Introducción
La compasión es una respuesta empática hacia el sufrimiento de los demás que implica una intención o acción de aliviar este sufrimiento. Es pues, la combinación del entendimiento y comprensión de la persona que sufre y la acción de ayudar y promover su bienestar, a fin de encontrar una solución a su situación (Perez-Bret, Altisent & Rocafort, 2016).
La fatiga por compasión es un término que empezó a utilizarse en los años 90 y surgió de la observación de los síntomas que se estaban presentando en profesionales de la salud, sobre todo en aquellos que en mayor medida se encargaban de cuidar y dar apoyo a los pacientes (Figley, 1995, 1999; Joinson, 1992).
Figley (1995) definió la fatiga por compasión como una profunda empatía por una persona que sufre, junto con un fuerte deseo de paliar dicho sufrimiento. Lynch y Lobo (2012) la definen como un estado de cansancio y agotamiento, donde aparecen alteraciones biológicas, sociales y psicológicas, debido a la exposición prolongada al estrés por compasión. Para Pfaff, Freeman-Gibb, Patrick, DiBiase & Moretti (2017) la fatiga por compasión sería la combinación de síntomas de estrés traumático secundario y burnout ante el sufrimiento de otro.
En términos generales, se puede definir como el desgaste físico, emocional y mental que se da por la exposición progresiva y el trato con una persona que tiene algún padecimiento, al brindarle apoyo y empatía (Acinas, 2012; Boyle, 2011; Coetzee & Klopper, 2010; Smart et al., 2014). En estudios recientes, se ha añadido también el desgaste espiritual (McHolm, 2006).
Este fenómeno se da comúnmente en profesionales que brindan ayuda, como auxiliares de enfermería, médicos, enfer- meros, psicólogos, bomberos, paramédicos y trabajadores sociales (Acinas, 2012; Adams, Boscarino & Figley, 2006; Meda, Moreno-Jiménez, Palomera, Arias & Vargas, 2012; Rouke, 2007; Yoder, 2008).
La fatiga por compasión se relaciona con síntomas psicológicos como miedo, culpa por no poder ayudar o salvar a los pacientes, ansiedad, estrés, desesperanza, desinterés, falta de atención y anhedonia, entre otros; también con síntomas fi- siológicos y somáticos como agotamiento, falta de energía, insomnio, dolor muscular, de espalda y de cabeza, problemas gastrointestinales, entre otros; así como alteraciones en el área social, familiar y laboral (Campos, 2015). Al mismo tiempo que reduce la capacidad de dar apoyo a las personas que lo requieren y de ayudar a paliar su sufrimiento (Figley, 2002).
En una investigación donde se analizaron los factores psicológicos y su relación con el burnout y la fatiga por compasión en 221 enfermeras de oncología, se observó que las enfermeras que eran más propensas a experimentar las consecuencias negativas de ayudar a los demás (fatiga por compasión) presentaban mayor auto-juicio e inflexibilidad psicológica. Además, mostraban niveles más elevados de estrés cuando observaban el sufrimiento de los demás, y esto, paradójicamente, estaba relacionado con una menor empatía y una menor sensibilidad hacia dicho sufrimiento (Duarte & Pinto-Gouveia, 2017).
La fatiga por compasión, también conocida como desgaste por empatía o estrés por compasión, se suele confundir con algunos conceptos como traumatización vicaria, estrés traumático secundario y burnout (Rothschild, 2006).
Según Figley (1995) la traumatización vicaria y el estrés traumático secundario, estarían englobados en el concepto de fatiga por compasión, por lo que podrían usarse para referirse a la misma. Sin embargo, algunos autores lo consideran dife- rente, ya que la traumatización vicaria implicaría un cambio en los esquemas cognitivos y en los sistemas de creencias del profesional, pudiendo darle un giro importante a su significado de vida y del mundo (McCann & Pearlman, 1990).
En un reciente estudio donde se pretendía analizar la prevalencia de síntomas de estrés traumático secundario en 21 profesionales médicos de cuidados paliativos se encontró que el 42% presentaba síntomas sub-clínicos y el 33% un probable diagnóstico de trastorno por estrés postraumático (O’Mahony, Gerhart, Grosse, Abrams & Levy, 2016).
Por otra parte, el burnout o desgaste profesional, se trataría más bien de una respuesta al entorno de trabajo cuyos sínto- mas principales se manifestarían mediante despersonalización, cansancio emocional y baja realización personal (Maslach, 1976; Maslach & Jackson, 1981) mientras que la fatiga por compasión sería una respuesta a la situación de sufrimiento ajeno (Campos, 2015). Por tanto, aunque el burnout y la fatiga por compasión sean síndromes que puedan producirse dentro del ámbito médico, el burnout se deriva de las interacciones entre el profesional sanitario y su entorno; mientras que la fatiga por compasión de las interacciones entre el profesional y su paciente (García, 2017).
