidad en el desorden y el desorden en el movimiento, porque ambos rompen el equilibrio interior de la justicia y la caridad" (64).

El programa cristiano se diferencia tanto de quienes quieren defender a ultranza el orden existente como de aquellos que quieren simplemente acabar totalmente con él (65). La reforma social, entonces, se debe realizar para alcanzar un orden social que responda al plan de Dios. No se trata de pequeños cambios, sino de una "modificación substancial de la organización de la sociedad actual" (66); "una modificación profunda de la estructura social actual" (67), según las expresiones de Pío XII.

Este impulso de reformar las estructuras sociales se debe mucho al contexto histórico de estos años. El período estudiado corresponde a los últimos años de la guerra y al inicio de la postguerra. Una interesante anotación, realizada durante su estadía en EE.UU. en 1945 muestra el carácter novedoso de este concepto:

"Una razón para enseñar sociología es la idea, que es nueva: que la reforma social necesita de la reforma de las instituciones, no solo la moral del individuo. Por eso se necesita absolutamente" (68).

Esta idea de la necesidad de la reforma de las instituciones Alberto Hurtado, en 1945, la recibe como una novedad. La gran Europa, modelo de las naciones jóvenes, después de haber fracasado, estaba en ruinas y era necesario reconstruirla; no había un orden que custodiar. Había, por el contrario, una clara conciencia de que era necesario reconstruir el mundo:

"El hombre del siglo XX ha hecho inmensos progresos, pero está hondamente preocupado por dos incógnitas que no ha podido despejar. La primera, la más fundamental, es cómo reconstruir una sociedad que se desmorona. Creía haberlo descubierto pero la gran guerra le ha venido demostrar que está lejos de haber alcanzado el orden social. Todos convenidos que anda mal: nueva humanidad, no basta reboque; todos desean cambios" (69).

Hay cambios sociales, como el de la ascensión popular, que se realizará "con nosotros o sin nosotros, pero se realizará" (70). No es el momento de apegarse al orden actual, pues este se ha venido abajo junto con la guerra, que a su vez ha demostrado el fracaso de orden social anterior. Hay épocas en que hay que construir, otras en que hay que disfrutar o apenas reparar, en nuestra época -dice el Padre Hurtado- hay que crear (71). La misma guerra es una revolución; después de ella se gesta algo nuevo:

"Todos reconocen que esta hora del mundo se agita, se gesta, una revolución. ¿Será la del odio? ¿Será la de la justicia y la caridad? La solución cristiana es la única que dará al mundo su equilibrio; pero esta solución exige antes que nada tomar posiciones francas, decididas, claras, resueltas sobre Cristo" (72).

En conclusión, la situación histórica, marcada por la injusticia, la guerra y la ascensión de la clase obrera, impulsa cambios profundos en la estructura social. Estos cambios se harán con o sin los cristianos. En estas circunstancias, el cristiano, como un deber religioso, debe colaborar para que esta reforma se encamine a establecer el orden social querido por Dios.

IV. MORAL SOCIAL Y SENTIDO DE DIOS (1948-1952)

1. Introducción biográfica

El significativo viaje a Europa de fines de 1947 hasta enero de 1948 permite al Padre Hurtado tomar contacto directo con el catolicismo social francés, entrevistarse personalmente con el Padre Janssens, su Superior General, y recibir directamente el apoyo del Santo Padre Pío XII. Esto guía el discernimiento de su proyecto de trabajo social y su deseo de enfrentar intelectualmente el problema social. A partir de este tiempo, busca concentrar sus propios trabajos para no dispersarse en actividades demasiado variadas. Continúa su labor en el Hogar de Cristo y trabaja en favor de su financiamiento más estable, en esto, recibe mucha colaboración de 'las señoras hogarenas'. Se mantiene como director espiritual en el Colegio y profesor de Apologética para los alumnos mayores, y sigue preocupado de las vocaciones sacerdotales. Continúa la predicación de Ejercicios Espirituales, y sus ciclos de homilías en el Mes de María, en la Iglesia de San Francisco, con muchos frutos, de acuerdo a lo que él mismo declara.

Recorre el país y pronuncia muchas conferencias a señoras, jóvenes y sacerdotes (retiros al clero de diversas diócesis). Muchas de estas conferencias tienen como tema la Europa de la postguerra, o están dedicadas a la promoción de la ASICH, que durante estos años recibe la aprobación del Episcopado chileno, se consolida y se desarrolla rápidamente. Se destacan sus conferencias en la Universidad Católica de Santiago (1948, et passim), un retiro por radio Mercurio (1951), en Temuco (1948), en Puerto Montt (1950) y en la Universidad Católica de Valparaíso (1951), y sus giras en el norte del país para difundir el trabajo de la ASICH, en especial a Iquique (1948 y 1951). Particular mención merece su viaje a Cochabamba, Bolivia, invitado por el episcopado boliviano, a participar en la Primera Concentración Nacional de Dirigentes del Apostolado Económico Social, entre el 6 y el 13 de enero de 1950, su exposición lleva como título: Cuerpo Místico: distribución y uso de la riqueza (s24y09), conferencia que marcará un punto de madurez en el pensamiento social del Padre Hurtado.

Declara menor sintonía con los alumnos del Colegio y se interesa más por los universitarios. Pide al superior más tiempo para 'pensar', y funda y dirige la Revista Mensaje, para enfrentar, a buen nivel intelectual, los problemas contemporáneos a la luz del Evangelio. Surgen nuevas dificultades con el Padre Travi. Es nombrado superior de la residencia Jesús Obrero. En cuanto a sus publicaciones, continúa escribiendo pequeños artículos en El Mercurio, El Diario Ilustrado y el Boletín del Hogar de Cristo, además publica dos obras de gran significado: El Orden Social Cristiano en los Documentos de la Jerarquía Católica, en dos volúmenes, Club de lectores, Santiago 1948 (vol. I, 533 pp. y vol. II, 283 pp.), y Sindicalismo. Historia, teoría y práctica, Editorial Pacífico, Santiago 1950 (270 pp.), que son testimonio de gran profundidad intelectual. Además, habría que mencionar su libro Moral social, redactado en 1952, pero publicado solo en 2004, por el Prof. Patricio Miranda (73).

Comienza a debilitarse su salud y su superior, el Padre Lavín, le prohibe que tome más obligaciones. Durante esta última etapa, predica mucho sobre el sentido de Dios, redacta Moral Social y proyecta escribir algo sobre el sentido del pobre. Por su salud, es enviado a descansar fuera de Santiago. Ya en el Hospital, redacta los estatutos de la Fraternidad del Hogar de Cristo (una agrupación laical destinada a ser el alma del Hogar). Sus últimas semanas son la prolongación de una vida de servicio a Dios y a los demás, dando un generoso ejemplo de alegría y entrega ante la muerte. El 18 de agosto de 1952, a las 17.00 hrs., muere en el Hospital Clínico de la Universidad Católica.

2. Actitudes para enfrentar el problema social

Consciente de las grandes dificultades por las que atraviesa el mundo, con un optimismo que nace de la fe, el Padre Hurtado ve también "un mundo nuevo que trata de nacer más puro, de más justicia, más evangélico" (74). El dramatismo de la hora del mundo exige decisión. Pero, ¿cómo debe intervenir el cristiano en el mundo?, ¿qué actitud debe tomar el cristiano ante esta encrucijada de la historia? En diversos contextos, Alberto Hurtado caracteriza las diversas actitudes de los cristianos frente a los enormes problemas que plantea la sociedad contemporánea.

a. ¿Romper con el mundo o adaptarse al mundo?

Entre los cristianos activos, es decir, entre los que creen que es necesario actuar frente en el mundo, Alberto Hurtado identifica dos posturas opuestas. Después de describir dos corrientes filosóficas, una optimista, que cree en el progreso indefinido, y otra pesimista, que piensa que la naturaleza es absurda, describe las consecuencias teológicas de estas posturas:

"En el plano teológico el pensamiento de los cristianos que actúan oscila también entre dos polos que van en el sentido de las corrientes filosóficas arriba indicadas: ¿ruptura o adaptación al mundo? Para unos este mundo es malo, no admite conversión. El mundo y la gracia son dos planos diferentes que deberían divorciarse más que pensar en reconciliarse. [...]. Frente a esta tendencia otros cristianos insisten en valorizar el sentido de la Encarnación" (75).

