INTRODUCCIÓN
La “Tafonomía” es la ciencia que estudia los procesos sufridos por un fósil desde el momento en que se deposita hasta su recuperación (Olsen, 1980), siendo de gran aporte en disciplinas como la paleontología, arqueología, antropología, zoología y biología. Por tanto, es relevante la información contextual que pueda aportar, y el enfoque multidisciplinario con el que sea realizado su procesamiento. Entre los procesos que definen los cambios tafonómicos sufridos por restos depositados en superficie o enterrados, se encuentran los producidos por animales (intervención por carroñeo). Este proceso tafonómico involucra el uso de la dentición animal para desgarrar, remover, desarticular, roer, masticar, fracturar o consumir tejido blando y/o huesos. El carroñeo puede modificar, dispersar y remover tejido blando o duro, resultando en fragmentación, fracturas y/o huellas de mordedura (Haglund et al., 1988); y generando grandes complicaciones para la patología y antropología forense (Erkol & Hösükler, 2018).
Una huella de mordedura se define como “un patrón hecho por los dientes (humanos o animales) sobre un sustrato” (Bernstein, 2011). Su morfología depende del tamaño de la especie carroñera, el tamaño de la mandíbula, la fuerza de mordida y sus patrones dentales (Haynes, 1983; Young et al., 2015). Las marcas que resultan de una huella de mordedura en tejido óseo, han sido clasificadas y descritas por el arqueólogo estadounidense L. Binford (1981) como “Pits”, “Punctures”, “Furrows” y “Scores” en el año 1981, en idioma inglés (Tabla I); y su uso en la bibliografía en español es evidente.
En escenarios arqueológicos, el uso de esta categorización ha sido extensamente aplicado para entender la interacción de las especies y su presencia en diferentes contextos. Por otro lado, en escenarios forenses, la aparición de estas marcas en tejido óseo, significa una intervención ante, peri o post mortem entre el individuo de estudio y el carroñero, que deberá ser analizada, entendida e informada (Tokdemir et al., 2014). En muertes post traumáticas, las heridas abiertas serían el punto de inicio de consumo para los carroñeros, y en poco tiempo, podrían complicar la correcta identificación de heridas antemortem (Willey & Snyder, 1989); como, por ejemplo, encubrir, heridas por armas de fuego, puñaladas por objetos punzantes, o marcas de ligadura (Young et al.).
El uso de la información de la marca de mordedura en conjunto con el conocimiento del comportamiento y patrones específicos de las especies, así como los factores mencionados anteriormente, llevarán a una identificación más específica del taxa y tamaño del carroñero, y si es posible, la especie (Young et al.). Así entonces, los carnívoros generan cambios de estructura en las epífisis de los huesos largos, en procesos vertebrales transversos y espinosos y márgenes distales de costillas, escápula y huesos de la cadera (Haglund et al.).
Ante la necesidad que genera una pericia forense de describir y categorizar los elementos involucrados en una escena que contenga elementos óseos con modificaciones producidas por animales, la terminología de Binford es utilizada y reconocida por los investigadores del área. Sin embargo, la ausencia de transculturización de los términos al español ha llevado a la comunidad científica de habla hispana a la falta de un consenso terminológico cuando deben emitirse reportes de este tipo de análisis. El objetivo de esta revisión es evidenciar el uso de la metodología de Binford para categorizar marcas de mordedura animal en hueso, y revisar su aplicación.
MATERIAL Y MÉTODO
Se realizó una revisión de la literatura en la base de datos Google Scholar, seleccionando los artículos que citaran el trabajo de Binford “Bones. Ancient men and modern myths” (1981). Éstas se realizaron entre el 4 y 20 de abril de 2018 limitándose a estudios en español donde se citara a Binford para categorizar marcas de mordedura animal como efecto tafonómico. Dentro de las categorías de estudio se consideraron el año de la publicación, la nacionalidad de los autores y la mención de una, todas o ninguna categoría de clasificación. Fueron excluidos los resultados de tesis doctorales, libros, pósters y resúmenes de congresos. Una búsqueda complementaria fue realizada con el objetivo de identificar los documentos en las referencias citadas en esos artículos, siempre enfocando el objetivo del estudio.
