Sección: Artículos
Publicado: 2017-07-01

El diálogo mediador del desarrollo de los saberes

The mediator dialogue of the development of knowledge

  • John Freddy Zuluaga Duque Universidad del Atlántico. Facultad de Ciencias Humanas. Programa de Sociología
Palabras clave: (en) Dialogical scenarios; knowledge; development; social reality.
Palabras clave: (es) Escenarios dialógicos; saber; desarrollo; realidad social.

Existen múltiples escenarios de diálogo en los cuales las personas comparten sus experiencias y saberes. Este mutuo compartir del “mundo de la vida” de quienes dialogan, abre la posibilidad de producir nuevos conocimientos y de democratizar los saberes ya existentes. Estos escenarios de diálogo pese a ser marginados por las comunidades académicas y especialmente las comunidades científicas, posibilitan la creación y continuidad de círculos virtuosos de generación y apropiación de conocimientos. Así pues, es fundamental analizar la relación lógica existente entre el diálogo y el desarrollo del conocimiento. Por otro lado, se estudia la forma en que los escenarios dialógicos marginales, posibilitan el intercambio de creencias, valores y juicios, a la vez que mejoran la riqueza cultural de los distintos colectivos.

 

 

There are various scenarios of dialogue in which people share their experiences and wisdom. This mutual sharing of the "world of life" of those who dialogue opens the possibility of producing new knowledge and democratizing existing knowledge. These dialogue scenarios, although marginalized by academic communities and especially by scientific communities, enable the creation and continuation of virtuous circles of generation and appropriation of knowledge. In consequence, it is fundamental to analyze the logical relationship between dialogue and the development of knowledge. On the other hand, it is studied the way in which marginal dialogic scenarios make possible the exchange of beliefs, values and judgments, while improving the cultural richness of the different collectives.

Referencias

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Cómo citar
Duque, J. F. Z. (2017). El diálogo mediador del desarrollo de los saberes. Collectivus, Revista de Ciencias Sociales, 4(2), 11-35. https://doi.org/10.15648/Coll.2.2017.2

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Recibido: 08/04/2017

Aprobado versión definitiva: 05/06/2017


el diálogo mediador del desarrollo de los saberes1

JOHN FREDY ZULUAGA DUQUE2



RESUMEN

Existen múltiples escenarios de diálogo en los cuales las personas comparten sus experiencias y saberes. Este mutuo compartir del “mundo de la vida” de quienes dialogan, abre la posibilidad de producir nuevos conocimientos y de democratizar los saberes ya existentes. Estos escenarios de diálogo pese a ser marginados por las comunidades académicas y especialmente las comunidades científicas, posibilitan la creación y continuidad de círculos virtuosos de generación y apropiación de conocimientos. Así pues, es fundamental analizar la relación lógica existente entre el diálogo y el desarrollo del conocimiento. Por otro lado, se estudia la forma en que los escenarios dialógicos marginales, posibilitan el intercambio de creencias, valores y juicios, a la vez que mejoran la riqueza cultural de los distintos colectivos.

Palabras clave: escenarios dialógicos, saber, desarrollo, realidad social.

THE MEDIATOR DIALOGUE OF THE DEVELOPMENT OF KNOWLEDGE


ABSTRACT

There are various scenarios of dialogue in which people share their experiences and wisdom. This mutual sharing of the "world of life" of those who dialogue opens the possibility of producing new knowledge and democratizing existing knowledge. These dialogue scenarios, although marginalized by academic communities and especially by scientific communities, enable the creation and continuation of virtuous circles of generation and appropriation of knowledge. In consequence, it is fundamental to analyze the logical relationship between dialogue and the development of knowledge. On the other hand, it is studied the way in which marginal dialogic scenarios make possible the exchange of beliefs, values and judgments, while improving the cultural richness of the different collectives.

Keywords: dialogical scenarios, knowledge, development, social reality.


1. Introducción

En la actualidad, el estatus cognitivo de una disciplina de conocimiento está definido, principalmente por su poder de explicación, predicción y transformación de los fenómenos. Este último es valorado hoy como el factor más determinante. Por ello, no es una sorpresa hallar estructuras piramidales donde las disciplinas tecnológicas, por sus metodologías más precisas, sus eficaces métodos de corroboración y su alto grado de aplicación, ocupan la cúspide de las actividades humanas (ingeniería física, ingeniería química, biotecnología, entre otras). Les siguen las ciencias formales y las naturales (lógica, matemática, física, química, biología). En la mitad de la pirámide se ubican las ciencias humanas que imitan los rigurosos métodos de las ciencias ya resaltadas (economía, antropología física, etcétera). Con algo de suerte, otras disciplinas, como la sociología, la historia, la lingüística y la psicología ocuparán también un lugar. En la parte baja de la pirámide se encuentran las disciplinas que no persiguen como ideal la explicación, la predicción y la transformación de la materia, sino que buscan algo más etéreo, dar sentido a la existencia. Aquí se hallan las humanidades, las artes, las religiones, las metafísicas. Y finalmente, después de todas estas disciplinas, se halla el sentido común, la opinión, esto es, la “doxa3”.

Esta concepción piramidal del conocimiento obstaculiza la “dignidad humana”, pues coarta la libertad de los hombres, frena el desarrollo del conocimiento en su conjunto y empobrece la riqueza cultural humana, ya que nos presenta una visión sesgada de la realidad y nos quita un precioso tesoro de la vida humana: la creatividad y la imaginación. Esta visión piramidal del conocimiento produce detrimento de las sociedades abiertas y libres, y en consecuencia limita el desarrollo humano y social. Una visión más integral de la humanidad debería utilizar otro criterio para valorar y entender los conocimientos y los saberes. El criterio ético exige valorar los saberes que propenden al fortalecimiento de la dignidad humana y al beneficio que aporta cada saber a la auto-realización personal. El criterio epistemológico valora los conocimientos y los saberes que aumentan las creencias verosímiles, funcionales y útiles sobre el universo y el hombre. En cuanto a la estructura, es preferible una figura espiral, de modo que no haya un conocimiento en la cima sino que permita pensar la continua retroalimentación de saberes. La ciencia podrá contribuir a la filosofía dentro de sus límites y viceversa, así como el arte podrá aportar a la religión y esta a aquella. Del mismo modo, con un nuevo criterio y una nueva estructura se busca legitimar muchos saberes valiosos para el bienestar humano que provienen del sentido común o de la doxa, los cuales hoy son simplemente marginados. ¿Cuánto aprende un ser humano en toda su existencia, independientemente de su formación, por el solo hecho de vivir? ¿Qué porción de ese cúmulo de saberes se reconoce como válida? ¿Cuánto han aprendido de su existencia las tradiciones indígenas? ¿Cuánto se les toma en cuenta? ¿Cuánto han aprendido las tradiciones orientales de la vida? Y ¿qué tanto se les valora en occidente?

Si se desean sociedades abiertas y libres, en las cuales el saber oriente el desarrollo, se debe aprender a valorar todos los saberes. La representación de un conocimiento en la cúspide y otros en la base legitima silenciosamente la tiranía y el dogmatismo; se debe valorar, por el contrario, la democracia, la crítica y el pluralismo. Si se quiere sociedades más justas y desarrolladas, y se piensa que deben fundarse en los saberes múltiples que la humanidad ha aprendido a lo largo de la existencia, se está en la obligación de reconocer la gran riqueza de la diversidad de lo humano y de sus representaciones sobre la realidad.