La primera postura no reconoce ningún elemento positivo en el mundo, y por ello "el deber de los cristianos no sería obrar sobre los acontecimientos ni sobre las estructuras sino, ser hasta el escándalo los testigos de la trascendencia y de lo eterno" (76). Una variante de esta posición tiende a Xa fuga mundi. Se renuncia a intervenir en la sociedad y se tiende a refugiarse en una esperanza escatológica, por eso, recuerda el Padre Hurtado, "ideas como el Milenio, reflorecen" (77).

Ciertamente, Alberto Hurtado siente mayor afinidad por la segunda postura. En este contexto, encarnación sobre todo significa valoración de las realidades humanas, interés real por los problemas del hombre, lo que implica la convicción del valor de la elevación humana de la sociedad (78), en varios documentos se descubre la famosa frase de Terencio: "Nada humano me es ajeno". Pero esta afinidad por la tendencia a la encarnación no es ingenua, sino crítica. Los riesgos de esta postura, que no toma en cuenta la ambigüedad del mundo, son comprender la acción de la Iglesia como una pura adaptación al ambiente, hasta transformarla solo en testimonio humano, lo que implica 'naturalizar' la acción eclesial, renunciando a lo sobrenatural y a la predicación (79). La cumbre de esta tendencia está constituida por el movimiento de los sacerdotes obreros. Movimiento que atrajo mucho al Padre Hurtado, pero ante el cual fue lúcidamente crítico (80).

Alberto Hurtado reconoce una tensión paralela, esta vez fuera de la Iglesia, en las tensiones entre el sindicalismo rupturista y el sindicalismo reformista. Así lo señala en su libro Sindicalismo. Historia, teoría y práctica, de 1951:

"Para los revolucionarios el sindicalismo es el medio para destruir la sociedad actual; para los reformistas es un medio para mejorarla, es una política más bien que una doctrina" (81).

Esta misma tensión, entonces, entre adaptarse o romper con la sociedad, se expresa en la disyuntiva entre destruir o mejorar la sociedad actual.

b. ¿Conquistar el mundo o encarnarse en el mundo?

Otra disyuntiva se constituye en torno a cómo intervenir en el mundo: ¿intentar conquistarlo, como que fuera una realidad ajena, o simplemente encarnándose para dar testimonio? Durante el período estudiado en este apartado, el Padre Hurtado reflexionó mucho sobre los cambios producidos en la juventud de la posguerra, juventud dominada por la pérdida de fe en lo colectivo y más propensa al simple testimonio individual. Una interesante conferencia pronunciada en Puerto Montt, en 1950, describe el cambio:

"Hace algunos años el joven creía en los movimientos. Ahora en ninguno: la Acción Católica... Los grandes movimientos de masa. La Juventud Obrera Católica: su himno: conquistar el mundo, crear un mundo nuevo. Ahora, únicamente: dar testimonio, encarnarse. La política. Cómo apasionaba a los jóvenes, hasta a los niños. Ahora los que pelean son los de mi generación para arriba, que tuvieron otra visión de la vida" (82).

La confianza en lo colectivo, propia de los años anteriores a la guerra, marcada por la fe en los grandes programas, había dominado el espíritu de los movimientos totalitarios. Alberto Hurtado describe los años anteriores a la guerra como "años de intensa fe en lo colectivo, años en que Hitler y Mussolini enrolaban una juventud apasionada" (83). Con una buena cuota de autocrítica, el Padre Hurtado reconoce que este espíritu había penetrado también en las juventudes católicas:

"Aun las juventudes católicas participaban de este espíritu: el culto del jefe, los grandes congresos, los desfiles deslumbradores, los coros hablados, las afirmaciones decididas. Los jocistas proclaman con seguridad en sus congresos: 'Volveremos a hacer cristiano al mundo'. Diez años más tarde, al volver a tomar contacto con ellos, en Francia, en vez de afirmaciones rotundas se les oía hablar modestamente de su 'humilde testimonio', de 'encarnarse en la masa', para preocuparse de sus problemas" (84).

El programa de la conquista del mundo, marcado por el riesgo del proselitis-mo, el triunfalismo y la preocupación exclusiva por los intereses de la Iglesia, con la consiguiente desvalorización de los problemas humanos en cuanto tales, deja el lugar al programa del humilde testimonio de la encarnación en el mundo (que tiende a renunciar a la predicación explícita). La encarnación, en este otro contexto, es sinónimo de inserción humilde y silenciosa en medio de la masa (85).

Alberto Hurtado destaca mucho el valor del testimonio: "Si alguna época ha creído en el testimonio y solo en el testimonio es la nuestra: siglo de pragmatismo, de relativismo, de antiintelectualismo, solo cree en los hechos" (86); asimismo, "hoy solo se cree al testimonio vivo de la vida, al testimonio amoroso del amor, al testimonio fuerte de la fortaleza, al testimonio lleno de optimismo de la esperanza" (87). Y también valora mucho la encarnación: "el sacerdote ha de encarnarse en su medio" (88); precisamente a los sacerdotes que trabajaban en las salitreras, en un retiro de 1951, les propone como ideal: "encarnarme para hacer el bien. No se salva sino lo que se asume. Fundirme en mi medio providencial" (89). Pero, por otra parte, algunos textos, leídos atentamente, reflejan una clara conciencia de la insuficiencia del solo testimonio (90). El cristiano, como veremos más abajo, no puede renunciar a intervenir en el mundo para transformar su misma estructura. Además, no basta el testimonio y la encarnación: el testimonio debe ir unido a la predicación (91).

c. ¿Reformar al hombre o reformar a la sociedad?

El mismo tema que ha sido estudiado con anterioridad reaparece con mucha fuerza en este período. Es un tema en que experimenta una notoria evolución en la conciencia eclesial, que se relaciona con el origen reciente de la moral social como disciplina (92).

Reforma de las estructuras. De regreso de Europa, durante el año 1948, el Padre Hurtado abordó varias veces el tema de la reforma de las estructuras sociales. Se conservan varios documentos que tratan el tema: una conferencia en la Universidad Católica, del 31 de mayo de 1948, un texto más depurado que lleva el nombre de Reformas de las estructuras sociales, y algunas alusiones en un ciclo de conferencias en Temuco, en otro sobre la fe en Rusia, de 1951, y en otro, también de 1951, pronunciado en la Universidad Católica de Valparaíso (93). Primero da una breve descripción de los profundos desórdenes sociales y afirma que ellos tienen su origen en la organización social y económica, que no mira al bien común sino al lucro. En estas circunstancias, afirma:

"Nosotros podemos multiplicarnos cuanto queramos, pero no podemos dar abasto a tanta obra de caridad... No tenemos bastante pan para los pobres, ni bastantes vestidos para los cesantes, ni bastante tiempo para todas las diligencias que hay que hacer. Nuestra misericordia no basta, porque este mundo está basado sobre la injusticia. Nos damos cuenta, poco a poco, que nuestro mundo necesita ser rehecho" (94).

La labor de los cristianos no puede reducirse a la caridad individual, que busca resolver tal o cual problema puntual: "La caridad es insuficiente... la moral individual es insuficiente" (95); tampoco debe exacerbar la de la lucha de clases, para realizar una revolución violenta, debe, más bien, trabajar por suprimir las causas de los conflictos sociales (que es la injusticia) (96). Por ello, "poco a poco", es decir, por medio de un largo proceso (97), "con claridad meridiana aparece que si queremos una acción benéfica, hay que atacar en primer lugar la reforma misma de la estructura social, para hacerla moral" (98). Es necesario hacer moral la estructura misma de la sociedad. En una expresión fuerte, habla incluso de una sociedad "en pecado mortal":

"Una sociedad que no hace su sitio a la familia es inmoral. Predicamos a los esposos: tened hijos, pero en realidad deben ser heroicos para poder tenerlos. Hay un problema de moral social que es aun más grave que el problema de moral individual que predicamos. Más que a los esposos, hay que predicar a los legisladores, a las instituciones; hacer sitio a una familia que pueda vivir según el plan de Dios... de lo contrario, todo nuestro esfuerzo está condenado al fracaso, como lo vemos constantemente. Y creo que en esto no hemos insistido bastante ni los moralistas, ni los sacerdotes en general. Buscamos soluciones individuales a problemas que son sociales; como buscamos soluciones nacionales a problemas que son internacionales. Una sociedad que no respeta al débil contra el fuerte, al trabajador contra el especulador, que no puede reajustarse constantemente para repartir las utilidades y el trabajo entre todos, una sociedad de este tipo no permite al hombre corriente una vida moral; tal sociedad está en pecado mortal" (99).

