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Revista de ciencia política (Santiago)

On-line version ISSN 0718-090X

Rev. cienc. polít. (Santiago) vol.43 no.2 Santiago Aug. 2023

http://dx.doi.org/10.4067/s0718-090x2023005000114 

ARTÍCULOS

COLOMBIA 2022: DEL FIN DE LA GUERRA AL GOBIERNO DEL CAMBIO*

Colombia 2022: From the end of the war to the government of change

SANDRA BOTERO1 
http://orcid.org/0000-0001-7027-075X

LAURA GARCÍA-MONTOYA2 
http://orcid.org/0000-0002-5099-3843

SILVIA OTERO-BAHAMÓN3 
http://orcid.org/0000-0002-4514-8514

SEBASTIÁN LONDOÑO-MENDEZ4 
http://orcid.org/0009-0000-0325-7037

1 Universidad del Rosario , Colombia

2 Universidad de Toronto , Canadá

3 Universidad del Rosario , Colombia

4 Universidad del Rosario , Colombia

RESUMEN

El artículo explica el cambio histórico que ocurrió en Colombia en 2022, donde por primera vez en la historia un presidente de izquierda fue elegido. La primera sección describe los patrones electorales y las razones por las que Gustavo Petro ganó, enfocándose en tres: el despliegue organizativo de la coalición, el cambio en algunos ejes centrales de la discusión pública (de la guerra a la redistribución), y la coyuntura de crisis que trajo la pandemia global. La segunda parte analiza las dinámicas de los primeros meses de gobierno y los desafíos que enfrenta, incluyendo la colisión de demandas redistributivas y la dificultad de implementar una agenda centrada en justicia social en medio de una crisis económica y sin resolver los problemas del conflicto armado. Finalmente, el artículo concluye con un análisis de Colombia en el contexto de América Latina y el “segundo giro hacia la izquierda”.

Palabras-clave: Colombia; Elecciones; giro a la izquierda; coalición; partido-movimiento

ABSTRACT

This article explains the historic change that took place in Colombia in 2022, with the election of the first left-wing president in the country’s history. The first section describes the electoral patterns and the reasons why Gustavo Petro won the presidential race, focusing on three: the organizational muscle of the candidate’s coalition, changes in the issues dominating public discussion (from war to redistribution), and the crisis brought by the global pandemic. The second section analyzes the initial months of the Petro’s governments and its challenges, including the clash between different redistributive demands and the difficulty of implementing an agenda focused on social justice amidst an economic crisis and persistent problems associated with the armed conflict. Finally, the article concludes with an analysis of Colombia in the context of Latin America and the new left turn.

Key words: Colombia; Elections; Left Turn; Coalition; party-movement

I. INTRODUCCIÓN

El 2022 fue un año histórico para Colombia. Por primera vez, los y las votantes eligieron a un presidente de izquierda. ¿Qué explica este cambio profundo en la política electoral en Colombia? ¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta este gobierno? En la primera parte de este artículo discutimos las razones por las que Gustavo Petro fue elegido presidente. Nos enfocamos en tres procesos que convergieron hacia el resultado. El primero y la más inmediato, es el despliegue organizativo del Pacto Histórico, la coalición de izquierda que llevó a Petro al poder. El segundo, constituye el cambio en los ejes temáticos sobre los que giraba el debate nacional por cuenta de la firma del acuerdo de paz con las FARC-EP, y que puso en el centro de la agenda reformas hacia una sociedad más justa. La tercera causa, fue la crisis económica que trajo la pandemia, la cual agudizó el desencanto con el establecimiento político y reforzó la importancia de las demandas redistributivas. En la segunda parte del artículo, nos enfocamos en entender los cambios en los patrones geográficos de las votaciones que resultaron de la conjunción de las tres causas identificadas en la parte I.

En la tercera parte analizamos las dinámicas de los primeros meses de gobierno para entrever los retos de este mandato. Observamos que las causales de la victoria identificadas en la primera parte reemergen como desafíos, y hacemos énfasis en dos. Primero, en cómo colisionan las demandas redistributivas de diferentes sectores de la población con las diversas visiones y prácticas de la coalición ganadora. Y segundo, en las dificultades de implementar una agenda centrada en justicia social en medio de una crisis económica y sin resolver los problemas del conflicto armado. El artículo finaliza con un análisis de Colombia en el contexto de América Latina y lo que algunos han llamado el segundo giro hacia la izquierda.

II. 2022, AÑO ELECTORAL: CAUSAS DE LA VICTORIA DE GUSTAVO PETRO

En 2022 hubo tres jornadas electorales: en marzo se eligieron congresistas por un periodo de cuatro años, y también se llevaron a cabo las consultas interpartidistas (equivalentes a las primarias en otros países) de cara a las presidenciales.

En mayo y junio fueron la primera y segunda vueltas de la elección presidencial, tras las cuales Gustavo Petro venció a Rodolfo Hernández, un candidato “outsider” que se metió inesperadamente a segunda vuelta.

¿Cuáles fueron las causas de la histórica victoria de Gustavo Petro, un candidato de izquierda en un país históricamente conservador? Primero, la causa más inmediata fue el exitoso despliegue del músculo organizativo de su coalición, el Pacto Histórico (PH) (García-Montoya, Güiza-Gómez, Saffón-Sanín 2023). Este se hizo evidente en la primera contienda del 2022, el 13 de marzo, cuando la victoria de la coalición fue por partida doble. Por un lado, las listas del PH al Congreso tuvieron un excelente desempeño electoral. Por otro lado, la consulta interna para elegir el candidato del PH movilizó a muchos más votantes que las otras dos coaliciones con consultas internas ese día. El PH acertó al promover de forma conjunta las listas únicas cerradas al Congreso y su consulta interna: haciendo campaña dual, todos los aspirantes a la candidatura presidencial por el PH jalonaron votantes al Congreso, y viceversa.

El PH resultó con la bancada más numerosa del Senado e igualó en número de curules a los partidos tradicionales con mayor trayectoria en la Cámara de Representantes. Fue la primera vez en la historia moderna colombiana que una fuerza de izquierda logró un resultado así en el Congreso. La Figura 1 muestra el número de congresistas pertenecientes a partidos o movimientos de izquierda y evidencia que el 2022 marcó una ruptura con el previo desempeño de la izquierda en el Congreso.

Nota: Los partidos o movimientos de Izquierda incluyen M-19 (1991, 1994), Movimiento Bolivariano (1998), Movimiento Obrero Independiente (1998), Vía Alterna (2002), Frente Social y Político (2002), Polo Democrático Alternativo (2006-2022), MAIS (2014-2022), Coalición de la Decencia (2018), Partido Farc (2018), Partido Comunes (2022), Pacto Histórico (2022). Elaboración propia con datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

Figura 1 Congresistas de Izquierda 

En la misma jornada electoral del 13 de marzo, otras dos coaliciones escogieron candidatos vía consulta popular: la coalición de derecha (Equipo por Colombia) y la coalición de centro (Centro Esperanza). La consulta del PH incluía a Gustavo Petro, el gran favorito y veterano de dos campañas presidenciales en 2018 y 2014 y a otros candidatos de menor envergadura y recordación, con excepción de Francia Márquez Mina, abogada Afrocolombiana y activista ambiental, precandidata por el partido Polo Democrático Alternativo, quien se convirtió en uno de los grandes fenómenos de la campaña.

En la consulta de la derecha compitieron políticos vinculados a partidos a la derecha del espectro ideológico, o tradicionalmente cercanos al establecimiento político como Cambio Radical, Partido de la U, Partido Conservador y Partido cristiano Mira. El ganador de esa consulta, Federico Gutiérrez, había sido alcalde de Medellín y era una figura cercana al uribismo. En la consulta del centro, llamada Coalición Centro Esperanza, participaron políticos independientes o afiliados a partidos del centro del espectro ideológico. Esta consulta dio como ganador a Sergio Fajardo, quien con un margen muy estrecho había obtenido en 2018 la tercera posición en las elecciones presidenciales.

Los resultados de la consulta sorprendieron en dos sentidos: primero, por el excelente desempeño electoral de Márquez Mina, quien quedó de segunda, con una votación muy por encima de la de otros políticos consagrados y quién fue elegida como la fórmula vicepresidencial del candidato del PH. Segundo, por el total de votos depositados por la consulta de la izquierda, la cual superó a las otras dos con creces. Como puede verse en la Figura 2 , todas las precandidaturas de la izquierda obtuvieron juntas 5.580.000 votos, más del doble que los votos totales depositados por la consulta del centro, y más de un millón y medio de votos por encima de los obtenidos por la consulta de la derecha. Este resultado constituyó un fuerte golpe de opinión que opacó la victoria de Federico Gutiérrez en la consulta de la derecha y la de Sergio Fajardo en la consulta del centro.