No existe “reina de los saberes” en la sociedad del saber. Todos los saberes son igualmente valiosos, todos los saberes, en palabras del gran filósofo medieval san Buenaventura, llevan igualmente a la verdad; pero conseguir que sean caminos a la verdad, caminos al saber, tiene que ser responsabilidad de los hombres y mujeres de los saberes. (Drucker, 1998, p. 216)


Si la meta es valorar todos los saberes, incluyendo la doxa legítima4, se debe preferir una representación estructural en espiral. Con relación a las tecnologías y las ciencias, debemos asumir una posición crítica. Podemos reconocer que las aplicaciones tecnológicas y las teorías científicas han transformado enormemente nuestra realidad gracias a su poder explicativo y predictivo de la composición y de las leyes que rigen la materia. En efecto, los saberes tecnológicos y científicos, según su uso, hacen oscilar a la humanidad entre la perpetuación de la muerte (v.gr: carrera armamentista) y la prolongación de la vida (v.gr: nanotecnología aplicada a la medicina). Si bien es natural que reconozcamos en las tecnologías y en las ciencias un gran poder, sería un desatino desembocar en un cientificismo acrítico. Reconocer que los conocimientos tecnológicos y científicos son fundamentales para el desarrollo de la humanidad, siempre que se usen con responsabilidad, no implica que tengamos que marginar otros saberes. En lugar de marginar los saberes distintos a los científicos y tecnológicos, se deben estimular; ello es posible a través de la promoción de los escenarios de dialogo.

Esta investigación cualitativa se enmarcó dentro de los límites de la teoría fundamentada. El racionalismo crítico de Popper y Feyerabend, y la hermenéutica de Gadamer representaron los antecedentes teóricos más relevantes de esta indagación. Las categorías de análisis elegidas fueron el diálogo, el saber, la ciencia y la realidad social. La teoría propuesta se fundamentó desde la tradición de la teoría de la argumentación y la lógica informal.


2. El diálogo estimula el crecimiento de la doxa legítima

Hablar de forma exacta y precisa sobre el universo, implica referirse a trozos de la realidad que se dejan medir y controlar. Hablar científicamente de la realidad es, sin duda, hablar menos de la totalidad. La antropología física, por ejemplo, es más precisa y exacta que la antropología cultural, pues la primera enuncia juicios precisos acerca de hombres particulares según su morfología, anatomía, relación con el ambiente […], mientras que la segunda, habla más de la realidad humana en su conjunto, pero de forma menos precisa, porque hace enunciados que escapan a la medición exacta: describe al hombre según sus usos, costumbres y tradiciones. Por su parte, la antropología filosófica dice aún más del hombre que la antropología física y cultural, pues intenta hallar lo universal en cada humano, pero pierde tanto en precisión que sus teorías escapan a la prueba, aunque resultan ampliamente significativas. “Los métodos de la ciencia natural no captan todo lo que vale la pena saber, ni siquiera lo que más vale la pena: los últimos fines, que deben orientar todo dominio de los recursos de la naturaleza y del hombre” (Gadamer, H.G., 1992, p. 43). Las religiones, las artes, las opiniones de las personas en sus conversaciones que tienen lugar en los cafés, en el transporte público, en las tertulias…, también dan cuenta de lo humano, del sentido de la vida, de las distintas formas de hacer un mejor mundo posible.

En una sociedad en la cual la división de los conocimientos y saberes se representa de forma piramidal, quienes ocupen la cúspide hoy (las tecnologías y las ciencias), serán los expertos, los dirigentes; quienes estén en el medio, serán los sirvientes (ciencias blandas, humanidades); quienes ocupen la base, los esclavos (las religiones, las metafísicas, la doxa); una sociedad así es tiránica. “¿Cuál sería nuestra posición en la vida y cómo nos manejaríamos en ella si todo lo decidiera el experto o si el tecnócrata pudiera disponerlo todo? Nuestras decisiones éticas y políticas ¿no deben ser las nuestras?” (Gadamer, H.G., 1992, p. 314). Si preferimos sociedades abiertas y libres, nuestra mejor opción será utilizar una estructura que permita representar la estructura de los conocimientos y los saberes sin una jerarquía rígida. En una estructura en espiral los saberes y los conocimientos se intercambian y se valoran por su repercusión sobre lo humano o, en términos antiguos podríamos decir, por su grado de “verdad, belleza y bondad”, con minúscula. Por supuesto, verdad no entendida como certeza sino como utilidad, no en sentido correspondentista, sino en sentido pragmático. Los seres humanos valoramos la verdad por ser esta útil para la supervivencia. “Muy pocas personas, quizás ninguna, elegirían vivir su vida en base a una mentira” (Bauman, ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, 2014, p. 104).

Feyerabend en “la ciencia en una sociedad libre”, con su estilo radical, criticó la supremacía que se ha conferido a la ciencia y afirmó que la ciencia representa una tradición más, como cualquier otra, y que en una democracia cualquier tradición debe poseer el derecho de acceder al poder y también debe ser reemplazada si no funciona, de modo que ninguna tradición se torne en tiranía. En una democracia, el ciudadano común y corriente debe poder decidir sobre las aplicaciones del conocimiento, todas las discusiones en torno a los conocimientos deben ser abiertas. Los intelectuales no mandan, son una tradición más. Incluso el hombre de a pie puede pensar por sí mismo y tiene derecho a conocer y a discutir: él también paga impuestos.

¿No constituye la actual separación entre expertos y vulgo una de las razones del tan deplorado desequilibrio social y psicológico?” (Feyerabend, 2008, p. 70). Cualquier hombre común puede supervisar la ciencia, así como también examinar la producción y distribución de cualquier otro tipo de saber. Asimismo, cualquier persona puede supervisar la educación, en virtud de la cual se transmiten muchos saberes. La educación de hoy es para “siervos y estreñidos mentales”, denuncia Feyerabend. El hombre común, aunque tiene las mismas neuronas que el especialista, millones de experiencias y una inteligencia global o sentido común con el que se mueve en la realidad, es menospreciado por su saber. ¿Este menosprecio por los saberes de la gran mayoría de seres humanos, no reduce las posibilidades de crear sociedades libres y abiertas? ¿No genera un estancamiento del desarrollo humano y social? Es un imperativo ético respetar a cada ser humano en su dignidad, y uno epistemológico paralelo, respetar a cada ser humano por su saber.

Si pensamos como Gadamer, quien afirma que la ciencia no es “sacrosanta”, y avanzamos hacia la recuperación de los saberes incrustados en el “mundo de la vida5” de cada ser humano como un saber relevante, podremos, sin duda, crear sociedades más libres, abiertas y desarrolladas. Sin lugar a dudas, el saber científico y tecnológico, éticamente aplicado, es una joya como los saberes nacidos de otras tradiciones, y la doxa en sentido legítimo. Las ciencias se valoran demasiado por su objetividad6; sin embargo, debemos resaltar la importancia de otros saberes que son fundamentalmente intersubjetivos. Así como la ciencia se legitima en gran parte, por su rigurosa metodología7, la intersubjetividad se legitima por su método basado en el diálogo crítico. En adelante se propondrá el diálogo crítico como un camino propicio para generar saber tipo doxa y democratizarlo.



2.1. El diálogo crítico enriquece los saberes

Todas las experiencias emocionales, intelectuales, así como los acontecimientos que les suceden a los seres humanos en situaciones concretas de su vida, representan el “mundo de la vida”, de allí parte el ser humano para dar sentido a su existencia. En el “mundo de la vida”, en su cotidianidad, está tejida la historia personal de cada sujeto. Estos saberes revestidos de subjetividad son desdeñados por las tradiciones elitistas, filosóficas, científicas y tecnológicas.