La conclusión es clara: Urge una reforma para que la sociedad tenga una estructura adecuada al hombre. "A diferencia del casuismo, Moral Social de Alberto Hurtado da cuenta de una aguda preocupación por los grandes problemas de la justicia social a nivel internacional, latinoamericano y chileno, en particular" (100). Las soluciones individuales no resuelven los problemas sociales; es necesario dar soluciones sociales a los problemas sociales: "No bastan las soluciones privadas para resolver un problema nacional, ni bastan las resoluciones nacionales para resolver un problema universal" (101); y asimismo, "un problema de moral personal y social debe tener una solución de tipo personal y social" (102). La estructura social no es moralmente neutra. No se trata, entonces, de cambiar un gobierno por otro; se trata de atacar el mal en sus causas. Tomando conceptos y hasta palabras del Padre Joseph Lebret, Alberto Hurtado insiste en que se hace necesario, "reemplazar la economía política (o economía del interés) por una economía humana (o economía del bien común)" (103). Es decir, una economía en que el hombre -no el dinero- tenga la primacía. Por ello, las aspiraciones de la ASICh "no terminan en la simple obtención de reformas que suavicen la situación actual del proletariado sino que encamina sus actividades hacia una reforma de estructuras que coloquen al capital y al trabajo en el sitio que les corresponde" (104).

A su regreso del viaje a Europa, en 1948, el Padre Hurtado ha llegado a la convicción de que esta reforma está tan vinculada con la vida cristiana que incluso dedica una de las meditaciones del retiro de Semana Santa de aquel año a este tema: "Redención social (= reforma estructuras, Lebret)" (105). Esta indicación confirma la influencia del Padre Joseph Lebret, de Économie et Humanisme (106), en el desarrollo del pensamiento social de Alberto Hurtado (107). De todos modos, de acuerdo a la documentación disponible, el retiro de 1948 sería el único en incluir una meditación específica con el título: "reforma de estructuras" (108).

Contribución del sindicalismo. En el programa de la reforma de las estructuras, el trabajo sindical es una herramienta de gran relevancia. El asalariado, que quiere colaborar "en la reforma de las estructuras económicas de su país y del mundo, no tiene más que un camino: unirse a sus compañeros de trabajo" (109). En este ámbito, la tensión no se da entre lo individual y lo social, sino entre los intereses inmediatos y particulares del sindicato y la preocupación por el bien común y los cambios de largo plazo. En Sindicalismo, afirma que los dirigentes de los sindicatos no pueden detenerse solo en conquistas inmediatas, sino que su acción debe encaminarse a sustituir las actuales estructuras por otras orientadas al bien común y basadas en una economía humana (110). Los intereses del grupo particular deben subordinarse al bien común y, por ello, tanto los individualistas como los inmediatistas son presentados como adversarios del verdadero sindicalismo. También, en el plano sindical, se plantea la misma pregunta acerca de la prioridad del hombre o la estructura. El Padre Hurtado critica a los sindicalistas revolucionarios "porque creen que la modificación del medio social traerá consigo, infaliblemente, una modificación de la psicología individual" (111), y parece coincidir con la convicción de los reformistas:

"El corazón y el cerebro del hombre no se transforman, lo mismo que sus pasiones y vicios, en un abrir y cerrar de ojos. Sería infantil pensar que todo esto va a cambiarse, porque ha cambiado el régimen económico de la sociedad. Se requiere previamente, una transformación del hombre, una labor de educación, adquirir competencias técnicas que no pueden improvisarse" (112).

Todo esto conduce, nuevamente, a la consideración de la relación, y eventual prioridad, entre el cambio estructural y la transformación del hombre.

Reforma del hombre. Lo que se requiere, entonces, es un cambio profundo de las estructuras sociales, y esta reforma exige un cambio profundo del hombre mismo. Por ello anota, en el esquema de una de estas conferencias: "Io Reforma del hombre. 2o Reforma de estructuras" (113). Tal como en años anteriores, el Padre Hurtado sigue otorgando la máxima importancia a la transformación del hombre, pero esta prioridad no es cronológica. En este período, reconoce también la relevancia de la estructura social para el cambio de las personas:

"Urge una reforma de estructuras. Esta reforma es uno de los problemas más importantes de nuestro tiempo. Sin ella, la reforma de conciencias, que es el problema más importante, es imposible" (114).

Es decir, la reforma del hombre no es viable sin un cambio de estructuras sociales. En estas afirmaciones, lo social ya no está tratado como la suma de las individualidades, sino en su carácter específicamente social. La relación entre lo individual y lo social se comprende como un diálogo "de ida y vuelta". Lo social no es solo el resultado de las individualidades: lo social también repercute en lo individual. En este diálogo, el Padre Hurtado, cuyo pensamiento es integrador y no dialéctico, reacciona contra la postura opuesta, es decir, contra quienes ponen su esperanza solo en el cambio estructural. En unos apuntes preparados en 1951 para una conferencia sobre la situación social y religiosa de Rusia (115), describe la doctrina marxista:

"Reformar estructuras para reformar hombres. No basta reformar hombres. La conciencia [está] determinada por condiciones sociales. La Revolución, único medio" (116).

Esta presentación sigue de cerca la conferencia L'homme marxiste, de Jean Lacroix (117), que el Padre Hurtado escuchó en las Semanas Sociales de Francia en 1947, y que valoró muy positivamente (118). Según Lacroix, el marxismo considera que "el peor error sería querer reformar la sociedad reformando las conciencias. No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, dice Marx; es su ser social el que determina su conciencia. Entonces, puesto que las conciencias humanas no son más que el reflejo de las relaciones sociales, ellas no pueden ser verdaderamente modificadas, sin que las relaciones sociales sean modificadas" (119). Este antecedente entrega importantes luces para comprender el contexto polémico en que desarrolla la relación entre reformar al hombre y reformar las estructuras. El propio Alberto Hurtado, diez años antes había dicho: "El cristianismo pone su confianza en la reforma individual, el socialismo en cambio pone su fe en los sistemas industriales y mecánicos" (120), lo que muestra que la preocupación por el cambio estructural estaba asociado con el socialismo (121).

Entonces, tal como en los textos citados más arriba, Alberto Hurtado se mostraba consciente de la insuficiencia de la reforma individual, así también rechaza el determinismo marxista que afirma que la única reforma es la estructural, pues las conciencias estarían determinadas por la situación social. El Padre Hurtado comprende está ante un problema antropológico, y, en unos apuntes muy esquemáticos, presenta críticamente la antropología marxista: "Hombre = conjunto de relaciones sociales", luego, "para transformar el hombre, transformar las relaciones sociales", pero, por el contrario, el cristiano debe hacer una "doble transformación" (122). En octubre de 1951, en la Universidad Católica de Valparaíso, nuevamente aborda el mismo tema en una conferencia:

"¿Qué hacer para liberar al hombre contemporáneo? La gran discusión está abierta entre los espiritualistas puros y los materialistas, principalmente comunistas; ¿Cómo liberar al hombre? ¿Transformando el hombre o transformando las estructuras? Los primeros: el hombre. Los segundos, las estructuras. Yo me atrevería a decir que ambas respuestas son incompletas. Respuesta: Apoyándose en los hombres que hay para transformar, por ellos, más profundamente los hombres y las estructuras" (123).

