INTRODUCCIÓN
Los carnívoros (Mammalia: Carnivora) son uno de los taxones de animales más carismáticos y amenazados (Ray 2005; Karanth & Chellam 2009). Por estas mismas razones, y por algunas características biológicas subyacentes, la conservación de los carnívoros es considerada de gran importancia (Ripple et al. 2014) y éstos son frecuentemente utilizados como especies focales o bandera en programas y estrategias de conservación de la biodiversidad (Ginsberg 2001; Sergio et al. 2008).
De todos los mamíferos terrestres del país los carnívoros son el segundo grupo (después de los ungulados) en términos de proporción de especies amenazadas sobre el total de especies evaluadas (Fig. 1), con un incremento del 7,1% con respecto a la revisión anterior del estado de conservación (Díaz & Ojeda 2000). A la llegada de los europeos, el territorio que actualmente corresponde a la República Argentina albergaba 29 especies de carnívoros terrestres (se excluyen las Familias Otariidae y Phocidae), aproximadamente el 46% de todos los carnívoros registrados para América Latina. Una de ellas, el zorro de las Malvinas (Dusicyon australis, Kerr 1792), se encuentra extinta. Según el Libro Rojo de Mamíferos Amenazados de la Argentina (Ojeda et al. 2012), 15 especies de carnívoros (57,1%) recaen en alguna de las categorías de amenaza reconocidas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), 12 no se encuentran amenazadas y completan la lista una especie para la cual se considera que no hay datos suficientes para la categorización de su estado de conservación y una que no fue evaluada (Fig. 2). Si los mefítidos son incluidos en la Familia Mustelidae para facilitar la comparación con la revisión de Díaz & Ojeda (2000), el porcentaje de especies amenazadas es particularmente alto en las Familias Felidae (70%) y Mustelidae (66,7%); mientras que la Familia Canidae es la que presenta la mayor proporción de especies no amenazadas (66,7%, Fig. 2). La pérdida y degradación de hábitat y la caza serían los principales factores que explican la reducción de sus poblaciones (Ojeda et al. 2012). A pesar de la gran diversidad y de la delicada situación de conservación de los carnívoros en Argentina, hasta la década pasada el conocimiento sobre la mayoría de estas especies era escaso (como sugiere un estudio sobre la Familia Felidae; Lucherini et al. 2004) y pocos eran los proyectos dedicados a su conservación. La falta de información representa un claro obstáculo en la toma de decisiones para enfrentar los problemas de conservación.
Con el objetivo de identificar los factores que limitaron los esfuerzos para la conservación de los carnívoros terrestres en la última decena de años en Argentina, en noviembre de 2010 se realizó un taller en el marco de las XXIII Jornadas de la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM; Apéndice I). El presente trabajo se propone retomar los resultados de ese encuentro, actualizarlos y llevar a cabo una evaluación de los esfuerzos para la conservación de los carnívoros terrestres en Argentina. Los objetivos específicos son: 1. Analizar cómo los proyectos de conservación de carnívoros se distribuyen geográficamente y con respecto al estatus de conservación de las especies. Debido a que el tamaño corporal puede influir sobre los esfuerzos de investigación de carnívoros (Brooke et al. 2014) y la probabilidad que una especie sea legalmente protegida (Metrick & Weitzman 1998), analizamos además si los proyectos de conservación de carnívoros en Argentina se distribuyen homogéneamente con respecto a este factor. 2. identificar los mayores obstáculos para la implementación de proyectos de conservación de carnívoros en Argentina, evaluando en qué forma estas limitaciones han cambiado en el periodo 2010-2014. 3. Proponer medidas que permitirían mejorar la eficacia de estos proyectos.
MÉTODOS
El conocimiento de expertos es una fuente de información cuyo uso se está incrementando en ecología, especialmente en revisiones asociadas con la conservación de la biodiversidad (Clevenger et al. 2002; Regan et al. 2004; Boitani et al. 2007; Martin et al. 2012) y es la principal herramienta que se utilizó en este trabajo.
