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Claves para entender el éxito de la hegemonía menemista en la Argentina neoliberal de los años '90

Keys for understanding the success of the Menem's neoliberal hegemony in the Argentina of the 90s

Resúmenes

Durante la década de los ´90, el menemismo logró edificar en la Argentina una nueva hegemonía cultural en torno a los valores neoliberales. El presente trabajo examina algunos aspectos clave de esta exitosa construcción hegemónica, colocando el eje en la dimensión discursiva del fenómeno. A partir de un abordaje teórico-metodológico original, que analiza la relación dialéctica entre el plano verbal del discurso presidencial y las condiciones extra-lingüísticas de posibilidad, aporta elementos para elucidar la eficacia interpelativa de la hegemonía menemista para transformar las identidades existentes y construir un nuevo orden político y social y un nuevo y exitoso sentido común.1 Hernán Fair. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET-Universidad Nacional de Quilmes). Docente de la UBA y de la UNQ. herfair@hotmail.com 1 El presente trabajo sintetiza algunos resultados de mi investigación de Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, marzo de 2013, dirigida por el Dr. Javier Balsa. La misma fue financiada íntegramente con una Beca Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).


During the early ´90s, the Menemism managed to build in Argentina a new cultural hegemony around neoliberal values. This paper examines some key aspects of this successful hegemonic construction, placing the shaft in the discursive dimension of the phenomenon. From an original theoretical-methodological approach, which analyzes the dialectical relationship between the verbal plane of presidential discourse and the extra-linguistics conditions of possibility, provides elements to elucidate the interpellative effectiveness of the Menemist hegemony to transform existing identities and build a new political and social order and new successful common sense.

Menemism; Neoliberal hegemony; Discourse analysis; Politics; Argentina.


1 Introducción

Durante la década de los ´90, el menemismo logró edificar en la Argentina una nueva hegemonía cultural en torno a los valores neoliberales. Una pluralidad de estudios analizaron este proceso desde la sociología política (García Delgado, 1994; Thwaites Rey, 1994; Palermo; Novaro, 1996PALERMO, V.; NOVARO, M.Política y poder en el gobierno de Menem. Buenos Aires: Norma-FLACSO, 1996.; Martuccelli; Svampa, 1997MARTUCCELLI, D.; SVAMPA, M. La Plaza vacía. Buenos Aires: Losada, 1997.; Gambina; Campione, 2002GAMBINA, J.; CAMPIONE, D. Los años de Menem: cirugía mayor. Buenos Aires: CCC, 2002. ; Grassi, 2004GRASSI, E. Política y cultura en la sociedad neoliberal. Buenos Aires: Espacio, 2004.; Svampa, 2005) y el análisis del discurso (Aboy Carlés, 2001; Canelo, 2002CANELO, P. Son palabras de Perón. Continuidades y rupturas discursivas entre peronismo y menemismo. In: PUCCIARELLI, A. (Coord.). Los años de Menem. Bs. As.: Siglo XXI, 2011. p. 71-111. ; 2011), incluyendo abordajes gramscianos (Basualdo, 2001BASUALDO, D. Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina. Bs. As.: FLACSO, 2001.; Bonnet, 2008BONNET, A. La hegemonía menemista. Bs. As.: Prometeo, 2008.), post-gramscianos (Barros, 2002BARROS, S. Las continuidades discursivas de la ruptura menemista. In: PANIZZA, F. (Comp.). El populismo como espejo de la democracia. Bs. As.: FCE, 2009. p. 351-383.; 2009; Fair, 2007FAIR, H. La construcción y legitimación social de la hegemonía menemista. Política, discurso e ideología entre 1988 y 1995. Tesis (Doctorado en Ciencias Sociales) - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013. ; 2013) y neoweberianos (Sidicaro, 2003SIDICARO, R. Los tres peronismos. Buenos Aires: Siglo XXI, 2003b. a, 2003b; Beltrán, 2011). El presente trabajo se propone contribuir a dilucidar algunos aspectos clave de esta exitosa construcción hegemónica, colocando el eje en la dimensión discursiva del fenómeno. Específicamente, aportaremos elementos para elucidar la eficacia interpelativa de la hegemonía menemista, un aspecto escasamente examinado desde los análisis especializados.

1.1 Marco teórico-metodológico

El marco teórico-metodológico se basa en las herramientas de la teoría del discurso de Ernesto Laclau (en parte, junto a Chantal Mouffe). Desde esta perspectiva, se asume una concepción constructivista de lo social, en la que el discurso, en un sentido ampliado que incluye a los elementos lingüísticos y extra-lingüísticos, construye y articula las identidades políticas y el orden social. El sentido de lo social, en ese marco, se estructura a partir de cadenas de significantes que se integran de forma equivalencial, condensadas en torno a un punto nodal, que permite detener el deslizamiento de significados, fijando un determinado centro. Desde la dinámica política, Laclau se refiere al papel de los significantes vacíos, entendido como aquellas palabras clave que permiten simbolizar múltiples significados y articular múltiples demandas societales, para condensar el sentido legítimo del orden social. La hegemonía, en ese sentido, es el nombre que adquiere la conformación discursiva del lazo social como universalidad. Sin embargo, todo orden social se encuentra surcado por una pluralidad de antagonismos, que muestran la imposibilidad de alcanzar una sociedad plenamente estructurada. En ese contexto, lo social sólo puede conformarse de forma precaria, contingente y parcial (Laclau; Mouffe, 1987LACLAU, E. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Buenos Aires: Nueva visión, 1993.; Laclau, 1993LACLAU, E. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Buenos Aires: Nueva visión, 1993.; 1996).

Ahora bien, en este trabajo partimos de la necesidad de reformular algunos aspectos problemáticos de la perspectiva laclauniana. En primer lugar, asumimos que debe realizarse una distinción analítica entre el plano de lo lingüístico y el orden de lo extra-lingüístico. Parafraseando a Bobbio, definimos al primero como discurso en sentido estricto y al segundo como discurso en sentido amplio. En segundo término, sostenemos que entre ambos planos discursivos se establece una relación dialéctica, de mutua interdependencia. En ese sentido, asumimos la tesis de Giddens (1995GIDDENS, A. La constitución de la sociedad. Buenos Aires: Amorrortu, 1995.) de la dualidad de la estructura, entendiendo que existe una pluralidad de constreñimientos estructurales que restringen y habilitan, al mismo tiempo, al accionar de los sujetos. A su vez, sostenemos que en la producción social, materializada de forma institucional y corporal en las prácticas de la vida cotidiana, se encuentra la base de la propia reproducción del orden societal.