Cada persona nace situado en una realidad de significados y va construyendo la subjetividad a partir de la correlación hombre-mundo. Cada persona aprende un lenguaje, una cultura, una forma de vivir en sociedad previamente establecida. En el mundo de la vida la persona explora su subjetividad y da sentido a lo que vive. Hoyos (1986), recuerda como Habermas aproximándose a la categoría “mundo de la vida” introducida por Husserl, la señala como una “estructura de horizonte universal”. Toda persona está anclada al mundo de la vida, el hombre de ciencia, el hombre común, el hombre técnico; cada uno da sentido a su experiencia a partir de un horizonte de sentido predefinido… “el mundo de la vida es fundamento de sentido, no sólo para la esfera del conocimiento, sino para las de la voluntad y el sentimiento” (Hoyos, 1986, p. 77).

La realidad que interesa a la ciencia se piensa que reside en la objetividad (Perelman & Olbrechts-Tyteca, 2006, p. 31). Aquí se propone la posibilidad de legitimar los saberes que nacen de la puesta en común del mundo de la vida de las personas que dialogan, estos saberes reposan en la intersubjetividad. A través de la conversación entre personas se intercambian emociones, pensamientos y acontecimientos, y de ese intercambio emergen distintos saberes. Para ilustrar lo anterior, sea el siguiente ejemplo: Cuando las ciencias abordan el problema del amor, en el caso de las neurociencias, se interesan por lo que pueden medir con un instrumento como el electroencefalógrafo; con él miden la actividad cerebral de una persona enamorada. Aquí la objetividad consiste en describir el fenómeno del amor tal como aparece en su materialidad. En el caso del “mundo de la vida”, el problema del amor escapa a la medida, de modo que si se pregunta cuánto se ama a Gandhi y a sus congéneres, no se dispone de una respuesta verificable, pues su vivencia personal era íntima e incuantificable. Ahora bien, en los relatos y en las conversaciones de Gandhi con otros líderes se puso en común su “mundo de la vida”, se comunicó la vivencia y el sentido de su acción a favor de los seres humanos, y en esa intersubjetividad, nacieron otros saberes tan importantes como las tecnologías y las ciencias.

Una vez que Gandhi empezó a dialogar con otros interlocutores, se abrió paso a un diálogo crítico. En el ejercicio de esta conversación argumentativa, los dialogantes defienden sus posturas y según la fuerza de las razones y las creencias en juego, serán legitimadas o deslegitimadas. El diálogo crítico es un método que utiliza el mecanismo de la disputa crítica para refrendar los saberes; los adversarios, haciendo uso de la retórica, la teoría de la argumentación, la lógica informal, otras creencias y tradiciones, pueden justificar o refutar las creencias que están en juego en la conversación. “La conversación posee una fuerza transformadora. Cuando una conversación se logra, nos queda algo, y algo queda en nosotros que nos transforma” (Gadamer, H.G., 1992, p. 207). El saber sobre el amor de Gandhi hacia la humanidad no es científico, no obstante es relevante, es un saber tipo doxa que pasa la prueba de la disputa crítica y se erige como provechoso para los seres humanos.

Gadamer nos cuenta cómo Platón, decidió recrear el universo y las vivencias humanas a partir del diálogo. Temas que dan significado a la existencia como, el sufrimiento, el goce, la muerte, no pueden ser capturados en su riqueza por el discurso lógico, ni expresados en enunciados verificables, sino que únicamente pueden ser atrapados en la red tejida por la retórica y expresados por medio de un lenguaje vivo. El ideal de verificabilidad en las ciencias es importante pero se las ciencias del espíritu y otros saberes permiten captar otras realidades que valen la pena para el ser humano. Gadamer concluye: “no puede haber un enunciado del todo verdadero” en sentido de certeza. El diálogo se da inicialmente en una “experiencia vital” de comunicación entre “un yo” y “un tú”, pero también se da entre distintas tradiciones. El primer paso para emprender el diálogo es abrirse y escuchar a la otra tradición e implica dos actos éticos: ser tolerante con el otro y responsable de las consecuencias de lo que se comunica. El segundo, consiste en poner en común el “mundo de la vida” de la persona o de la tradición. Esto implica aceptar una exigencia epistemológica que trasciende los planos lógico y empírico y ponerla a prueba por la disputa crítica. El tercer paso reconoce que el saber adquirido queda abierto a nuevos intentos de diálogo crítico.

A través de todas sus vivencias, el hombre de carne y hueso capta con una conciencia espontánea los sentidos que posee la realidad, gracias al diálogo, al encuentro con las intencionalidades de los hombres del pasado y con sus mundos vitales, o bien, gracias a su propio diálogo mediante el cual enriquece los sentidos predados con uno nuevo. (Herrera, 2010, p. 262)



2.2. Crecimiento de la doxa legítima a través del diálogo

Para Popper, el conocimiento se desarrolla por medio de la crítica de las teorías. Las que poseen mayor contenido de verdad y poder explicativo son retenidas y las más débiles son olvidadas. La lógica popperiana es simple y elegante, empieza con un problema (P1), continúa con una serie de teorías tentativas que dan respuesta a la dificultad (TT), y por medio del ensayo y del error (EE) se pone a prueba la teoría, de allí nacen nuevos problemas (P2). Resumiendo: el desarrollo del conocimiento sigue la siguiente lógica (P1TTEE P2).

La doxa legítima es un tipo de saber especial que, aunque sigue la lógica anterior, necesita un complemento. Las teorías científicas y la doxa legítima se desarrollan en un ámbito intersubjetivo, de allí que su marco lógico implique en cualquier caso la interpretación de los acontecimientos. Ella está mediada por la interpretación de la experiencia en el caso de la ciencia y por la interpretación de la confiabilidad en el caso del mundo de la vida. La doxa legítima se desarrolla siguiendo la siguiente lógica: se parte de una comprensión anticipadora (CA) de sentido de lo que se desea saber, se continúa con el problema (P1), se crean teorías tentativas (TT) y se prosigue con un ejercicio de justificación y/o revisión (JR) propio de la disputa crítica8. Se finaliza con una interpretación renovada (IR). Para resumir, el desarrollo de la doxa recorre el siguiente sendero lógico: (CA→ P1→TT→JR→IR).

Gadamer, recuerda que los grandes maestros del diálogo (Confucio, Guatama, Jesús y Sócrates) iniciaban la conversación con sus prójimos por medio de la “espontaneidad viva de la pregunta y la respuesta”, de esta manera nacía un intercambio entre los mundos de la vida de cada interlocutor y se construía así nuevo saber. Estos grandes maestros de la conversación concedían valor a la autocrítica para no imponer un resultado, generar un acuerdo y respetar el derecho a la réplica.