Esta vez presenta ambos extremos y declara explícitamente la insuficiencia tanto de la sola reforma individual como de la reforma exclusivamente estructural. La curiosa afirmación "apoyándose en los hombres que hay" puede ser una precisión contra los que proponen un camino estrictamente cronológico: primero reformar a los hombres y una vez reformados los hombres (situación que nunca llega), solo entonces reformar las estructuras. Aparece un nuevo matiz en la evolución de su pensamiento, pues afirma que hay que trabajar en la reforma de los hombres y de las estructuras con los hombres concretos con que se cuenta ("los que hay"), que siempre estarán 'a medio transformar'. Nuevamente, Alberto Hurtado otorga la prioridad a la reforma del hombre: "No podemos pensar que la liberación pueda realizarse por la máquina o por puras reformas externas" (124).

Estos conceptos, que se han ido desarrollando a lo largo de los años en el pensamiento del Padre Hurtado, alcanzan una síntesis en su última obra, el Moral Social:

"La moral cristiana concede un gran valor a las instituciones, conoce su influencia sobre el desarrollo de la persona, pero -a diferencia de los marxis-tas- sabe perfectamente que la reforma social no se conseguirá con la sola reforma de las instituciones, si no va a acompañada de una reforma de conciencias. Ni la una ni la otra separadamente serán suficientes. Ambas se complementan" (125).

Esta síntesis representa el punto de llegada de un largo proceso que se ha podido describir a lo largo de las presentes páginas. Esta síntesis reconoce la insuficiencia tanto de lo individual como de lo estructural, independientemente considerados: ambas reformas deben complementarse. De todos modos, reconociendo la necesidad de ambas reformas, el Moral social también es testigo de la prioridad que Alberto Hurtado, en este contexto, otorga a lo personal (126).

V. CONCLUSIÓN

La preocupación social es una nota característica constante a lo largo de toda la vida de San Alberto Hurtado. El mismo reconoce, en una carta de 1948 a su superior, una "inclinación constante [al trabajo social] desde mis años de universidad" , luego continúa: "en mi acción en ejercicios, acción católica, predicación ha sido la nota social una idea dominante" (127). La lectura cronológica de los escritos no revela un cambio desde una despreocupación por el problema social hacia la preocupación por la cuestión social -repitámoslo: la preocupación social en Alberto Hurtado es constante-; sino un cambio en el modo de comprender la misión de la Iglesia en terreno social y un cambio en la dedicación de tiempo, en acuerdo con sus superiores, a tareas vinculadas más inmediatamente a la cuestión social. El desplazamiento no gira, entonces, en torno a la pregunta si acaso la Iglesia debe o no intervenir en materia social -eso lo ha tenido siempre claro-, sino en el modo con que la Iglesia debe intervenir.

Entonces se plantean diversas preguntas: ¿Romper con el mundo o adaptarse al mundo? ¿Conquistar el mundo o encarnarse en el mundo? ¿Reformar al hombre o reformar a la sociedad? Las respuestas a estas preguntas sí que manifiestan un desarrollo cronológico, y, por otra parte, no son respondidas por Alberto Hurtado de un modo unívoco y unilateral. El Padre Hurtado no adhiere acríticamente a ninguno de estos extremos. Al contrario, sus respuestas, en diversos contextos, son problemáticas y, a veces, oscilantes.

San Alberto es consciente, entonces, de que el cristianismo debe adaptarse al mundo, y no romper con él. Pero, a la vez, tiene claro que entre el mundo y el Evangelio no solo hay comunión, sino también conflicto; la cruz de Cristo es testimonio de ello.

Por otra parte, una vez abandonado un modelo de conquista del mundo (cercano a los movimientos totalitarios), el padre Hurtado cree en el valor del testimonio, pero a la vez reconoce que la acción eclesial no puede reducirse al silencioso testimonio, y debe valerse de la predicación y debe mantener el ideal de la transformación del mundo.

En cuanto a la tercera pregunta, entre la reforma estructural y la individual, Alberto Hurtado declara la insuficiencia de ambas reformas consideradas independientemente y, por consiguiente, afirma la necesidad de ambas, otorgando la prioridad a la reforma del hombre, pero advirtiendo que esta prioridad no es cronológica.

Esto manifiesta no solo el contenido de su pensamiento, sino también su "forma mentís", es decir, su modo dinámico de pensar, que muestra que algunos de estos dilemas él mismo no los tiene resueltos. Llama la atención, por otra parte, su profunda capacidad de ser impactado "por otro", ya sea por medio de los acontecimientos, las lecturas, los encuentros, los superiores, las situaciones históricas, las ideas y, finalmente, por su experiencia de Dios. La solidez y profundidad de su formación inicial, familiar, humana, teológica y religiosa, le ofrece una estructura firme desde la cual puede abrirse con mucha libertad a las influencias externas, buscando siempre lo bueno, para integrarlo y asumirlo. Junto a esta característica, y muy relacionada con ella, se destaca el carácter integrador, y no dialéctico, del modo de razonar de Alberto Hurtado. Cuando descubre una novedad o quiere destacar una idea, no se siente movido a negar su contrario. Es capaz de integrar ideas y enriquecer su síntesis sin contradecir sus ideas anteriores.

Finalmente, el recorrido realizado permite ver que son las convicciones de fe las que orientan y urgen la acción social del Padre Alberto Hurtado: su visión de Dios, como principio y meta de todo; su visión del hombre, imagen de Dios por la creación, unido a Cristo por la encarnación y salvado por su Cruz; y la visión del mundo, creado por Dios en función de la vocación de hombre a participar de la naturaleza divina, lo que le otorga real relevancia al actuar humano en el mundo. Así se entiende que haya confidenciado a un amigo: "El olvido de Dios, tan característico en nuestro siglo, creo que es el error más grave, mucho más grave aún que el olvido de lo social" (128).

La reforma del hombre y de las estructuras es vista como una exigencia de la vocación sobrenatural del hombre, llamado a la comunión con Dios. La presencia de Cristo en cada hombre y, en especial, en los más pobres otorga una urgencia radical a la responsabilidad de los cristianos en la búsqueda de las verdaderas soluciones sociales, "porque el pobre es Cristo". Por ello insiste en que la solución cristiana "exige antes que nada tomar posiciones francas, decididas, claras, resueltas sobre Cristo". Con estos fundamentos, una y otra vez, afirma que la fe cristiana, lejos de atenuar o excluir, urge al compromiso social. Estas observaciones confirman que es imposible comprender el pensamiento de Alberto Hurtado si no se tiene en cuenta sus convicciones de fe.

NOTAS

(1) Este artículo ofrece parte de los resultados del proyecto Fondecyt 1060409, año 2006.

(2) De los 1.882 ítemes del archivo, 13 corresponden a libros y 81 a impresos de revistas, periódicos, boletines o secciones de libros colectivos. De este modo, el archivo contiene 1.788 manuscritos propiamente tales. De ellos, 634 están fechados por el propio Padre Hurtado: 472 con año, mes y día; 78 con año y mes; y 84 solo con el año. De los 1.156 manuscritos sin fecha expresa, la investigación ha conseguido datar 749 documentos: 213 con año, mes y día; 248 con año y mes; y 288 solo con el año. Quedan así 407 documentos sin fecha, de entre ellos, para 215 se puede indicar un cierto rango cronológico, mientras 192 manuscritos permanecen sin datación alguna. Además de la datación, los manuscritos han sido contextualizados, es decir, se ha podido determinar las circunstancias y el propósito de su redacción. Esta labor ha sido realizada principalmente por Mariana Clavero.

(3) La búsqueda y ordenamiento de los datos de prensa contemporánea, en particular de El Diario Ilustrado, ha sido realizada principalmente por Carolina Loyola, Francisco López y Virginia Morales.

(4) Una presentación más detallada del estado del archivo se encuentra en S. Fernández Eyzaguirre, Base documental para el estudio de San Alberto Hurtado. Estado de la cuestión, en Anuario de Historia de la Iglesia (Navarra), XVII (2008), pp. 313-320.