La otra distinción que planteamos asume un papel más activo para los sujetos políticos, reafirmando la función central de las interpelaciones ideológicas. En efecto, aunque Laclau hace referencia al concepto althusseriano de interpelación (Laclau, 1993LACLAU, E. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Buenos Aires: Nueva visión, 1993.), no distingue entre capacidades diferenciales de interpelación, ni examina los efectos políticos de los discursos enunciados, suponiendo que entre el plano de la producción y el de su recepción social, se produce una relación lineal y directa1 Hernán Fair. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET-Universidad Nacional de Quilmes). Docente de la UBA y de la UNQ. herfair@hotmail.com 1 El presente trabajo sintetiza algunos resultados de mi investigación de Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, marzo de 2013, dirigida por el Dr. Javier Balsa. La misma fue financiada íntegramente con una Beca Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). . A partir de las contribuciones de la semiótica social de Bajtín (1982), otorgamos a los sujetos una capacidad agentiva más activa para construir interpelaciones. A su vez, tomando como base la distinción propuesta por Verón (1995), asumimos la posibilidad de distinguir entre determinados discursos políticos que se posicionan como interpeladores clave (plano de la producción hegemónica) y otros discursos que son situados por el analista como interpelados (plano de la recepción hegemónica), sin desconocer por ello el papel activo del conjunto de los actores políticos para construir hegemonía. En ese marco, desde los aportes desarrollados por Philips (1998PHILIPS, L. Hegemony and political discourse: the lasting impact of Thatcherism. Sociology, v. 32, n. 34, 1998.) y Balsa (2011BALSA, J. Aspectos discursivos de la construcción de la hegemonía. Identidades, v. 1, n. 1, p. 70-90, 2011. ), nos referimos al concepto de eficacia interpelativa, para dar cuenta del modo por el cual los discursos posicionados estratégicamente como interpelados reproducen los mismos giros y articulaciones que el discurso interpelador, señal de que han asumido sus valores como legítimos y han transformado, por lo tanto, sus propias identidades y tradiciones políticas. En este trabajo, sostenemos que las condiciones que hacen posible el éxito interpelativo se vinculan a la relación dialéctica que se establece entre el plano verbal o textual del discurso y la pluralidad de factores extra-lingüísticos (económicos, sociales, políticos, institucionales, culturales, físicos) que condicionan, y eventualmente transforman, a las identidades sedimentadas, ya sea reforzando determinadas discursividades, ya sea mostrando los límites sociohistóricos de la hegemonía2 2 Para una observación inicial de este problema, véase De Ípola (2001). .

A continuación, sintetizaremos algunos elementos que hemos descubierto, a partir del análisis empírico del proceso de construcción de la hegemonía menemista, durante el período 1988-1995. El mismo se deriva de una investigación más amplia, presentada como Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires (Fair, 2013FAIR, H. La construcción y legitimación social de la hegemonía menemista. Política, discurso e ideología entre 1988 y 1995. Tesis (Doctorado en Ciencias Sociales) - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013. ). En aquella investigación, realizamos un pormenorizado análisis de las discursividades y las disputas hegemónicas de los principales actores políticos, tanto a nivel organizacional (a partir del análisis del discurso de las corporaciones empresariales, sindicales, político-partidarias, entre otras), como por agentes individualizados. A su vez, incorporamos un detallado análisis de los discursos de Menem. Finalmente, examinamos la eficacia interpelativa, comparando los discursos presidenciales con las alocuciones de los actores clave.

El recorte del corpus incluyó el análisis de los discursos oficiales del Presidente durante su primer período de gobierno y los discursos públicos de Menem y de los actores políticos clave (sindicales, empresariales, de dirigentes políticos, economistas, etc.), en la medida en que sus alocuciones eran reproducidas en los principales medios de prensa gráfica de circulación nacional (Clarín, La Nación y Página 12), durante el período de pre-emergencia y sedimentación de la hegemonía menemista (1988 y 1993). De este modo, pudimos examinar las interdiscursividades de una pluralidad de actores políticos que construyen y disputan la hegemonía, complejizando los tradicionales abordajes de análisis político del discurso3 3 Desde la perspectiva posfundacional de Laclau, lo social no se encuentra determinado a priori por elementos como el modo de producción o la estructura de relaciones sociales, lo que no implica desconocer su papel central en la dinámica de funcionamiento del sistema capitalista (véase al respecto Laclau, 1993). .

2 Condiciones de posibilidad de la hegemonía neoliberal en la Argentina

Todo proceso interpelativo adquiere significación, y potencial eficacia performativa, en el marco de una pluralidad de condicionamientos discursivos de posibilidad (Laguado Duca, 2011). Estas condiciones de posibilidad forman parte de los aspectos extra-lingüísticos de la hegemonía, en tanto el aspecto verbal o textual del discurso no se inscribe en el vacío histórico, físico, económico, social, identitario e institucional.

Para entender el éxito de la hegemonía neoliberal en la Argentina de los años ´90, debemos mencionar algunos constreñimientos que posibilitaron el cambio. En primer lugar, debemos referirnos a los constreñimientos económicos, cruciales en sociedades regidas por sistemas capitalistas de producción, circulación y consumo. Ellos nos remiten, como cuestión absorbente de la situación nacional, al problema inflacionario. Esta problemática cuenta con largos antecedentes históricos en la Argentina (Bonnet, 2008BONNET, A. La hegemonía menemista. Bs. As.: Prometeo, 2008.). Hacia finales de los años ´80, y luego de probar recetas heterodoxas y más ortodoxas de estabilización, la inflación no lograba ser controlada, señal de desconfianza social frente a la moneda nacional y frente al Gobierno.

