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Biological Research

Print version ISSN 0716-9760

Biol. Res. vol.33 n.1 Santiago  2000

http://dx.doi.org/10.4067/S0716-97602000000100003 

Ciencia y Sociedad

Las empresas chilenas, la ciencia y la tecnología*

CARLOS F. CÁCERES C.

Profesor Economía Política, Universidad Adolfo Ibáñez
Presidente, Instituto Libertad y Desarrollo
Santiago - Chile

*Conferencia dictada en el encuentro "Chile Ciencia-2000" el 15 de Junio de 2000.

El interés que despierta el tema de la ciencia y la empresa revela una nueva actitud. La empresa tiene relación con la tarea de creación de la iniciativa individual en el campo de la producción de los bienes y los servicios. Para el ejercicio de esa iniciativa creadora se requiere la presencia de un orden social de libertades. Curiosamente, quienes desarrollan su tarea en el campo estrictamente científico, a veces aprecian la libertad solo en lo que compete específicamente a su tarea concreta y miran con cierto recelo y desconfianza la proyección de este valor moral en la vida de los negocios. La invitación a este encuentro, en mi calidad de persona vinculada también al mundo de la empresa, puede ser un testimonio entonces, luego de esta etapa de separación, de recelo, de desconfianza que emerge, principalmente, de un desconocimiento mutuo de una voluntad por buscar instancias en las cuales científicos y empresarios aspiren a tareas conjuntas.

El Marco de Referencia

La caída del Muro de Berlín a fines del año 1989, abrió una nueva etapa en cuanto a cómo enfrentar los desafíos de la prosperidad en la sociedad actual. Cayeron los constructivismos, como también la ingeniería social, encaminados a someter las voluntades de los individuos, desconociendo su naturaleza esencialmente libre. Se inició así una nueva circunstancia en que se aprecia el valor de la propiedad y de la iniciativa privada y se abren los espacios para el ejercicio de la capacidad empresarial en todos los ámbitos, en los cuales, ésta cuenta con la debida competencia. Asimismo, en la concepción de la subsidiariedad como principio de orden social, se le reserva al Estado la importante tarea de hacer converger a la sociedad en el objetivo del Bien Común, satisfaciendo los requerimientos de justicia, defensa y de igualdad de oportunidades.

En ese contexto, el mundo contemporáneo se mueve en un marco de nuevos propósitos como también, de nuevas referencias. Ha surgido con fuerza el concepto de la ventaja competitiva que se aplica a los individuos, a las empresas y a las naciones como un factor esencial para efectos de alcanzar más altos niveles de desarrollo. Allí se ha canalizado entonces, la presencia de los mercados libres en los cuales, la racionalidad económica de los individuos los conduce a una situación de mayor eficiencia en cuanto al uso de los recursos escasos.

El concepto de la ventaja competitiva, a la cual se le reconoce su doble carácter de ser relativa y dinámica, ha dejado atrás el sello fatalista que circundaba los procesos de desarrollo en el pasado. Si un país no contaba con recursos naturales, estaba fatalmente destinado a no alcanzar estados superiores de desarrollo. Una nueva realidad de intercambio, de apertura y de innovación ha dejado obsoleto ese criterio que impidió a muchos países alcanzar todo su potencial de crecimiento. Además, ha dejado en evidencia que la auténtica fuente de riqueza en la etapa contemporánea es el conocimiento. Alvin Toffler, en su libro "El Cambio de Poder", nos señala que "de la base territorial del desarrollo, estamos pasando a la base del conocimiento para el desarrollo". En esa referencia, entonces, la innovación, la capacidad de emprendimiento y una circunstancia de competitividad, permitirán establecer las condiciones para alcanzar mayores niveles de prosperidad.

¿En qué referencias se mueve esta búsqueda de ventajas competitivas? Puedo mencionar, a lo menos, cuatro perspectivas interesantes de destacar.