La base de información para este trabajo se recolectó durante el taller “Análisis de estrategias para la conservación de carnívoros en Latinoamérica” (en adelante “Taller”) realizado en el marco de las XXIII Jornadas de SAREM (Apéndice I). Todos los participantes respondieron, antes de las Jornadas, unas preguntas que apuntaban a identificar las principales dificultades enfrentadas en sus actividades de conservación de carnívoros, así como los desafíos para mejorar la efectividad de sus proyectos. Cada participante realizó una presentación durante el Taller en la que describió su proyecto y posteriormente se acordó, entre todos los participantes, las mayores dificultades encontradas y las causas de las mismas.
A la luz de la publicación del nuevo Libro Rojo de Mamíferos Amenazados de la Argentina (Ojeda et al. 2012), cuatro años más tarde los autores acordaron retomar los resultados obtenidos en el mismo, completarlos y actualizarlos para responder a los objetivos propuestos en este trabajo. Con este propósito, se ha realizado un sondeo que trató de recopilar la información básica (ubicación geográfica, responsables, especies focales y secundarias) de todos los proyectos de conservación in-situ de carnívoros terrestres actualmente en curso en Argentina. Los criterios de base para incluir un proyecto sobre carnívoros dentro del análisis de esta publicación fueron: 1. que tuviera uno o más objetivos de conservación claramente explícitos y 2. que estuviera implementando acciones para cumplir con esos objetivos. Para llegar a la lista final se usó inicialmente la técnica de la bola de nieve (‟snow-ball”; Bailey 1982), solicitando a cada autor y a colaboradores que mencionaran los proyectos que, en su opinión, cumplían con los criterios mencionados y después haciendo lo mismo con los investigadores que fueron identificados como los referentes de esos proyectos. De esta forma el número de proyectos incluidos fue aumentando hasta llegar a una asíntota horizontal. Finalmente se hizo circular entre los autores una lista de los proyectos para lograr un consenso general sobre su representatividad.
Con el objetivo de analizar las relaciones entre los esfuerzos de estudio y conservación de los carnívoros terrestres argentinos, descritos en la lista de proyectos y el estatus de conservación de los mismos (ver Apéndice II), se utilizó la categorización del estado de conservación asignada a cada especie en Ojeda et al. (2012), basada en las categorías de amenaza de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Para este análisis, las especies categorizadas como en peligro crítico (CR) y en peligro (EN) fueron reunidas en una nueva categoría definida de “prioridad alta” de conservación, las especies en la categoría vulnerables (VU) fueron definidas de “prioridad media” y aquellas clasificadas como casi amenazadas (NT) y de preocupación menor (LC) fueron agrupadas en la categoría “prioridad baja”. Para analizar la relación entre el tamaño corporal de las especies y los esfuerzos dedicados a ellas asignamos las especies a tres categorías en función de su peso corporal (grande, cuando su peso promedio > 20 kg; mediano, peso promedio entre 6 y 20 kg; pequeño, peso promedio < 6 kg). Los pesos corporales se obtuvieron de Canevari y Vaccaro (2007), a excepción de Lyncodon patagonicus (de Blainville 1842), para el cual usamos Chebez et al. (2014).
Finalmente, para determinar la relevancia y las tendencias con respecto a las dificultades y desafíos que conlleva el trabajo de conservación de carnívoros terrestres en Argentina, se solicitó en forma individual a todos los autores que priorizaran las dificultades identificadas en el taller y evaluaran su cambio en los últimos cinco años. Con el propósito de asignar el nivel de prioridad de los obstáculos se utilizaron tres categorías (Fundamental, Importante, Secundario), mientras que para evaluar si hubo cambios en los últimos 5 años se adoptaron las categorías “Mejora”, “Ningún Cambio”, “Empeoramiento”.
RESULTADOS
Las principales dificultades encontradas en la implementación de proyectos de conservación por los participantes del Taller fueron:
- ESCASEZ DE FONDOS. La obtención de subsidios es dificultosa, por lo cual los investigadores deben invertir mucha energía y esfuerzo para lograr financiación suficiente, en lugar que dedicarse a la implementación de proyectos.