Este modelo lógico se ilustra a continuación con un ejemplo imaginario. Paris, luego de intentar superar por medios psiquiátricos la depresión que le produjo el divorcio de su esposa Helena, decide, por recomendación de su cuñado Héctor, hacer uso de un método no científico, la logoterapia. Héctor explica a Paris que, a grandes rasgos, la logoterapia consiste en sanar las heridas psicológicas del paciente a partir del diálogo, haciendo uso de los saberes filosóficos. Una vez que Héctor se encuentra con su logo-terapeuta Lou Marinoff, ocurre un diálogo profundo entre ambos. Ambos tienen una comprensión anticipada de sentido (CA) sobre el problema de la depresión, Héctor posee su vivencia y su emoción y las expresa, Marinoff, para comprender, parte de su mundo de la vida y de la vivencia que Héctor ha puesto en común y se propone como problema (P) reducir la depresión de Héctor. Para ello, le propone a su paciente algunos ejercicios tendientes a restaurar su amor propio y a fortalecer su capacidad de afrontar los cambios, esta es su teoría tentativa (TT). Héctor pone a prueba las recomendaciones de Marinoff, algunos ejercicios funcionan y otros no. En un segundo encuentro, usa su derecho a la réplica, critica algunos ejercicios propuestos por Marinoff y le encomia otros. Este proceso de justificación y revisión crítica (JR) permite a ambos generar una interpretación renovada (IR) sobre el fenómeno de la depresión. Esta experiencia intersubjetiva de vivencias y saberes hace que la doxa se desarrolle y se continúe aplicando a otros problemas. Habrá a quienes, por distintos motivos, la logoterapia no les funcione, y habrá otros a quienes les resulte más provechoso el diálogo terapéutico que la ingestión de Prozac. De cualquier modo, es importante que las sociedades puedan contar con una pluralidad de saberes a la hora de resolver problemas9, si no funcionan la psiquiatría, ni la psicología, ni la filosofía para tratar la depresión, puede que les resulte funcional apropiarse de saberes de otras tradiciones, como las religiones, las humanidades, las artes, las artesanías, entre otras. La pluralidad de teorías e ideas siempre representa una riqueza y debe estimularse teniendo en cuenta que este pluralismo debe estar regulado por criterios éticos. “El pluralismo crítico es la posición según la cual debe permitirse la competencia de todas las teorías -cuantas más, mejor- en aras de la búsqueda de la verdad” (Popper, K. 1994, p. 245).

El diálogo crítico es un excelente terreno para que florezca la doxa legítima, baste con recordar la gran sabiduría nacida en el diálogo de humanistas como Platón y de líderes religiosos como Buda. Pero no hay que ser Platón ni Buda para generar doxa legítima, también en las charlas en los cafés, en las conversaciones con desconocidos en los viajes, en las conversaciones en la mesa, en las opiniones que expresamos en las redes sociales, se genera doxa legítima cuando los distintos saberes pasan por la depuración de la crítica. A continuación se desarrolla esta tesis.

3. Los escenarios dialógicos marginales generan avances sociales


3.1. Caracterización


Existe la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, La NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio), la APA (Asociación Americana de psicología), la  LSE (Escuela de Economía de Londres), la UNESCO, y más instituciones que, gracias principalmente a la rigurosidad de su labor investigativa, el aporte de talento humano altamente calificado y generosos presupuestos, entre otros factores, han logrado avances significativos en los conocimientos y gozan hoy del merecido prestigio que poseen. Pero al margen de estas instituciones, hay grupos humanos que escriben y no publican o que publican pero no lo hacen en revistas famosas, existen también personas que expresan sus saberes del mundo en las plazas de mercado o en las tertulias entre amigos o en la intimidad de su hogar mientras cenan en familia. En estos escenarios se crea también conocimiento a partir del libre intercambio de creencias y experiencias. Actualmente estos saberes han sido sometidos, por el poder hegemónico de la ciencia y la tecnología.

Para Foucault el hombre es incapaz de acceder a un saber universal, puro, neutro, desinteresado y libre, puesto que todo acto de conocer está determinado por condiciones ideológicas, económicas, políticas, etcétera (Vázquez 2002); es decir, para el filósofo Francés el conocimiento tipo episteme -el conocimiento como certeza- no es posible; le queda al hombre pensar el conocimiento como doxa. Lo que hace que un saber predomine sobre otro, es la relación estrecha que hay entre saber y poder. “[…] el saber y el poder se implican de manera mutua […]” (Vázquez 2002, p. 21).

En este sentido, en sus estudios sobre el funcionamiento del poder en la sociedad, Michel Foucault considera que cada época cultural posee un código fundamental, un orden o configuraciones que adopta el saber -que llama episteme- lo que se dice y se calla en aquella cultura y sobre cuyo fondo se elaboran, piensan e interpretan los objetos (a priori histórico). (Avila, 2006, p. 230)



En la actualidad -por ejemplo- el conocimiento científico prevalece sobre otros saberes, pues gran parte de la financiación de la ciencia y de la tecnología la realizan los estados nación o las empresas, con el ánimo de crear bienes que generen control o rentabilidad. Así, algunos saberes que no cumplan con esta función serán “saberes sometidos”, infravalorados (doxa). En la edad media el poder lo ostentaba la religión, de allí que la teología fuese el saber dominante y la ciencia, por ejemplo, era un “saber sometido” reducido a herejía.

De igual forma, nuestro autor también define como saberes sometidos, a todo un conjunto de conocimientos que estaban descalificados pues, estaban señalados como no conceptuales o como insuficientemente elaborados. Es decir, saberes ingenuos, jerárquicamente inferiores, que estaban situados por debajo del umbral del conocimiento científico o de la rigurosidad científica exigida. (Avila, 2006, p. 220)



¿Pero tiene este saber no institucionalizado, este “saber sometido” algún valor? ¿Son la rigurosidad, la objetividad, el método, “la verdad”, los criterios para legitimar un conocimiento o un saber? “El conocimiento está encarnado en las personas y se transmite por medio del contacto entre ellas” (Stiglitz & Greenwald, 2015, p. 96).

El saber no institucionalizado posee un gran valor, el que se incubaba en el ágora griega donde se reunían los ciudadanos libres a discutir los asuntos sociales, políticos, económicos y culturales de Grecia, el que se engendra alrededor de las puertas de las universidades en los cafés y bares donde se reúnen los universitarios y las personas comunes para hablar libremente del “mundo y sus dioses”, el que nace en el seno de la plaza pública, herencia de los visigodos, donde aún se reúnen en los pueblos las personas comunes a hablar del futuro del país. En el ágora, en los tertuliaderos, en las plazas, en los escenarios informales se crea un ambiente libre, y una gran riqueza de teorías que pueden explicar un suceso o fenómeno. En estos escenario se puede recrear, con toda libertad, el “mundo de la vida” de cada persona, al tiempo que aprender de cada quien. En estos espacios no institucionalizados es posible negociar, soñar, sanar, convivir, aprender. Para valorar este tipo de conocimiento es necesario recurrir a la libertad de diálogo, a la intersubjetividad, al pluralismo metodológico, a la verosimilitud, a la utilidad y al bienestar humano que puede generar saber.

El libre intercambio de bienes y servicios que hoy caracteriza a la humanidad, ha sido posible por la creación de acuerdos y leyes institucionalizadas por los distintos estados, sin embargo, estos tratados no hubiesen nacido sin un intercambio libre de ideas entre personas. La ruta de la seda, por ejemplo, que conectó en la antigüedad a China con Roma, se generó por el diálogo negociado entre distintas tradiciones. Los incontables intercambios comerciales registrados en la historia humana, han respondido al diálogo negociado entre personas y se ha respetado siguiendo una costumbre; los tratados institucionalizados son una invención moderna, bastante provechosa, por lo demás. La discusión crítica tejida en torno a las clásicas tertulias españolas, posibilitaba que los tertulianos expresaran sus ideas acerca del arte, la religión, la política… de una forma libre, queriendo un mundo mejor.  El Café10 Novelty en Salamanca albergó en sus mesas a filósofos como Unamuno y Gasset, copa tras copa, diálogo tras diálogo, estos pensadores fueron soñando una realidad más humana. En la actualidad, estas tertulias informales no son solo de burgueses o intelectuales; en las plazas de los pueblos latinoamericanos se evidencia cómo una gran parte de la opinión pública se gesta en diálogos entre los hombres comunes luego del trabajo.