Nota: Elaboración propia con datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

Figura 2 Votación Consultas Interpartidistas 2022 en millones de votos 

El PH se estrenó en esas elecciones de marzo, pero la idea de una estructura política única que aglutinase múltiples fuerzas de izquierda venía gestándose desde antes. Hubo otros intentos de crear una única fuerza nacional de izquierda en décadas recientes, pero fue el segundo lugar de Petro en las elecciones presidenciales de 2018 lo que le consagró como líder de ese sector y de la oposición. En febrero de 2021 se anunció la creación del PH, y el proyecto se concretó en diciembre de 2021 con el anuncio por parte de varios partidos políticos y organizaciones sociales de conformar una coalición única de izquierda para las elecciones legislativas, la cual iría en llave con una candidatura única de izquierda a las presidenciales. Bajo el liderazgo de Petro y líderes y lideresas de otros partidos de izquierda, el naciente PH se abocó a construir listas cerradas y paritarias para el Congreso en tiempo record, y a promocionar la consulta entre sus pre-candidatos y pre-candidatas.

El PH se consolidó en gran parte porque Petro logró liderar y agrupar la oposición durante el gobierno de Duque (2018-2022) lo que ayudó a mantener la lealtad de quienes le apoyaron en 2018. De hecho, un análisis estadístico de los patrones de votación que se analizarán más adelante (ver Tabla A1 en el apéndice) muestra una fuerte correlación entre los votos obtenidos por Petro a nivel municipal entre las elecciones de 2018 y las elecciones de 2022. Adicionalmente, el esfuerzo organizativo de movimientos y organizaciones sociales y líderes locales se tradujo en un aumento histórico de la participación electoral.

Aunque en términos absolutos, el número de votos aumentó desde 2018 hasta 2022, la votación de la izquierda aumentó desproporcionadamente. Es decir, que muchos de los nuevos votantes se decidieron por Petro. La figura 3 muestra el crecimiento en el número total de votos que consiguió la izquierda en elecciones presidenciales desde 1990. Más allá del crecimiento poblacional, la figura evidencia el esfuerzo de la campaña de movilizar nuevos votantes y de su articulación exitosa con los movimientos de base que se sumaron al PH.

Nota: Elaboración propia usando datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

Figura 3 Total (en millones) y porcentaje de votos obtenidos por la izquierda, 1990-2022. 

La segunda causa que explica la victoria electoral de la izquierda en 2022 es el cambio en los temas centrales del debate nacional, como consecuencia de la firma del acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla FARC-EP . El acuerdo permitió que las demandas redistributivas y la movilización social, antes estigmatizadas por su asociación a la insurgencia, entraran a la arena democrática y desplazaran la seguridad como el eje del debate y la política pública ( Wills-Otero 2014 ; Saffón-Sanín y Güiza-Gómez, 2020). No es coincidencia que en 2018, en las primeras elecciones presidenciales posteriores a la firma del acuerdo de paz con las FARC-EP, Petro, ex-guerrillero del M-19 que le apostó a la vida política tras someterse a un acuerdo de paz en 1990, haya avanzado a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales. Esta fue la primera vez que un candidato de izquierda llegaba a esta instancia en las elecciones presidenciales colombianas. Aunque el ganador fue Iván Duque, esas elecciones demostraron un quiebre con el pasado porque adquirieron relevancia propuestas socioeconómicas nuevas, y Petro se posicionó como el candidato que estaba liderando esa agenda ( Gamboa, 2019 ). En 2022, este cambio en los temas y preocupaciones prioritarios fue evidente en varios espacios: en el debate público digital, por ejemplo, los cuatro candidatos punteros hicieron énfasis en economía y corrupción: el conflicto no estuvo entre los temas más discutidos por ninguno de ellos (Gamboa, Botero y Zanotti 2022). Las encuestas previas a las elecciones también indicaron que las preocupaciones centrales de las y los colombianos durante el primer semestre estaban alejadas del conflicto y se concentraban en corrupción, desempleo e impuestos (véase Cifras y Conceptos 2022a y 2022b). Este cambio es una tendencia histórica evidente en las encuestas de cultura política del Observatorio de la Democracia (Plata et al 2020). Como puede verse en la Figura 4 , en el año 2007 más de la mitad de las personas encuestadas señalaron que el conflicto era el principal problema del país. En el 2016, año de la culminación de las negociaciones con las FARC-EP, el conflicto era la principal preocupación de un tercio de los encuestados. Pero cuatro años después, en el 2020 -año de la última medición-, tan sólo 8.6% de los encuestados identificaba el conflicto como el principal problema del país. En otras palabras, este tema pasó de ser el principal tema al quinto tema en importancia.

Nota: Tomado de Plata et al (2020), pág. 23. Fuente de los Datos: Observatorio de la Democracia. Pregunta: En su opinión, ¿cuál es el problema más grave que enfrenta el país?

Figura 4 Problema más grave que enfrenta el país, 2005-2020. 

Mientras que Petro se mostraba en sintonía con este cambio en las preocupaciones y demandas redistributivas de la ciudadanía, la derecha y el centro se mantuvieron anclados en narrativas conocidas. Las demandas redistributivas no estaban ancladas simplemente a lo económico. Como mostró la movilización social de 2021, las demandas incluían también una reivindicación con las comunidades Indígenas, Afrocolombianas y Campesinas quienes reclamaban un espacio político de representación que refleja la interseccionalidad de la desigualdad en Colombia y el vínculo entre las demandas de inclusión económicas y políticas (García-Montoya y Chang, 2021).

Desde la derecha, el discurso y el contenido programático no logró desvincularse del todo del conflicto armado y el énfasis en el crecimiento económico. En tanto estas ofertas programáticas fueron poco exitosas en la opinión, la derecha acudió al “miedo a Petro” como principal bandera. El centro, por su parte, mantuvo el foco en el rechazo a las formas tradicionales de hacer política, sin establecer cuál era la visión del país que promovería si ganara las elecciones. Para los votantes, el centro terminó siendo una postura a favor del establecimiento, por lo que sus mensajes programáticos no resonaron en un electorado ávido de cambio. Adicionalmente, los innumerables conflictos entre los políticos de esta coalición desgastaron su mensaje. Todo esto dejó al centro y a la derecha muy pobremente preparados para responder a las demandas crecientes de justicia social y la redistribución.

La tercera causa de la victoria de Petro fue la crisis por la pandemia del COVID-19. La crisis económica que trajo la pandemia agudizó las demandas redistributivas. Entre 2019 y 2021 Colombia vivió un ciclo de protestas que reveló la profundidad de las demandas y del desencanto con el establecimiento político por su incapacidad de responder a estas (Restrepo Sanín, 2022). Este desencanto jugó en contra de, principalmente, los candidatos de derecha a quienes los electores identificaban con el gobierno de Duque y la clase política tradicional que no supieron responder ni entender el profundo descontento. Por esta razón, no es sorprendente que las elecciones en 2022 se decidieran entre Petro y Rodolfo Hernández, ambos con una plataforma anti-establecimiento. Mientras que el PH tomó las banderas de la justicia social, Hernández tomó las de la anticorrupción, apelando al ciudadano del común cansado de la politiquería. Con esta plataforma, y como lo mostramos más adelante, Hernández capturó muchos de los votantes de los candidatos de centro y de derecha en las elecciones de 2018 (ver tabla 2 ).

Tabla 2 Relación Número de Votos Entre la Primera y la Segunda Vuelta en 2022 

  Variable Dependiente: Numero de Votos en Segunda Vuelta

  Petro Hernández
  (1) (2)
Votos Petro Primera Vuelta 1.277(***)  
  (0.001)  
Votos (H + F + G) Primera Vuelta   0.815(***)
    (0.001)
Constant 356.273(***) 766.186(***)
  (45.767) (80.946)
Observaciones 1.121 1,121
R(2) 1 0.997
Adjusted R(2) 1 0.997
Residual Std. Error (df = 1119) 1.519,40 2,675.549
F Statistic (df = 1; 1119) 2,620,538(***) 434,823(***)

Note: Error Estándar en Paréntesis (*)p<0.1; (**)p<0.05; (***)p<0.01)

En la sección 2, presentamos un análisis estadístico y espacial sobre cómo estas tres causas se vieron reflejadas en los cambios temporales y geográficos en los determinantes de patrones electorales.