La primera de ellas se refiere a la globalización. No cabe duda que el mundo se ha abierto a los flujos de productos de servicios y de capitales. Surge con fuerza una competencia internacional, que obliga a los países a enfrentar nuevos desafíos, para efectos de ganar posiciones en un comercio que se ha hecho cada vez más exigente. Los países han enfrentado esta globalización de manera distinta, desde una apertura unilateral, caracterizada en una desgravación arancelaria, hasta la etapa de los acuerdos bilaterales y multilaterales que se observan cada vez con más frecuencia. Cada uno de ellos tiene sus particularidades, sus ventajas y desventajas, pero revelan una clara nueva realidad de la actual sociedad económica: la apertura de los mercados.

El segundo aspecto, se refiere a que este mundo competitivo quiere resguardar equilibrios vinculados al cuidado de la naturaleza. Ha surgido con fuerza, al igual que la globalización, el tema ambiental y la advertencia lo que sólo cabe hacer en esta oportunidad, es impedir que la custodia de los requeridos equilibrios ecológicos, se transforme en una nueva ideología que coloque trabas al desarrollo. La sabiduría propia de los individuos, debe tener la capacidad para lograr la conciliación de propósitos que en algunos surgen, como antagónicos.

La tercera referencia, tiene relación con los comportamientos éticos que se esperan de los miembros de la sociedad. La confianza para la preservación de una sociedad de libertades, requiere de factores de lealtad de los individuos hacia las reglas del juego que han sido establecidas y consensuadas. Se da entonces, la necesidad de un fundamento moral a la operatoria de los mercados, que de fuerza ética a la espontaneidad de las conductas económicas.

La última referencia es la que se vincula, directamente con el tema que hoy nos ha convocado: la innovación tecnológica, que traducida en su dimensión económica, tiene relación con el requerimiento de agregar valor a los bienes y los servicios que se transan hoy día en el comercio internacional, y por esa vía agregar valor a los patrimonios de quienes se arriesgan en la aventura de la empresa. Es allí, donde hay que marcar la diferencia de la ventaja competitiva y ese proceso de innovación requiere, evidentemente, de una serie de parámetros que estimulen la tarea de la creatividad. Aquí entonces, se establece una vinculación que la esperamos muy fuerte, entre el mundo de la ciencia, el mundo de la tecnología y el mundo de la empresa. Así como en el pasado los nuevos conocimientos sobre las leyes de la naturaleza nos brindaron la energía del vapor y la eléctrica y luego, el desarrollo de un nivel de calidad de producción que facilitó las partes intercambiables, nos trajo la producción en líneas de ensamblaje y, por último, el desarrollo de los ferrocarriles facilitó la evolución de los mercados masivos. Hoy en día, la realidad de la interconectividad casi instantánea está generando una nueva revolución de carácter tecnológico, con un notable impacto en la realidad económica. Y todo ello se ha dado en el contexto de la empresa. La revolución de la cual somos testigos ha acercado a los consumidores y ha colocado, igualmente, en una situación de contacto instantáneo a las empresas en cuanto a su disponibilidad de insumos. Todo esto está colaborando de manera cada vez más significativa al logro de mayor productividad y ello, ha influido de manera obvia en la competitividad de las empresas y de los países. En esa perspectiva resulta entonces de interés, resaltar la preocupación que el Presidente de la República manifestara con ocasión del mensaje leído el pasado 21 de mayo. Ha señalado el Presidente Lagos que "Abrir las puertas al desarrollo significa plena incorporación a la revolución tecnológica. Chile debe asumir la vanguardia entre los países que usan las tecnologías de la información" y concluye "que la nueva economía lo que hará, en definitiva, será introducir eficiencia y conectividad a la vieja economía". En esa dimensión, la capacidad de la innovación tecnológica adquiere entonces una influencia superior.

La Importancia de la Ciencia y la Tecnología para las Empresas

Por mucho tiempo, la ciencia económica ha destacado el rol de la innovación en el crecimiento económico de los países y la competitividad de las empresas. El visionario economista, Joseph Schumpeter, ya proponía a principios de siglo que el crecimiento económico estaba basado en "destrucciones creativas", que fue el término que acuñó para referirse a la innovación tecnológica. Para Schumpeter, eran estas "destrucciones creativas", y no la dotación de factores productivos como lo indicaba la economía clásica, las principales responsables del crecimiento económico.