RESULTADOS
Se identificaron 349 artículos como resultado de la búsqueda, de los cuales 82 cumplieron la totalidad de los criterios de inclusión y exclusión y presentaron el contenido requerido. Una búsqueda manual posterior permitió añadir una publicación que reunía similares criterios. En total se obtuvieron 83 artículos para el análisis (Fig. 1).
Fecha de publicación y países filiados por los autores. Se identificaron publicaciones entre los años 1997 y 2017, con un máximo de 10 documentos publicados en cada uno de los años 2010 y 2014. En 2017 se pesquisaron 5 publicaciones. Del total de 83 artículos, el país con más participaciones fue Argentina con 45 (54,22 %) como única filiación, en 4 (4,82 %) asociado con Chile (sumando este país además 5 (6,02 %) publicaciones como única filiación) y 1 (1,20 %) asociado con España. El segundo país con más participaciones fue España con 20 (24,10 %) como única filiación y 4 (4,82 %) en colaboración con Argentina y con otros países europeos (Alemania, Francia y Portugal). Mientras que el máximo de publicaciones de autores argentinos fue de 8 artículos (9,64) en el año 2014, el de autores españoles fue de 7 (8,43 %) en el año 2010, lo que da expresión a los dos peaks de esta revisión. Otros países identificados en las filiaciones fueron Francia (1 artículo con filiación única y 2 en colaboraciones), México (1 con filiación única y 1 en colaboración), Alemania, Estados Unidos y Portugal (cada uno con 1 filiación en colaboración) y Cuba y Uruguay (cada uno con 1 filiación única) (Tabla II).
(RNC= Rasgos no categorizados; RCNT= Rasgos categorizados no traducidos; RCTL/P= Rasgos categorizados con traducciones libres o parciales).
Referencia a categorización de Binford. Del total de los 83 artículos seleccionados, siempre citando la obra de Binford (1981), 54 documentos (65,12 %) sólo refirieron la presencia de marcas de mordedura animal sin realizar categorizaciones, mientras que 7 artículos (8,43 %) hicieron referencia a las categorías por sus nombres originales en inglés sin traducirlos. Es de destacar que de los 22 artículos (26,51 %) que realizaron traducciones parciales o libres de los rasgos para categorizar las marcas, 3 (13,63 %) utilizaron más de un nombre para cada categoría, y sólo 2 (9,09 %) mencionaron o describieron el rasgo mencionado. Las categorías con mayor variabilidad en sus traducciones fueron “Puncture” y “Pitting”, utilizando respectivamente 11 y 8 términos diferentes para hacer mención a ellas.
No se identificó ningún documento que buscara validar traducciones o transculturizaciones de los términos, sobre la base de Binford.
DISCUSIÓN
Esta revisión evidenció el uso de la categorización de Binford para clasificar las huellas de mordedura animal en tejido óseo. La intención no fue sólo contrastar su uso, sino determinarlo en diferentes contextos, y también expresar la variabilidad de sus traducciones al español. Las diferentes especies de carnívoros poseen variable morfología y fórmula dental, por lo que conocerla es de suma importancia al realizar el análisis forense de este tipo de marcas (De Munnynck & Van de Voorde, 2002). Las lesiones denominadas “Punctures”, son marcas tafonómicas de carácter patognomónico producidas por los dientes caninos de los carnívoros, y pueden ser utilizadas para medir la distancia intercanina, la cual se considera específica para diferentes especies (Rubini et al., 2018). Para los cánidos (Canis lupus familiaris), la variabilidad intra especie es mucho mayor, debido a la gran cantidad de tamaños y razas diferentes (Tedeschi Oliveira et al., 2011), por tanto, es importante contar con esta información. Por otro lado, se ha descrito la similitud de la marca de mordedura animal y humana, y cómo podrían ser mal interpretadas, encubriendo a veces hasta casos de abuso o maltrato infantil (Heit, 2017); ya han sido estudiados los parámetros de diferencias entre una y otra, existiendo similitudes en la distancia inter canina de un humano adulto y un perro (Kayshap et al., 2015), por tanto, no serían concluyentes por sí solas al momento de realizar un informe (Tedeschi Oliveira et al.). Pero, considerando la variabilidad de razas de cánidos, sí se podrían determinar ciertos patrones de mordida por la fuerza de su mandíbula, y patrones de consumo y carroñeo (Murmann et al., 2006; Gidna et al., 2013). Por otro lado, Dominguez-Rodrigo & Piqueras (2003) proponen una categorización de carnívoros según las medidas de la marca denominada “pit” midiendo el ancho y longitud de la misma; e incluso proponen una categorización de carnívoros según estas medidas. Aparte, Murmann et al. postulan que podría diferenciarse la actividad realizada por carnívoros o felinos si se evalúan en combinación las medidas de las fauces superiores e inferiores.