III. CAMBIOS TEMPORALES Y GEOGRÁFICOS EN LOS PATRONES ELECTORALES

Como anunciaron las consultas interpartidistas de marzo, Petro llegó muy fortalecido a la primera vuelta y avanzó con holgura a la segunda vuelta con un 40% (8,541.617 de votos) de los votos. En contraste, tanto Federico Gutiérrez (el candidato de la derecha) como Sergio Fajardo (el candidato del centro), perdieron mucha fuerza con respecto al desempeño de estas dos fuerzas cuatro años atrás, e inclusive con respecto a lo que obtuvieron en las consultas. La figura A1 en el apéndice muestra estos patrones en el tiempo. La sorpresa en mayo de 2022 la dio Rodolfo Hernández quién, por fuera de las estructuras tradicionales, obtuvo el 28,17% de los votos válidos (5,965.335 de votos).

Como reflejan los mapas en la Figura 5 , la pérdida de espacio electoral del centro y la derecha tienen una expresión territorial clara. Los mapas muestran en azul las ganancias electorales, y en naranja las pérdidas electorales, en comparación con cuatro años atrás. Colombia es un país con grandes diferencias regionales que suelen tener una expresión política ( Basset, 2023 ). Las dos costas Caribe y Pacíficason regiones con bajos niveles de desarrollo socioeconómico, alta presencia de minorías étnicas, y densidad poblacional intermedia. La parte central constituye la región andina, zona que concentra el desarrollo económico y social y la mayoría de la población. En el Oriente se ubica la Orinoquía, región articulada económicamente con la región Andina pero con escaso nivel de poblamiento y presencia histórica de algunos grupos armados. Finalmente, en el suroriente se ubica la Amazonía, región con población dispersa, alta presencia de grupos Indígenas, niveles bajos de desarrollo socioeconómico, y alta afectación del conflicto armado.

Nota: Elaboración propia utilizando datos de la MOE

Figura 5 Mapa Municipal de la Diferencia de Votos (en % de votos) entre 2018 y 2022 en la primera vuelta 

En la primera vuelta de 2022 Gutiérrez quedó en tercer lugar, obteniendo el 23,94% de los votos válidos (5,069,448 votos) y aunque logró mantener algunos bastiones de la derecha política en Antioquia, y la Costa Caribe, perdió zonas claves como todo el resto de la región Andina. Por otro lado, el centro político,liderado por Fajardo en ambas elecciones, obtuvo un retroceso electoral generalizado y quedó relegado al cuarto lugar con un 4,18% de los votos válidos (885,268 votos). En términos territoriales, el descalabro electoral del centro fue más evidente en zonas de la región Andina como Antioquia, el Eje Cafetero, Boyacá y la Región Metropolitana de Bogotá. En estas regiones, Fajardo pasó de superar el 30% en varios municipios en 2018 a oscilar entre un 3% y 8% de los votos válidos en 2022. El azul generalizado en el mapa de Petro en la Figura 5 evidencia que el candidato obtuvo más votos que hacía cuatro años en prácticamente todo el territorio, pero son particularmente intensas sus ganancias en la Costa Pacífica.

Como complemento a estos mapas, analizamos la correlación de las fuerzas entre 2018 y 2022 (ver Tabla A1 en el apéndice). La pérdida de terreno por parte de la derecha y del centro se ratifica con una correlación muy débil entre el porcentaje de votos obtenido en la primera vuelta de 2018 y en la primera vuelta del 2022 para ambas fuerzas. El contraste es muy fuerte cuando se compara con el desempeño de la izquierda. En promedio, un punto porcentual ganado por Petro en un municipio en la primera vuelta de 2018 está asociado con 1.1 puntos porcentuales obtenidos en 2022. Es decir que, en promedio, la izquierda aumentó su peso relativo en los municipios colombianos. En contraste, por cada punto porcentual ganado por el centro y la derecha en un municipio en 2018, se observan en promedio 0.1 y 0.3 puntos porcentuales obtenidos en 2022 respectivamente. Esto quiere decir que centro y derecha perdieron masivamente sus votos.

Como mencionamos anteriormente, la sorpresa de la jornada electoral de marzo vino de la mano de Rodolfo Hernández quién avanzó a la segunda vuelta. Aunque se trataba de un político poco conocido en la esfera nacional, Hernández era muy popular en el departamento de Santander. Este empresario de la construcción incursionó en la política local con un discurso anticorrupción, y fue alcalde de Bucaramanga -la capital del departamento -entre 2016 y 2019. En las presidenciales se presentó como “outsider” de la clase política y a su discurso anti-establecimiento y anti-corrupción, resonó en un contexto de desencanto con la democracia, desconfianza con el establecimiento, y crisis económica.

Hicimos un segundo análisis de correlación simple entre los votos de cada fuerza en 2018 y como variable dependiente los votos obtenidos por Hernández en la primera vuelta de 2022 (ver Tabla 1 ). Este revela que tanto la derecha como el centro entregaron a este contrincante muchos de sus votos de 2018. En promedio, diez puntos porcentuales adicionales obtenidos por el centro y la derecha en un municipio en 2018 están asociados positivamente con un aumento del seis y siete por ciento de votos por Rodolfo Hernández, respectivamente. Además, podemos inferir que los votos de Hernández estaban más fuertemente asociados a los votos del centro y de la derecha que los de las mismas fuerzas entre sí (comparado con la Tabla A1 en apéndice). Esto quiere decir que Hernández, candidato anti-establecimiento y difícilmente clasificable en el espectro político, capturó la votación que cuatro años atrás se había inclinado por la derecha y el centro. La Figura 6 corrobora estas pérdidas a través de patrones espaciales. Hernández venció en casi toda la región Andina y Orinoquía. Con su pase a la segunda vuelta se demuestra que el electorado colombiano, tras los paros de 2019 y 2021, y después de la aguda crisis económica derivada del Covid-19, sentía un profundo desprecio por las instituciones y el establecimiento político. Aún en ausencia de un programa de gobierno claro y de un equipo de campaña, la promesa de Hernández de pegar una patada al tablero político fue suficiente para avanzar a la segunda vuelta ( Barrenechea y Otero-Bahamón 2023 ).

Tabla 1 Relación entre Porcentaje de Votos en 2018 y Rodolfo Hernández 2022 (Primera Vuelta) 

  Variable Dependiente: % Votos para Hernández

  (1) (2) (3)
% Votos Izquierda 2018 -0.803(***)    
  (0.03)    
% Votos Centro 2018   0.585(***)  
    (0.07)  
% Votos Derecha 2018     0.707(***)
      (0.034)
Constant 0.578(***) 0.295(***) -0.028
  (0.009) (0.013) (0.021)
Observaciones 1.121 1.121 1,121
R^{2} 0,394 0,058 0.276
Adjusted R^{2} 0,393 0,057 0.275
Residual Std. Error (df = 1119) 0,187 0,233 0.204
F Statistic (df = 1; 1119) 727.423(***) 69.094(***) 425.617(***)

Nota: Error Estándar en Paréntesis ^{*}p<0.1; ^{**}p<0.05; ^{***}p<0.01}

Nota: Elaboración propia utilizando datos de la MOE

Figura 6 Mapa Municipal del porcentaje de votos obtenidos por GustavoPetro (izquierda) y Rodolfo Hernández (derecha) en la primera vuelta de 2022. 

La segunda vuelta se decidió entre Petro y Hernández. Petro llegó con una ventaja de 2,578,282 de votos, y la tarea de Hernández consistía en recoger los votos obtenidos por el centro y por la derecha en la primera vuelta para poder ganarle. Ambos candidatos enfatizaron la necesidad de un cambio de rumbo. El mensaje de Petro estaba centrado en la búsqueda de la paz a través de la implementación de los acuerdos y el camino hacia una sociedad más justa a través de reformas redistributivas y representación de sectores marginados. El mensaje de Hernández siguió centrándose en la lucha anticorrupción, el buen clima para la inversión económica, y su independencia frente a la clase política tradicional. Sin embargo, el programa menos desarrollado del exalcalde de Bucaramanga, junto con algunos errores estratégicos en una recta final muy apretada, dificultó que mantuviera el impulso de crecimiento.