La inflación perjudicaba a todos los sectores sociales, pero especialmente a los trabajadores, cuyos salarios se depreciaban por efecto del impuesto inflacionario. A la inflación se le sumaba un segundo problema, representado por la crisis fiscal del Estado, en parte derivado de la creciente deuda externa que había dejado como herencia la Dictadura cívico-militar del período 1976-1983. Finalmente, el propio Estado Social se hallaba inmerso en una profunda crisis, con escasa capacidad para recaudar impuestos y un modo de funcionamiento ineficiente en la asignación de los recursos (Sidicaro, 2003SIDICARO, R. Los tres peronismos. Buenos Aires: Siglo XXI, 2003b. a).

Un segundo nivel de constreñimientos se deriva de la contextualización sociohistórica, tanto local como internacional. En ese marco, debemos destacar algunos elementos más objetivados, como la crisis del socialismo soviético (que concluyó en el derrumbe físico del Muro de Berlín) y la expansión global del proceso de revolución tecnológica y de las telecomunicaciones. También debemos referirnos a la crisis de acumulación del Estado Benefactor. Esta crisis de la matriz estadocéntrica (Cavarozzi, 1997CAVAROZZI, M. Autoritarismo y democracia (1955-1996). Bs. As.: Ariel, 1997. ) se materializaba en las prácticas sociales de los sujetos en su vida cotidiana, que se expresaban, en el caso argentino, en una visible ineficiencia en la prestación de algunos servicios estatales, la creciente burocratización del sector público y los sucesivos casos de corrupción de funcionarios y empresas del Estado (Sidicaro, 2003SIDICARO, R. Los tres peronismos. Buenos Aires: Siglo XXI, 2003b. a). En un nivel más subjetivo, debemos relacionar estos elementos a la extensión global de un discurso neoliberal de crítica unidireccional al Estado y endiosamiento de la iniciativa privada. En la Argentina de finales de los años ´80, este discurso neoliberal, con antecedentes en la Dictadura del ´76 (Barros, 2002BARROS, S. Orden, democracia y estabilidad. Córdoba: Alción, 2002.), se iba sedimentando de forma creciente, al compás de los sucesivos fracasos de los planes heterodoxos y las habituales irregularidades e ineficiencias estatales (Beltrán, 2006).

2.1 La coyuntura nacional de finales de los años '80 y comienzos de los '90

Hemos señalado los factores más generales que permitieron que el neoliberalismo lograra asentarse en la Argentina, a partir de la década de los '90. En la coyuntura nacional de finales de 1988, los dos elementos que hemos mencionado se potenciarían. Por un lado, se extendería la crisis del Estado Social y la búsqueda de nuevas soluciones alternativas. Esta crisis se objetivaba en las prácticas cotidianas de amplios sectores de la sociedad, que podían percibir fácticamente la ineficiencia, corrupción y burocratización del sector público. A su vez, eran reforzadas y teledirigidas mediante la construcción del relato neoliberal, que culpaba al Estado de todos los males de la sociedad y prometía que las reformas estructurales traerían un futuro mejor para todos. En segundo término, a pesar de sus esfuerzos, el gobierno de Alfonsín no lograría controlar los índices inflacionarios, ni generar confianza en los formadores de precios y los propietarios de las divisas (básicamente, los terratenientes locales), necesarios para evitar el descalabro económico. En ese contexto, en febrero de 1989, luego de que el Banco Mundial rechazara realizar un préstamo financiero y los grandes exportadores decidieran no liquidar sus divisas en el mercado, se produjo una espiral hiperinflacionaria, que conduciría a la renuncia anticipada de Alfonsín (30 de junio) y al acceso al poder de Carlos Menem, el 8 de julio de 1989.

3 La emergencia y formación de la hegemonía menemista

Carlos Menem se constituyó en el principal exponente y símbolo de la hegemonía neoliberal en la Argentina, liderando el proceso político e institucional de las reformas. Su carisma, la tradición hiper-presidencialista, su elevado dialogismo y, sobre todo, su poder político y simbólico, derivado de la legitimidad democrático-popular, lo convierten en figura excluyente de la década de los '90. En ese marco, su discurso verbal y sus acciones extra-verbales constituyen dos elementos centrales para entender la forma que adquirió el neoliberalismo en la Argentina menemista. A continuación, examinaremos los principales aspectos de la discursividad presidencial. Antes, sin embargo, debemos referirnos a las condiciones extra-lingüísticas de posibilidad, que hicieron posible la eficacia (y los límites) de sus interpelaciones.

3.1 Condiciones de posibilidad de la hegemonía menemista

Menem fue electo presidente el 14 de mayo de 1989, defendiendo un discurso político que, si bien no estaba exento de ambigüedades, se posicionaba dentro de una tradición nacional popular. El ex Gobernador de La Rioja, además, militaba desde hacía décadas, y había llegado al poder, inmerso dentro de un partido-movimiento, el peronismo, que había sido el encargado de construir el Estado Benefactor en la Argentina, durante la segunda posguerra. De hecho, en las elecciones presidenciales, donde obtuvo poco más del 47% de los votos, Menem venció al entonces candidato del radicalismo, Eduardo Angeloz, quien se posicionaba a la derecha de su discurso. Una vez electo, sin embargo, giró hacia el neoliberalismo, hasta convertirse en el más fanático defensor de las reformas de mercado y el mejor alumno del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Durante los primeros meses, el Gobierno tuvo que lidiar con fuertes protestas y movilizaciones contra el modelo económico y social, incluyendo fracturas dentro de la propia bancada peronista (Grupo de los 8) y dos nuevas recaídas hiperinflacionarias (a fines de 1989 y de 1990), que condujeron a la renuncia de dos Ministros de Economía (Néstor Rapanelli y Erman González)4 4 El corpus abarcó más de dos millares de discursos, además de los discursos oficiales de Menem (Fair, 2013, anexo III). . Aún así, el menemato logró construir una amplia y heterogénea coalición de apoyo, que incluyó desde una porción de los grandes empresarios, hasta una fracción mayoritaria del sindicalismo y de la estructura peronista. En ese contexto, debemos tener en cuenta una serie de condiciones extra-verbales de posibilidad que lo hicieron posible.