En rigor, sin una innovación sostenida, la tasa de crecimiento de la productividad en una economía queda limitada al crecimiento de los factores de producción y ello, por supuesto, no resulta suficiente para satisfacer las crecientes demandas. Dado que el crecimiento de la productividad es el principal motor de la prosperidad de un país, una situación de ausencia de innovación generará, tarde o temprano, un estancamiento en el desarrollo del país. Por el contrario, un aumento en la capacidad innovadora de un país genera un aumento en su prosperidad. Michael Porter, Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard y que ha estudiado en profundidad este tema, muestra en un estudio reciente la relación entre el número de patentes per cápita, tomado como una medida de innovación, y su efecto en el producto per cápita de un país. Para el caso de Chile, establece que un crecimiento de la tasa de patentes desde 0,6 a 1,2 por millón de personas, implicaría un aumento de, a lo menos, el 15% en el producto per cápita. Estos postulados a nivel nacional son, por supuesto, aplicables al nivel de las empresas lo cual, se ha hecho hoy más evidente dado que el concepto moderno de innovación no sólo se refiere a la ciencia y la tecnología básica, sino un concepto más amplio de transformar conocimiento en nuevos productos, procesos o servicios.

La tecnología ayudará, igualmente, a reducir costos de producción como también al desarrollo de nuevos productos y todo ello, evidentemente, redunda en un mayor grado de competitividad y, por ende, de una mayor perspectiva de crecimiento. Debemos entender entonces, que la innovación moderna exige de un adecuado desarrollo tecnológico y científico que, vinculado al mundo de la empresa, debe emerger de una inteligente investigación de las necesidades de los clientes, del aporte innovador que pueden hacer los proveedores como también, otros actores de la denominada Cadena del Valor. Y es esta la situación que hoy está llevando incluso, a un cambio en las estructuras clásicas de las organizaciones y en el cual los actores de la cadena de valor, que va desde los proveedores hasta los consumidores finales, son servidos por las áreas funcionales de las finanzas, del marketing, de los recursos humanos y la tecnología. Se produce allí entonces, una circunstancia en la cual, el aporte de los científicos puede, efectivamente, significar la diferenciación que defina la competitividad.

Se concluye entonces, que el mundo contemporáneo al reconocer la necesidad de la innovación en la búsqueda de mayor competitividad ha abierto muy interesantes espacios para un encuentro entre la ciencia, la tecnología y la empresa.

Pero además, debe señalarse que la innovación ocurre dentro de un contexto nacional lo cual exige de estímulos y resguardos para la innovación. Así entonces, el fomento de ésta requiere de un nivel de educación, de un talento científico tecnológico, de una protección intelectual, además de empresas que fomenten, sistemáticamente, la innovación.

Aquí, Porter hace un nuevo aporte al indicarnos que, para el caso de Chile, el output innovador de las empresas y universidades, está por debajo de lo que el nivel del contexto para la innovación del país haría posible. Allí surge entonces, como un aspecto concreto de nuestra realidad, el bajo nivel de investigación y de desarrollo que se realiza al interior de las compañías y ello es el resultado de la no presencia de los estímulos requeridos. Por ejemplo, en el caso de Chile y otros países latinoamericanos, las empresas financian sólo entre el 20% y el 25% del gasto de investigación y desarrollo que se realiza en el país. Lo cual contrasta notablemente con lo que ocurre en el mundo del Asia 70% y 80% y Estados Unidos, el 80%. Todo esto se refleja en que en el caso de nuestro país, el gasto en investigación y el desarrollo alcanza a mucho menos del 1%, lo cual hace una gran diferencia con países industriales que destinan a esta tarea más del 2% de un producto que, por lo demás, es sustancialmente más alto.

La necesidad de investigación y desarrollo para efectos del crecimiento, se observa en el cuadro siguiente.

Cuadro Nº1


Zona del Mundo % Mundial % Mundial % Mundial
  del PIB del Gasto de
    en I+D Publicaciones

Unión Europea 27.6 27.6 31.5
USA 24.5 39.0 35.3
Latinoamérica 4.4 0.9 1.5
India 3.9 1.7 2.1
Israel 0.2 0.3 1.0
Japón 10.0 15.9 8.1

De ese cuadro es posible concluir que existe casi una correlación perfecta entre gasto en investigación y desarrollo y crecimiento en el producto lo cual, no debería sorprendernos desde el momento en que dicho gasto implica un importante potencial de crecimiento en la productividad.