(5) Entre los años 2002 y 2005, han sido publicados los siguientes libros: Cf. Un disparo a la eternidad. Retiros espirituales predicados por el Padre Alberto Hurtado, S.J., Samuel Fernández Eyzaguirre (ed.), Santiago, 2002; Cartas e informes del Padre Alberto Hurtado, S.J., Jaime Castellón Covarrubias (ed.), Santiago, 2003; Moral Social. Obra postuma del Padre Hurtado, S.J., Patricio Miranda Rebeco (ed.), Santiago, 2004; La búsqueda de Dios. Conferencias, artículos y discursos pastorales del Padre Alberto Hurtado, S.J., Samuel Fernández Eyzaguirre (ed.), Santiago, 2005; Una verdadera educación. Escritos sobre educación y psicología del Padre Alberto Hurtado, S.J., Violeta Arancibia Clavel (ed.), Santiago, 2005, todos de Ediciones Universidad Católica de Chile.

(6) Presentamos algunos estudios de buen nivel académico: J. Castellón, Padre Alberto Hurtado, SJ. Su espiritualidad, Santiago, 1998; T. Mifsud, El sentido social: el legado ético del Padre Hurtado, Santiago, 2005; E. Sánchez et alli, Padre Alberto Hurtado, SJ. La riqueza de su pensamiento, Santiago, 2005; A. Hurtado Cruchaga, Obras jurídicas completas. Con estudio preliminar de Pedro Irureta Uriarte, Santiago, 2005; J. Ochagavía, Santidad y Teología. Reflexiones en la canonización del padre Hurtado, Teología y Vida, 46 (2005), pp. 427-438; M. Clavero, Un punto de inflexión en la vida del Padre Alberto Hurtado. Itinerario y balance de su viaje a Europa de 1947, Teología y Vida 46 (2005), pp. 291-320; J. Costadoat, Pietas et eruditio en Alberto Hurtado, S.J., Teología y Vida, 46 (2005), pp. 321-351; S. Fernández, 'Ya no vivo yo, es Cristo que vive en mí' (Gal 2, 20): 'Ser Cristo' como clave de la vida del padre Alberto Hurtado, Teología y Vida, 46 (2005), pp. 352-373; P. Miranda, Preludios del aggiornamento de la Moral Social en América Latina, Moralia vol. 31, Madrid (2008), pp. 159-184. De gran valor son los números especiales de la revista Mensaje publicados para la beatificación (1994) y la canonización del Padre Hurtado (2005), asimismo el número especial de la revista Humanitas de julio-septiembre de 2005.

(7) Psicología Pedagógica. Clases Dictadas en el Seminario Pontificio, La Revista Católica, LXXI, 812 (1936), 18-24; La Educación Nueva I, La La Revista Católica, LXXI, 813 (1936), pp. 111-121; La Educación Nueva II, La Revista Católica, LXXI, 815 (1936), pp. 160-169; La Escuela Nueva y el aspecto social de la educación, La Revista Católica, LXXI, 816 (1936), pp. 217-226; La formación intelectual según Dewey, La Revista Católica, LXXI, 816 (1936), pp. 345-352; Caracteres psicológicos de la adolescencia, La Revista Católica, LXXI, 820 (1936), pp. 444-451; Formación de un plan de vida, La Revista Católica, LXXI, 821 (1936), pp. 529-533; Psico-pedagogía de la afectividad en la adolescencia I, La Revista Católica, LXXI, 822 (1936), pp. 578-586; Psico-pedagogía de la afectividad en la adolescencia II, La Revista Católica, LXXII, 825 (1937), pp. 87-97; El verdadero concepto del amor, La Revista Católica, LXXII, 826 (1937), 130-136.

(8) Procurando conocer al Niño, Estudios, junio de 1936, pp. 10-17; La Educación Nueva, Estudios, julio 1936, pp. 14-33; La escuela Nueva y el aspecto social de la Educación, Estudios, agosto 1936, pp. 50-60; La formación intelectual según Dewey, Estudios, septiembre 1936, pp. 51-59; Los Caracteres Psicológicos de la Adolescencia, Estudios, octubre 1936, pp. 20-34; Cómo remediar la inconsciencia del adolescente moderno, Estudios, mayo 1939, pp. 44-58; El Adolescente de Hoy, Estudios, abril 1939, pp. 34-48; Psico-pedagogía de la afectividad en la adolescencia I, Estudios, noviembre 1936, pp. 27-35; Psico-Pedagogía de la afectividad en la adolescencia II, Estudios, enero 1937, pp. 33-50; Psico-Pedagogía de la afectividad en la adolescencia III, Estudios, febrero 1937, pp. 24-33; Una nueva juventud, Estudios, marzo 1938, pp. 13-27. Algunos artículos coinciden con los de La Revista Católica.

(9) La crisis sacerdotal en Chile, p. 4.

(10) La crisis sacerdotal en Chile, p. 4.

(11) La crisis sacerdotal en Chile, p. 11.

(12) En noviembre de 1937, es decir, después de la publicación de La crisis sacerdotal en Chile, le escribe al Padre Raúl Montes: "Tenemos que evangelizar el Norte y el Sur que tienen menos sacerdotes que los países de misión. Se va a quedar helado cuando vea las estadísticas que voy recogiendo", Carta al Padre Raúl Montes, APH s62y077.

(13) Cf. Carta al Padre Raúl Montes, APH s62y062.

(14) Por una supuesto entusiasmo del Padre Hurtado por ciertas ideas del Padre Gagliardi. Cf. Cartas e informes del Padre Alberto Hurtado, pp. 267-268.

(15) La comisión era presidida por el Ministro, y la conformaban Atienza, Alcayaga, Bremel, Peña y Lulo, Darío Salas, García, Néstor Elgueta y Alberto Hurtado. La comisión mantiene reuniones semanales. El P. Hurtado consigue datos sobre la manera de tomar los exámenes en Argentina, Uruguay, Brasil para apoyar sus pretensiones de reforma en el sentido de disminuir las materias y dar una formación más humanista. A un sacerdote, el Padre Hurtado le confidencia: "Tengo poca confianza en el éxito [de la Comisión]: se recortará un poco los programas, pero nada más... pues temen tocar a los sueldos del profesorado, que disminuirían con las horas de clase", Carta al Padre Raúl Montes, APH s62y070.

(16) Este documento, Contribución de la AC a la solución del problema social, APH sl9y06, está escrito a máquina y no tiene fecha explícita, pero debe ser del año 1938 cuando ya era asesor de AC y anterior a la muerte de Pío XI (10 de febrero de 1939), pues habla de él en presente.

(17) Es significativo el uso de esta cita, pues Harnack -si bien, por otros motivos- era un autor muy combatido por la teología católica de la primera mitad del siglo XX.

(18) Contribución de la AC a la solución del problema social, APH sl9y06. El destacado propio del Padre Hurtado.

(19) Contribución de la AC a la solución del problema social, APH sl9y06.

(20) En una carta de 1938, es decir, dos años antes de ser nombrado asesor nacional de la juventud católica, el Padre Hurtado describe las tensiones existentes al interior del Partido Conservador, que muestra que estas tensiones son por mucho anteriores a su llegada a la AC: "hay división entre las derechas en el sentido que los falangistas han declarado la libertad de acción y aconsejado el voto en conciencia, pero sentando la premisa que es más grave el triunfo de la izquierda, lo que equivale a aconsejar el voto por el candidato de derecha, pero la Junta conservadora y directores no se contentan y acusan agriamente a los jóvenes", Carta al Padre Raúl Montes, APHs62y067.

(21) El mismo Padre Hurtado, posteriormente, en 1948 expone el problema al Prepósito General de los jesuitas: "Los conservadores querían a toda costa que yo -como Asesor Nacional de los jóvenes católicos- cerrase la puerta a los falangistas. El presidente del Partido Conservador me dijo una vez: 'no hacer política a favor del Partido Conservador, es igual a ser falangista'. Mi actitud ha sido siempre la de no hacer distinciones políticas en el seno de la Acción Católica. Ella debe ser la casa de todos los católicos. He tenido siempre la aprobación de mis Superiores en esta actitud, pero no siempre la de todos mis hermanos en la Compañía, porque algunos juzgaban que se debía luchar abiertamente a favor del Partido Conservador", Cartas e informes del Padre Alberto Hurtado, p. 177.