En primer lugar, debemos mencionar el disciplinamiento social provocado por la violencia hiperinflacionaria de 1989 (Bonnet, 2008BONNET, A. La hegemonía menemista. Bs. As.: Prometeo, 2008.), que generó un consenso de fuga hacia adelante (Palermo; Novaro, 1996PALERMO, V.; NOVARO, M.Política y poder en el gobierno de Menem. Buenos Aires: Norma-FLACSO, 1996.). Este consenso se vio potenciado por las experiencias fallidas de los primeros meses de gobierno menemista. También la represión ilegal de la Dictadura había contribuido a disciplinar políticamente a la sociedad, y luego haría lo propio el desempleo y el subempleo (Basualdo, 2001BASUALDO, D. Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina. Bs. As.: FLACSO, 2001.).

Por otra parte, debemos referirnos a los cambios identitarios que ya se observaban a finales de los años '80 en los discursos de los actores políticos clave, quienes iban incorporando, paulatinamente, elementos típicamente neoliberales en lo económico y democrático-liberales en lo político, al tiempo que se extendían los discursos neoconservadores en lo social. En ese marco, el peronismo de 1989 no era el peronismo de 1945, con una creciente sedimentación del discurso liberal democrático, expresado en la crítica de sus principales referentes a las prácticas autoritarias y la moderación ideológica de los tradicionales discursos estatistas y mercado-internistas (Fair, 2013FAIR, H. La construcción y legitimación social de la hegemonía menemista. Política, discurso e ideología entre 1988 y 1995. Tesis (Doctorado en Ciencias Sociales) - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013. ). Además, desde el retorno del régimen democrático, el sindicalismo ya no constituía la columna vertebral del movimiento peronista, al punto tal que cada vez era mayor el proceso de institucionalización y autonomización de la estructura partidaria, en relación a la rama gremial (Levitsky, 1997LEVITSKY, S. Crisis, adaptación partidaria y estabilidad del régimen en la Argentina: el caso del peronismo, 1989-1995., Revista de Ciencias Sociales n. 6, p. 85-131, 1997.). También debemos tener en cuenta otros factores. Entre ellos, el indudable carisma presidencial, la tradición pragmática de la doctrina peronista y la militancia histórica de Menem dentro del partido-movimiento, elementos que condicionaron, junto a la coyuntura sociohistórica y política a nivel mundial, el éxito de su discursividad neoperonista (Novaro, 1994NOVARO, M. Pilotos de tormentas: crisis de representación y personalización de la política en Argentina. 1989-1993. Buenos. Aires: Letra Buena, 1994.). Finalmente, debemos destacar que, dentro de los sectores de tradición movimientista, en particular en los sindicatos industriales de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), se mantenía vigente una tradición arraigada de disciplinamiento a la figura del líder personalista (Martuccelli; Svampa, 1997MARTUCCELLI, D.; SVAMPA, M. La Plaza vacía. Buenos Aires: Losada, 1997.).

4 Las políticas públicas y el liderazgo menemista

Las condiciones de posibilidad no dejan de representar condicionamientos necesarios, pero no suficientes para la construcción de hegemonía. De hecho, no existe una relación lineal entre hiperinflación y neoliberalismo, por lo que la respuesta a la dislocación que produjo la crisis hiperinflacionaria, podría haber sido diferente. En ese marco, debemos considerar las políticas públicas implementadas, cruciales para hacer frente a uno de los principales problemas que debía enfrentar Menem tras su acceso al poder: ser creído por el establishment, que dudaba de sus promesas populistas, tanto como de su partido, de tradición distribucionista, y de la desvalorizada moneda nacional (Gerchunoff; Torre, 1996GERCHUNOFF, P.; TORRE, J. C. La política de liberalización económica en la administración de Menem., Desarrollo Económico v. 141, n. 36, p. 733-768, 1996.; Palermo y Novaro, 1996PALERMO, V.; NOVARO, M.Política y poder en el gobierno de Menem. Buenos Aires: Norma-FLACSO, 1996.). Se ha señalado, en ese sentido, el firme liderazgo político que mostraría Menem, haciéndose cargo de liderar la transformación radical del país mediante un estilo fuerte, de carácter neodecisionista (Baldioli; Leiras, 2012BALDIOLI, A. LEIRAS, S. Argentina en la década de la decisión política. El liderazgo neodecisionista de Carlos Saúl Menem. In: LEIRA,S. Estado de excepción y democracia en América Latina. Rosario: Homo Sapiens, 2012. p. 53-79. ).

Una vez asumido el poder, el Presidente no dudó en sobreactuar su conversión al neoliberalismo. En ese marco, en los meses de agosto y septiembre de 1989, sancionó las leyes de Reforma del Estado y de Emergencia Económica, sentando las bases institucionales para implementar las reformas neoliberales. Poco después, logró aprobar las privatizaciones de Aerolíneas Argentinas y la telefónica de ENTEL. No obstante, como señalamos, entre julio de 1989 y marzo de 1991, el liderazgo piloto de tormentas (Novaro, 1994NOVARO, M. Pilotos de tormentas: crisis de representación y personalización de la política en Argentina. 1989-1993. Buenos. Aires: Letra Buena, 1994.) no lograría calmar las aguas turbias de la crisis económica y el desborde social, debiendo sufrir dos nuevas recaídas hiperinflacionarias y masivas protestas sociales.

En este juego de ensayo y error (Canitrot, 1992CANITROT, A. La macroeconomía de la inestabilidad. Argentina en los '80. Boletín informativo Techint, n. 272, 1992.), había que extremar las medidas. Finalmente, la solución política la halló tras la llegada al Ministerio de Economía de Domingo Cavallo y la sanción parlamentaria de la Ley de Convertibilidad, el 1 de abril de 1991. Esta política pública terminó por convertirse en el elemento clave que condicionó el éxito de la discursividad menemista. Debemos tener en cuenta, en ese sentido, que el Gobierno tomó la decisión extrema de generar una estrategia de autoatamiento (Gerchunoff; Torre, 1996GERCHUNOFF, P.; TORRE, J. C. La política de liberalización económica en la administración de Menem., Desarrollo Económico v. 141, n. 36, p. 733-768, 1996.; Palermo; Novaro, 1996PALERMO, V.; NOVARO, M.Política y poder en el gobierno de Menem. Buenos Aires: Norma-FLACSO, 1996.). Para ello, implementó por ley una equivalencia de la moneda nacional (el Austral, luego convertido al Peso) con el dólar estadounidense. La nueva ley, además, fijó una serie de constreñimientos institucionales. Por un lado, impidió emitir moneda sin reservas en divisas por parte del Banco Central. Por el otro, impidió indexar contratos y alquileres, de modo tal de evitar la espiral inflacionaria. Poco después, en julio de 1991, el menemato incorporaría una nueva restricción, al establecer por decreto el aumento de salarios de acuerdo a los índices de productividad laboral de los trabajadores. Como consecuencia de estas restricciones, a lo que debemos sumar la prohibición por decreto de realizar paros sindicales sin la expresa autorización del Poder Ejecutivo, en octubre de 1990, las prácticas sociales de los actores políticos se vieron condicionadas, estrechándose su margen de acción.