En un estudio basado en la revisión de la literatura científica desde 1992 a 2014 donde se pretendía mostrar la prevalencia del burnout y la fatiga por compasión en profesionales de la salud, se observó que de 1623 publicaciones solamente 40 de ellas cumplía los criterios de selección establecidos (artículos publicados, con rigurosidad científica y datos sobre preva- lencias basados en estadística). De estas 40 publicaciones, solamente dos reportaron la prevalencia de fatiga por compasión (porcentajes de 7.3% y 40%; van Mol, Kompanje, Benoit, Bakker & Nijkamp, 2015). Tal y como se puede observar en este estudio, apenas tenemos datos fiables sobre la prevalencia de la fatiga por compasión en profesionales médicos y en los que los hay, las cifras son muy dispares. Menos aún, existen publicaciones rigurosas que contemplen la eficacia de intervenciones dirigidas al tratamiento de este problema.
Se han desarrollado algunos programas para el tratamiento de la fatiga por compasión, sobre todo en profesionales del ámbito médico (Cocker & Joss, 2016), y la mayoría se han basado en la resiliencia (Potter et al., 2013; Rees, Breen, Cusack & Hegney, 2015). Otros, más específicamente en el manejo de estrés y el aumento de la auto-conciencia y el auto-cuidado (Adimando, 2017). Sin embargo, no hay mucha evidencia científica en cuanto a estudios que evalúen con rigurosidad la eficacia de estos programas (Romani & Ashkar, 2014).
Últimamente, se están implementando intervenciones basadas en mindfulness o atención plena, y se ha demostrado su eficacia para disminuir los niveles de burnout, de fatiga por compasión y un aumento en auto-compasión en profesionales sanitarios (Boellinghaus, Jones & Hutton, 2014; Burgess, Beach & Saha, 2017; Dobkin & Hutchinson, 2013; Koren & Pu- rohit, 2014; Smith, 2014).
Mindfulness es una palabra inglesa que proviene del idioma pali (sati) y significa conciencia, atención y memoria; es ob- servar la realidad tal y como es, así como también nuestros procesos internos (físicos, emocionales y mentales), promoviendo una mayor auto-conciencia (Simón, 2011). Esta capacidad de estar atento implica concentración en las actividades que se están realizando, sin que la mente empiece a divagar respecto al futuro o el pasado, sin apego ni rechazo (Campayo, 2008).
Uno de los autores que promovieron la práctica e investigación en mindfulness, Kabat-Zinn (2003), lo describe como la conciencia que aparece deliberadamente en el momento presente sin juicios.
Mindfulness implica presencia bondadosa, con uno mismo y con los demás, ausencia de juicio y aceptación de la realidad tal y como se está manifestando. Esta presencia bondadosa y aceptación hacia nosotros mismos se denomina auto-compasión (Neff, 2012).
En este sentido, en profesionales del área de la salud se han encontrado relaciones significativas entre una mayor capacidad mindfulness, mayores niveles de auto-compasión, un mejor bienestar y bajos niveles de fatiga por compasión y burnout (Asuero, Blanco, Pujol-Ribera, Berenguera & Queraltó, 2013; Auserón, Viscarret, Goñi, Rubio y Pascual, 2017; Brown, Ong, Mathers & Decker, 2017; Cucarella & Giannini, 2016; Thieleman & Cacciatore, 2014; Voci, Veneziani & Bernardi, 2016).
Antes del año 2010 ya hay algunos programas basados en mindfulness dirigidos al tratamiento del estrés laboral (Cohen-Katz, Wiley, Capuano, Baker y Shapiro, 2004; Cohen-Katz et al., 2005; Mackenzie, Poulin & Seidman-Carlson, 2006).
En un meta análisis se analizaron los beneficios del mindfulness en enfermeras de urgencias. Los resultados mostraron que el mindfulness era un buen predictor de la ansiedad, la depresión y el burnout, y un moderador del impacto que producían los estresores relacionados con el trabajo en la salud mental (Westphal et al., 2015).
En un estudio dirigido a analizar la relación entre el sueño y la resiliencia con mindfulness y la auto-compasión en 213 profesionales de la salud, se observó que las alteraciones del sueño presentaban relaciones estadísticamente significativas con el estrés percibido y una peor salud general, menos mindfulness y auto-compasión. También se observó que la resiliencia se relacionaba con menores niveles de estrés, mejor salud y mayores niveles de mindfulness y auto-compasión (Kemper, Mo & Khayat, 2015). En otro estudio realizado con 450 profesionales de la atención primaria se observó que mindfulness estaba relacionado con el estrés percibido y el bienestar subjetivo (Atanes et al., 2015).