El 19 de junio de 2022, Petro fue elegido presidente, obteniendo 11,291,986 votos (el 50,44% de los votos válidos). Pese al potencial electoral que se presumía en favor de Hernández, este quedó en segundo lugar, obteniendo 10.604.337 de votos (47,31% de los votos válidos). Los mapas de la Figura 7 muestran el cambio en el porcentaje de votos obtenidos por cada uno de los candidatos, en cada municipio, entre la primera y la segunda vuelta. Los tonos de azul más oscuro significan que el candidato en cuestión aumentó el porcentaje de votos obtenidos. Los tonos amarillos y naranja indican lugares en donde el candidato perdió con respecto a la primera vuelta. Como muestran los mapas, Petro creció en todo el país (excepto en el departamento de Guainía). Esto le permitió solidificar su posición en el Pacífico, el Caribe, la Amazonía y Bogotá, mientras logró vencer o ser competitivo en varias ciudades medianas del centro andino del país como Tunja, Neiva, Barrancabermeja, Ibagué, Pereira y Manizales. Por su lado, Hernández tuvo un crecimiento más focalizado, concentrado en los municipios de Antioquia y Caribe en donde el candidato de la derecha venció en la primera vuelta. Sin embargo, Hernández perdió votos en muchos municipios del país, especialmente en su bastión electoral ubicado en la región andina oriental. Al final, Hernández perdió porque no logró mantener sus propios votantes, y tampoco atraer decididamente a los votantes de Gutiérrez, y no capitalizó los aumentos de participación (Londoño, Sampayo y Otero-Bahamón 2022).

Nota: Elaboración propia utilizando datos de la MOE

Figura 7 Cambio en la Votación entre la primera y la segunda vuelta en 2022 

Los dos finalistas buscaron y encontraron apoyos en diferentes sectores. Entre la primera y la segunda vuelta la campaña de Petro se acercó a nuevos sectores de la izquierda y del liberalismo socialdemócrata con el objetivo de enviar un mensaje de tranquilidad y atraer al electorado de centro, mostrando que el cambio sería por las vías institucionales. Estos apoyos se materializaron en cargos importantes una vez en el poder.

Por su parte Hernández se encontraba en una difícil encrucijada; con el centro intentó un acuerdo programático, que fue fallido. Por el contrario, Gutiérrez rápidamente le dio su respaldo irrestricto. No obstante, si el candidato “outsider” recibía con los brazos abiertos a la derecha, perdería su atractivo como candidato anti-establecimiento. Pero si por el contrario se mantenía en su postura de rechazo a todos los políticos, perdería la capacidad de consolidar un programa y un equipo de gobierno que lo convirtiera en una opción creíble y confiable de ejercicio de poder. Al final Hernández se decantó por lo segundo, constituyéndose para muchos electores en una opción más peligrosa e incierta que Petro.

El triunfo de Petro, con una agenda claramente redistributiva y de inclusión, sugiere que pudieron haber sucedido cambios en algunos de los determinantes socioeconómicos y demográficos del voto. Especialmente a nivel de elecciones presidenciales, Colombia había sido hasta entonces un país donde la derecha y la centro derecha eran las fuerzas electorales dominantes a nivel territorial. En este sentido, las elecciones presidenciales de 2022 también marcan un punto de quiebre: como puede verse en la Tabla 3 , mientras que en 2018 la pobreza estaba asociada positivamente al voto por la derecha, esta relación se desvaneció en 2022 1 .

Tabla 3 Determinantes del Voto en la Segunda Vuelta 2018 2022 

  Variable Dependiente: Porcentaje Votos en Segunda Vuelta

  Petro 2018 Duque 2018 Petro 2022 Hernández 2022
  (1) (2) (3) (4)
Pobreza Alta -0.102(***) 0.104(***) -0,045 0.042
  (0.035) (0.036) (0.032) (0.032)
Población en Miles 0.0001(*) -0.0001(**) 0.0001(**) -0.0001(**)
  (0.00003 (0.00003) (0.00003) (0.00003)
% Población étnica 0.002(***) -0.002(***) 0.002(***) -0.002(***)
  (0.0003) (0.0003) (0.0002) (0.0002)
% Ruralidad -0.001(***) 0.002(***) -0.002(***) 0.002(***)
  (0.0002) (0.0002) (0.0002) (0.0002)
% Ruralidad*Pobreza Alta 0.002(***) -0.002(***) 0.001(**) -0.001(***)
  (0.001) (0.001) (0.0005) (0.0005)
Observaciones 1.100 1.101 1.101 1,101
R(2) 0,58 0,557 0,745 0.744
Adjusted R(2) 0,566 0.541 0.736 0.735
R Std. Error 0.133 0,134 0.120 0.122
F Statistic 39.686(***) 36.059(***) 84.023(***) 83.491(***)

Notas: Modelos incluyen efectos fijos de departamento.

Error Estándar en Paréntesis (*)p<0.1; (**)p<0.05; (***)p<0.01)

En otras características demográficas, no vemos un cambio. Tanto en 2018 como en 2022, en promedio, la proporción de la población que pertenece a un grupo étnico (Indígenas y/o Afrocolombianos), está asociada con mayor votación para Petro. Esta relación es inversa para la votación por Duque en 2018 y Hernández en 2022. En cuanto a la ruralidad, vemos que esta está relacionada negativamente con la votación por la izquierda y positivamente con la votación por la derecha en 2018 y por Hernández en 2022. Finalmente, el tamaño del municipio es un buen predictor del voto por la Izquierda en ambas elecciones.

Como los modelos de la Tabla 3 tienen una interacción entre pobreza alta y ruralidad, los coeficientes de pobreza alta se pueden interpretar como la relación entre votación y pobreza en municipios urbanos. Los coeficientes de % ruralidad, capturan la relación entre ruralidad y voto en municipios con niveles bajos o medios de pobreza (cuando Pobreza Alta = 0). Los coeficientes correspondientes a la interacción (%Ruralidad*Pobreza alta) capturan la relación entre ruralidad y voto en municipios con niveles altos de pobreza. La figura 8 muestra los efectos marginales de la pobreza según distintos niveles de ruralidad, evidenciando que la relación entre pobreza y votación varía a lo largo del nivel de ruralidad de los municipios. En los municipios urbanos (ruralidad = 0), mayor pobreza se asocia con menor votación por la izquierda tanto en 2022 como en 2018 en segunda vuelta. En contraste, en los municipios netamente rurales, una mayor pobreza deriva en mayor votación por la izquierda. Esto sugiere que, en los municipios más rurales y más pobres, así como en los más urbanos y más ricos, el Pacto Histórico tuvo mucha fuerza. La relación se revierte en las votaciones por Duque en 2018 y por Hernández en 2022: en los municipios más rurales y ricos, así como en los más urbanos y pobres, ganaron tanto Duque como Hernández. Estas interesantes interacciones sugieren que la base social de la izquierda colombiana es diversa, y que también contrasta profundamente con la de la derecha. Esto es importante, porque como explicaremos más adelante, da cuenta de una distinción clara entre dos tipos de votantes de la izquierda (Insiders y Outsiders).

Figura 8 Efecto Marginal de Pobreza según Nivel de Ruralidad en Votación 

IV. DE UNA COALICIÓN ELECTORAL A UNA COALICIÓN DE GOBIERNO

Gustavo Petro y Francia Márquez se posesionaron como presidente y vicepresidenta el 7 de agosto de 2022. Los primeros seis meses de mandato estuvieron marcados por la necesidad de pasar de una coalición electoral a una coalición de gobierno, lo que implicó sumar nuevos sectores al proyecto de izquierda. Estas alianzas generaron conflictos y tensiones entre las distintas fuerzas y posturas que componen la coalición, que estallaron en el año 2023. Además, el gobierno se enfrenta a un contexto económico de crisis que le pone límites a su agenda redistributiva, lo que posiblemente ahondará el descontento entre la población y reduce su margen de maniobra. El otro gran desafío, que también genera fuertes tensiones en la coalición, son los retos que trae la política de Paz Total, como se le conoce a su propuesta de negociar la desmovilización de la guerrilla del ELN, de las disidencias de las FARC-EP y el sometimiento de múltiples bandas criminales. En esta sección analizamos la composición de la coalición de gobierno, y desglosamos cuatro conflictos que resultan de su diversidad. Estos conflictos se hicieron evidentes en 2022, y definirán los primeros años de gobierno.

Una diversa coalición

La coalición que apoyó al gobierno Petro en sus meses iniciales fue muy diversa, tanto a nivel de bases como a nivel de elites. Después de la consulta interpartidista de marzo 2022, al núcleo de la Colombia Humana -movimiento político que avaló la candidatura de Petrose sumaron otros partidos de izquierda como el Polo Democrático, Mais, Unión Patriótica y el Partido Comunista que también estaban incluidos en el PH, como expusimos en la primera parte. Más adelante, cuando Petro ganó en la primera vuelta, se sumaron nuevos sectores de la izquierda, de la centro-izquierda y del liberalismo socialdemócrata. Aunque estas adiciones fueron claves para la victoria en segunda vuelta, trajeron consigo tensiones importantes causadas por diferencias en las visiones sobre cómo gobernar.