(22) Tal vez, la rama de jóvenes (incluidos los universitarios) guiada por el Padre Hurtado iba tomando mayor autonomía que la que Mons. Salinas consideraba justa para la unidad de la AC. Ante esta situación, la división entre jóvenes de colegio y universitarios, dejando al Padre Hurtado circunscrito a los colegiales, podía ser un modo de evitar que la rama de jóvenes creciera desproporcionadamente, en relación a las otras ramas, y que el Padre Hurtado alcanzara una influencia excesiva a los ojos de Mons. Salinas (lo que, según el obispo, podía arriesgar la unidad de las diversas ramas de la AC).

(23) Los motivos externos fueron que, después que el Padre Hurtado propuso una serie de nombres para los cargos más importantes de su rama, Mons. Salinas nombró a otros, y luego realizó una reforma de los estatutos de la AC sin consultar al Asesor Nacional de los jóvenes.

(24) La sola lectura de los títulos de las columnas publicadas, por Alberto Hurtado, en El Diario Ilustrado da cuenta del desplazamiento cronológico desde preocupaciones más pedagógicas hacia otras más sociales, justo a partir de octubre de 1944: Bendición del Noviciado hoyóla, 9 de mayo de 1940; Llamado de los hombres, 6 de diciembre de 1940; Día del Joven Católico, 14 de agosto de 1941; Restaurar el Hogar, 6 de julio de 1941; Para el Mes de María de los Jóvenes Católicos, 10 de noviembre de 1942; Respuesta a una juventud, 10 de octubre de 1942; Las conferencias educacionales, 6 de julio de 1942; Alegre, puro y valiente, 25 de abril de 1942; La Casa de los Jóvenes Católicos, 9 de abril de 1942; ¿Cómo divertirse?, 3 de julio de 1943; El Padre Charles con nosotros, 28 de octubre de 1943; Un hogar más para los que no tienen techo, 17 de diciembre de 1944; ¡Sin techo! Hambre y frío, 29 de abril de 1945; Realidades, proyectos, esperanzas, 13 de agosto de 1945; Aquí puedo morir..., 26 de agosto de 1946; El sentido de responsabilidad, 31 de marzo de 1946; Felizmente, hoy, 16 de noviembre de 1946; El frío, el hambre y los pobres, 27 de mayo de 1946; ¡Que este invierno nadie muera de hambre y frío en esta capital!, 29 de abril de 1946; ¿Los dejaremos morir de frío?, 8 de julio de 1947; Para que haya Patria, 26 de mayo de 1948; Para que no mueran de frío, 12 de junio de 1949; ¿Cómo curar la neurastenia?, 28 de mayo de 1949; Murió ayer..., 23 de julio de 1949; ¡Que vayan al taller!, 8 de octubre de 1949; Honestos y capaces, 6 de mayo de 1950; Dolor y miseria, 5 de mayo de 1951; Una obra realista para salvar al adolescente vago, 6 de noviembre de 1951.

(25) Una palabra al lector, APH s53y25.

(26) Conferencia en la Catedral de Rancagua, APH s58y01. Esta conferencia fue planeada con motivo del Congreso Eucarístico, e iba a ser pronunciada en la Catedral de Rancagua. Sin embargo, al llegar a esa ciudad, San Alberto se encontró con que ya había otra persona para dar la conferencia y se volvió a Santiago.

(27) Moral Social. Punta Arenas, APH s57yl2: "Pero ¿cómo transformar la sociedad? Muchas soluciones se han ofrecido. Hay quienes pretenden hacerlo mediante soluciones políticas y ponen toda su esperanza en un régimen determinado, otros mediante una reforma en la distribución de la riqueza, otros en la organización gremial de la sociedad; otros en un plan educacional... ¿Reformar la sociedad o reformar al hombre? Se pregunta Denis de Rougemont... Y la respuesta me parece que debería ser: comenzar por transformar al hombre para transformar la sociedad. Toda transformación social que no se basa en una previa transformación del individuo será artificial y condenada el fracaso".

(28) Reconstrucción mundo postguerra, APH s58y02: "Pero ¿cómo reformar la sociedad? ¿Educación? ¿Social? ¿Gremios? Todos estos aspectos legítimos pero suponen reforma de los espíritus. ¿Reforma del hombre o de la sociedad? Transformar al hombre para transformar la sociedad".

(29) Moral Social. Punta Arenas, APH s57yl2. Cf. Reconstrucción mundo postguerra, APH s58y02: "Lo principal es la reconquista del hombre interior por la pureza de su vida, la formación, la abnegación".

(30) 5" día dedicado a la caridad, APH s51y15. El texto es esquemático: "La Compañía de Jesús está llamada a trabajar en la reforma del mundo (Congregación 28). Los socialistas y comunistas: camino - Instituciones... y, ¡aún derrumbe! Nosotros, la reforma de las personas según el ideal Evangélico ".

(31) Educación de la caridad, APH s49y17.

(32) Estos conceptos deben ser leídos a la luz de las definiciones que el mismo Alberto Hurtado propone en una conferencia en la Semana de Estudios Sociales de los jóvenes de la AC realizada entre el 3 y el 20 de julio de 1944, que lleva por título La persona, la sociedad y los grupos naturales. La conferencia fue publicada en Mensaje, n° 21, agosto de 1953, señalando 1942 como fecha, pero por medio del Boletín de la AC. Año 1944, p. 230, es posible corregir el dato.

(33) ¿Es Chile un país católico?, p. 129. estas mismas palabras serán repetidas en Puntos de Educación (1942) y en Humanismo social (1947).

(34) Cf. Sermón patrio, APH s53y30; Discurso Caupolicán, APH s19y27.

(35) ¿Es Chile un país católico?, p. 65. Cf. La fiesta del Sagrado Corazón, APH s45y04: "No es este tiempo de fiestas, diversiones, cuando el mundo yace en el dolor".

(36) ¿Es Chile un país católico?, p. 74.

(37) En un texto a señoritas, critica el lujo excesivo, esos grandes restaurants, el casino, autos de gran lujo; trajes de gran lujo, zorros plateados, bailes costosos; y por otra parte exhorta a dar limosna, "dar hasta que duela", El modelo del amor de la joven María, APH s54y28a. En otro texto critica los abrigos de zorro plateado ante 300.000 tuberculosos y 1.500.000 hermanos sin vivienda, cf. Reconstrucción mundo postguerra, APH s58y02.

(38) Un nuevo tipo de juventud, APH s19y03.

(39) Un nuevo tipo de juventud, APH s19y03.

(40) En varias ocasiones, el Padre Hurtado afirma que el dogma del Cuerpo Místico está llamado a unificar toda la teología católica, citando a Émile Mersch. Cf. Humanismo Social, p. 31. Algunos artículos de É. Mersch influyeron decisivamente en los documentos de Alberto Hurtado, anteriores a la publicación de la Mystici Corporis Christi.

Por ejemplo, comparar el retiro para profesores de la Universidad Católica de 1940 (publicado en Un disparo a la eternidad, pp. 79-85) con el artículo de É. Mersch, La vie historique de Jésus et sa vie mystique, NRT LX (1933), pp. 5-20. Cf. J. Castellón, Padre Alberto Hurtado, S.J. Su espiritualidad, Santiago 1998, pp. 22-26; T. Mifsud, El sentido social. El legado ético del Padre Hurtado, pp. 48-52; F. Parra, El contexto teológico del pensamiento social del Padre Hurtado (pro manuscripto).

(41) El Padre J.-B. Janssens, como superior en Lovaina, conoció y apreció mucho a Alberto Hurtado de durante sus estudios. En 1934 presidió la defensa de su tesis doctoral.

(42) Una presentación detallada y muy bien documentada de este viaje se encuentra en el apéndice final de La búsqueda de Dios, pp. 277-293, y, sobre todo, en M. Clavero, Un punto de inflexión en la vida del Padre Alberto Hurtado. Itinerario y balance de su viaje a Europa de 1947, pp. 291-320.