- ESCASA PARTICIPACIÓN DE LAS COMUNIDADES LOCALES. Las razones del escaso involucramiento por parte de las comunidades locales en los problemas y los proyectos de conservación que se desarrollan en sus áreas son diferentes, pero en muchos casos están relacionadas a la falta de una estrategia específica por parte de los líderes de los proyectos de conservación. Independientemente de la causa, este obstáculo dificulta lograr objetivos de conservación a largo plazo y que las actividades de conservación sean adoptadas por parte de las comunidades locales.
- CARENCIAS EN LA FUNCIÓN DOCENTE en relación con la conservación de la biodiversidad. Los docentes, en particular en escuelas rurales, en muchos casos por falta de capacitación específica, no cumplen una función como agentes multiplicadores de las temáticas de conservación. Esta carencia en el sistema educativo, a su vez, limita la posibilidad que se cree una mayor conciencia ambiental, lo cual afecta el éxito de estrategias de conservación de la biodiversidad, particularmente en el caso de los carnívoros, que son frecuentemente objetos de conflictos con el hombre (Treves & Karanth 2003).
- INSUFICIENCIA DE ENFOQUES INTERDISCIPLINARIOS. Si bien sería deseable que los biólogos trabajaran en conjunto con sociólogos, antropólogos, geógrafos y economistas, entre otros profesionales, los grupos de investigación raramente establecen colaboraciones interdisciplinarias.
- FALTA GENERALIZADA DE INTERÉS DE LAS DISTINTAS ENTIDADES DEL GOBIERNO en la conservación de la biodiversidad. Este problema puede darse en la instancia de la toma de decisiones legislativas y/o en la implementación de las mismas y abarca varios aspectos, entre los cuales se pueden mencionar: la escasa participación en proyectos en conjunto con otras instituciones de parte de los representantes del gobierno; la falta de políticas de desarrollo económico sustentables (que incrementa la problemática en la conservación de la biodiversidad en general); la escasez de cargos ocupados por personal idóneo en las entidades del gobierno con injerencia en manejo de los recursos naturales; los frecuentes cambios de gobiernos, que dificultan la planificación a largo plazo.
El 75% de los autores identificó a la falta de interés por parte del gobierno como un obstáculo fundamental para la implementación de proyectos de conservación de carnívoros en Argentina, poniendo este tema en la cima de la lista de las dificultades (Fig. 3). A pesar de la gravedad con la cual fue percibida, la falta de interés de las instituciones gubernamentales se estaría incrementando sólo para el 25% de los autores, mientras que el 50% de los mismos notó una evolución positiva, lo cual coloca este tema por debajo del promedio de los valores del análisis de tendencia (Fig. 4). La poca participación de las comunidades locales y la escasez de fondos fueron los otros problemas cuyos valores de importancia relativa superaron el valor promedio y fueron indicados como “fundamentales” por el 50% y el 38% de los autores, respectivamente (Fig. 3). Sin embargo, con respecto a la escasez de fondos se registró un equilibrio entre los que consideraron que este problema se está reduciendo y aquellos que notaron su incremento (calificándose este tema como el de tendencia más negativa), mientras que la participación local calificó como un problema que estaría reduciéndose para el 50% de los autores y que no mostró cambios para el restante 50% (Fig. 4). Las carencias en el sistema educativo, al contrario, fueron consideradas de importancia secundaria por el 66,7% (Fig. 3) y estarían mostrando una mejoría para el 33% y ningún cambio de tendencia para el 50% de los autores que las mencionaron (Fig. 4). La carencia de un enfoque interdisciplinario en los proyectos de conservación no representaría un obstáculo importante (solo el 25% de los autores lo clasificó como “fundamental”; Fig. 3) y tendría una tendencia relativamente positiva (Fig. 4). Cabe mencionar que ninguno de los problemas presentaría una tendencia claramente negativa en los últimos 5 años (Fig. 4).