Se requiere entonces, un mayor grado de sensibilización en el mundo de la empresa respecto al impacto de la innovación tecnológica. En una encuesta realizada por la Universidad Adolfo Ibáñez, sólo un grupo muy reducido de empresas tienen equipos formalizados de investigación y desarrollo y ante la pregunta de cuáles son para ellos las principales fuentes de innovación, la respuesta mayoritaria es "compras de bienes de capital" y "ferias y exposiciones" lo cual, revela una actitud eminentemente pasiva respecto al tema de la innovación.

Ante esta realidad cabe formularse la pregunta, si es de competencia de las empresas dedicarse a la tarea de la investigación y desarrollo para efectos de la innovación tecnológica. La respuesta es eminentemente afirmativa, lo cual no implica que esta caiga estrictamente al interior de una específica compañía. La configuración de consorcios y, todavía más importante, la vinculación con la universidad para el cumplimiento de estas tareas específicas, debiera surgir como una inminente necesidad para efectos de fortalecer la investigación y desarrollo, tendiente al logro de la innovación tecnológica en la cual, como lo hemos dicho, se sustenta una parte significativa de la competitividad.

Política Tecnológica

Surge entonces, la pregunta si debe existir una política tecnológica y una vez evaluado la conveniencia e inconveniencia, deben definirse materias tan importantes como las siguientes:

- quién debe sostener la investigación básica
- cómo influye el régimen de apropiación respecto de la innovación
- qué debiera hacerse para incentivarla
- deben existir sectores de privilegio para efectos de la investigación
- cuál debiera ser el rol de posibles acuerdos entre gobierno, universidades y empresas

No cabe duda que responder estas preguntas excede esta presentación. Sin embargo, debemos plantear que en materia de innovación tecnológica es necesaria una coordinación que potencie las tareas que en ese campo realizan el gobierno, las empresas y las universidades o centros de investigación. Ello porque, a la dificultad de definir las características de la apropiación de la innovación, se da la circunstancia que ésta en su desarrollo y en su resultado tiene externalidades que benefician al todo social y el hecho de su indivisibilidad y de su alto riesgo, dificulta de que en ella participen sólo una empresa. Así también, la motivación por el desarrollo tecnológico debe contar con instrumentos legales que por la vía de las patentes, los derechos de autor y la custodia de los secretos industriales, resguarden o garanticen la debida apropiación de los beneficios de la innovación. Por último, la política tecnológica, debiera definir si ésta debe orientarse más en el campo de los procesos productivos, como fue el caso de Japón, o bien, por la vía de los productos, como ha sido el caso de los Estados Unidos. No cabe duda que del punto de vista de la apropiación, la tecnología de procesos tiene un carácter más permanente que aquella referida a la tecnología de productos, que puede ser más fácilmente copiada en el mercado.

Un Sistema Institucional para la Innovación

Una pregunta que surge con frecuencia es por qué algunas naciones son más innovativas que otras. La respuesta requiere aislar aquellos factores que influyen la habilidad de las empresas de un país, para identificar el valor económico de nuevos productos, servicios y procesos y desarrollarlos en forma comercial. Llegamos así al tema de la necesidad de un sistema nacional de innovación que podríamos definirlo como aquel que está integrado por los actores del proceso innovativo que, en el ámbito de una nación, se interrelacionan con el fin de llevar adelante un proceso de innovación. ¿Quiénes son los actores? Las empresas, los institutos de investigación, las universidades y el gobierno, en sus funciones de regulador, de comprador de insumos y, por sobre todo, en su rol en cuanto a orientar las políticas económicas, comerciales, el sistema educacional y, por último, los clientes y los proveedores. De acuerdo al planteamiento de Michael Porter, las fuentes del crecimiento de la innovación y la productividad se encuentran en la interacción de cuatro áreas:

- La presencia de inputs especializados y de alta calidad.
- Un contexto que estimule la inversión en activos suaves y duros, con intensa competencia local.
- Presión de una sofisticada demanda doméstica.
- La presencia de industrias relacionadas y de apoyo.