Una vez en la Casa de Nariño, la coalición se siguió ampliando para recoger partidos tradicionales de centro derecha, que paradójicamente se habían opuesto al PH en las consultas interpartidistas y luego apoyaron al candidato contendor, Hernández. Estas alianzas con el establecimiento político se hicieron con el objetivo de construir una coalición parlamentaria que permitiera adelantar la ambiciosa agenda de reformas (tributaria, laboral, pensional, agraria, al sistema de salud, a la justicia, entre otras). Para lograrlas, Petro necesitaba asegurar el apoyo de por lo menos 34 senadores y 67 representantes a la Cámara adicionales, para que sumados a sus 20 senadores y 28 representantes del PH alcanzaran la mayoría. Tras múltiples negociaciones en las que mediaron promesas y repartos burocráticos más que acuerdos programáticos, el gobierno consolidó una coalición de 79 de 108 senadores, y 140 de 187 representantes (Hernández Bonilla, 2022), mucho más de los mínimos necesarios.

Los partidos que se anexaron en ese momento se pueden catalogar en dos tipos: programáticos y pragmáticos. Entre los primeros estaban el Partido Verde, agrupación con la que la izquierda comparte afinidades. Entre los segundos se contaron partidos atrapa-todo de centro e incluso de derecha. El partido Liberal, que venía de apoyar los gobiernos de Santos y Duque y a Hernández, se sumó a la coalición de gobierno, junto con el Partido de la U, que ha sido un partido de gobierno desde su creación, independiente de quien esté en el poder. La adhesión del partido Conservador resultó más sorpresiva, pues llevaba varias décadas apoyando propuestas programáticas contrarias a las de Petro.

Los partidos políticos tradicionales (Conservador y Liberal), sumados al Partido de la U, constituyen gran parte del establecimiento político en Colombia. En las toldas de la U y del Partido Liberal, convergen políticos con agendas programáticas que van entre la centro izquierda hasta la derecha, sumados a políticos profesionales con intereses circunscritos a la reproducción de su poder regional. El Partido Conservador, que salvo en contadas excepciones ha tendido a alinearse con los intereses de las élites políticas y económicas, se ubica ideológicamente a la derecha, y ha resultado ser un vehículo muy exitoso para el triunfo electoral de políticos profesionales anichados en territorios muy específicos ( Sampayo, 2023 ). Dada la naturaleza de estos partidos del “establecimiento”, su adhesión a la coalición petrista podía significar dos cosas. Por un lado, que las motivaciones de sus políticos son tan particularistas que estaban dispuestos a apoyar cualquier cosa a cambio de mantener recursos de poder burocrático para reproducir sus clientelas regionales. O, por otro lado, y sin perjuicio de contradecir el punto anterior, que los partidos deseaban participar en la coalición para aminorar las pretensiones del gobierno, forzar consensos, y lograr transformaciones incrementales en vez de radicales.

La única agrupación de mediano tamaño que se declaró en independencia fue Cambio Radical, y la única en la oposición fue el Centro Democrático (derecha). Mientras la coalición se mantuvo (hasta abril de 2023 que el presidente anunció su fin) le aseguró al gobierno una fluida capacidad de adelantar su agenda. Al mismo tiempo, tanta flexibilidad genera dudas sobre la capacidad del sistema político actual de representar los intereses del casi 50% de personas que votaron en contra del gobierno. En un contexto donde el tema central del debate es la redistribución, las alternativas políticas no hallan un mensaje que mandar, un liderazgo claro, ni estructuran alternativas interesantes de gobierno.

Como es tradición en Colombia, la forma de solidificar esa coalición diversa, que en este caso incluía a activistas de movimientos sociales afines, amigos del círculo íntimo, militantes de izquierda de vieja data, políticos con cercanías programáticas y partidos programáticos y pragmáticos, ha sido a través de los nombramientos en ministerios, agencias estatales, empresas del estado y puestos diplomáticos. En otras palabras, fue a través del acceso al Estado como Petro empezó a formalizar los vínculos programáticos y particularistas con los diversos miembros de su coalición.

Por un lado, los activistas de organizaciones de la sociedad civil y movimientos sociales que apoyaron al candidato fueron llamados a conformar el gobierno. La psiquiatra Carolina Corcho fue seleccionada para la cartera de salud, tras llevar un largo recorrido promoviendo la reforma a la salud desde movimientos sociales de médicos. Irene Vélez, académica y activista, fue nombrada en el Ministerio de Minas y Energía, cartera llamada a ejecutar la bandera de la transición energética. Susana Muhammad, activista de causas medioambientales, fue nombrada ministra de Medio Ambiente. Danilo Rueda, miembro de una importante organización de derechos humanos, se convirtió en el Alto Comisionado para la Paz. Gerardo Vega, activista y abogado defensor de reclamantes de tierras, fue nombrado en la dirección de la Agencia Nacional de Tierras. Para el presidente también resultó importante mostrar compromiso con las causas de los movimientos Afros e Indígenas. En esa línea, se seleccionaron líderes Indígenas y Afrodescendientes en cargos importantes, incluyendo a Luis Ernesto Murillo en la embajada de Estados Unidos y Leonor Zabaleta ante la ONU, a María Patricia Tobón, como nueva directora de la Unidad de Víctimas y a Giovanni Yule en la dirección de la Unidad de Restitución de Tierras.

Políticos de izquierda también fueron escogidos para conformar el gobierno. Gloria Ramírez, prominente figura del sindicato de maestros y del Partido Comunista fue nombrada en el Ministerio de Trabajo y Protección Social. En Colpensiones fue nombrado Jaime Dussán, del partido Polo Democrático y líder del sindicato de los maestros. Patricia Ariza, militante de la UP, fue designada como ministra de cultura. Varios exfuncionarios de su alcaldía fueron nombrados en algunas agencias del sector económico y así mismo varios ex-militantes del M-19 tienen roles en agencias de seguridad.

Los liberales socialdemócratas que llegaron a la campaña entre primera y segunda vuelta fueron nombrados en otros ministerios importantes. El ex candidato de la consulta del centro, Alejandro Gaviria, fue nombrado en el Ministerio de Educación. Como ya mencionamos, el candidato a vicepresidente de Sergio Fajardo, Luis Gilberto Murillo, se convirtió en embajador ante Estados Unidos; los ex ministros liberales José Antonio Ocampo y Cecilia López fueron nombrados en el Ministerio de Hacienda y Agricultura respectivamente. Varios alfiles del santismo recibieron encargos neurálgicos. Por ejemplo, Alfonso Prada, antiguo secretario de la Presidencia de Juan Manuel Santos, fue primero jefe de debate del candidato Petro para convertirse después en Ministro del Interior.

Varios amigos del círculo íntimo del presidente y su esposa, Verónica Alcocer, fueron nombrados en importantes cargos, algunos sin contar con experiencia relevante. Es el caso del Departamento para la Prosperidad Social donde fue nombrada Cielo Rusinque, amiga cercana del presidente sin trayectoria ni conocimiento del sector. En el Instituto Colombiano para el Bienestar Familiar,importante agencia en términos de presupuesto y personal, fue nombrada Concha Baracaldo, amiga de Alcocer quien renunció a los pocos meses tras fuertes cuestionamientos sobre la idoneidad de su perfil. Este patrón se repitió en las personas escogidas para varias embajadas y otras agencias estatales y puestos de menor relevancia.

Finalmente, los partidos políticos que se sumaron a la coalición hacia el final también fueron premiados con cargos importantes. El partido Conservador recibió el Ministerio de Transporte y la dirección del departamento administrativo de la presidencia DAPRE, el Partido Liberal se hizo a la cartera de Vivienda y la de Justicia, y el Partido de la U llegó al Ministerio de las TIC ( Restrepo, 2022 ).

Como veremos en la siguiente sección, la diversidad de la coalición que aumenta el margen de maniobra y gobernabilidad, también plantea retos prominentes en el ejercicio de gobierno.

V. LAS TENSIONES Y CONFLICTOS ENTRE EL MANDATO DE CAMBIO, EL CONTEXTO Y LA COALICIÓN

De la diversidad de la coalición emergen varios conflictos y contradicciones que seguramente marcarán los años venideros. Vamos a hablar de cuatro tensiones que se hicieron evidentes en los primeros meses: entre reformismo y clientelismo, entre partido movimiento vs. partidos existentes, entre incorporar vs. mejorar, y entre la acumulación de demandas vs. las capacidades.