En el marco del discurso de legitimación de Menem, la Ley de Convertibilidad contribuyó a modificar las prácticas sedimentadas y a recuperar la confianza en la moneda local. En ese marco, concluyeron las remarcaciones de precios y se alcanzó una estabilidad económica inédita. La propia estabilidad reforzó la confianza social, promoviendo el ingreso masivo de inversiones y el aumento exponencial del crédito y el consumo interno. Ello condujo a extender la estabilización en el tiempo, lo que, a su vez, reforzó dialécticamente la confianza (Fair, 2013FAIR, H. La construcción y legitimación social de la hegemonía menemista. Política, discurso e ideología entre 1988 y 1995. Tesis (Doctorado en Ciencias Sociales) - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013. ). Finalmente, la estabilización redujo el nivel de confrontación social con el modelo económico (Gómez, Zeller y Palacios, 1996), garantizando gobernabilidad política (Quiroga, 2005QUIROGA, H. Argentina, en emergencia permanente. Buenos Aires: Edhasa, 2005.). En ese contexto, el liderazgo de Menem logró el oxígeno que necesitaba para profundizar las reformas neoliberales pendientes. Por un lado, mantuvo la paridad cambiaria fija durante toda la década. Por el otro, profundizó las privatizaciones, las reformas en el mercado laboral, la apertura de la economía y la desregulación comercial y financiera, promoviendo amplios beneficios materiales a los grupos económicos locales y transnacionales, al tiempo que renegociaba y abonaba la deuda externa con el FMI, en moratoria de hecho desde 1988 (Abeles, 1999ABELES, M. El proceso de privatizaciones en la Argentina de los noventa: ¿reforma estructural o consolidación hegemónica? Época, v. 1, n. 1, p. 95-114, 1999.; Thwaites Rey, 2003; Castellani; Gaggero, 2011CASTELLANI, A.; GAGGERO, A. Estado y grupos económicos en la Argentina de los ´90. In: PUCCIARELLI, A. (Coord.). Los años de Menem. Bs. As.: Siglo XXI, 2011. p. 263-292. ). Se conformó, en ese marco, una comunidad de negocios, que llegó a su apogeo durante la etapa de oro del Plan, entre 1991 y 1994 (Basualdo, 2000BASUALDO, D. Concentración y centralización del capital en la Argentina durante la década de los noventa. Bs. As: UNQUI, 2000.).

Finalmente, debemos considerar que, a partir de 1991, la profundización de las reformas se vio acompañada por la incorporación de un juego político-discursivo-institucional de negociaciones entre el Gobierno y el sindicalismo, la estructura partidaria del justicialismo y los empresarios industriales, que otorgó compensaciones y atenuó la magnitud de las reformas neoliberales, a cambio de la aceptación general de las mismas y su aprobación parlamentaria (Viguera, 2000VIGUERA, A. La trama política de la apertura económica en la Argentina (1987-1996). Buenos Aires: Al margen, 2000.; Etchemendy, 2001ETCHEMENDY, S. Construir coaliciones reformistas: La política de las compensaciones en el camino argentino hacia la liberalización económica. Desarrollo Económico, v. 40, n. 160, p. 675-706, 2001.; Grassi, 2004GRASSI, E. Política y cultura en la sociedad neoliberal. Buenos Aires: Espacio, 2004.). Estas políticas públicas fueron reforzadas institucionalmente mediante el uso de decretos de necesidad y urgencia, cuando el menemismo no lograba el apoyo parlamentario a las reformas (Llanos, 1998LLANOS, M. El Presidente, el Congreso y la política de privatizaciones en la Argentina (1989-1997)., Desarrollo Económico v. 38, n. 151, p. 743-770, 1998.). Además, en abril de 1990, Menem había realizado una reforma en el número de integrantes de la Corte Suprema, que le garantizó una mayoría automática, convalidando legalmente los cambios estructurales.

5 Las interpelaciones de la discursividad menemista y el proceso de construcción y legitimación social de la hegemonía neoliberal

Desde la teoría del discurso de Laclau, no existe una realidad que pueda estructurarse por fuera del orden simbólico. En este trabajo, no obstante, partimos de la base que resulta posible diferenciar el plano verbal del plano extra-verbal del discurso. Sin embargo, ello no implica asumir una contraposición estricta entre los hechos y los discursos, sino distinguirlos de manera analítica, para luego examinar sus interacciones dialécticas. Además, sostenemos que determinados discursos son capaces de formular interpelaciones eficaces, transformando, potencialmente, las identidades y tradiciones parcialmente sedimentadas. En ese marco, aunque los aspectos vinculados a la memoria colectiva y las vivencias históricas y personales de lo que representó el peronismo de posguerra eran fundamentales para gran parte de los trabajadores y sectores populares (Martuccelli; Svampa, 1997MARTUCCELLI, D.; SVAMPA, M. La Plaza vacía. Buenos Aires: Losada, 1997.), Menem estaba aplicando políticas públicas que se situaban en la vereda de enfrente de la tradición peronista histórica. En ese sentido, se generaba una disonancia ideológica, lo que potenciaba la importancia crucial del trabajo de interpelación discursiva para persuadir a la sociedad e instarla a realizar el cambio cultural y político. A continuación, examinaremos algunos aspectos centrales de este arduo trabajo de interpelación ideológica de la discursividad menemista para legitimar socialmente las políticas públicas y los cambios institucionales, políticos, económicos y sociales, que iba implementando. Vincularemos, a su vez, estas interpelaciones con los aspectos extra-verbales, de modo tal de examinar la relación dialéctica entre ambos planos del análisis del discurso y aportar elementos para elucidar su eficacia performativa.