¿Qué puede tener más fuerza de decisión en política, la opinión pública inducida muchas veces por los medios de comunicación o el sentido común renovado por las conversaciones en las tertulias? ¿Quién puede saberlo? Hoy también contamos con el ágora virtual, con las tertulias virtuales ¿Cuánto poder ejerce la opinión de miles de personas comunes en la red que dialogan sobre un fenómeno? ¿Quién puede saberlo? Aunque no tengamos una respuesta precisa, no podemos dudar del gran poder que posee la conversación entre gente del común que se conecta con miles de personas en un fragmento de minuto. Asimismo, el diálogo tiene el poder de sanar: no solo las prácticas médicas institucionalizadas pueden reducir el sufrimiento mental o físico de un paciente, una charla estimulante con un amigo puede elevar los niveles de endorfinas de quien padece una depresión, así como algunas prácticas no institucionalizadas, basadas en el saber del pueblo, pueden reducir la depresión de un paciente con bebidas tradicionales. Muchos de los saberes populares se han convertido en doxa extensa a partir del diálogo. Una persona cuyo método de curación ha resultado efectivo en un caso, enseña a otros tales estrategias, y no lo hace en la revista más prestigiosa de salud. Por anteriormente abordado, se supone que el diálogo es un gran portador de saberes, así como el mejor campo para poner a prueba la tolerancia y la libre expresión, virtudes que fundan las sociedades abiertas.



3.2. Escenarios dialógicos marginales como incubadoras de avances sociales

Se entiende por escenarios dialógicos marginales los ambientes de comunicación espontáneos, basados en la conversación libre, donde las personas generan y distribuyen saberes con los cuales se impacta positivamente el desarrollo humano y social, que suelen estar excluidos del aparato tecnológico y científico por no provenir de la institucionalidad metodológica y epistemológica de la ciencia. Dos modelos paradigmáticos de estos escenarios dialógicos marginales se presentan en dos tipos de intercambio comunicativo: a) Los encuentros entre iguales, b) los encuentros entre diversos. Son iguales en este contexto significativo quienes comparten una tradición, cultura, creencia e ideología similar. El encuentro entre diversos aparece cuando los dialogantes poseen diferentes concepciones y marcos de referencia sobre el mundo. En ambos casos los conversadores intercambian sus “mundos de la vida” y, por medio de justificaciones y/o refutaciones (disputa crítica) llegan a acuerdos intersubjetivos11; de este consenso van naciendo progresivamente distintos saberes. Como ejemplos de los encuentros entre iguales tenemos las conversaciones que se dan en el hogar, entre los correligionarios, en la academia, entre los integrantes de una misma familia, grupo social o institución que comparten la lengua, las costumbres, normas y acciones. Como ejemplos de los encuentros entre diversos se pueden citar las conversaciones que se presenta entre personas que visitan otros países con los oriundos del lugar, el intercambio de saberes entre pueblos indígenas con ciudadanos de otras tradiciones que ocupan el mismo territorio de la nación, los diálogos de paz entre grupos con distinta ideología, entre otros.

Ahora bien, estos escenarios dialógicos marginales, sean de tipo A) o B), tienen en común tres características básicas: (1) los diálogos son espontáneos, (2) son conversaciones libres cuya riqueza crece en espiral y, (3) del diálogo emergen distintos saberes. Los diálogos son espontáneos. No se planea paso a paso qué se preguntará, ni qué se responderá, tampoco se planea qué se concluirá, ni qué se aprenderá de nuevo en un diálogo; los diálogos son naturalmente espontáneos y esta flexibilidad misma es la que más aporta al pensamiento crítico y creativo, al igual que permite estimular la imaginación y la creatividad de los dialogantes. Un diálogo empieza con la puesta en común de los “mundos de la vida” de los dialogantes, continúa su curso a partir del ejercicio de la pregunta y la respuesta, de la justificación y de la refutación, del acuerdo y de la réplica. Este ejercicio se desenvuelve de una manera abierta, con la única restricción que impone la valoración y la tolerancia tanto del “yo” como del “tú” de quienes dialogan.

Cuando Platón (2006), en boca de Sócrates, dialoga sobre el amor en el banquete, el diálogo se desarrolla de forma abierta: se escucha la voz de los poetas, los médicos, los políticos, los héroes y se ponen a prueba las teorías por medio de la réplica y la contradicción, pero también desde la justificación; de allí emerge un nuevo saber. El diálogo no concluye con una verdad, sino con una pluralidad de concepciones unas más verosímiles o útiles que otras. Aristófanes, Pausanias, Erixímaco, Glaucón, Sócrates y los demás que participaron en la conversación, se llevan un saber más rico del que poseían, antes de la conversación. El aporte de cada uno de los conversadores al problema “¿qué es el amor?” ha logrado nutrir más las concepciones que se poseían.

Los diálogos son conversaciones libres. El diálogo crítico permite que no posean la rigidez de un método ni de una doctrina, permite la libertad de expresión de los sentimientos, creencias y experiencias de los conversadores. De allí que sea la expresión de lo plural: la pluralidad del método, la pluralidad de las tradiciones, la pluralidad del encuentro con el mundo de la vida de cada conversador. “Aquello de lo que puede estar orgulloso Occidente no es la unidad de una idea, sino la diversidad de nuestras muchas ideas, del pluralismo de sus ideas” (Popper, K. 1994, p. 268). El diálogo intercultural que se debe desarrollar en Colombia no busca que los participantes, afro, indígenas, mestizos, entre otros, se acomoden a una forma particular de pensamiento, no pretende ocultar las tradiciones de un grupo para mostrar las de otro, no busca ratificar una forma de vida sobre otras, intenta, por el contrario, abrirse a todas las culturas, pretende aumentar las riquezas y desea, además, entender e incluir al otro (Bauman, La cultura en el mundo de la modernidad liquida, 2013, p. 17).

De la riqueza nacida del intercambio de diferentes “mundos de la vida”, emergen distintos saberes, esta propiedad emergente del diálogo puede ilustrarse como sigue: del diálogo entre distintas culturas y personas yacen nuevos saberes y se genera desarrollo social. Popper, por ejemplo, resalta que el gran desarrollo del conocimiento en Grecia obedeció en parte al intercambio cultural entre Grecia y Egipto, así como el desarrollo de su democracia, de sus leyes y costumbres, fue enriquecido por el intercambio que tuvo Grecia con el mediterráneo. Feyerabend también resalta cómo el crecimiento cultural europeo ha estado determinado por la gran cantidad de tradiciones distintas que convergen en dicho continente. Se nota fácilmente cómo las expresiones artísticas, las concepciones políticas, las instituciones económicas europeas se han desplegado y fortalecido a causa de la riqueza cultural goda, visigoda, franca, sajona, etc. que conviven en un mismo territorio. Las grandes ciudades cosmopolitas del mundo actual, muestran claramente cómo estos grupos humanos se desarrollan compartiendo sus respectivas riquezas12 sociales.

Al hablar de intercambio cultural entre naciones o ciudades no se puede olvidar que el diálogo tiene su origen en las personas, los saberes no se hallan en las ciudades sino en las personas, ellas son las portadoras de saberes.