Mindfulness se ha considerado como un factor protector ante el estrés psicológico, el burnout, la fatiga por compasión y el estrés traumático secundario en profesionales que tratan y trabajan con otras personas (Duarte & Pinto-Gouveia, 2017; Harker, Pidgeon, Klaassen y King, 2016; Yip, Mak, Chio & Law, 2017). Se ha observado que la práctica de mindfulness fomenta la auto-compasión y la empatía hacia los demás (Birnie, Speca & Carlson, 2010).
En un estudio de revisión se observó que la práctica de mindfulness puede ayudar a reducir el estrés, mejorar las rela- ciones y fomentar la auto-reflexión requerida para un correcto cuidado del paciente (Trowbridge & Mische Lawson, 2016). Así pues, mindfulness sería un recurso importante en el desarrollo de introspección en los profesionales de la salud, proceso que consiste en darse cuenta de los sentimientos y pensamientos que nos provocan los pacientes, y en cómo éstos afectan el comportamiento (Campayo, 2008).
Debido al gran interés suscitado en los últimos años en el estudio e intervención de la fatiga por compasión en profesionales sanitarios y el auge en los programas de tratamiento basados en mindfulness para la reducción de síntomas de estrés, este estudio tiene como objetivo dar a conocer, mediante una exhaustiva y rigurosa revisión de la literatura existente, la eficacia de las intervenciones basadas en mindfulness para la disminución de la fatiga por compasión en profesionales sanitarios.
Método
Tipo de estudio: Revisión de la literatura, búsqueda bibliográfica
La búsqueda se realizó a través de las principales bases de datos: Web Of Science, Scopus y EbscoHost (MedLine, PsychIn- fo, PsychArticles) con los descriptores clave “compassion fatigue” y “mindfulness program” o “mindfulness intervention” y “health professionals”, además de sus respectivas traducciones en español. La búsqueda fue acotada desde 2010 a 2017.
Criterios de inclusión y exclusión
Se incluyeron en este estudio aquellos trabajos que fuesen artículos científicos publicados en revistas, donde la fatiga por compasión o los términos equivalentes (desgaste por empatía, victimización vicaria, estrés traumático secundario o burnout junto con estrés traumático secundario) fuesen variables dependientes, aquellos cuya muestra de estudio fuesen profesionales sanitarios y donde se hubiese aplicado una intervención basada en mindfulness con medidas pre y post tratamiento.
Se excluyeron trabajos como conferencias o memorias de congreso, pues no se pudo acceder al texto completo, los que sólo midieron burnout sin evaluar el estrés traumático secundario, y los que tenían el término fatiga por compasión (o compassion fatigue) en introducción teórica citando otros autores y no como sus propios resultados.
Resultados
De los 335 resultados obtenidos, se eliminaron aquellos trabajos que no fuesen artículos científicos, los que solo nombraban fatiga por compasión y mindfulness como conceptos teóricos en el apartado de introducción, pero no proponían una inter- vención, y aquellos que estaban duplicados.
El resultado que se obtuvo fue de 23 trabajos con intervenciones basadas en mindfulness para el tratamiento de la fatiga por compasión en personal sanitario. De estos 23 trabajos, se eliminaron 8 por no contar con acceso al texto completo (Crai- gie et al., 2016; dos Santos et al., 2016; Duarte & Pinto-Gouveia, 2016; Gerhart et al., 2016; Gregory, 2015; Kinser, Braun, Deeb, Carrico & Dow, 2016; Ruths et al., 2013; Steinberg, Klatt & Duchemin, 2017). Dichos trabajos se publicaron entre los años 2015 y 2017.
El resultado final, teniendo en cuenta los criterios de inclusión y exclusión fue de 15 trabajos (tabla 1). De los cuales, 4 se realizaron en España, 3 en EEUU, 3 en Australia, 3 en Canadá, 1 en Alemania y 1 en Colombia.
El tipo de estudio en el 46.6% (n=7) de los casos fue experimental (ensayo clínico aleatorizado) con grupo control; y en el 53.4% (n=8), comparativo pre y post tratamiento sin grupo control.