5.1 El discurso de legitimación y la eficacia interpelativa frente a los actores políticos de tradición neoliberal y anti-peronista

En el momento de asumir el poder, Menem debía enfrentarse a la desconfianza manifiesta de los núcleos del establishment, de tradición neoliberal y anti-peronista. En ese marco, hemos visto que no dudará en implementar las políticas de reforma y ajuste estructural, las mismas que eran reclamadas desde las principales corporaciones empresariales y promovidas por los organismos multilaterales de crédito y los países centrales. Desde el plano verbal del discurso, la principal estrategia de legitimación se concentraba en el recuento (selectivo) de los hechos realizados, que mostraban el cambio ideológico. A su vez, para reforzar la política de la confianza, Menem señalaba que los cambios efectuados eran irreversibles y que nada ni nadie lo haría modificar el rumbo tomado.

A partir de la sanción de la Ley de Convertibilidad, los actores de poder dejaron de remarcar los precios y de boicotear la moneda nacional y crecieron las muestras de apoyo al modelo económico y al Gobierno. En ese marco, Menem se referirá a las certezas, la previsibilidad y la seguridad jurídica, que garantizaba la paridad cambiaria fija, que permitían un principio de certidumbre y confianza para la toma de decisiones empresariales.

Ahora bien, sólo cuando los actores políticos percibieran una concordancia entre el decir, el hacer y el sentir subjetivo, el discurso verbal podía adquirir eficacia performativa5 4 Sobre las políticas económicas de este período, véanse Lozano y Feletti (1991) y Palermo y Novaro (1996). En cuanto a las protestas y movilizaciones sociales, véanse Gómez, Zéller y Palacios (1996) y Bonnet (2008). . Y precisamente, los hechos del discurso potenciaban al propio discurso verbal, en el momento en que, efectivamente, el Presidente había profundizado las reformas neoliberales, mantenido la estabilidad macroeconómica y renegociado con los acreedores (Plan Brady), respondiendo a las principales demandas privilegiadas del establishment local e internacional. La Convertibilidad, en ese sentido, no había hecho sino institucionalizar el giro ideológico. A medida que se iba profundizando la adopción del nuevo rumbo, la confianza empresarial se fortalecía y la brecha de credibilidad (Gerchunoff; Torre, 1996GERCHUNOFF, P.; TORRE, J. C. La política de liberalización económica en la administración de Menem., Desarrollo Económico v. 141, n. 36, p. 733-768, 1996.) con el Gobierno y con la moneda nacional se iba cerrando, lo que, a su vez, relegitimaba la tesis menemista de la perpetuación de la estabilidad (Fair, 2013FAIR, H. La construcción y legitimación social de la hegemonía menemista. Política, discurso e ideología entre 1988 y 1995. Tesis (Doctorado en Ciencias Sociales) - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013. ).

5.2 El discurso de legitimación y la eficacia interpelativa frente a los trabajadores y los actores políticos de tradición nacional popular

Si Menem se situaba como el más neoliberal frente a los sectores neoliberales, al mismo tiempo no abandonaba las interpelaciones a la discursividad nacional popular. Esta discursividad se caracterizaba, históricamente, por asumir una concepción mercadointernista, de nacionalismo anti-imperialista y movimientista-populista en lo social. En ese marco, el Presidente debía realizar un arduo trabajo de persuasión para convencer a estos sectores sobre la necesidad del cambio de mentalidad. Su principal estrategia discursiva consistía en recordar la crisis del Estado Benefactor, con un Estado ineficiente, corrupto, burocrático, deficitario, y acusado de promover la hiperinflación y el caos de 1989. A su vez, se refería a la extensión mundial del fenómeno de la globalización, articulándolo a la necesidad de implementar las políticas de transformación del Estado y limitar las movilizaciones sociales. Al mismo tiempo, enfatizaba que los cambios realizados eran irreversibles y que no había alternativas racionalmente posibles frente a la nueva realidad mundial, a la que había que adaptarse. Finalmente, prometía un futuro venturoso de estabilidad, crecimiento, modernización, progreso y paz social, derivado de la alianza con los Estados Unidos, la implementación de la reforma del Estado y la inserción e integración al orden internacional, un orden mundial pacífico y solidario, que sólo podía promover un avance progresivo de la sociedad. Si la Argentina seguía el camino de las reformas neoliberales, y si se insertaba acríticamente en la aldea global, lograría recuperar su protagonismo asignado por la Historia, retornando a su mítico destino de grandeza como país potencia (Fair, 2013FAIR, H. La construcción y legitimación social de la hegemonía menemista. Política, discurso e ideología entre 1988 y 1995. Tesis (Doctorado en Ciencias Sociales) - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013. ).

Estas interpelaciones reforzaron su eficacia a partir de la estabilización monetaria de 1991, que logró controlar la tasa de inflación y promovió una relativa expansión económica. En ese marco, Menem podía sumar a sus éxitos la estabilidad de los precios y los índices de crecimiento de la inversión, el Producto Bruto Interno (PBI) y el consumo. Desde el discurso de legitimación menemista, la estabilidad monetaria había concluido con el impuesto inflacionario, que afectaba a los trabajadores y sectores populares. Además, el país se había modernizado y se había insertado al orden internacional como uno de sus protagonistas, siendo reconocido por el mundo por su proceso de transformación y evolución. La estabilización, junto a los planes sociales focalizados, reenviaban, a su vez, a un capitalismo humanizado, mientras que los Programas de Propiedad Participada (PPP) otorgaban una participación a los trabajadores en el nuevo modelo, convirtiéndolos de proletarios en propietarios. En ese contexto, Menem afirmaba que se asistía a una economía popular de mercado, que favorecía a los trabajadores y sectores populares de tradición nacional popular, promoviendo la justicia social.