Reformismo vs. clientelismo

La diversa composición de la coalición genera un conflicto entre reformismo y clientelismo. El gobierno desea llevar a cabo una profunda agenda de reformas, pero para hacerlas, sumó elementos de la clase política tradicional que se han opuesto a reformar seriamente las estructuras sociales, políticas y económicas que les permiten mantener y reproducir su propio poder. Adicionalmente, el uso del aparato estatal para ejercer patronazgo con personas del círculo íntimo pone en duda la capacidad del gobierno de mostrar resultados en algunos sectores centrales para sus planes sociales, como lo son el DPS, el ICBF y Colpensiones.

Ante esta realidad, es posible que durante los primeros años el gobierno logre adelantar reformas cuya aprobación e implementación se circunscriba a las agencias centralizadas del gobierno, y que no pasen por la esfera de influencia de los poderes locales, tales como la reforma tributaria, la pensional y la laboral. Pero para adelantar reformas que impliquen transformar las estructuras de poder local y construir estatalidad en las regiones, sectores de su coalición tendrán incentivos enfrentados. Los políticos tradicionales podrían intentar bloquear, cooptar, o limitar la materialización de las mismas y se enfrentarán a sectores reformistas de la coalición, debilitándola y limitando la gobernabilidad.

La reforma tributaria, por ejemplo, avanzó por el congreso sin mayores altibajos y aunque se hicieron concesiones y se disminuyó parcialmente el carácter redistributivo de la misma, la reforma tiene elementos progresistas importantes. En este caso el gobierno logró obtener el apoyo de los partidos políticos y pasar la reforma a pesar de la oposición de grandes estructuras de poder económico. Es diferente lo que sucedió con la reforma política, en la que la aspiración de implementar las listas cerradas y cremallera, y la apuesta por democratizar los partidos políticos, se vio empañada por la habilitación del transfuguismo. Esta reforma es un buen ejemplo de cómo se cristalizan en proyectos de ley e instrumentos de política pública las preferencias contradictorias de distintos sectores de la coalición.

Otro ejemplo de esta tensión se evidencia en la reforma a la salud, que propone disminuir las brechas regionales impulsando la atención primaria, pero por la vía de entregar funciones, recursos y autonomía a consejos regionales de fácil cooptación por la clase política tradicional. Es de esperar que en el trámite de la reforma varios sectores políticos se vean más interesados por la posibilidad de cooptar los millonarios recursos de la provisión de este servicio, que por los cambios estructurales que la reforma promete. Los incentivos cruzados de la coalición harán más difícil llegar a un articulado coherente.

Un caso de exitosa incorporación de la diversidad de la coalición se puede ver en los esfuerzos del gobierno de responder a las demandas para transformar el sector rural e incluir al campesinado. Por un lado, el nombramiento de Gerardo Vega como director de la Agencia Nacional de Tierras y de Giovani Yule en la Unidad de Restitución de Tierras fueron vistos como aciertos por los movimientos Indígenas y Campesinos y por la comunidad de expertos en tierras. Por el otro lado, la Ministra Cecilia López, que viene de las fuerzas liberales, intentó responder a las demandas redistributivas incluyendo también a los principales opositores de una transformación del campo. La reforma rural de la ministra López se basó en la aceleración de la titulación a través de la compra de tierras y resultó de un acuerdo con Fedegán, gremio representante de grandes capitales rurales y opositor histórico de reformas agrarias, y la reforma cuenta con este apoyo. Aunque para algunos fue controversial, la diversidad de la coalición y el pragmatismo de la ministra parecieron ayudar en una política viable y que puede tener efectos transformadores para el campo colombiano. La salida precipitada de la ex-ministra a principios de 2023 dificulta saber si esta política tendrá éxito. Sin embargo, y aún después del cambio ministerial, el ministerio parece seguir avanzando en las apuestas del gobierno hacia avanzar en el proceso de titulación y restitución de tierras. De hecho, en junio de 2023, se avanzó con el reconocimiento de los derechos del Campesinado Colombiano en el Congreso.

Tanto por el bloqueo de sectores tradicionales a reformas profundas, así como por la pobre gestión de funcionarios poco idóneos, se espera que en los próximos años se acentúe la tensión entre las aspiraciones reformistas del gobierno con las prácticas clientelistas que aglutinaron la coalición al poder. Es posible que el experimento ofrezca algunas muestras de éxito, como pareciera erigirse en el sector agrario. Pero en general la estrategia política de expandir la coalición de gobierno será tanto lo que permitirá a Petro llevar a cabo su agenda, como lo que va a impedirle hacerlo.

Partido-movimiento vs. partidos

Al interior de la coalición de gobierno hay un conflicto por las formas para gestionar las reformas que revela una tensión política muy fuerte entre el núcleo primario de apoyo a Petro, y los partidos y las formas tradicionales de la política colombiana. No solo estamos ante una coalición diversa con las tensiones que ello conlleva, sino que, además, uno de los grupos políticos centrales de la misma, el PH, parece estar en proceso simultáneo de consolidación como partido-movimiento de alcance nacional. Los partidos-movimientos no son vehículos electorales tradicionales o partidos atrapa-todo, sino que tienen su origen, al menos en parte, en movimientos sociales. Son proyectos de personas dentro de o conectadas con el movimiento social que buscan insertar temas/agendas nuevos a través de una organización que se parece más a un movimiento social que a un partido con reglas formales (Della Porta, 2017, Kitschelt, 2006 ). A diferencia del partido político MAS (Movimiento al Socialismo), en Bolivia, que tiene sus orígenes en organizaciones de base del movimiento cocalero y su líder, Morales, es orgánico ( Anria, 2018 ), el PH es un híbrido. En su fundación confluyeron partidos políticos, organizaciones sociales alrededor de un líder, Petro, que no viene de las organizaciones de base, pero es muy cercano a estas. Es el primer tipo de organización política de estas características en Colombia con proyección nacional. Todavía está por verse si se consolidará como partido político, pero sus características constitutivas ponen algunas de las lógicas y prioridades propias de los movimientos sociales y de base en tensión aguda con las lógicas políticas usuales en Colombia.

Al ser una organización naciente, y de izquierda, que ha tenido pocas oportunidades de ejercer el poder, hay una ausencia de militantes con amplia experiencia en gobierno. A esto se suman diferencias sustanciales en las formas. En los partidos basados en movimientos la participación de base es fundamental en la toma de decisiones y la frontera entre el partido y los movimientos se desdibuja constantemente para crear formas nuevas de presión hacia las élites políticas ( Anria, 2018 ). Un sector de miembros del gobierno Petro, le apuestan a reformas maximalistas y ambiciosas construidas desde la agenda de las bases sociales del PH y con input de estos actores, pero sin la negociación política con los actores políticos, económicos y gremiales tradicionales. Buenos ejemplos de esto son Carolina Corcho, quien como Ministra de Salud lideró la reforma al sistema nacional de salud apostándole a una transformación ambiciosa, movilizando a las bases en su defensa, agitando la plaza pública, sin la tradicional consulta y negociación con los actores de élite. Durante el trámite de la reforma entró en confrontación directa con los políticos tradicionales y con los “técnicos”. En contraste, otros sectores de la coalición, como vimos antes, responden a las lógicas más tradicionales de la política colombiana. Por ejemplo, los liberales socialdemócratas y políticos pragmáticos que si apelan a la importancia del congreso como espacio de representación política y buscan la negociación con stakeholders como gremios y empresarios. Estas diferencias agregan otra capa de tensión y complejidad a un gobierno que no tiene mayorías absolutas y necesita tanto del PH y de sus lógicas como de los otros actores políticos y las suyas para gobernar. En el caso particular de la Ministra Corcho la tensión creció de forma sostenida y, ante las negativas de concertar su propuesta de reforma, generó una crisis que precipitó la ruptura de la coalición y culminó con su salida a principios de 2023.

Incorporar vs. mejorar

El tercer conflicto que surge de la variopinta coalición resulta de las contradicciones programáticas entre las dos bases sociales principales que votaron por el proyecto de izquierda y que se evidenciaron en el análisis estadístico precedente. Como vimos en la Tabla 3 , por Petro votaron, por un lado, los “outsiders”: sectores marginados y racializados de las costas Caribe y Pacífica y los municipios pobres y rurales. Por el otro, una pieza clave de la victoria electoral fueron los “insiders”: jóvenes y sectores de clase media de las principales ciudades, vinculados a instituciones de educación y empleos en la economía formal. Ambos grupos sociales claman por menor desigualdad, mejores programas sociales, y más redistribución. Pero estas demandas no necesariamente se traducen en los mismos programas y bienes públicos, e inclusive pueden resultar en objetivos de política pública contradictorios ( Garay, 2016 ).