Nuestro sondeo registró 29 proyectos que se proponen apoyar de alguna forma la conservación de los carnívoros terrestres argentinos (Apéndice II). Todos los proyectos incluyen por lo menos un/a argentino/a entre los Investigadores Principales. Éstos son 65 en total (2,24 por proyecto, en promedio), de los cuales 20 están involucrados en 2 o más proyectos. En 19 de las 23 provincias argentinas se están desarrollando uno o más proyectos de investigación. Si bien el promedio es 2,26 proyectos/ provincia, la distribución geográfica no es uniforme y hay una concentración de proyectos en algunas provincias (Fig. 5). El 78,6% de las especies de carnívoros terrestres de Argentina es objeto de por lo menos uno de estos proyectos. Sin embargo, esta proporción baja al 46,4% si se consideran únicamente las especies que han sido identificadas como focales para los proyectos. En forma similar a la distribución geográfica de los proyectos, aun cuando hay un promedio de 3,19 proyectos por especie, la distribución de los proyectos entre las especies no es homogénea (Fig. 6). El rango del número de proyectos por especie varía entre 16, en el caso de Puma concolor (Linnaeus 1771) y cero (para Pteronura brasiliensis (Gmelin 1778), Lontra felina (Molina 1782), L. patagonicus, Conepatus humboldtii (Gray 1837) y Leopardus guigna (Molina 1782). Este patrón se repite para las especies focales de los proyectos, donde se destacan P. concolor con 13 proyectos y Panthera onca (Linneus 1758) con 9, mientras que hay 13 especies que, si bien están listadas en algún proyecto, no son el foco de ninguno de ellos (Eira barbara (Linneus 1758), Galictis cuja (Molina 1782), Conepatus chinga (Molina 1782), Puma (Herpailurus) yagouaroundi (Geoffroy 1803), Leopardus colocolo (Molina 1782), Cerdocyon thous (Linneus 1766), Procyon cancrivorus (Cuvier 1798) y Nasua nasua (Linneus 1766). En promedio, las 9 especies con prioridad alta de conservación son objeto de 2,1 proyectos/especie, aquellas de prioridad media (N=6) de 3,3 proyectos, mientras que las 12 especies de prioridad baja de conservación fueron incluidas en 3,9 proyectos. Sin embargo, las especies de prioridad alta fueron indicadas como especies focales en 16 proyectos (1,8 proyectos, en promedio), las de prioridad media en 7 proyectos (promedio: 1,2 proyectos) y las de prioridad baja son especies focales en 22 proyectos, con un promedio de 1,8 proyectos/especie.
Se observó una relación fuerte entre el esfuerzo de conservación y el tamaño corporal de las especies involucradas en los proyectos (R2=0,59, p<0,001). El número de proyectos/especie es considerablemente más alto para los grandes carnívoros que las especies de tamaño mediano y pequeño especialmente (Tabla 1).
DISCUSIÓN
Las amenazas de origen antrópico a la biodiversidad se intensifican constantemente (CBD 2010; Harrop & Pritchard 2011) y el éxito que están teniendo los proyectos de conservación con respecto a la pérdida de biodiversidad es limitado (Hayes 2006). Los problemas para la implementación de proyectos de conservación de carnívoros detectados en este estudio son comunes para los proyectos de conservación de la biodiversidad y se considera que el fracaso de estos esfuerzos se debe a una combinación de barreras sociales, científicas y políticas (Restani & Marzluff 2002). Uno de los factores que contribuyen a esta escasez de resultados positivos es que los investigadores que se dedican a la conservación no logran transferir sus resultados a los ámbitos en los cuales se toman las decisiones (Possingham 2009; Sutherland et al. 2012; Arlettaz et al. 2010), confirmando de esta forma uno de los factores encontrados en este estudio. Otro de los problemas que limitan la eficacia de los esfuerzos de conservación es la dificultad en identificar los tópicos para los cuales es necesaria información relevante (Sutherland et al. 2012). Este trabajo se propone contribuir a reducir estas brechas y mejorar la eficacia de los esfuerzos para la conservación de los carnívoros sudamericanos.