Ahora bien, estos cambios se estructuraban, y a su vez debían ser contrastados, con aspectos extra-verbales. En ese marco, debemos recordar la mejora relativa de la situación socioeconómica de los trabajadores a partir de 1991, sobre todo si se la compara (como lo hacía Menem) con los trágicos indicadores de 1989. Además, debemos tener en cuenta el disciplinamiento social promovido por la hiperinflación primero y el desempleo después, así como las transformaciones institucionales derivadas de la prohibición de realizar paros sindicales sin autorización del Poder Ejecutivo, las restricciones de la Ley de Convertibilidad y de la Ley de Empleo. Las propias políticas neoliberales, de hecho, habían fragmentado a los trabajadores y reducido su poder organizativo y político (Fernández, 1995; Bonnet, 2008BONNET, A. La hegemonía menemista. Bs. As.: Prometeo, 2008.). Sin embargo, lo más relevante es que el discurso de Menem se materializaba y objetivaba en las prácticas cotidianas de los sujetos, quienes podían palpar de forma material las transformaciones señaladas por el discurso de sentido común de Menem. En efecto, por un lado, se había concluido con el impuesto inflacionario, alcanzando una inédita estabilidad económica y social. Por el otro, a partir de las políticas de apertura comercial y sobrevaluación cambiaria, el país se había modernizado a nivel tecnológico y se había producido un boom de consumo popular y una potenciación del acceso al crédito familiar. Finalmente, la Argentina se había insertado en la comunidad internacional de una forma radical, aliándose políticamente con los Estados Unidos, enviando tropas a las Misiones de Paz de la Organización de las Naciones unidas (ONU) y registrando indicadores de crecimiento similares a las potencias mundiales. Así, el discurso de Menem adquiría eficacia performativa en el recuento de los datos macroeconómicos y en las prácticas sociales de la vida cotidiana de los trabajadores, incluyendo, para los sectores populares, el acceso a nuevas formas de vida que los asemejaban a pautas culturales típicas de los estratos más acomodados de la sociedad. Finalmente, el discurso de Menem no dejaba de incluir aspectos interpelativos tendientes al disciplinamiento de los sectores rebeldes, recordando una y otra vez el fracaso histórico y fáctico de los modelos de economía cerrada y aislada, la ausencia de alternativas políticas y la necesidad de dejar de lado los ideologismos y los intereses políticos, para adaptarse y modernizarse a los nuevos tiempos de globalización (neo)liberal (Fair, 2013FAIR, H. La construcción y legitimación social de la hegemonía menemista. Política, discurso e ideología entre 1988 y 1995. Tesis (Doctorado en Ciencias Sociales) - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013. ).

5.3 El discurso de legitimación y la eficacia interpelativa frente a los sectores de tradición peronista

En el marco de la interpelaciones del Presidente a los sectores populares y de tradición nacional popular, debemos recordar que una porción importante de ellos se posicionaban dentro de una identidad peronista, que contaba con un cuerpo doctrinario específico y una pluralidad de vivencias y representaciones colectivas vinculadas, en particular, a lo que fue el primer gobierno de Juan Perón (1946-1952). Menem, además, se situaba institucionalmente dentro de la estructura del Partido Justicialista (PJ) y debía reforzar los vínculos con el sindicalismo, gran parte de los cuales asumían una identidad peronista, ligada a las políticas incluyentes del Estado Benefactor y a su tradicional discursividad nacional popular.

Para construir hegemonía en estos sectores políticos y sociales, el Presidente debía realizar una ardua tarea interpelativa. En ese marco, no dejaría nunca de posicionarse dentro de la tradición peronista. Sin embargo, emplearía una serie de estrategias discursivas tendientes a legitimar políticamente el giro hacia el neoliberalismo, una tradición antagónica a la peronista histórica. En primer lugar, destacaría la necesidad de adaptar y aggiornar al peronismo a los nuevos tiempos. Ello no implicaba abandonar la doctrina, sino actualizarla, siguiendo un proceso de actualización que ya había iniciado Perón durante su segunda presidencia, al aceptar el ingreso de inversiones externas. En segundo lugar, emplearía un hábil discurso de mixtura neoliberal-peronista, en el que las reformas de mercado y la inserción al orden internacional, se vinculaban a la tradición peronista, fomentando la unidad continental con los países de América Latina. Este objetivo de unidad luego se ampliaba a la búsqueda de una universalidad planetaria, extendiendo el discurso de la comunidad organizada al orden mundial. Finalmente, la adopción de un discurso organicista y conservador, a favor de la unidad y la pacificación nacional, le permitía al Presidente legitimar las inéditas alianzas políticas con los sectores neoliberales, enemigos históricos del peronismo.

Con la estabilización monetaria de 1991, el discurso menemista articularía la estabilidad a la tradición peronista más reformista. Desde sus interpelaciones, la estabilidad, al igual que los planes focalizados que comenzaron a implementarse a partir de 1992, garantizaban el principio básico de la justicia social, al concluir con el impuesto inflacionario y al reducir los índices de pobreza. Ello, a su vez, incrementaba los salarios de los trabajadores y generaba mayores índices de trabajo y producción, elementos clave del modelo económico del peronismo histórico. La eficacia, no obstante, se hallaba en la dialéctica entre el plano verbal y los condicionamientos extra-verbales del discurso. Así, haciendo uso de la tradición híper-pragmática y verticalista del peronismo, del contexto de crisis de la matriz estadocéntrica y de la extensión del proceso de democratización institucional del peronismo, que había comenzado en 1983, el Presidente instaba a los sectores peronistas a aggiornarse a los nuevos tiempos de democracia liberal, globalización y transformación neoliberal del Estado. Los datos macroeconómicos positivos, materializados en las prácticas cotidianas, reforzaban el éxito performativo del discurso menemista. Finalmente, Menem apelaba a la coyuntura mundial y a latiguillos típicos de la tradición peronista, para deslegitimar a sus adversarios (la única verdad es la realidad, mejor que decir es hacer), de modo tal que los opositores sólo podían ser seres irracionales, ideologizados o nostálgicos, que se habían quedado en el año '45, en lugar de adaptarse a los nuevos tiempos. Estos sectores eran interpelados por el discurso presidencial para que tomaran consciencia de la necesidad de realizar el cambio de mentalidad hacia las ideas neoliberales, encadenando las reformas con un discurso evolucionista y pacifista en el orden internacional y un discurso liberal en lo político, de matriz neoconservadora en lo social. Esta discursividad se reforzaba, junto con los cambios institucionales y los constreñimientos económicos, en la insistencia de que no había alternativas posibles, que no se daría un paso atrás en el nuevo modelo y en la promesa de una participación efectiva en sus beneficios, para aquellos sectores políticos que se animaran a realizar la transformación cultural (Fair, 2013FAIR, H. La construcción y legitimación social de la hegemonía menemista. Política, discurso e ideología entre 1988 y 1995. Tesis (Doctorado en Ciencias Sociales) - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013. ).