Así entonces, la innovación envuelve mucho más que la sola ciencia y la tecnología. En el área de los inputs, la búsqueda de la innovación incluye: recursos humanos de alta calidad, especialmente, en ciencia y tecnología; programas de investigación de frontera relevante para los tópicos industriales, un efectivo sistema para comunicar las mejores prácticas y la transferencia de conocimiento. En el área del contexto estratégico de la empresa y la competencia debe mencionarse la protección a la propiedad intelectual, la apertura a la competencia internacional y una muy poderosa legislación antimonopolios. La protección a la propiedad intelectual, estimula a la inversión en innovación, mientras que la apertura a la competencia internacional, facilita el flujo de ideas como también, eleva la presión competitiva para un perfeccionamiento. Asimismo, una vigorosa política antimonopolios fortalece a la innovación, por la vía de estimular y preservar la competencia local.

Sin embargo, aún con los inputs de alta calidad y la competencia interna, la actividad innovativa sufrirá a menos que las condiciones de la demanda doméstica también provea señales tempranas respecto a necesidades existentes y futuras y una realidad de clientes exigentes presionen a las empresas para mejorar. Elevando las vallas a través de su elección, clientes exigentes dirigen las actividades de comercialización hacia las mejores tecnologías y crean un fuerte estímulo para la innovación de mercados. Así también, la presencia de una fuerza de trabajo tecnológicamente sofisticada, contribuye a crear clientes exigentes. Lo mismo lo hace un ambiente de regulación que facilita la innovación. Finalmente, el ambiente para la innovación incluye a los proveedores y a las industrias relacionadas. Todo esto incentiva el flujo de ideas y provee las habilidades y capacita las tecnologías para poner las innovaciones en práctica.

Un sistema de esta naturaleza crea toda una compleja red de intercomunicación en materia tecnológica lo cual, evidentemente, colaborará a un sistema que en su dinámica competitiva estimulará en forma sostenida el alcanzar mayores niveles de productividad. En cuanto a Chile, surge otra interrogante que genera a veces, perspectivas conflictivas. ¿Debe o no haber investigación básica?. ¿Deben focalizarse ámbitos específicos de investigación?. La respuesta a estas alturas, es obvia en el propósito de establecer la diferenciación en función de ganar ventajas competitivas. Para la empresa resulta evidente la necesidad de la investigación científica. Sin embargo, ella en nuestra perspectiva, debiera focalizarse de preferencia en los ámbitos en los cuales tenemos fortalezas ganadas, como son, los campos forestales, agrícolas, pesqueros y mineros, donde lo importante es agregar un valor que le de una característica diferenciadora a los procesos y productos que hoy se observan en el área de los recursos naturales. En ese campo, Chile puede tener, efectivamente, una posición competitiva superior para recorrer.

Podemos entonces, hablar de una infraestructura de innovación la cual, debería incluir a lo menos los siguientes aspectos:

- Inversión en investigación básica y en sectores de competencia.
- Agregar niveles de educación en la población.
- Un pool de cientistas en ingeniería.
- Infraestructura de información y comunicación.
- Protección a la propiedad intelectual.
- Política de impuestos para estimular la investigación y desarrollo a nivel de las empresas.
- Fuentes de capital de riesgo.
- Apertura al comercio internacional y a la inversión internacional.

Aspectos Específicos de Chile

En el ranking de competitividad, en lo que se refiere explícitamente al tema de la tecnología, Chile ocupa el lugar 28 de un total de 52 países. Cuando el ideal, es que estuviésemos en los primeros 15 países y la razón que nos lleva a ese lugar es, principalmente, la todavía poco difusión del Internet como también, la escasa creación de instituciones de investigación tecnológica, aún cuando se reconoce una tecnología de punta en sectores como la minería y la silvicultura. Por otra parte, debemos recordar que el número de doctorados por millón de habitantes, es en Chile, la mitad que en Argentina, alrededor de 20 veces menos que en España y 45 veces menos que en Estados Unidos.