En particular, este trabajo analizó los principales obstáculos que enfrentan los investigadores en este tipo de proyectos de conservación en Argentina y propuso medidas y líneas de acción que permitirían superarlas. Si bien no se puede excluir que el número acotado de participantes en esta revisión pueda limitar el valor de los resultados obtenidos, es preciso mencionar que los autores están involucrados en más de la mitad (51.7%) de todos los proyectos de conservación de carnívoros que se estaban desarrollando en Argentina al momento de realizar el estudio.
El insuficiente nivel de colaboración y comunicación entre investigadores, conservacionistas, políticos y actores locales en la definición e implementación de acciones para la conservación y el uso sustentable de los recursos naturales es quizás la principal de las barreras identificadas en este trabajo. Nuestro análisis muestra claramente que la superación de este obstáculo, seguramente no limitado a la realidad argentina (Shanley & López 2009), es una tarea que va más allá del ámbito de quienes desarrollan proyectos de conservación in-situ, involucra en forma determinante las instituciones gubernamentales y abarca todos los niveles de la sociedad. Un cambio de paradigmas y prioridades en nuestra sociedad contribuiría también a solucionar otros de los problemas identificados, favoreciendo una mayor disponibilidad de fondos para la conservación de la biodiversidad, que el sistema educativo se involucre mayormente en la conservación y que sea más fácil atraer hacia este tipo de actividades a profesionales de diferentes disciplinas.
La comparación entre las últimas dos Listas Rojas de Argentina (Díaz & Ojeda 2000; Ojeda et al. 2012) indica que el estado de conservación de los carnívoros terrestres no ha ido mejorando en la última década. En general, las características ecológicas de los carnívoros conllevan a que su conservación no sea una tarea sencilla. Las bajas densidades poblacionales, los grandes requerimientos espaciales y sus hábitos tróficos los hacen más sensibles a las modificaciones ambientales y a las presiones antrópicas, en particular en el caso de las especies de mayor tamaño para las cuales los conflictos con las actividades ganaderas derivan en algunas de las principales causas de reducción en las poblaciones (Treves & Karanth 2003; Woodroffe et al. 2005). Es probable que estas particularidades influyan también en los sesgos que detectamos hacia ciertas especies de carnívoros con respecto a otras y que concuerdan ampliamente con los resultados de algunas revisiones a nivel global sobre los esfuerzos de investigación (Amori & Gippoliti 2000; Brooke et al. 2014; Zanin et al. 2015). El gran número de proyectos sobre las especies de gran tamaño corporal está posiblemente relacionado con que éstas son las que generan más conflictos con las actividades humanas o que fueron seleccionadas por ser paraguas de otras especies menores. Sin embargo, es posible que jueguen otros factores ajenos a la biología al momento de establecer las especies a las cuales dedicarse, como el atractivo para el gran público (que, a la vez, puede facilitar la recaudación de fondos; Wilson et al. 2007; Brooke et al. 2014), o consideraciones logísticas. La falta de una relación positiva entre el nivel de amenaza de las especies y el esfuerzo de investigación y conservación indica que, desafortunadamente, no siempre las especies que requieren más atención la reciben (Brooke et al. 2014). Cabe destacar que todavía tres de las nueve especies categorizadas como en peligro crítico o en peligro a nivel nacional (P. brasilensis, L. felina y L. guigna) a la fecha de realizar nuestra recopilación no estaban incluidas en ningún proyecto de conservación. Esto se debe, probablemente, a su rareza y las dificultades que implica trabajar con ellas en nuestro país, como demuestran los escasos resultados obtenidos sobre L. guigna por dos proyectos independientes que eligieron a esta especie como objeto de estudio y conservación en el pasado (M. Monteverde, com. pers. y M. Lucherini, datos no publicados). En forma similar al sesgo con respecto al tamaño corporal, es lógico que la falta de homogeneidad geográfica que se observa en la lista de proyectos de conservación dependa de aspectos tanto de origen ecológico como de otra naturaleza. Las tres provincias alcanzadas por el mayor número de proyectos (Neuquén, Misiones y Jujuy) ostentan una gran diversidad de ecosistemas y especies, pero en dos de ellas también se encuentran dos de los equipos de investigación con mayor trayectoria en el estudio y conservación de carnívoros terrestres y cuyos investigadores suman siete proyectos.