El saber no es algo impersonal como el dinero; el saber no reside en un libro, un banco de datos, un programa de ordenador; todas estas cosas contienen solamente información. El saber siempre está encarnado en una persona, es transportado por una persona, aprendido y transmitido por una persona, empleado bien o mal por una persona. (Drucker, P. 1998, p. 209)



Del diálogo crítico entre personas iguales o diversas emergen saberes que, una vez se aplican a la resolución de problemas sociales, se convierten en avances sociales. Incontables acciones que han transformado cientos de comunidades se han incubado por personas comunes en escenarios dialógicos marginales, en tertulias, en la plaza pública, en conversaciones libres. El cristianismo, por citar un ejemplo, fue incubado por personas comunes y corrientes, las cuales hacían peregrinaban al margen del imperio romano; todo peregrinaje era al mismo tiempo un pleno ejercicio de conversación. Hoy más de un quinto de la población mundial es cristiana, y aunque esa religión transformó las sociedades desde una institucionalidad, sus ideas se incubaron en el diálogo. Hoy el derecho internacional humanitario, ostenta una gran institucionalidad, pero antes de ello, su fundador, luego de observar las atrocidades de la guerra, empezó a construir un movimiento sin precedentes a partir del diálogo. “A modo de conclusión podemos ahora decir que el mundo está construido de tal forma que cualquier intento de liberación subjetiva, cualquier intento de autorrealización, tiene una oportunidad real (y no una mera posibilidad lógica) de contribuir a la emancipación social y de mejorar nuestro conocimiento de la realidad” (Feyerabend, 2008, p. 205). No solo desde la institucionalidad se crean avances sociales, el diálogo entre personas corrientes también lo genera, cualquier persona puede, a través de sus saberes, emprender un cambio social.

4. Los escenarios dialógicos marginales enriquecen la realidad social

Los escenarios dialógicos marginales no solo estimulan la producción de doxa legítima, mejorando el sentido común de las sociedades, sino que, además, posibilitan la distribución de los saberes y del patrimonio cultural humano; en otras palabras, fortalecen la apropiación social del conocimiento y del saber y enriquecen la realidad social. Si deseamos construir sociedades abiertas y libres necesariamente debemos democratizar los saberes. Las pinturas rupestres podrían ser un buen ejemplo de democratización del saber, representan un esfuerzo que el hombre primitivo hacía por narrar experiencias de su mundo y dejar plasmado para otros su sistema de creencias; las diversas tablas de la ley también representan un esfuerzo por difundir experiencias morales; el papiro chino y la imprenta lograron revolucionar la conservación y difusión del saber; en la actualidad, las bases de datos representan un gran almacén de información y, para algunos sectores privilegiados, significan también la posibilidad de acceso al saber. La pintura, el grabado, la escritura, el almacenamiento de información virtual, han generado revolucionarios cambios en la sociedad, pues han permitido objetivar la información disponible. Estos grandes “hechos institucionales” impactaron las sociedades al poner en común estos hallazgos con las personas que conformaban distintos colectivos.

De otro modo, no se puede olvidar cómo el teatro griego lograba difundir las creencias sistematizadas por Homero y Hesíodo; se debe recordar la importancia de la tradición oral del pueblo Embera Chamí, a partir de la cual se han logrado formar gran parte de los integrantes de sus comunidades; es menester seguir recordando la importancia de la difusión de las ideas éticas, morales, religiosas, políticas… llevadas a cabo en la plaza pública.

No es adecuado desdeñar el poder de la palabra hablada en la difusión de los saberes. Gran cantidad de saberes se han transmitido desde la antigüedad en forma de conversación. El diálogo entre maestro y educando en la academia y el liceo griego, la disputatio en las abadías europeas, los tertuliaderos españoles, los salones parisinos, los cafés13 latinos, los diálogos entre las familias, las tiendas de esquina, entre otros, son ejemplos de escenarios dialógicos marginales en los cuales las personas comparten, valoran y usan los saberes.

Tampoco podemos pasar por desapercibido el gran poder democratizador del diálogo en el ágora virtual. La web 2.0 es un ejemplo de la plaza virtual, hombres comunes y corrientes que tienen acceso a la red, comparten lo que aprenden en su vida cotidiana. Desde plataformas como facebook, youtube, twitter, blogs, entre otras, las personas no solo difunden o comunican sus sentimientos, sino que, comparten saberes. Es fácil encontrar manuales virtuales en youtube en los cuales se puede aprender lo básico de cualquier disciplina del conocimiento. Hoy es muy común encontrar en facebook un sinnúmero de links que los usuarios comparten para promover el aprendizaje, se encuentran saberes de cualquier índole, desde medicina hasta astronomía, desde zootecnia hasta psicología, desde economía hasta gastronomía. De hecho, a medida que los seres humanos crecen en conciencia, también mejoran los usos de los avances tecnológicos que se posee. La interactividad que caracteriza a la web 2.0 hace que se convierta en un vehículo revolucionario para democratizar los saberes humanos. Hoy más de tres mil millones de personas poseen acceso a la red y aunque más de la mitad de población no posee este enorme beneficio, representaría un gran avance fortalecer iniciativas que propendan a la democratización de los conocimientos y los saberes. La nueva plaza pública, esto es, el ágora virtual, es un gran escenario dialógico con un gran poder de difusión, les devuelve la voz a quienes han callado, y puede resolver dos grandes problemas que obstruyen la democratización, los costos económicos y la concentración del saber.

Ahora bien, existe el peligro latente de acceder a seudo-saberes que también abundan, de allí que se deba fortalecer una actitud crítica; el diálogo siempre ha de ser crítico y también se debe fortalecer la honestidad intelectual. “Todos los seres vivos van a la búsqueda de un mundo mejor” (Popper, 1994, p. 9), pero si quiere avanzar en ello, se necesita ser más democráticos con los saberes y más honestos con la transmisión de los mismos. Se debe entender el saber no como un bien privado sino como un bien público. Reconocer la voz del otro, del oprimido que se expresa desde los escenarios dialógicos marginales es un avance hacia un mundo mejor, y usar estos escenarios para difundir saberes es abrir la posibilidad de crear sociedades abiertas y libres.



4.1. Círculo virtuoso de la democratización de los saberes a partir de los escenarios dialógicos marginales.

Un círculo virtuoso de la distribución del saber se presenta de la siguiente forma:

[producción → (distribución + uso) → impacto social producción ]

Se estimula la producción de saberes de distintas fuentes; estos se ponen en circulación en escenarios dialógicos institucionales y marginales; las personas usan estos saberes para solucionar distintos problemas; se consolidan nuevos saberes y comienza de nuevo el ciclo.

Con frecuencia se piensa que las únicas productoras de saber válido son las comunidades científicas, las instituciones de investigación e innovación de tecnologías y las instituciones de enseñanza superior. Sin embargo, algunas comunidades de personas, a lo largo de la historia, aplican sus saberes ancestrales a la resolución de problemas y también logran grandes avances. De hecho, una persona común almacena experiencias invaluables a lo largo de la vida, las cuales también pueden ser usadas para generar desarrollo social una vez que se comparten.