Se observa en Chile un desarrollo muy incipiente en lo que podríamos denominar equipos formales de innovación. En esas circunstancias, las políticas de relaciones industriales como también, los desarrollos de carrera al interior de las empresas, no le otorga a los aspectos científicos los debidos espacios en una etapa en la cual, los recursos tecnológicos tienen la mayor relevancia y, aún más, está en crecimiento. No se otorgan los incentivos para que el personal se perfeccione en áreas tecnológicas y tampoco las estructuras de una organización ni a nivel de la dirección general como tampoco, de las gerencias, se les abre espacio al personal vinculado a la ciencia.

Sólo en el curso del presente año, hemos observado que empresarios chilenos comienzan a vincularse en los negocios de la nueva economía digital. Argentina y Brasil han sido definitivamente, mucho más adelantados y ya observan resultados de alto beneficio económico y social. Aún cuando ya más de un millón de personas en Chile han accedido a las nuevas realidades de Internet, el proceso de creación empresarial en esta área ha estado muy ausente y allí, pueden darse tres dimensiones: la de copiar experiencias exitosas en otros países, la de adaptar experiencias previas a la realidad nacional y por último, la de crear nuevas actividades. Cada una de éstas, exige un ambiente propicio y la seguridad de una razonable estabilidad para efectos que los beneficios posteriores puedan ser efectivamente capturados en el caso que la experiencia sea exitosa.

Así entonces, podemos señalar que en el mundo de la empresa, más que nunca, en el día de hoy, hay un amplio espacio de oportunidades para el ejercicio de la ciencia y la tecnología y para que ello tome el rumbo apropiado, resulta indispensable romper las barreras de los recelos y las desconfianzas y generar estímulos para el acercamiento entre estos dos mundos, que tanto tienen hoy que decir para la prosperidad de nuestros países.

El desarrollo de un mercado de innovación y en el cual se produce la convergencia de los talentos científicos y empresariales, requiere, evidentemente, de contar con los debidos financiamientos. En esa realidad, la presencia de los capitales de riesgo destinados a financiar auténticas aventuras empresariales, deben tener cabida en nuestro mercado de capitales. Ello, porque la distribución de los beneficios económicos debiera estar vinculada al éxito de la gestión y de allí la necesaria presencia de Stock Option, a cuya vigencia se le debería dar en el país una existencia legal. Debe hoy reconocerse que a diferencia de etapas anteriores, el recurso capital no es un recurso limitado cuando hay innovaciones con probabilidades de ser exitosas. Un reciente artículo señalaba que sólo en los últimos dos años, en Estados Unidos, se ha levantado capital de riesgo equivalente a lo que se había acumulado en los 20 años anteriores. Mientras en el año 1991 se destinaban a dicho capital cifras del orden de los US$2 billones, en 1996 se llegaba a una cifra de US$10 billones y en 1999, la cifra se aproximaba a los US$60 billones y en materia de rentabilidad, previo a la reciente caída del Nasdaq, mientras en 1996 generaba una rentabilidad del 34%, en 1999 fue de un 144%. Las cifras antes mencionadas no pueden considerarse como de carácter permanente porque, evidentemente, como toda aventura empresarial y su nombre así lo indica, el capital de riesgo está sujeto a incertidumbres y los valores patrimoniales que han alcanzado en las bolsas de valores, son más productos de expectativas que de resultados reales positivos que aún no se han logrado.

Recomendaciones

Concluyamos entonces con algunas recomendaciones de políticas que colaboren a estimular el acercamiento entre las ciencias y las empresas.

1. Imperiosa necesidad de mejoramiento de la educación básica y media que, además, de los contenidos adecuados, permita despertar en el niño y en el joven, una actitud hacia la innovación. Para ello es absolutamente indispensable, un proceso de formación de profesores que puedan desarrollar su vocación de docencia en un ambiente que estimule su acción del traspaso de conocimiento, reconociendo que ése es el activo más importante en el mundo contemporáneo y que tal vez, sólo sobre él se puede construir un destino de prosperidad. Ese proceso educativo debe, igualmente fortalecer una actitud emprendedora, que reconozca la presencia de riesgos que son tan propios a la existencia humana..