(43) L'Action Populaire era el organismo de los jesuitas franceses dedicado al estudio y a la realización de la acción social.

(44) Debió haber causado una gran impresión, pues fue invitado a hablar nuevamente en la noche.

(45) Sobre esta experiencia escribió un lúcido balance: Lo esencial, lo accidental, lo criticable en los movimientos de encarnación obrera, APH s46y17.

(46) Diagnóstico de nuestra sociedad, APH s57yl4.

(47) Felizmente, hoy, APH sl0y35.

(48) Cf. Vida social y deberes sociales, APH s24y01a; Murió el Moñito, APH sl0y39; Las tres pasiones de Cristo, APH s34y06; Una concepción justa de la AC, APH s!9y!6.

(49) El frío, el hambre y los pobres, APH sl0y22. Cf. "En Chile hay mucha caridad privada, hay inmensa generosidad y compasión, pero que sepan las almas buenas que aún hay mucho por hacer", Aquí puedo morir..., APH s10y37.

(50) ¿Qué hacer ante el problema social?, APH s24y03.

(51) Nuestro deber social, APH s24y01b.

(52) Actitud de espíritu con que debe abordarse O.S.C., APH s24y05.

(53) Una concepción justa de la AC, APH sl9yl6.

(54) La visión crítica del Padre Hurtado contra la casuística se percibe desde sus primeros años de ministerio sacerdotal en Chile.

(55) Los breves artículos publicados en el Boletín del Hogar de Cristo, El Mercurio y El Diario Ilustrado destacan el carácter palpable de los problemas de la pobreza. En ellos, el Padre Hurtado recurre a ejemplos de personas concretas que él mismo ha encontrado en su ministerio en el Hogar de Cristo. Por ejemplo, afirma que la falta de viviendas dignas que lleva a familias enteras a vivir en una sola cama es una "escuela del vicio", No podemos seguir tolerando..., APH slOylO.

(56) Cf. La misión social del universitario, APH s56y22: "Los problemas morales a que esta convivencia tan íntima da lugar son innumerables: "¿qué quiere Ud., decía una joven obrera, a quien la visitaba, vivimos cuatro familias amontonadas en un mismo cuarto". Por eso Bossuet clamaba ya en 1669: "una infinidad de pecados producidos por la pobreza. Pecados no conocidos: incestos por no tener camas y otras abominaciones " ".

(57) Por qué hablar, APH s24y04. Cf. Humanismo Social, pp. 126-127.

(58) La misión social del universitario, APH s56y22.

(59) Hogar de Cristo, APH sl0y36. Cf. Entrevista al Padre Hurtado, APH sl0y44; ¿Los dejaremos morir de frío?, APH sl0y09.

(60) La misión social del universitario, APH s56y22.

(61) Actitud de espíritu con que debe abordarse O.S.C., APH s24y05.

(62) La misión social del universitario, APH s56y22.

(63) Humanismo social, p. 129.

(64) La misión social del universitario, APH s56y22. Cf. Actitud de espíritu con que debe abordarse O.S.C., APH s24y05; Humanismo social, pp. 118-119.

(65) Cf. Por qué hablar, APH s24y04. En este texto, el Padre Hurtado señala que mientras el cristiano quiere reformar el orden actual, el comunista lo quiere suprimir.

(66) Una raza como la nuestra, APH s10y34.

(67) Felizmente, hoy, APH s10y35.

(68) P. Higgins, APH s60y02. Apuntes de clases de octubre de 1945, posiblemente con el Padre McGowan, Director del Departamento Social de la NCWC, de la Iglesia de EE.UU.

(69) Diagnóstico de nuestra sociedad, APH s57y14.

(70) Carta al Padre Carlos Aldunate, APH s62y059.

(71) Cf. El mundo está entrando en una nueva era, APH s57y05: "Acción social: Épocas en que construir, otra disfrutar, apenas reparar... ¡La nuestra, crear!".

(72) La reconstrucción social, APH s57yl6. El borrador preliminar, luego corregido por el Padre Hurtado, era más directo: "Todos reconocen que esta hora del mundo no puede ser salvada sin una revolución ¿Será la del odio? ¿Será la de la justicia y la caridad? ".

(73) Moral Social. Obra postuma del Padre Hurtado, S.J., Escritos inéditos del Padre Hurtado, S.J. Vol. 3. Edición, presentación y notas de Patricio Miranda Rebeco, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago 2004.

(74) Sewell,AVn s26y11h.

(75) En realidad, la relación entre estas tendencias es más bien externa.

(76) El sentido de Dios, APH s45y10.

(77) El alma del joven de la postguerra, APH s58yl2, cf. Psicología de la juventud, APH s08y04. En Chile, en la primera mitad del siglo XX, había una corriente milenarista bastante desarrollada. La obra de Manuel Lacunza era reeditada y estudiada, cf. F. Parra, El Reino que ha de venir. Historia y Esperanza en la obra de Manuel Lacunza. Anales de la Facultad de Teología, Universidad Católica de Chile, Vol. XLIV, Santiago, 1993, pp. 19-26. Una interesante descripción de los círculos milenaristas chilenos se encuentra en R. Millar Carvacho, Pasión de servicio. Julio Philippi Izquierdo, Ediciones Universidad Católica, Santiago 2005, pp. 63-75.

(78) Es importante notar que el movimiento de encarnación contiene una doble orientación: en un contexto, encarnación es sinónimo de valoración positiva del mundo y de lo humano, con la consiguiente confianza en los medios humanos e interés por los problemas propiamente humanos; mientras en otro contexto, como se verá más abajo, encarnación significa humilde y silenciosa inserción en el medio.

(79) Cf. El sacerdote obrero, APH s46yl7.

(80) Esta valoración crítica se encuentra en un documento escrito por Alberto Hurtado, posiblemente, en noviembre de 1947, El sacerdote obrero, APH s46yl7, y que lleva por subtítulo Lo esencial, lo accidental, lo criticable en los movimientos de encarnación obrera, del testimonio de la caridad de Cristo, tales como se presentan en Francia 1947. Este texto está publicado en A. Lavín, Vocación social del Padre Hurtado, apóstol de Jesucristo, Santiago, 1978, p. 123-126. Cf. M. Clavero, Un punto de inflexión en la vida del padre Alberto Hurtado, pp. 315-317.

(81) Sindicalismo, p. 31, cf. pp. 25-37.

(82) El alma del joven de la postguerra, APH s58yl2.

(83) Psicología del joven de la postguerra II, APH s08y06.

(84) Psicología de la juventud, APH s08y04. Cf. Psicología del joven de la postguerra, APH s08y06: "Aun los movimientos católicos participaron de ese espíritu de masa: años de grandes congresos, de desfiles tras bosques de banderas, gritos que hoy parecen helarse en los labios, como si fueran una provocación y una falta de pudor".

(85) Indudablemente, en estas afirmaciones se percibe la presencia de las ideas del Padre Rene Voi-llaume, con quien el Padre Hurtado tuvo una cercana relación. Así describe este movimiento, en una carta: "El Padre Rene Voillaume recogió el deseo del Padre de Foucauld de fundar Comunidades de Hermanos y Hermanas que llevaran el Espíritu de Cristo a los medios más abandonados, más que por la predicación por el testimonio de una vida consagrada enteramente al servicio de los demás y por la adoración prolongada del Santísimo Sacramento" Carta a María Larraín de Valdés, APH s63y68.

(86) Confirmación, APH s58y17.

(87) Testimonio de Fe, APH s45y09.

(88) Clero de Talca 1948, APH s30y111.

(89) Clero de Iquique 1951, APH s40yl4a. La frase "no se salva sino lo que se asume" pertenece a la / carta a Cledonio de Gregorio Nacianceno, y su contexto original es la lucha contra la cristolo-gía apolinarista, pero posteriormente se ha ampliado su significación.