Varios ejemplos de estas contradicciones han surgido en lo que va de gobierno. Una de las apuestas principales del primer año de mandato es sacar adelante la reforma laboral que atenderá los clamores de la clase trabajadora formal que gana alrededor de un salario mínimo. Aunque se busca mejorar los ingresos formales de este sector, a través del pago de dominicales y recargos nocturnos y festivos, esta medida favorecerá a trabajadores en las ciudades grandes, en donde la economía está más formalizada. Al mismo tiempo puede conllevar a un encarecimiento del trabajo formal, que puede resultar en el cierre de oportunidades de empleo y el aumento de la informalidad que ya es mayoritaria en regiones de los “outsiders” que votaron por Petro. En este ejemplo se evidencia como la apuesta por mejorar las condiciones de vida de los incorporados puede empeorar aún más la de los marginados o los outsiders.

Otros programas están pensados para los outsiders, como por ejemplo la reforma pensional, que otorgaría pensiones no contributivas a muchos adultos mayores pobres que han estado por fuera de la economía formal, pero lo haría a cargo -de forma indirecta-de los ahorros pensionales de los insiders. En paralelo, el nuevo gobierno suspendió el subsidio Ingreso Solidario que benefició a 4 millones de familias en condiciones de informalidad y pobreza extrema durante más de dos años.

Es así como en contextos de recursos escasos el gobierno se enfrenta a demandas redistributivas de diferentes grupos sociales, y su éxito dependerá de la capacidad de balancear las enfrentadas expectativas programáticas de sus votantes, que a su vez se materializan en bienes públicos diferentes.

La acumulación de demandas vs. las capacidades

A dicha acumulación de demandas redistributivas desde diversos sectores sociales se suman los retos de seguridad y los legados del conflicto. Los nuevos y viejos problemas se acumulan, pero el contexto macroeconómico poco favorable y la sombra del conflicto armado configura una barrera imponente a la materialización de las propuestas de Petro, especialmente la política de la Paz Total.

Como vimos en la primera parte, tras la firma del Acuerdo de Paz con las FARC inició un cambio alrededor de los ejes centrales del debate de la política colombiana que dividía a la población alrededor de la forma de hacer la paz y la guerra. Pero esto no quiere decir que los problemas del conflicto armado se hayan superado. Por el contrario, la pobre implementación del proceso de paz durante el gobierno de Iván Duque (Echavarría Álvarez et al, 2022) y el masivo reacomodamiento de las estructuras criminales a lo largo del país ( INDEPAZ, 2022 ) han agudizado los problemas de seguridad. Las masacres, el asesinato de líderes sociales (Albarracín et. al 2020 y 2022), la extorsión, el surgimiento de nuevos grupos armados y el fortalecimiento de guerrillas que estaban prácticamente extintas (como el ELN) han regresado a ser el pan de cada día de muchos municipios del país.

Por esta razón uno de las prioridades del gobierno es la política de la Paz Total, que tiene cuatro ejes centrales: avanzar en la implementación del acuerdo de Paz con las antiguas FARC-EP con un énfasis especial en las reformas en el campo, el acuerdo de paz con el ELN, la propuesta de acogimiento judicial de otros grupos armados, y un cambio en la política de drogas. A pesar de las dificultades que describimos anteriormente, el gobierno se ha mostrado comprometido con el mandato del Acuerdo de Paz de hacer una reforma rural integral y de reconocer al Campesinado como sujeto especial de protección Constitucional (García-Montoya y Güiza-Gomez, 2022, Duarte 2023 ). El gobierno ha ido avanzando (aunque con tropiezos) en diálogos hacia acuerdos de paz con más de veinte grupos armados, principalmente con el ELN. Después de acercamientos entre el gobierno y ELN en los primeros meses del gobierno, el 21 de noviembre de 2022 se anunció la reanudación de los diálogos políticos entre las partes. El gobierno también inició acercamientos con grupos criminales, incluyendo ceses al fuego unilaterales con algunos grupos y los laboratorios de paz.

Aún es muy pronto para saber el rumbo de estas iniciativas. Sin embargo, estas se han visto obnubiladas por acciones violentas de los grupos, por problemas con la política de seguridad del gobierno y por críticas desde la oposición. Finalmente, aunque en el 2022 no hubo claros movimientos hacia un cambio en el enfoque de la política de drogas, Petro anunció la reactivación del programa de sustitución de cultivos, énfasis en la interdicción, y ha denunciado el fracaso de la lucha contra las drogas ante foros internacionales importantes.

Pero la acumulación de demandas de los ejes temáticos viejos y nuevos chocan con las grises perspectivas macroeconómicas. Los rezagos domésticos de la crisis causada por la pandemia de COVID-19 (alto desempleo, pobreza en ascenso, crecimiento de la deuda), se sumaron a los efectos negativos de la invasión rusa de Ucrania en el comercio y los mercados financieros internacionales. Aunque en 2022 Colombia volvió a tener cifras de crecimiento positivas, 2022 no vio el fin de la crisis económica. La inflación frenó la recuperación y las proyecciones de crecimiento para los años venideros son conservadoras, en un contexto internacional de mayores restricciones financieras (Acosta-Ormachea et al, 2022).

Adicionalmente, el boom de las commodities que a principios de siglo hizo posible el crecimiento de las economías latinoamericanas, quedó definitivamente en el pasado. Ese boom proporcionó los recursos que hicieron posible la generosa expansión de las políticas sociales bajo diferentes gobiernos durante la primera década del siglo 21 ( Garay, 2016 ). La situación es muy distinta hoy, pues el contexto económico poco amigable le pone límites a la agenda redistributiva.

Ante estas intensas tensiones, algunos miembros de la coalición actúan como garantes de la ortodoxia macroeconómica que ha caracterizado a Colombia en las últimas décadas, mientras que otros empujan por medidas más heterodoxas, como el control de precios. Es muy probable que a medida que avance el gobierno se agudicen estos conflictos entre miembros de la coalición y se intensifiquen las tensiones entre acumulación de demandas y capacidad de satisfacerlas.

En conclusión, la diversidad de la coalición electoral y parlamentaria del primer gobierno de izquierda anuncian una serie de tensiones y conflictos. La posibilidad de adelantar la ambiciosa agenda de reformas dependerá del equilibrismo que se haga entre clientelismo y reformismo, entre activistas y políticos, entre incorporados y marginados, y entre viejas y nuevas demandas. Cada avance del gobierno en su agenda tendrá detractores internos y externos, lo cual requerirá una enorme habilidad y destreza política.

VI. PETRO MIRA HACIA AMÉRICA LATINA

En los primeros meses del gobierno se hizo evidente el interés de Petro por posicionarse como líder en América Latina. Recién posesionado, el presidente restableció relaciones diplomáticas con Venezuela, medió para reactivar las negociaciones entre Maduro y la oposición, intentó impulsar una discusión global sobre la conservación de la Amazonía y también anunció cambios en la política de drogas. Esta ambición de proyección regional, y también su agenda doméstica, están amenazadas por varios factores de contexto: el escenario económico poco favorable que mencionamos, las particularidades de los otros jefes de estado de izquierda vecinos y el estancamiento de la democracia en la región. A continuación, discutimos cada una.

Para concretar sus iniciativas de proyección regional, Petro necesita cultivar alianzas con otros países, y lo ha hecho con líderes de izquierda. Sus interlocutores más importantes son el chileno Gabriel Boric, el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el brasilero Lula da Silva y Alberto Fernández en Argentina, a quienes visitó en sus primeros meses de mandato.

Aunque hay una apuesta regional y de izquierda explícita, ésta está constreñida por las diferencias entre los líderes de izquierda latinoamericanos contemporáneos a Petro. Aunque ha habido intentos de comparar a esta oleada de presidentes de izquierda con la ola de izquierda de principios de siglo 21 (en referencia al primer gobierno de Lula da Silva, Evo Morales, Hugo Chávez, junto con Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner), lo cierto es que el grupo de líderes de izquierda versión década 2020 es muy heterogéneo. Por ejemplo: en lo ambiental, tema prioritario para Petro, el presidente colombiano tiene mucho en común con el primer mandatario chileno, Boric. Comparten su preocupación por el cambio climático, y la apuesta por transición energética limpia. En un contexto de degradación de la gobernanza medioambiental regional, de aumento de la deforestación y recrudecimiento del cambio climático ( Franchini y Viola, 2022 ), el mandatario brasilero es el pivote de quien depende que haya acciones regionales significativas en términos medioambientales en general y en pro de la conservación de la Amazonía en particular. Lula promueve estos temas, pero su modelo de desarrollo continúa basándose en la explotación de recursos fósiles, en particular los hidrocarburos, no en el nuevo paradigma que caracteriza el discurso de sus homólogos colombiano y chileno.