2. Se requiere de una revisión de la política financiera para estimular la estructura del capital de riesgo. Este capital de riesgo ha hecho posible que en Estados Unidos, prácticamente, el tema de la innovación haya adquirido los caracteres de una verdadera industria. El capital de riesgo ha sido la fuente de financiamiento para desarrollar proyectos vinculados a la tecnología y a sus aplicaciones en el campo de la empresa. En esta referencia son importantes las recientes medidas adoptadas por el Banco Central de Chile en cuanto a eliminar los requisitos de permanencia al capital extranjero. Un paso siguiente y que sí debiera constituir un estímulo a los flujos de capital de riesgo, es la iniciativa de eliminar los impuestos a la ganancia de capital que, en ningún caso, debiera discriminar entre los nacionales y los extranjeros.

3. Establecer mecanismos de incentivos tributarios que haga posible a las empresas contratar científicos para la realización de proyectos definidos. Un financiamiento conjunto abriría expectativas insospechadas para una alianza Ciencia-Empresa, de la cual se derivarían resultados altamente ventajosos para el país. Este incentivo tributario, tiene su justificación en cuanto a las externalidades que genera un proceso de innovación en ciencia y tecnología que, como tal, es percibido por toda la sociedad. En esa misma perspectiva estimo conveniente proponer la constitución de un fondo especial con aportes públicos y privados destinado a financiar exclusivamente estudios superiores de postdoctorado en la referencia de proyectos específicos definidos de manera conjunta. Como complemento a dicho estudio superior, el científico beneficiado debería asumir el compromiso de una asesoría directa por un período determinado de tiempo.

4. El Estado debe continuar impulsando y perfeccionando los mecanismos de apoyo público al desarrollo científico tecnológico, sobre la base de fondos concursables, mayormente focalizados en la demanda de investigación, originada por las propias empresas. Asimismo, debe definir normas que fortalezcan el derecho de propiedad intelectual.

5. A nivel de las empresas, debe estimularse la investigación mediante la contratación de jóvenes profesionales que, animados por un interés de carácter científico o tecnológico, puedan desarrollar al interior de empresas debidamente seleccionadas, la preparación de tesis de grado, bajo la conducción de profesores guía.

6. Estimular que en el nivel de las empresas existan contactos de carácter interregional, que hagan posible detectar y conocer las opciones de investigación conjunta que pudieran realizarse.

7. Proponer elevar el gasto global de investigación y desarrollo de un nivel del 0,7% a un nivel del orden del 2%, lo que implica una cifra mínima de US$1.400 millones. El aporte de las empresas a ese gasto debiera subir del 20% a no menos del 60%. Para hacer realidad este logro, una vez más, la política de incentivos tributarios, resulta indispensable.

Concluimos entonces, que una política de innovación tecnológica, debiera tener como uno de sus objetivos principales el aumento de la competitividad y ello implica, por una parte, generar el entorno adecuado y, por la otra, tener conciencia que una política de innovación es una parte de la política económica, en la cual inciden aspectos de educación, financieros, institucionales como también, internacionales.

De la exposición podemos concluir que el bienestar de los países depende hoy en día en un mayor grado de los posibles avances en la tecnología y que no existe una fórmula de organización óptima, lo cual no implica dedicar atención mayor para establecer mecanismos de coordinación entre los actores principales. Allí se encuentra entonces, el potencial de colaboración más estrecho entre el mundo de la Universidad, de la ciencia y de la tecnología y el mundo de las empresas. La primera educando los talentos, la segunda explorando los caminos de la innovación y la tercera forjando la capacidad de emprendimiento. En la comunidad de propósitos que emerge de mejorar la capacidad competitiva del país, tenemos la obligación de definir formas de apoyo y de colaboración mutua. Independiente de pareceres personales, el requerimiento de avance social así lo demanda. Sin embargo, la base de todo ello, y no está demás reiterarlo, radica por una parte, en el continuo perfeccionamiento del sistema educacional, que desarrolle y estimule la capacidad de innovación y por la otra, en un marco de referencia que desarrolle y estimule la capacidad de emprendimiento.

AGRADECIMIENTOS.

Agradezco los comentarios de Rafael Vicuña, Hernán Büchi, José Antonio Guzmán y Fernando Suárez.

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