Las variables que se evaluaron en mayor medida en estas investigaciones fueron: el burnout en el 66.6% (n=10) de los estudios (medido en la mayoría de los casos con el Maslach Burnout Inventory, MBI), el estrés percibido en el 33.3% (n=5; medido por la escala Perceived Stress Scale, PSS) la conciencia y atención plena en el 60% (n=9; medida en la mayoría con la escala Five Facet Mindfulness Questionnaire, FFMQ), síntomas psicopatológicos como ansiedad, depresión y estrés pos- traumático en el 53.3% (n=8), auto-compasión en el 26.6% (n=4; medida con la Self Compassion Scale), calidad de vida en el 33.3% (n=5; medida en la mayoría con el Professional Quality of Life Scale, PROQoL) y estado del humor en el 26.6% (n=4). Respecto al tipo de intervención que se aplicó, la mayoría (n=9) siguieron el protocolo de Mindfulness Based Stress Reduction (MBSR; Kabat-Zinn, 2003). De éstas, el 66.6% (n=6) aplicaron el protocolo original, consistente en 8 sesiones semanales de aproximadamente dos horas cada sesión más un día de retiro de silencio intercalado en las últimas sesiones. Las técnicas principales en este protocolo son: escaneo corporal o body scan, ejercicios de yoga y meditación sentada. El resto de intervenciones (n=3) que se basaron en MBSR fueron adaptaciones (básicamente en reducción de tiempo y sesiones, y en una de ellas se añadieron técnicas específicas de auto-compasión).
Y en cuanto a los resultados obtenidos por los estudios, casi todos reportaron diferencias estadísticamente significativas en los diferentes aspectos evaluados. Sin embargo, en tres de ellos (implementando los protocolos de Occupational Mind fulness Trainning, Compassion Fatigue Resiliency y MBSR, respectivamente) no se encontraron cambios significativos en las variables de burnout y fatiga por compasión.
Discusión
Formar parte de un equipo médico y trabajar como personal sanitario brindando ayuda a los pacientes es una de las profe- siones más atractivas y a la vez, más difíciles puesto que los profesionales de la salud han de hacer frente al sufrimiento de la persona que requiere de su apoyo. Dicho sufrimiento puede ser emocional, psicológico o físico y si el profesional que lo atiende no tiene los recursos y herramientas necesarias para sobrellevarlo, puede conllevar a un desgaste general, junto con síntomas de ansiedad, depresión e incluso de estrés traumático, produciendo baja funcionalidad en su vida, en su trabajo y haciendo estragos en la calidad de la relación con el paciente (Figley, 2002; Lynch & Lobo, 2012).
Estos síntomas se engloban dentro de lo que conocemos como fatiga por compasión. Tal y como hemos podido observar anteriormente, existe una dificultad en conceptualizar y definir este síndrome y, por tanto, existe disparidad en la forma de evaluarlo (Figley, 1995, 1999; Joinson, 1992; Lynch & Lobo, 2012; Pfaff et al., 2017).
Sin embargo, todos los autores están de acuerdo en que consiste en un conjunto de alteraciones emocionales, psicológicas y conductuales que padecen aquellos que están brindando apoyo a una persona que sufre.
El poco estudio que hay sobre las intervenciones para la fatiga por compasión puede explicarse por el reciente interés en este tema y del hecho de que todas las investigaciones se centraban en el bienestar del paciente. Sin embargo, no hay que olvidar que parte del bienestar de los pacientes se basa en la calidad de la relación con el personal sanitario. Y como se ha visto, la fatiga por compasión reduce la capacidad de empatía hacia los pacientes, sintiéndose éstos poco escuchados y con sentimientos negativos hacia la sanidad en general, pudiendo desencadenar conductas como no ir a las revisiones médicas, una baja adherencia al tratamiento, etc.
Sin embargo, este interés está creciendo, ya que la mayoría de los estudios analizados se realizaron entre 2015 y 2017.
Dentro de esta perspectiva, en pro del bienestar tanto del personal sanitario como de los pacientes, se han creado intervenciones basadas en mindfulness para el tratamiento de la fatiga por compasión.
En la búsqueda que se realizó se encontraron 23 intervenciones para personal sanitario, de las cuales se pudo acceder al texto completo de 15. Como se observó en resultados, España, EEUU, Canadá y Australia son los países pioneros en este tipo de intervenciones.
Este estudio presenta algunas limitaciones, basadas principalmente en tres cuestiones. La primera es la baja evidencia a largo plazo que muestran las intervenciones, ya que la mayoría no tuvieron seguimiento posterior. La segunda, que la mitad de los estudios no contaba con grupo control, el cual es necesario para darle mayor rigor científico. La tercera, es la disparidad en la forma de evaluar y medir la fatiga por compasión, por lo cual es complicado poder comparar los estudios.
Cabe destacar que se necesitan más estudios donde se cuente con un grupo de control, aumentar el número de la muestra de participantes, tener seguimiento de los resultados y, sobre todo, crear escalas de fatiga por compasión adaptadas para esta población en específico.
En conclusión, las intervenciones dirigidas a disminuir los síntomas de fatiga por compasión en personal sanitario confor- man un tema actual que está teniendo auge en los últimos años. En este sentido, los programas en mindfulness están dando buenos resultados en la reducción de síntomas de estrés percibido, fatiga por compasión, burnout, sintomatología clínica como depresión y ansiedad y estado de ánimo negativo.