Una potencial limitación relacionada con este tema y que no ha sido capturada por nuestro inventario de proyectos es la trayectoria de éstos. Nuestros análisis se basan en una lista que no discrimina entre proyectos de largo plazo, recursos relativamente amplios y otros que están en sus primeros pasos y cuentan con recursos más limitados. Finalmente, es también posible que la lista de proyectos no sea completa. Sin embargo, consideramos que un análisis más detallado de estos aspectos excede los objetivos de nuestra revisión y que estas limitaciones no afectan en forma fundamental nuestras conclusiones generales.
Independientemente de las razones que producen los sesgos en los esfuerzos de conservación que describimos, es deseable que en el futuro en Argentina los proyectos de conservación traten de establecer prioridades taxonómicas y geográficas, para enfocarse en las especies con mayor riesgo de extinción y para las cuales hay escasa información disponible, así como para ampliar las actividades hacia regiones del país que han recibido poca atención hasta el momento. Esta estrategia permitiría, además, maximizar el uso de los limitados recursos disponibles para la conservación de la biodiversidad, una reconocida necesidad a nivel global (Master 1991; Wilson et al. 2006).
A pesar de las dificultades encontradas, los resultados de nuestra revisión dan lugar a un moderado optimismo. Antes que todo, las opiniones recolectadas indican que todos los problemas identificados presentarían una tendencia a reducirse o, a lo sumo, invariada en los últimos 5 años. Más del 80% de las provincias administrativas de Argentina y más de 3 de cada 4 especies de carnívoros son foco de proyectos de conservación. Por último, si bien no hay un parámetro que permita comparar con el pasado, el número de proyectos, la cantidad de equipos de trabajo y las publicaciones que éstos producen parece en franco crecimiento en la última década.
Finalmente, cabe mencionar que esta revisión no se propuso analizar los factores próximos que amenazan las especies de carnívoros del territorio argentino sino aquellos que afectan el desempeño de los esfuerzos para su conservación que se están llevando a cabo en el país. La forma más correcta para medir el éxito de las estrategias de conservación de los carnívoros, así como de toda la biodiversidad en general, es por medio de indicadores de las tendencias poblacionales de las especies que se proponen conservar (Winterbach et al. 2013). Confiamos que la identificación de los problemas que limitan la eficacia de los esfuerzos de conservación sea el primer paso para su solución y que repercuta en una mejora del estado de las poblaciones de carnívoros.
Si bien Argentina no forma parte de las regiones identificadas como prioritarias para la conservación de los carnívoros a nivel global sobre la base de criterios económicos y de vulnerabilidad (Loyola et al. 2009), es evidente que tanto por la diversidad de especies de este país como por el tamaño del territorio que abarca, la conservación de las poblaciones en Argentina contribuiría en forma determinante a la de los carnívoros sudamericanos, como sugiere una reciente revisión de las prioridades a nivel global para la conservación de los félidos (Dickman et al. 2015). Por esta razón, la superación de las limitaciones identificadas en esta revisión tiene la potencialidad de mejorar el estado de conservación global de los carnívoros terrestres.
ACCIONES FUTURAS
Teniendo en cuenta los obstáculos identificados en este estudio, los participantes del Taller sugirieron las siguientes áreas de acción como prioritarias para los investigadores que se propongan una mejora en la eficacia de sus esfuerzos de conservación de carnívoros:
- Implementar proyectos de conservación a largo plazo para incrementar la posibilidad de lograr una mayor participación de las poblaciones locales, de involucrar a instituciones gubernamentales y de obtener una mayor credibilidad para el proyecto y el personal que lo lleva a cabo. Lamentablemente, los proyectos de conservación en muchos casos se llevan a cabo con fondos o con personal (por ejemplo becarios) que se supone están dedicados a la investigación. Esto implica la necesidad de obtener datos que se puedan publicar a corto plazo y no siempre de gran utilidad para la conservación a largo plazo.