Otro tema en que los aliados de izquierda de Petro no están de acuerdo es en cuáles son las líneas rojas para la defensa de la democracia. A nivel mundial, la democracia está en declive, y, en América Latina en se encuentra estancada (Mainwaring y Pérez Liñán, 2023). Ha habido deterioros significativos en la calidad de la democracia en El Salvador, Chile. y Brasil. Varios países, incluido Colombia, vienen de años de movilizaciones masivas que alertan de fuertes crisis de representación ( Murillo, 2021 ). Persisten regímenes autocráticos en Venezuela y Nicaragua. 2022 fue, además, un año de deterioro marcado de la democracia peruana, que ya venía débil ( Barrenechea y Encinas, 2022 ), y se desmoronó de manera acelerada tras el autogolpe de Pedro Castillo y la posterior deriva autoritaria de su sucesora, Dina Boluarte ( Encinas, 2023 ; Barrenechea y Vergara 2023 ).

La reacción de Petro y de otros presidentes de izquierda al autogolpe de Castillo en Perú es ejemplo perfecto de las divergentes posturas frente a la democracia. El intento de Castillo de cerrar el Congreso, en medio de una crisis y de ataques a su gobierno, culminó en un voto parlamentario en que los congresistas le vacaron y el ex-presidente fue detenido en camino a la embajada mexicana a pedir asilo. Brasil y Chile expresaron su preocupación por la grave crisis. Esa misma noche, Argentina, Colombia y Bolivia denunciaron que la destitución de Castillo constituyó un tratamiento judicial violatorio de la Convención Interamericana 2 . Como lo han evidenciado varios analistas peruanos, la vacancia de Castillo fue una respuesta legítima a la maniobra inconstitucional del presidente, lo que en ningún momento exime de responsabilidad a los congresistas ni a Castillo de la crisis ni niega los ataques previos al gobierno (véase, por ejemplo: Agüero, 2022 , Paredes, 2022 , Tanaka, 2022 ). Lo que vimos ante la grave crisis peruana en la región de parte de los líderes de izquierda fue una amalgama heterogénea de reacciones que sugieren posturas divergentes frente a las líneas rojas que salvaguardan la democracia liberal.

En resumen, el contexto económico adverso y la falta de consenso sobre temas importantes en región y para la agenda particular de Petro, configuran un escenario que dificultan las aspiraciones del presidente para proyectarse con toda la fuerza que querría en el escenario regional.

VII. CONCLUSIÓN

En este artículo analizamos las razones que explican la victoria de Gustavo Petro, y los desafíos que creemos marcarán el rumbo de su gobierno. En cuanto a las causas, identificamos tres procesos que llevaron a su elección: el cambio de ejes temáticos con la firma del acuerdo de paz con las FARC-EP, la crisis económica causada por la pandemia y el despliegue organizativo del Pacto Histórico. Paradójicamente, la formación de una gran coalición con votantes y élites muy diversas fue clave para llevar a Petro al poder, pero genera muchos desafíos y tensiones en el ejercicio de su mandato. En nuestro análisis identificamos cuatro tensiones en particular que anidaban al interior de la coalición de gobierno: entre reformismo y clientelismo, entre partido movimiento vs partidos tradicionales, entre incorporar vs. mejorar y entre la acumulación de demandas vs. las capacidades de ejecución. En los primeros meses de gobierno y lo que va corrido del 2023 estas tensiones se han hecho aún más evidentes y resultado en cambios sustanciales. Aunque el foco de este artículo es 2022, reseñamos aquí algunos de los puntos centrales.

En abril de 2023 la coalición de unidad nacional llegó a su fin, justo cuando el gobierno se encontraba en medio del trámite legislativo de tres de sus reformas banderas: la reforma al sistema nacional de salud (liderada por la ministra Corcho) y las reformas pensional y laboral (lideradas por la ministra Ramírez Ríos). La causa de la ruptura fue la dificultad para negociar el articulado de la reforma a la salud. Los cambios solicitados por los partidos del establecimiento no fueron incorporados por la ministra-activista Carolina Corcho. Los ires y venires entre estos actores agotaron la paciencia del presidente, quien anunció la ruptura de la coalición legislativa y despidió a la mayoría de los ministros independientes y a los que provenían de partidos tradicionales. Aunque mantuvo a algunas fichas de los partidos tradicionales en las carteras de Vivienda e Interior, su nuevo gabinete mostró un decidido giro a la izquierda, y un aumento de la participación de las bases y movimientos sociales, estos sin mayor experiencia en la política nacional y en la gestión estatal. Sin mayorías en el Congreso, el mandatario parece abocado a reemplazar el apoyo en bloque de los partidos tradicionales por dos estrategias: por un lado, negociaciones individuales con congresistas concretos, en las que priman repartos burocráticos. Por el otro, los continuos llamados a la movilización social para demostrar la existencia de un mandato popular que debería conllevar a la aprobación inmediata de las reformas.

La democracia colombiana tiene una larga tradición institucional pero no está aislada de los vientos de crisis y descontento que azotan a la región. Además de la crisis de representación palpable en el largo ciclo de protestas de 2019-2021, en años recientes algunos líderes, incluyendo al ex-presidente Duque, también mostraron signos de baja tolerancia a sus opositores y propensión a atacar algunas instituciones (Albarracín, Botero y Gamboa, 2022). En ese contexto, algunas conductas iliberales de Gustavo Petro generan preocupaciones, especialmente, su historial de enfrentamientos y cuestionamientos a la prensa que lo critica. Recientemente la Fundación para la Libertad de Prensa (2023) le pidió al presidente reconsiderar la forma en que se refiere a medios de comunicación y periodistas en Twitter. Pese a las tensiones, hasta el momento, como señala Gamboa, Petro ha demostrado tener fuertes inclinaciones institucionales (Gamboa 2023) y no pareciera que posturas poco democráticas se extiendan a otros ámbitos y pongan en peligro el equilibrio de poderes o el estado de derecho.

AGRADECIMENTOS

*Agradecemos a los participantes del Seminario Democracia y Sociedad de la Universidad del Rosario, y a dos pares evaluadores anónimos, por sus valiosos comentarios a versiones previas de este artículo.

REFERENCIAS

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NOTAS

1Municipios con niveles altos de pobreza, son aquellos en el tercil más alto según el Índice de Pobreza Multidimensional del Dane. Porcentaje de Ruralidad captura el porcentaje de personas que viven en zonas rurales del municipio.

2Véase el comunicado conjunto emitido por los tres países la noche del auto-golpe: https://www.cancilleria . gov.co/newsroom/news/comunicado-conjunto-situacion-peru

Received: March 2, 2023; Accepted: June 9, 2023

Sandra Botero. Es Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia y doctora en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos). Actualmente es profesora asociada en la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos en la Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia. Es especialista en la relación entre el sistema judicial y el sistema político desde una perspectiva comparada, y su investigación se enfoca en temas de efectividad de los derechos, cortes, comportamiento electoral y política en América Latina. Email: sandra.boteroc@urosario.edu.co

Laura García-Montoya. Actualmente es Profesora Asistente en la Escuela Munk de Políticas Públicas y Asuntos Globales de la Universidad de Toronto y profesora adjunta de economía de la Universidad del Rosario. Recibió su doctorado en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Northwestern, donde realizó también un máster en Estadística. Es economista y magíster en Economía de la Universidad de los Andes. Sus intereses de investigación se enmarcan dentro de política comparada, política pública y metodologías de investigación. Sus proyectos actuales se enfocan en la desigualdad en América Latina y su relación con la violencia y el desarrollo económico. Email: laura.garciamontoya@utoronto.ca

Silvia Otero-Bahamón. Es profesora de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, en Bogotá, Colombia. Culminó su doctorado en Ciencia Política en Northwestern University 2016), y un máster en la misma institución (2013). Investiga las dimensiones subnacionales de la desigualdad y la política social, la formación del estado y la política comparada de América Latina. Ha publicado sus estudios en World Development, Latin American Politics and Society, Studies in Comparative International Development, Revista de Ciencia Política, entre otras revistas indexadas. Es politóloga de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia). Email: silvia.otero@urosario.edu.co

Sebastián Londoño-Mendez. Es estudiante de Ciencia Política y Gobierno y de Gestión y Desarrollo Urbano, de la Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia. Actualmente se desempeña como Asesor de Unidad de Trabajo Legislativo en el Congreso de Colombia.

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