El mundo en el que vivimos tiene muchas caras, muchos aspectos, muchas posibilidades. Los que dudan, los pensadores marginales, los soñadores y hasta los tontos tienen una oportunidad real (y no sólo posibilidad lógica) de hacer descubrimientos que estén fuera del alcance de las tradiciones establecidas. (Feyerabend, P; 2008, p. 199)

La teoría de marketing según la cual el posicionamiento de una marca está directamente relacionado con las emociones, el pensamiento y el grado de satisfacción del usuario con relación al producto que consume, ha ido reemplazando la antigua teoría que planteaba que una marca se posicionaba haciendo hincapié en la calidad, diseño y eficiencia de los productos. En efecto, un mueble puede haber sido fabricado con los mejores materiales, poseer una estética y ergonomía envidiables, pero si el usuario no se vincula emocionalmente con él, o si no piensa que lo necesita, o no siente gusto, no comprará el producto. Para recuperar este conocimiento fue necesario invertir en la realización de cientos de investigaciones de mercado. La compañía Coca-Cola posee hoy la marca más valiosa del mercado y, como se nota en su actual publicidad, la fuerza de su persuasión no reposa en la calidad de sus procesos de producción, ni en la belleza de sus envases, sino en el sentimiento que genera el compartir en familia o con los amigos alrededor de una bebida.

Para acceder a estos saberes del marketing se pueden usar varias vías. Mostremos dos: La primera es institucional y consiste en inscribirse a un curso de marketing en una prestigiosa universidad. También se puede usar una segunda vía marginal, dialogar con los dueños de mini-mercados, con tenderos y con vendedores de calle; desde hace décadas ellos ya sabían que el mejor producto no es el más bonito, ni el más necesario sino el que logra vincular el sentimiento del usuario y su necesidad personal con el producto. Hoy, un tendero común y corriente de una comuna de cualquier ciudad en Colombia, puede abrir su blog y promocionar allí sus productos, en tiempo real puede escuchar las preferencias reales de sus clientes y, basado en esta información, puede tomar sus decisiones. Aquí el tendero, a lo largo de cientos de conversaciones informales con sus clientes, ha adquirido un saber de marketing y de branding, incluso ignorando el contenido académico de esas disciplinas, pero su saber es tan valioso que resuelve mejor los problemas relacionados con su actividad económica. Si lo comparte en un blog enriquece a los demás con este intercambio. Los escenarios dialógicos marginales permiten que los saberes circulen y se retroalimenten de forma rápida y participativa, de allí que sean un efectivo mecanismo para la distribución del saber y del conocimiento. El hecho de que en estos escenarios dialógicos marginales se pueda hallar información falsa no debe limitar los procesos de democratización del saber; lo que se debe continuar fortaleciendo es la crítica como un mecanismo para decantar la doxa y distinguirla de la opinión no refrendada socialmente. Es menester trabajar por las sociedades abiertas y libres, y la vía para lograrlo es que un gran número de personas pueda acceder a los conocimientos y saberes que la humanidad ha generado, desde las prestigiosas comunidades científicas hasta el saber nacido de la cotidianidad del hombre común.


4.2. Naturaleza pública de los conocimientos

En una sociedad donde el conocimiento es público, las políticas públicas acerca de la producción, intercambio, distribución y consumo del saber deben seguir un procedimiento distinto para resolver problemas. Este procedimiento se puede resumir así: [Sociedad → inteligencia colectiva → problema → planes ciudadanos → disputa crítica (ciudadanos + expertos + autoridades) → consenso- ejecución].

Primero se debe promover el aumento de la inteligencia colectiva, fortaleciendo los mecanismos de transmisión del conocimiento y del saber y su democratización, esto se hace para que los ciudadanos, una vez que aparezca un problema, puedan participar en la solución del mismo. ¿Cómo pueden los ciudadanos participar en la resolución de los problemas? Creando movimientos cívicos encaminados a diseñar planes para resolverlos. Luego pueden presentar dichos planes a quienes les corresponda aplicarlos en la comunidad. Las autoridades ponen en discusión de la comunidad y los expertos los planes, y después de un consenso se pasará a su aprobación y ejecución. Lo importante es que el ciudadano común y corriente tenga voz y voto en las decisiones que trascenderán su vida. “La realidad social” se construye a partir de las personas que la conforman y si el deseo es construir “realidades sociales” democráticas, las decisiones más relevantes también deben ser tomadas siguiendo la misma forma. Ya desde Platón se ha dicho que la decisión de las mayorías no siempre es la correcta, no obstante cada persona debe poder asumir la responsabilidad social de haberse equivocado y no debe esperar a que otro decida por él.

Los escenarios dialógicos marginales son ambientes propicios para generar la disputa crítica donde participarán todos los agentes de la sociedad. Así, en un país que posee problemas serios en la atención de salud de sus ciudadanos, las reformas se pueden someter a discusión en plataformas sociales, en plazas públicas, en tertuliaderos y en muchos escenarios más, lo relevante será permitir que las personas puedan tomar decisiones. Luego de concluidos los debates y a partir de los consensos establecidos, se tomarán, entonces, decisiones que representen el bienestar del colectivo.



5. Conclusión

Las metodologías científicas y su respetable “objetividad” no son las únicas que posibilitan la justificación de los saberes, también existen otros escenarios a partir de los cuales el ser humano crea doxa legítima; estos, por no estar institucionalizados y validados por la tradición científica, terminan siendo marginados. En este orden de ideas, en la intersubjetividad del “mundo de la vida” se abre la posibilidad de que los hombres, partiendo de otras tradiciones diferentes a las ciencias, creen un diálogo fluido y generen e intercambien libre y creativamente saberes, creencias, emociones y acciones, para ser encauzadas a impactar positivamente la sociedad y generar desarrollo. El diálogo humano espontáneo permite un continuo enriquecimiento cultural de los interlocutores; asimismo desde la experiencia de la conversación emergen nuevos problemas, nuevas teorías de las personas que dialogan. El diálogo, pese a ser considerado un escenario marginal en la producción y distribución de saberes, presenta una gran fortaleza para propiciar círculos virtuosos de generación y apropiación de los mismos, al tiempo que permite generar avances sociales. En fin, los escenarios dialógicos marginales posibilitan la creación y distribución de doxa legítima y, con ello enriquecen la realidad social y fortalecen el desarrollo de la sociedad.

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Para citar este artículo:

Zuluaga, J. (2017). El diálogo mediador del desarrollo de los saberes. Collectivus, Revista de Ciencias Sociales, 4(2), pp-pp.

Doi: http://dx.doi.org/10.15648/Coll.2.2017.2






1 Este artículo hace parte del IV capítulo de la investigación doctoral tras la democratización del saber. El centro de desarrollo Ideas y Acciones Inteligentes aportó los recursos de financiación.

2 Doctor en Filosofía de Antioquia. Magister en Filosofía de la Universidad del Caldas. Centro de Dearrollo I.A.I (Ideas y Acciones e Inteligentes). Calle 25, no. 6-73. Dosquebradas Risaralda-Colombia. Correo electrónico: paideiasophos@hotmail.com

3 Desde la tradición griega se ha referenciado la doxa como un tipo de saber subjetivo y relativo; distinto de la episteme, cuyo saber es «objetivo y seguro». Partiendo de esta perspectiva los saberes ancestrales, religiosos, metafísicos, del sentido común, han sido desdeñados por ser considerados simple opinión. En la actualidad las disciplinas científicas y tecnológicas han reclamado para sí el conocimiento tipo episteme, al tiempo que han deslegitimado los demás tipos de saberes. Villanueva (2006, p. 121), reconoce en Husserl la reivindicación de la doxa. Husserl planteó que el mundo de la vida crea el marco previo desde el cual las personas interpretan la realidad. Desde la cotidianidad toda persona experimenta la realidad y la interpreta desde nociones previas que vienen dadas desde la cultura o de la sociedad. La persona tiene así un saber intuitivo, no desdeñable; incluso el hombre de ciencia construye conocimiento desde su particular mundo de la vida. Por supuesto que el científico se esfuerza por reducir los prejuicios al máximo, aun así no logra prescindir totalmente de ellos.