- En muchas áreas los objetivos de los proyectos de conservación de carnívoros establecen conflictos culturales, porque las poblaciones locales tienen visiones diferentes sobre los carnívoros a las de los investigadores. Surge, por lo tanto, el desafío de encontrar soluciones a problemas de conservación que respeten la cultura y las creencias populares, en particular en regiones en las cuales persisten comunidades originarias. Así mismo es necesario intensificar los esfuerzos para aumentar la participación de las comunidades locales en la conservación.
- Las políticas socioeconómicas (o la falta de ellas) de las instituciones gubernamentales favorecen frecuentemente actividades productivas que provocan daños a los ecosistemas naturales. En el caso de los carnívoros, por ejemplo, pueden verse favorecidas decisiones y un manejo del ganado por parte de los productores que incrementan el potencial de los conflictos con los carnívoros. El desafío, en este caso, consiste en apoyar la identificación e implementación por parte de las entidades gubernamentales de herramientas de manejo alternativas que permitan mitigar los conflictos.
- Fortalecer las actividades de extensión a la sociedad, que logren implantar un debate amplio y abierto sobre la conservación de los carnívoros como componentes claves de la biodiversidad. El objetivo de esta línea de acción es el de favorecer la creación de una masa crítica de ciudadanos a favor de la conservación, que influya sobre el gobierno en los distintos niveles e instancias políticas.
- Enfrentar los problemas de pérdida y fragmentación de hábitat a una escala que permita tomar en consideración el flujo génico entre las poblaciones de las especies que se quiere conservar y los efectos sobre las dinámicas meta-poblacionales y generar estrategias de conservación comprensivas. Para lograr este tipo de estrategias sería de gran ayuda también una planificación por parte de los gobiernos que apoye este tipo de proyectos, así como programas que favorezcan la conectividad ambiental y la conservación de endemismos, de poblaciones viables y de la riqueza específica de los ecosistemas.
- Buscar y favorecer el diálogo y el trabajo en conjunto con las instituciones del gobierno. En particular, es menester de los investigadores cumplir con los compromisos de informar a estas instituciones los resultados de las investigaciones y las propuestas de manejo/conservación realizadas, para brindar herramientas que permitan trabajar en dichas temáticas y favorecer políticas apropiadas para los problemas a enfrentar.
- Favorecer el cumplimiento por parte de las instituciones que reúnen a los investigadores que se ocupan de conservación (SAREM, CONICET, ASAE, entre otras) de un rol de nexo más efectivo entre los proyectos de conservación y los gobiernos. Si bien esta no debe ser tomada como una oportunidad para descargar responsabilidades de parte de los integrantes de proyectos de conservación, el apoyo de estas instituciones podría ayudar a superar algunos de los obstáculos que se identificaron.
- Apoyar la generación por parte del gobierno de puestos rentados de Educadores Ambientales o Agentes de Conservación, que sean ocupados por personas preparadas profesionalmente para esta función, e implementar acciones para la articulación de las actividades de estos profesionales y las necesidades detectadas por los investigadores que trabajan en proyectos de conservación. Esto permitiría una mejora en la calidad de las acciones de difusión y participación comunitaria y, al mismo tiempo, dejaría más espacio a los investigadores para contribuir a la conservación realizando las tareas para las cuales están mejor capacitados.
- Favorecer una mayor presencia de los conceptos relacionados a la conservación de la biodiversidad en general, y de los carnívoros en particular, en los contenidos curriculares de las escuelas. El personal docente de los establecimientos educativos, en particular aquellos ubicados en zonas rurales, debería tener estímulo y apoyo de los ministerios de educación para poder capacitarse en temas de conservación y para llevar a cabo proyectos relacionados con la conservación con sus alumnos.
- Promover una política de conservación a nivel nacional, que, en el caso de los carnívoros, identifique prioridades, así como herramientas y objetivos focales, y favorezca la implementación de proyectos que se encarguen de ellas.
- Enfocar las actividades futuras de estudio y conservación de los carnívoros hacia las especies y las regiones del país que no han sido incluidas en los proyectos implementados hasta la fecha.