(90) Además del texto citado más arriba, El alma del joven de la postguerra, APH s58yl2, en un apunte sobre el sacerdocio obrero, El sacerdote obrero, APH s46yl7, afirma que el testimonio corre el riesgo de naturalizarse, es decir, vaciarse de contenido sobrenatural. El Padre Hurtado percibe un dejo de dualismo en quienes propician solo el testimonio, pues esta opción supone que el mundo es malo, que no se puede intervenir en él, cf. Pérdida sentido de Dios, APH s45y08.

(91) Cf. Psicología del joven de la postguerra I, APH s08y05: "Por eso el Santo Padre, recientemente, insistía que al testimonio hay que unir la predicación".

(92) El Padre Hurtado es consciente de esta evolución: "Es cierto que la moral durante mucho tiempo ha dado preferencia al aspecto individual [...] la moral social como rama propia es de origen reciente", Moral social, p. 23. Cf. P. Miranda, Preludios del aggiornamento de la Moral Social en América Latina, pp. 159-184; V. Gómez Mier, La Refundación de la Moral Católica. Cambios de matriz disciplinar después del Concilio Vaticano II, Editorial Verbo Divino, Navarra 1995; A. Fernández, Teología Moral. Moral social, económica y política (t. III), 2a ed., Ediciones Aldecoa, Burgos, 1996.

(93) Cf. Misión social del universitario católico, APH s20y07, cuyo borrador es La proletarización, APH s26yl0b; Reforma de estructuras, APH s24y07, que parece ser un apunte para una clase, y el texto más depurado que lleva por título Reformas de las estructuras sociales, APH s26y09; en Temuco, en 1948, repite los mismos conceptos en Reacciones frente a algunos problemas sociales europeos, APH s58y32; ¿Cómo reconstruir un mundo en ruinas?, APH s57yll y, además, los ciclos de 1951: Resumen, APH s26yl4; Identidad moral y revolución, APH s26yl2; La liberación del hombre, APH s46y22a; Liberación hombre, APH s46y22e.

(94) Reforma de las estructuras sociales, APH s26y09.

(95) Reforma de estructuras, APH s24y07.

(96) Sindicalismo, p. 43.

(97) El presente artículo, con todos los textos que se citan, confirma que el Padre Hurtado ha llegado "poco a poco", es decir, por medio de un proceso gradual, a darse cuenta de la relevancia de la estructura social para el desarrollo de la vida del hombre.

(98) Reforma de las estructuras sociales, APH s26y09.

(99) Reforma de las estructuras sociales, APH s26y09. La misma expresión en Misión social del universitario católico, APH s20y07 y ¿Cómo reconstruir un mundo en ruinas?, APH s57yl 1.

(100) P. Miranda, Preludios del aggiornamento de la Moral Social en América Latina, p. 165.

(101) Reforma de las estructuras sociales, APH s24y09. Cf. ¿Cómo reconstruir un mundo en ruinas?, APH s57yll: "Los predicadores decimos: ¡Tened hijos! ¡Pero ¿nos hemos preocupado de dar solución social a un problema que no es precisamente individual?! ¡La sociedad en pecado mortal!".

(102) Moral social, p. 63.

(103) Misión social del universitario católico, APH s20y07. En la misma conferencia afirma: "La institución más interesante que se propone una reforma de estructuras es Economía y Humanismo. Este movimiento no es fruto de una simple reflexión especulativa. Cada uno de sus dirigentes ha trabajado largos años contra el desorden económico que lleva a los hombres a la miseria ". Palabras casi textuales a las citadas arriba se encuentran en los apuntes del Padre Hurtado durante su estadía en Economie et Humanisme, del Padre Lebret: "Partimos de una economía política inhumana que no mira al hombre, y se vuelve contra él: lo materializa y lo esclaviza. De aquí humanizar la economía", Apuntes formación juventud obrera, APH sl7y05. Asimismo, Moral social, p. 137.

(104) Sindicalismo, p. 234.

(105) Semana Santa 1948, APH s30yllm. Se conserva el nombre de la meditación en el esquema del retiro, pero no se conservan los apuntes de la meditación misma (o no ha podido ser identificada). Las demás meditaciones abordan los temas tradicionales, desarrollados con gran fuerza, lo que muestra que el Padre Hurtado, al asumir ideas nuevas, las integra en una síntesis más compleja, sin desechar sus convicciones anteriores. Por ejemplo, la 5a meditación del primer día del mismo retiro se llama Visión de eternidad, y contiene afirmaciones muy radicales acerca de la primacía de las realidades espirituales, cf. Las últimas luchas, APH s52y06.

(106) Sobre la relación del Padre Hurtado con el Padre Lebret, cf. M. Clavero, Un punto de inflexión en la vida del padre Alberto Hurtado, pp. 306-308.

(107) Además de la señalada, el esquema del retiro de Semana Santa de 1948 exhibe otras dos que atribuye, en sus ideas centrales, a J. Lebret: "Amar a los hombres" (posiblemente Amar, APH s48yl3, La búsqueda de Dios, pp. 59-63, y "Austeridad", cuyo desarrollo no se conserva.

(108) En el Archivo se conservan 38 estructuras de retiros.

(109) Sindicalismo, p. 21.

(110) Sindicalismo, p. 14. Aparece clara la influencia del Padre Lebret, fomenta la sustitución de "la economía liberal basada en el lucro" por "la economía humana basada en el bien común". Al describir el trabajo de Économie et Humanisme, del Padre Lebret, Alberto Hurtado afirma que "todo esto se hace con vistas a la construcción de una nueva economía que venga a reemplazar la economía política -o economía del interés- por una economía humana, o economía del bien común", Misión social del universitario católico, APH s20y07.

(111) Sindicalismo, p. 26.

(112) Sindicalismo, p. 31.

(113) Reforma de estructuras, APH s24y07. No es claro si hay considerar el orden como una afirmación de prioridades.

(114) Reforma de estructuras, APH s20y07.

(115) Se trata de un ciclo de charlas sociales "sobre las realizaciones del marxismo en Rusia: reacciones del pueblo ruso frente a la política comunista; movimiento cristiano subterráneo en la Rusia Soviética; política de cultos seguida por el régimen estalinista", El Diario Ilustrado, 11 de junio de 1951,p.5.

(116) Resumen, APH s26y1l4. El documento no tiene fecha, pero es muy probable que se trate de apuntes de clases para la ASICH de 1948.

(117) La conferencia de Lacroix, L'homme marxiste, fue publicada en Le catholicisme social face aux grands courants contemporains: Compte rendu in extenso des cours et conférences. Semaines sociales de France, Paris 1947, 34é session. Chronique sociale de France, J. Gabalda, 1947, pp. 127-153.

(118) "La exposición que más le gustó al Padre Hurtado fue la de [Jean] Lacroix, porque profunda y sencilla y bien dicha, y el tema tratado en forma más concreta'", M. Clavero, Un punto de inflexión en la vida del padre Alberto Hurtado, pp. 293-294.

(119) J. Lacroix, L'homme marxiste, en Le catholicisme social face aux granas courants contempora-ins, pp. 135-136.

(120) Contribución de la AC a la solución del problema social, APH sl9y06, vide supra.

(121) Cf. Moral social, p. 188.

(122) Identidad moral y revolución, APH s26y12.

(123) La liberación del hombre, APH s46y22a. Cf. Liberación hombre, APH s46y22e.

(124) La liberación del hombre, APH s46y22a.

(125) Moral Social, p. 225. La penúltima sección de Moral Social está dedicada a la relación entre reforma social y reforma moral, cf. pp. 361-387.

(126) Cf. "La renovación de la vida, según los principios del Evangelio, es una transformación de los individuos, tomados uno a uno, según los principios de Cristo, para mirar la vida con sus ojos, juzgarla con su criterio, para hacer en la tierra lo que Él haría si estuviese en nuestro lugar. Este ideal es altísimo, es la más pura santidad, pero nada menos que con ese tipo de hombres de cualquier estado y condición social puede pensarse en realizar una reforma social. El cristianismo vivido íntegramente por un grupo numeroso de cristianos será la levadura que hará levantar la masa y transformará también las instituciones públicas", Moral Social, p. 365.

(127) Carta al Padre Alvaro Lavín, APH s62y033.

(128) Cartas e informes del Padre Alberto Hurtado, p. 213.

 

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License