A modo de conclusión

Examinamos en este trabajo los ejes centrales del proceso de construcción y legitimación social de la hegemonía menemista, una de las experiencias más radicalizadas de implementación del orden neoliberal en todo el planeta. Específicamente, nos concentramos en el análisis de la discursividad de su principal exponente, Carlos Menem, durante su primer período de gobierno. Tomando como base las contribuciones de la teoría del discurso de Laclau, incorporamos una propuesta original, que analizó las interpelaciones del discurso presidencial, aunque efectuando una distinción entre el plano verbal (discurso en sentido estricto) y el plano extra-verbal (discurso en sentido amplio). Esta diferenciación analítica, que no reniega de la sobredeterminación simbólica de lo social, nos permitió examinar la relación dialéctica entre el plano verbal y los constreñimientos extra-lingüísticos del discurso. Asumimos que entre estos planos se establece un proceso de interacción compleja y mutua interpenetración, vital para elucidar el grado de eficacia interpelativa del discurso y, por lo tanto, el éxito y los límites de los procesos hegemónicos. En ese marco, destacamos que el discurso de Menem, en un sentido estricto, sólo podía obtener eficacia performativa bajo una serie de constreñimientos históricos, económicos, sociales, institucionales, físicos e identitarios. A su vez, vinculamos estos factores estructurales con las políticas públicas y las prácticas políticas e institucionales del menemismo, en interacción con los modos de vida y las prácticas sociales cotidianas de los sujetos interpelados. Al atribuirse una concordancia entre el decir, el hacer y el sentir, las interpelaciones discursivas de Menem obtuvieron una relativa eficacia performativa para transformar las identidades parcialmente sedimentadas y construir un nuevo sentido común en torno a los valores neoliberales. A partir de la inédita estabilización monetaria de 1991, los constreñimientos estructurales y los nuevos modos de vida consolidaron, al mismo tiempo, la efectividad de las propias interpelaciones discursivas del Presidente, legitimándolo políticamente frente a la sociedad. A su vez, le permitieron deslegitimar a los adversarios, que sólo podían ser seres irracionales que no lograban comprender la realidad, nostálgicos de un pasado ya superado por la historia, o sectores con intereses meramente políticos y anteojeras ideológicas. Estos sectores representaban a aquellos residuos del pasado, que todavía no habían realizado el necesario cambio de mentalidad, para adaptarse a la realidad y a los nuevos tiempos de democracia liberal, transformación del Estado e integración a la aldea global.

Durante diez largos años, la hegemonía neoliberal se mantuvo vigente en la Argentina, al compás de una estabilidad económica efectiva, que ya se había incorporado como un dato objetivo de la estructura. En ese marco, la confiscación de los depósitos financieros (corralito) y la sorpresiva devaluación del peso, en los trágicos días de finales del 2001 y comienzos del 2002, producirían una conmoción ideológica. La fantasía imaginaria que estructuró el orden social, aquella de equivaler 1 a 1 con la superpotencia mundial, se desvanecía por los aires. Como un síntoma social del derrumbe de la hegemonía neoliberal, luego de diluirse la polvareda, comenzaría a percibirse la emergencia de un nuevo y reformulado discurso nacional popular. Así, con la asunción presidencial de Néstor Kirchner, en mayo de 2003, se proyectaría al centro de la escena pública una novedosa discursividad posneoliberal. En los diez años subsiguientes, el kirchnerismo lideraría, desde el propio peronismo, una nueva interpelación ideológica, recuperando una serie de palabras, tópicos y políticas públicas, que el menemismo había logrado reprimir del orden del discurso, convirtiéndolas en tabú. Aunque la discursividad emergente se ha ido sedimentando, el kirchnerismo no ha logrado edificar una formación hegemónica alternativa y estable. Tal vez hubiera que preguntarse, en ese sentido, si resulta políticamente posible construir, y mantener en el tiempo, una hegemonía antagónica a los valores neoliberales. Es una pregunta de la que no tenemos respuesta, pero la experiencia argentina demuestra las evidentes dificultades que ha tenido el peronismo de posguerra, el kirchnerismo, e incluso el alfonsinismo, cuando se propuso enfrentarse al poder político y económico de las corporaciones.

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  • 1
    El presente trabajo sintetiza algunos resultados de mi investigación de Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, marzo de 2013, dirigida por el Dr. Javier Balsa. La misma fue financiada íntegramente con una Beca Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
  • 2
    Para una observación inicial de este problema, véase De Ípola (2001).
  • 3
    Desde la perspectiva posfundacional de Laclau, lo social no se encuentra determinado a priori por elementos como el modo de producción o la estructura de relaciones sociales, lo que no implica desconocer su papel central en la dinámica de funcionamiento del sistema capitalista (véase al respecto Laclau, 1993).
  • 4
    El corpus abarcó más de dos millares de discursos, además de los discursos oficiales de Menem (Fair, 2013, anexo III).
  • 4
    Sobre las políticas económicas de este período, véanse Lozano y Feletti (1991) y Palermo y Novaro (1996). En cuanto a las protestas y movilizaciones sociales, véanse Gómez, Zéller y Palacios (1996) y Bonnet (2008).
  • 6
    Ello no implica reducir las creencias sociales a factores puramente racionales, sino destacar la importancia de esta dimensión cognitiva, enfatizada desde la psicología social.
  • 7
    El presente trabajo sintetiza algunos resultados de mi investigación de Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, marzo de 2013, dirigida por el Dr. Javier Balsa. La misma fue financiada íntegramente con una Beca Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    Dic 2014

Histórico

  • Recibido
    18 Feb 2014
  • Acepto
    08 Jul 2014
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