Probablemente la mayor problemática expuesta por esta revisión es la referida a la gran variabilidad (¿“heterogeneidad”, “disenso”?) de la terminología empleada citando a Binford. En el ámbito forense, estas circunstancias ya han sido muy bien expresadas tanto en el área médica (Fogarasi, 2011) como odontológica (Fonseca et al., 2011), siempre coincidiendo en lo dificultoso de suscribir informes periciales con interpretaciones absolutamente dependientes de los términos empleados y potenciales pérdidas de información precisa para la elaboración de dictámenes. Sorg & Haglund (2002), afirman que el uso y valor de algunos términos difiere entre disciplinas: si bien una palabra puede ser bien entendida y funcionalmente adecuada, una vez aplicada a un contexto disciplinario diferente, su empleo puede llevar a malentendidos y errores de suposición. Aunque en el ámbito médico legal de habla hispana para la descripción de lesiones, existe cierto consenso “no escrito” en citar la propuesta terminológica del catedrático español Juan Antonio Gisbert Calabuig (Villanueva Cañadas, 2019), la expresión de injurias a nivel óseo -incluidas las tafonómicas-, aun permanece en esta heterogeneidad. Nuevamente Sorg & Haglund expresan que en el ámbito de la tafonomía forense, el traslado de términos provenientes de la anatomía hacia la medicina y luego a la antropología forense afecta sus inferencias y significación forense para determinados contextos. Esta revisión expone además que en países de habla hispana como Argentina, Chile y España, la categorización de Binford es gold standard para describir las lesiones encontradas en tejido óseo, y es utilizada por los servicios médicos de salud encargados de realizar los informes periciales. La variabilidad de sinónimos para cada categoría que evidencia esta revisión, deja en claro la falta de consenso frente a la materia, y las inminentes necesidades de hablar un mismo lenguaje y de comprender el significado de lo que se está informando a un nivel morfológico y, evidentemente, pericial. Se ha mencionado que, siendo muy frecuente la utilización de instrumentos diseñados en otro idioma y no validados (lo que limita considerablemente la interpretación de datos), es importante el desarrollo de nuevos instrumentos o modificarlos lo suficiente como para validarlos al lenguaje nativo de quien lo empleará, proceso denominado “de adaptación transcultural” (Lauffer et al., 2013). Consideramos que la implementación de un protocolo de adaptación transcultural al español de la categorización de Binford que demuestre sus propiedades de medición para ser evaluado y reevaluado en diferentes situaciones y por diferentes investigadores, permitirá resolver un dilema terminológico actualmente carente de estándares, aunándose a los objetivos de resolver el cómo definir y describir este tipo de lesiones óseas, si bien específicas, de gran valor a la investigación en tafonomía zoológica, antropológica y forense.
CONCLUSIONES
Las marcas de mordedura animal en tejido óseo son una fuente de información muy valiosa si se sabe clasificar e interpretar. Por tanto, deben ser investigadas en conjunto por odontólogos, médicos, médicos veterinarios, antropólogos y biólogos para llegar a un correcto diagnóstico de ellas. Para esto, es necesario que la clasificación de estas marcas sea interpretada de la misma manera entre los profesionales de habla hispana. Una correcta traducción y transculturización de esta clasificación, unificará la forma en que se categorizan las marcas, y llevará a la realización de informes periciales que se comprendan de la misma forma a lo largo del mundo.