4 La doxa legítima representa un conjunto de saberes que pese a no cumplir con los rigurosos cánones metodológicos y epistemológicos de las ciencias y de las tecnologías, muestran ser funcionales y efectivos en la comprensión de la realidad y en la solución de problemas prácticos. Por ejemplo, los saberes ancestrales (aunque pre-científicos) se han puesto a prueba a lo largo de generaciones y aunque no se hayan justificado científicamente, no por ello dejan de funcionar. En efecto, los saberes no científicos también son falibles, pero esto no implica que deban ser desdeñados. Vives (1961) también en esta misma vía reconoce que la tradición occidental continuamente se refiere a la doxa como una opinión falible, poco más que un juicio subjetivo. De hecho en la filosofía platónica la doxa representa la apariencia, mientras que la episteme implica la esencia. No obstante, Vives (1961, p. 133.) descubre como Platón sabiendo que el conocimiento de la esencias se escapa a los mortales, se ve tentado a reconocer en el Menón que un tipo de “doxa correcta”, puede servir para tomar decisiones de la vida práctica. Ese tipo de “doxa correcta”, es la misma que hoy se denomina doxa legítima, un tipo de opinión que aunque falible es funcional y útil para la vida.

5 Herrera (2010) comprende “el mundo de la vida” como la misma realidad interpretada por el hombre, la cual está situada espacial e históricamente. Cada persona se experimenta así mismo y percibe su entorno dependiendo de un tiempo y una tradición histórica predeterminada. El mundo de la vida así, representa una “infraestructura de sentido”, a partir de ella cada sujeto se percibe, experimenta la vida y comparte con otros. “El mundo de la vida es, en concreto, el horizonte y el contexto que posibilita la experiencia humana y, por lo mismo, el prerrequisito de toda conciencia de mundo” (Herrera, 2010, p. 260).

6 En la práctica, el científico no escapa de la influencia de sus amigos, ni de sus preferencias. El lector puede profundizar en Feyerabend (1998, pp: 74-75). Asimismo, el material científico está cargado de ambigüedades, por ejemplo los prejuicios epistemológicos, las teorías no contrastadas. Ver también: Feyerabend (1989, p. 46).

7 El rigor lógico no lo es todo. No es que la lógica no posea su validez evidente. Pero el ceñirse a lo lógico reduce el horizonte problemático a una verificabilidad formal y elimina así la apertura al mundo que produce en nuestra experiencia del mundo interpretada lingüísticamente (Gadamer, H.G. 1992, p. 401)”.



8 Nótese que aquí existe una diferencia con la lógica popperiana, pues Popper propone el método de ensayo y error como una lógica negativa que pretende refutar las teorías; pero la lo lógica que sigue la doxa en su camino hacia el crecimiento del saber, usa tanto la justificación de la lógica informal y la teoría de la argumentación como el método de la refutación.

9 La inteligencia se define como la habilidad para conocer el mundo, aprender de la experiencia, establecer nuevas conexiones de causa-efecto y poner ese conocimiento al servicio de la consecución de nuestros fines” (De Waals, 2007, p. 147).


10 Como lo expresa Hattox (1996, p. 78), los cafés progresivamente fueron aceptados por la sociedad como alternativa pacifica a las tabernas. Mientras la taberna representaba peligros para la sociedad y se hacían en ella cosas por fuera de la ley (prostitución, riñas, entre otras); los cafés representaban lugares pacíficos en el cuales las personas podían conversar. Así a fínales del siglo XVI los cafés fueron mejorando su reputación y paulatinamente se fue desarrollando una vida social en torno a ellos. Hattox (1996, p. 93) afirma que a finales de ese siglo personas de todas de todas las clases sociales como profesores, hombres de la ley, oficiales; empezaron a frecuentar estas “tabernas sin vino”. Paulatinamente esta tendencia incluyó a todas las clases sociales. Siguiendo a Cowan (2005, pp. 99-100) , en el siglo XVIII los cafés fueron aceptadas en la vida social urbana, sin distinción de riqueza, estatus o educación, cualquiera podía participar de ellos. Aunque no faltó quienes criticaran este nuevo espacio. Alguno lo llamaron sarcásticamente “una nueva academia griega de tomadores”; escuelas sin maestros, espacios sin reglas, donde se puede compartir trivialidades. Amado u odiado los cafés no pasaron desapercibidos. En fin, la conversación y debate en los cafés ofrece un importante alternativa para complementar la las reuniones y publicaciones formales que se dan en las grandes academias. Los cafés ofrecen un espacio donde los argumentos pueden fluir más espontánea y libremente. Ello estimula la actividad intelectual. (Cowan, 2005, p. 106).


11 Lo intersubjetivo es algo que existe en el seno de la red de comunicación que conecta la conciencia subjetiva de muchos individuos. Si un solo individuo cambia sus creencias o muere, ello tiene poca importancia. Sin embargo, si la mayoría de los individuos de la red mueren o cambian sus creencias, el fenómeno intersubjetivo mutará o desaparecerá” (Harari, De animales a dioses. Breve historia de la humanidad, 2014, p. 92).


12 Mucha de la riqueza cultural de los pueblos está dada por las lenguas que usan, es lamentable que en este momento histórico esta riqueza esté menguando. Los lenguajes primitivos de los indígenas se están perdiendo y con ello una gran riqueza en la interpretación del mundo. Según la Unesco, en la actualidad se hablan 6.000 lenguas, de las cuales, para finales del siglo, solo se conservaran la mitad. Si el lenguaje representa, y expresa la riqueza de las tradiciones, esto es, las vivencias y la historia de los pueblos, ¿no estaremos perdiendo con ello, un gran trozo de humanidad?. “Si no hubiera habido una torre de Babel, deberíamos inventarla” (Popper, 1994, p. 205).



13 El ambiente relajado y libre del café lo convirtió en el lugar propio para estimular la conversación “…seria o trivial, académica o concreta ese lugar más que cualquier otro en sí mismo se presta para conversar” (Hattox, 1996, p. 100). Sin distinción de clase social o religión todos en torno a estos lugares conversan y ponen en común su mundo de la vida. En los cafés se generan espacios dialógicos marginales que aumenta la interacción social y posibilitan el intercambio de saberes. L' Antico Caffè griego fundado en 1760 es un ejemplo paradigmático de escenario dialógico marginal donde se reúnen intelectuales y jóvenes universitarios a conversar e intercambiar saberes. El grupo de los remanistas evidencia la fuerza cultural de este escenario. “A partir de 1940 sus trabajos se recogen en el libro "Aguinaldo del romanistas", publicado cada año en Navidad” (it.wikipedia.org, 2016). El filósofo Schopenhauer, se cuenta como uno de los asistentes a este representativo lugar. En el café Argentino Tortoni funcionó "La Peña", inaugurada en 1926, que fomentó la protección de las artes y las letras hasta su desaparición en 1943, y que era capitaneada por Benito Quinquela Martín (es.wikipedia.org, 2016). El filósofo José Ortega y Gasset y el escritor Jorge Luis Borges hacen parte de lista de personajes ilustres que asistieron al café.